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martes, 3 de mayo de 2011

¡¡CORRAMOS A COMPRAR!!

Milanesa argentina

Por Silvio H. Coppola

A cualquiera que le guste el fútbol y que ve alguno de los partidos que la televisión pública pasa por TV, se lo atosiga sin piedad con la propaganda del gobierno, continuamente y bajo todos los aspectos. Es una especie de lavado cerebral, cuya financiación desde luego, corre por nosotros mismos, los contribuyentes.

Es de recordar entonces cuando a principios del año pasado y ante la falta de recursos de la AFA y de los clubes afiliados, se resolvió por las autoridades del referido deporte profesional, rescindir el contrato con Torneos y Competencias (¿quién se ha hecho cargo y cómo?) vigente ese año. Así el gobierno nacional, previo pago de seiscientos millones de pesos, se encargó de la financiación y televisación de todos los partidos de fútbol. Se repite este año.

En su momento se aclaró prontamente de que no saldría ni un peso de costo al erario público, pues los gastos consiguientes serían pagados por la propaganda a contratarse. Pero esta propaganda es evidente que con una sola excepción, no se contrató. Ya sea porque no se pudo o sencillamente porque no se quiso. Y entonces dijeron o mejor dicho pensaron las autoridades nacionales, mejor, tenemos propaganda continua que costeará el sufrido estado, sin ningún costo de nuestros bolsillos particulares, donde nos afianzaríamos más para las próximas elecciones, mostrando un país en pleno progreso, sin pobres, sin indigentes, sin delitos, sin inflación, con tranquilidad y sin deudas.

Y en consecuencia con ello mismo, anoche, en la transmisión por TV del partido entre Boca e Independiente, se hicieron saber continuamente las gangas y la baratura en los precios de la canasta familiar existentes... en el ¡Mercado Central de Buenos Aires! Allí los precios estarían ¡a la mitad o en menos que en cualquier otro lado del Gran Buenos Aires y ni hablar de cualquier otro sitio de la república!

Cuesta creerlo y mucho menos, que si existen esos precios, estén siempre disponibles y no en diez minutos por la mañana. Pero sea como sea, se da la noticia, como si todo el mundo pudiera ir, en cualquier momento, desde cualquier lugar y gastando el tiempo que sea, a usufructuar esas supuestas gangas.

Algo así como ya en su época lo dijeran Martínez de Hoz y Alsogaray: que todo era cuestión de caminar para obtener buenos precios. La historia se repite. De todas maneras indudablemente, el ciudadano desprevenido e inocente, ya sabe de dónde toman las autoridades del INDEC la variación de los precios al consumidor y el valor que se le puede dar a sus estadísticas.

LA PLATA, mayo 3 de 2011

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