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jueves, 5 de mayo de 2011

¿HACIA EL DERROCAMIENTO DE CFK?

Cristina Fernandez abogada

Por Carlos Belgrano

Amigos:

El 8 de agosto de 1974, Richard Nixon renunció a su cargo de Presidente de USA, para evitarse la formulación del juicio político que el Congreso norteamericano ya tenía previsto realizarle, bajo la forma de un impeachment.

Con su dimisión, pudo eludir también la entrega de dieciocho horas de grabaciones ilegales, que sus agentes encubiertos habían efectuado en las oficinas de sus adversarios Demócratas en el Hotel Watergate.

Muchos lo consideraron una injusticia; una nimiedad.

Castigar a un hombre que había concluido la guerra de Vietnam y que además se había acercado a China, para comerciar a gran escala, para gran parte de la opinión pública de entonces, era como demasiado, pero ni por mucho evitó su caída en desgracia.

Fue por decirlo de algún modo, un episodio policial.

Sin embargo, el equilibrio de poderes en la tan denostada Yankilandia, demostró estar a la altura de las circunstancias.

Un Fiscal General -Phillip Heymann-, que había promovido como su hombre de confianza, el propio Nixon, colectó la prueba incriminante para removerlo del cargo.

Las verdaderas raíces de su caída, quizás nunca conozcan la luz.

En lo particular, soy de la opinión que los Demócratas se cobraron así una vieja deuda impaga.

Ya que el día que ultimaron a JFK, Nixon estaba en Texas, cerca de Dallas y cuando lo interrogaron sobre sus movimientos ese fatídico mediodía del 22 de noviembre de 1963, dijo que sufrió una suerte de amnesia.

El Comité Warren nunca lo encuestó después de ello y posiblemente, uno de los mayores responsables de ese imperdonable magnicidio, salió indemne.

Aunque reitero, son conjeturas personales, nada más.

Pero retornando al asunto Watergate, el caso fue que jurídicamente el depuesto Presidente había cometido perjurio al Parlamento.

En términos vulgares, incurrió en una mentira.

Y tomaré ese precepto, para trasladarlo al tiempo presente.

La Señora Presidente, de viva voz ante las cámaras de televisión ha dicho incontables veces que es Abogada.

Su sello personal, con el que rubrica los actos jurídicos en su calidad de Primera Mandataria, tiene insertado el título de Doctora.

Pues bien, si así es que lo acredite en debida forma.

Que exhiba su título de graduación.

Ese, que el Rector de la Universidad de la Plata, creo que Fernando Tauber, atesora en sus manos.

Conforme nuestras fuentes, todos los registros estudiantiles de esta ciudadana, están desparecidos.

Pero una conspiración de esa magnitud, involucraría a demasiadas personas.

Una diligencia de secuestro de esa documental no debería ser un asunto de Estado.

Sin embargo, todo aparenta que lo es.

Ya que los vanos intentos, de varios investigadores periodísticos no pudieron romper ese bloqueo informático.

Para encuadrarlo desde otra perspectiva, la Señora Presidente debe acreditar que no ha usurpado su calidad de letrada, tal como lo prescribe el art 247 del Código Penal de la Nación.

Pero si incurrió en dicha conducta punible, las consecuencias nulificantes de sus actos, caen bajo las previsiones del segundo párrafo del art 292 de igual ordenamiento.

Y al constituir sus correrías, un temperamento concursal de reproches criminales, por mera aplicación del instructivo del art 55, también del Código Penal, la pena prevista para este doloso accionar sería con un máximo de 8 años, lo que tornaría inexcarcelable su caso.

Pero además de la reprimenda judicial, el viciado de su accionar oficial, tornaría como inexistentes todos sus actos de gobierno.

Frente a tamaña gravedad institucional, la Cámara Baja podría actuar de oficio, a los efectos de iniciar las actuaciones preliminares, incluso como Tribunal Acusador de primer origen.

Nuestra Argentina, se ha convertido desde hace décadas en la Catedral del Absurdo.

Es hora que le cedamos ese vergonzante cetro a otros.

Me inclino a ser optimista, con cualquier encuesta incriminante que se inicie.

Ya que cualquiera que ella sea, nos encaminará a demostrar que quien nos preside cuenta con un título habilitante, pero a nombre de Cristina Wilhelm.

Y si descubrimos este acertijo y ponemos al descubierto, entre otras a Carrió que se niega sistemáticamente a asumir el rol de destituyente, como lo ha afirmado tantas veces, nos estaremos dirigiendo inexorablemente

¿HACIA EL DERROCAMIENTO DE CFK?

Atentamente Carlos Belgrano.-

laautopsiadelbicentenario@yahoo.com

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