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viernes, 11 de noviembre de 2011

CUANDO HUGO WAST FUE RECHAZADO POR LOS NAZIS


Por Emilio Nazar Kasbo

¿Ser judío es sinónimo de ser anticatólico? ¿Es Jesús el Mesías o no lo es? ¿Ser judío es sinónimo de repudio a Jesús, descendiente de la familia de David, y de todos sus seguidores? ¿No será esto “discriminación”? ¿Tiene un Juez civil autoridad para determinar cuestiones que son teológicas? ¿Qué Tribunal debería dirimir una cuestión semejante?

TRIBUNAL CANÓNICO
En la actualidad, sólo dos posibilidades caben: o el Tribunal Canónico, o el “Kahal” (del cual muchos niegan su existencia, ya que es fruto de la novela de Gustavo Martínez Zuviría, y por tanto un elemento folklórico inexistente, en cuyo caso sólo queda la primera alternativa referida).
Efectivamente, ninguna autoridad civil puede pronunciarse sobre materia teológica, ya que no es la Teología su función, sino que ésta se halla reservada a la autoridad competente en materia precisamente teológica.
Gustavo Martínez Zuviría jamás fue acusado ni sentenciado por nazi, y nada más alejado de la realidad. Hay “cosa juzgada” sobre esta cuestión, ya que no puede ser procesado un difunto por un crimen que además no cometió. Es lógico que ser católico implique el rechazo del judaísmo, del sionismo, del islamismo, del budismo y de toda otra postura teológica que niegue la Verdad de Jesucristo, que creemos que es Jesucristo mismo. Porque para los católicos, la Verdad no es un “ente abstracto”, sino que es una Persona: Jesucristo. De allí que “la primera ley de la historia es no atreverse a mentir; la segunda, no temer decir la verdad”, como dijo oportunamente el Papa SS. León XIII.

DIEZ MANDAMIENTOS
Los católicos compartimos con los judíos los Diez Mandamientos. Los judíos los viven como el cumplimiento de una norma, y los católicos los respetamos con libertad en la búsqueda de no ofender a Dios a causa de la violación de los mismos, los cumplimos por Amor a Dios. Porque los Diez Mandamientos no son sólo para respetarlos entre católicos, sino que es para con toda persona, ya que el Amor a Dios y al prójimo es el mandato, una orden de amar a todas las personas.
Sin embargo, tal orden de amar dada por Jesús (algo que hasta parece un contrasentido), llega al límite de amar al enemigo. Quien no ama a su enemigo, no puede llamarse por tanto católico. Sin embargo, ese amor al enemigo no es suicida, sino que implica el respeto al mismo, y la oración para que la Gracia de Dios llegue a su alma y se convierta. Ese es el verdadero amor al enemigo: que éste, descubriendo que vive en el error, ame a Jesucristo y la Iglesia Católica que El mismo fundara.
¿De qué sirve todo lo dicho, a quien no cree? Visto con ojos materialistas, una persona que reza está perdiendo el tiempo porque Dios no existe, y hasta toda la Liturgia se convierte en un acto sin importancia y sin sentido.

EL MEJOR DE LOS TRATOS
Precisamente, toda persona, católica, judía o no católica en general, es objeto del mejor de los tratos y del mayor amor brindado por los católicos. Y así debe ser. Precisamente, esta es la “no discriminación” que desarrolla el catolicismo, tal como lo enseñara San Benito, Abad: " "Si quieres poseer la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, y que tus labios no hablen con falsedad. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela" (año 480 DC - Prólogo de la Regla de San Benito de Nursia, Italia, citando al Profeta Isaías, Is 58,9; 65,24)
El amor al prójimo y al enemigo no significa amar al error, al mal, ni al pecado. Todo lo contrario. De allí, que resulta excluyente, y por tanto habrá odio al error, al mal y al pecado, ya que esto es consecuencia natural. En un mundo donde no hay “verdad”, se acaba negando la Verdad que es Jesucristo mismo, y es allí donde se percibe la contradicción. Se ama al pecador, no al pecado; y la Iglesia Católica está compuesta por pecadores arrepentidos que acuden al Sacramento de la Confesión y a los Sacramentos para remediar en todo lo posible los errores, defectos, pecados y males que se pueden ocasionar en la vida cotidiana. Efectivamente, la Iglesia Católica está compuesta por personas imperfectas, víctimas del Pecado Original… pero al parecer, los “perfectos” son quienes tienen la autoridad de juzgar a los católicos, y de “tirar la primera piedra”…

PERSONAS HONRADAS
¿Todos los judíos son delincuentes? No, pero todos son pecadores, igual que el resto de la humanidad, en virtud del Pecado Original, exceptuando a Jesús y a Su Madre, la Virgen María, prometida ya desde el Génesis. Existen numerosos judíos que son personas honradas, y que practican numerosas virtudes.
Es más, hay numerosos judíos que no viven en condiciones económicas óptimas (y mucho menos los que cometen la grave decisión de convertirse al Catolicismo, o de casarse con una persona católica, motivo por el cual acaban siendo discriminados por su colectividad). Existen personas judías que son muy respetables, que son muy capaces. Nadie lo niega, y no hay por qué negarlo. Pero no escapan a las consecuencias del Pecado Original…
Hay un libro que se titula “La mafia judía en Argentina”, publicado por un mismo miembro de dicha colectividad… el cual ha sido censurado y no se consigue en las librerías. ¿Acaso si un judío comete un delito… no es un delincuente? ¿Y si un judío comete un delito contra otro judío, como se describe en “El violinista sobre el tejado”? ¿Un fiscal que halla culpable a un judío por haber cometido un delito… es un antisemita? He aquí un error de diagnóstico. Como afirma un libro sobre humor judío editado por la comunidad judía de La Plata: “un chiste judío contado por judíos, es un chiste judío; un chiste judío contado por no judíos, es antisemitismo”. ¿Cómo puede ser posible semejante contradicción? ¡Como si los gallegos debieran alzar la voz contra el “antigalleguismo” a raíz de los chistes que sobre ellos se hacen! Todos somos seres humanos, y merecemos el mismo trato como tales ante la Ley.

“ODIO AL JUDÍO ES ANTICATÓLICO”
En un comunicado en que “La Organización Judía para el Diálogo Interconfesional, (OJDI), deplora que las autoridades de la "Exposición del Libro Católico" de La Plata hayan denominado a la Sala de Lectura y vides de la Exposición del Libro Católico con el nombre de Gustavo Martínez Zuviría, conocido en su obra literaria como Hugo Wast”, a la vez se permite citar el siguiente texto del prólogo: “el odio al judío es anticatólico, porque debemos amarlo como al prójimo”.
La misma colectividad judía reconoce tales palabras. ¿Es semejante texto compatible con antisemitismo o nazimo o con racismo alguno?
A continuación, detalla la cita la diferencia de ideas y de Fe: “el odio a las doctrinas de la Sinagoga, la autoridad civil y religiosa del judaísmo, que persigue la destrucción de la Iglesia Romana… es auténticamente católico”. ¿Se refiere acaso a cometer daño alguno a la persona o bienes de los judíos? De ninguna manera, ya que de ese modo se violaría el amor al prójimo además de los Mandamientos específicos que todo católico debe respetar. ¿A qué hace referencia entonces? A los errores judíos vistos desde el catolicismo, y por tanto, a una cuestión teológica, que es consecuencia de ser dos religiones distintas; si fuesen la misma religión en la actualidad, tal diferencia no existiría; y no hay términos medios posibles en el orden lógico racional siquiera: sólo puede haber UNA Religión verdadera.


WAST RECHAZADO POR LOS NAZIS
En 1935 fueron editados “El Kahal” y “Oro”, y Hugo Wast comenzó a recibir cartas de alemanes radicados en la Argentina, solicitando traducir las obras, para editarlas en Alemania. Es claro desde el principio que se trata de una novela de ficción, y el marco de la misma no es una cuestión política ni sionista como centro argumental, sino el sentido bíblico del Apocalipsis.
Wast accedió al pedido del profesor en Física, Dr. J. Würschmidt, radicado en la provincia de Tucumán, quien afirmaba tener contactos con la editorial Herder (Holle & Co.) de Friburgo, Alemania. Hugo Wast indicó a Würschmidt que se contacte con su representante en España, quienes le editaban sus libros. Würschmidt se contacta, pero la Guerra Civil española estalla, con el alzamiento del Generalísimo Francisco Franco, y se interrumpe la comunicación durante los dos años siguientes.
Würschmidt vuelve a contactarse en 1937 con Hugo Wast, escribiéndole una carta en que anticipaba la posibilidad de que surgieran problemas ideológicos con el proyecto (por parte de los nazis). Luego, en diciembre de 1937, Wast recibe una carta y el contrato de la Editorial Holle & Co para editar las obras, cuya traducción sería realizada por el profesor Würschmidt.
En febrero de 1938 se firmó el contrato entre Wast y la Editorial, y el profesor finalizó la traducción ese mismo año, enviándola a Alemania. La Embajada de dicho país, en un gesto de buena voluntad, colaboró con todas las partes participantes del proyecto. Sin embargo, los meses iban transcurriendo y la Editorial Holle no se decidía a editar la obra. Por tal motivo, los editores de Wast decidieron escribir a la Editorial en mayo de 1939, exigiendo el cumplimiento del contrato.
   
CUESTIÓN TEOLÓGICA
Fueron los abogados representantes de la Editorial Holle & Co quienes respondieron el 3 de mayo de 1939, dirigiéndose a los editores de Hugo Wast, informándoles que la obra “ha sido objetada” por las autoridades alemanas. Esto convertía en imposible editar el libro “en su actual redacción”, pues en esa versión no se contempla al judaísmo como una cuestión de raza. Asimismo, piden la anulación del contrato, o cambiar partes de éste, particularmente su final.
En respuesta, los editores de Wast contestaron a los abogados Ponfick y von Koblinski, el 3 de junio de 1939, pidiéndoles que les envíen las modificaciones que contemplaban para analizarlas.
Sin embargo, antes de recibir la contestación, los editores de Wast reciben una nueva carta de los mencionados letrados el 27 de junio, anunciando que ni aun efectuando cambios podría ser editada la obra. Adujeron que la principal razón de dicha determinación, consistía en que Wast trataba el tema como una cuestión religiosa, lo cual era considerado como una “falsificación” por las autoridades alemanas. Los abogados pidieron la anulación del contrato y “El Kahal-Oro” terminó sin ser editado en la Alemania del Tercer Reich.

¿ANTISEMITISMO TEOLÓGICO?
¿Podremos hablar de un odio a la Iglesia Católica imperante en ciertos sectores judíos? ¿Por qué está bien ser anticatólico y está mal ser antijudaísta (no anti-judío, aclaremos nuevamente)?
Como puede observarse de la cronología, la línea literaria de Martínez Zuviría no era ni ideológica, ni política, ni siquiera económica, sino teológica. Este era el meollo de la cuestión que fue rechazado por los nazis, y por el cual el pensamiento de Hugo Wast es imposible de catalogar siquiera como afín a dicho régimen en tal sentido.
Citemos entonces, como ejemplo, a un tradicional anticatólico, Horacio Verbitsky, quien desde su pluma del oficialista diario Página 12 (que comparte su capital con los diarios La Nación y Clarín, La Razón y El Día de La Plata, por ejemplo), el 9 de mayo de 2010 escribió:
“La mayoría de los autores que han señalado el antisemitismo del nacionalismo católico y del catolicismo integral lo analizan como un fenómeno argentino y omiten que ni GMZ, ni Octavio Pico ni Julio Meinvielle se apartaban del tradicional antijudaísmo católico que, con fundamentos teológicos, dominó todo el siglo XIX europeo y que en el siglo XX compartieron los papas Pío XI y Pío XII. Sólo acentuaban algunos aspectos con más énfasis que otros, tal como también hacía el Episcopado local. Uno de esos matices: En 1923 el Episcopado auspició la primera edición de “Los Protocolos de los Sabios de Sión”, el libelo antisemita inventado por la policía zarista en Rusia. Pero en 1935 aceptó los cuestionamientos a su autenticidad. Sin inmutarse, Hugo Wast comentó: “Serán falsos, pero se cumplen maravillosamente”.”

¿RAZA O RELIGIÓN?
Aquí vemos asociados a Martínez Zuviría, Octavio Pico y Julio Meinvielle en la misma línea de los Papas Pío XI y Pío XII… incluso este último Papa referido con causa de canonización abierta. Verbitsky llama “antijudaísmo” a salvar la vida de miles de judíos y a la proclama de Encíclicas que condenaron el nazismo antes que cualquier organización judía osara hacerlo en su tiempo.
En vez de ser agradecidos, arrojan piedras hoy hasta a quienes felicitaron personajes como Golda Mayer en tu tiempo.
¿Existe un “antisemitismo teológico”? Si los judíos alemanes no son semitas, sino descendientes de eslavos en general, y si la religión no se transmite genéticamente… ¿de qué antisemitismo teológico habla Verbitsky? ¿Qué tribunal teológico juzgará esta cuestión?
Yo me pregunto si Horacio Verbitsky antes de publicar sus notas, le pregunta al Rabino Samuel Levin de Argentina qué es lo que piensa de todas las cosas que promociona y "vende" en sus artículos, incluyendo la cultura bosta de la "merda d'artista" que difunde... Y no lo hace porque obtendría más de una censura.

SENTIDO DE LA VIDA
La Iglesia Católica transmite la Tradición desde el mismo Jesucristo.
Pero supongamos que hay una persona que ama el oro, tiene todas sus expectativas puestas en las riquezas, y llega el último día de su vida y acaba con su último aliento abrazado a un lingote… ¿acaso es ese el sentido de la vida? ¿Acaso será la lujuria al grado de avalar y promover lo antinatural, como lo expone la Escuela de Frankfurt?
Desde la Iglesia Católica, los católicos tenemos el mandato de amar al prójimo, y no se amaría al prójimo si no se le señalara el Camino que es Jesucristo mismo. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y crea, y el hecho de que una persona viva en pecado mortal es grave porque de morir en tal condición irá al infierno, por rechazar a Dios.
  
¡VIVA CRISTO REY!
Los católicos nos preocupamos por la denominada “cuestión social”, pero sea cual sea el sistema que oprima a los católicos, siempre estará en algún lado Cristo presente en la Eucaristía hasta el Fin de los Tiempos. La ambición de la avaricia para nosotros no es el centro de la vida, y la lujuria del desenfrenado sexual mucho menos, ya que ambos son vicios. Sin embargo, el católico tiene sus deberes y obligaciones, así como sus propios derechos, en el marco de la justicia social y del trabajo.
¿Hay una persona que quiere ser (o considerarse) dueño del mundo, y decir que él es “dios” y que todo el mundo lo adore como tal? Allá él. Un pobre infeliz… que acabará igual o peor que el referido que acaba sus días abrazado al lingote de oro. ¿De qué le servirá, si pierde su alma y la condena al infierno de donde jamás podrá salir? Ser dueño del mundo es una condición imaginaria, porque ningún Presidente o “Rey” es dueño de todo, incluso de los pensamientos de sus súbditos.
Los católicos sólo reconocemos como Rey Universal y Señor de la Historia a Jesucristo. A El, que es La Verdad, nos debemos. En El procuramos vivir, pues de ese modo no hay muerte.
   

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