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domingo, 15 de mayo de 2011

¿POR QUÉ MI HERMANO SE VOLVIÓ EXTREMISTA ISLÁMICO?

Robb Leech Cineasta, Mi hermano el musulmán

Un día leyó en la prensa que su hermano era el protegido del hombre "más peligroso del Reino Unido". Anonadado, Robb Leech decidió hacer un documental.

Richard, ahora Salahuddin, ha participado en virulentas protestas contra soldados que vuelven del frente.

La increíble transformación de mi hermanastro Richard en Salahuddin, un musulmán extremista, me fue revelada a través de un periódico nacional.

El artículo era sobre “el hombre más peligroso del Reino Unido”, Anjem Choudary. Éste era el líder del ahora prohibido Islam4UK, un grupo islámico extremista decidido a poner en práctica la ley Sharia en todo el Reino Unido.

Unos pocos párrafos más abajo, aparecía el nombre de Richard y el de nuestra ciudad natal, Weymouth, en Dorset, en el suroeste del país.

Por lo visto, mi hermano era el nuevo protegido de Choudary.

Richard había elegido su nuevo nombre cuidadosamente, y su ironía era altamente reveladora.

Salahuddin fue un sultán musulmán del siglo XII que expulsó de Jerusalén al rey cruzado Ricardo Corazón de León, un nombre del que Richard se había apropiado jugando cuando niño.

Por supuesto, yo no lo podía creer.

Familia deshecha

Nuestros padres se casaron en 1992 y crecimos juntos en Dorset. Richard se mudó a Londres hace cinco años y la familia se empezó a desperdigar.

En 2008, pasamos dos semanas compartiendo un cuarto durante una vacación familiar en Chipre, jugando al vóleibol en la playa.

Un año más tarde, lo encontraba en un periódico nacional hablando de su disposición a combatir y morir en el extranjero por la causa islámica.

Nuestra familia estaba deshecha. Nadie sabía nada, todo presagiaba un destino funesto. Entonces, decidí que haría un documental: fue mi forma de enfrentar la situación.

Supongo que me mantuve en un estado de incredulidad, de negación, hasta el momento en que me encontré con mi hermano, unas semanas más tarde.

Viajé desde Weymouth y nos reunimos frente a una estación del metro del este de Londres.

Richard estaba vestido con una túnica islámica y llevaba una barba sorprendentemente larga.

“Toda esta porquería, todo este munkar, que ves aquí, desaparecerá cuando la Sharia entre en vigor”, dijo mirando a su alrededor en forma despreciativa.

Munkar quería decir pecado, maldad. Se sentía asqueado por lo que lo rodeaba.

Caminamos de vuelta hasta su apartamento, donde habló por cinco horas sobre la ley Sharia, el fuego del infierno y sobre cómo la mayoría de los musulmanes estaban siendo mal guiados.

Regresé a casa en el tren convencido de que le habían lavado el cerebro.

Interrogantes

La pregunta me la hice mil veces: ¿cómo había ocurrido? ¿Por qué?

Es una pregunta que aún hoy encuentro difícil de responder. Richard nunca dio muestras de un viraje tan enorme. Ambos tuvimos infancias relativamente normales.

Como mucha gente, Richard abandonó su ciudad natal en busca de algo más: un propósito, el sentido de la vida, algo que vino a encontrar en un tipo extremo de religión.

En la foto: Richard Leech, Brother Salahuddin, reparte panfletos en una calle de Londres.

Mucha de esta gente está buscando una transformación, que es, precisamente, lo que el Islam proporciona y exige: de Ricardo a Salahuddin.

El sentido de desencanto con la sociedad occidental era palmario entre Ricardo y “sus hermanos”.

Abdul Dean, otro hombre blanco, ex bajista y baterista, se convirtió al Islam luego de que su hermana muriera debido a una sobredosis de cocaína, a los 18 años, mientras que Zacariah, otro músico antaño llamado Charles, se desilusionó con la respuesta del ex presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ante los atentados del 11 de septiembre.

Éste dijo: “Fundamentalmente, lo que me empujó a leer sobre el Islam fue George Bush, aunque no lo crean. Bush dijo que estábamos con ellos o contra ellos. Y yo pensé que con él, jamás”.

Contradicciones

Cuando recién comencé a hacer el documental, anticipé la desconfianza, la hostilidad, la frialdad del grupo de Richard.

Después de todo, les habían lavado el cerebro, estaban llenos de odio, estaban locos, de acuerdo con el boceto normal que de ellos hace la prensa.

No obstante, para mi genuina sorpresa, muchos era sinceramente amistosos, cálidos e incluso divertidos.

Sin embargo, todo el tiempo estaban planeando alguna manifestación en la que, bajo la mirada vigilante de los medios de comunicación, les gritarían “¡Asesinos!” a los soldados que regresaban del frente o quemarían los simbólicos claveles de papel que la gente lleva “El día del recuerdo”, para conmemorar a quienes han caído en alguna guerra.

Siempre era saludable recordar cuán lejos de la sociedad se hallaban y cuán insensibles se habían vuelto.

En la foto: A veces, a Robb le incomodaba ver lo que su hermano y amigos hacían en las manifestaciones.

Richard siempre pregonaba: “Cuán estúpidos son por arriesgar sus vidas por gobernantes degenerados, hombres que conspiran para entregarlos al fuego del infierno”.

Al principio, cuando Richard se había vuelto musulmán, todo era nuevo para él, como lo era para mí.

Vivía en un mundo de constante miedo, sin saber bien qué le estaba permitido hacer y decir y qué estaba prohibido, de acuerdo con los estrictos dictámenes islámicos.

La relación con no musulmanes como yo era una de esas áreas grises y a mí me parecía que nuestra relación era sólo una formalidad.

Richard me dijo: “Alá dice en el Corán que no hay que hacer amistad ni aceptar ayuda de los que no creen, porque éstos buscan desorientarte”.

“Estupefacto y herido”

De a poco se ha ido relajando y hemos compartido algunos momentos de grata risa.

Pero sus creencias extremas están siempre al acecho, bajo la superficie.

Hubo momentos de real estupefacción, de sentirme muy herido, como cuando Richard me dijo que no me daría la mano porque yo era un “sucio kafir” (no creyente) o cuando presencié que él y sus “hermanos” quemaban una bandera estadounidense en el aniversario del 11 de septiembre.

Sin embargo, desde que hice el documental, ha habido momentos de real esperanza también. Hace poco me encontré con Richard después de que le concedieran la rara oportunidad de ver mi película por adelantado.

Sus sentimientos eran confusos, pero después de que nos despedimos y yo me metí en el auto, vi que venía caminando de vuelta hacia mí.

Apagué el motor y salí. Me dio la mano. “Perdón por lo de la mano”, dijo. “Mi intención no era ofenderte”.

Me fui con una sonrisa en el rostro. Era un consuelo saber que las cosas podían cambiar, así se tratara sólo de un fugaz apretón de manos.

Fuente: http://noticias.terra.com/noticias/por_que_mi_hermano_se_volvio_extremista_islamico/act2847487

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