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martes, 29 de noviembre de 2011

EL INSTITUTO HUGO WAST FELICITÓ AL FUNDADOR Y PRESIDENTE DE LA EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATÓLICO


Buenos Aires, 28 de noviembre de 2011

Señor
Manuel Outeda Blanco
Fundador y Presidente de la Exposición del Libro Catolico

Estimado Manuel: le hacemos llegar nuestras felicitaciones por el éxito de la XIII Exposición del Libro Católico, obra magnífica, fruto de su celo apostólico, que tanto bien ha hecho al espíritu y al intelecto de aquellos expuestos a su influjo a lo largo de los años, y a nuestra patria toda.

Aprovechamos esta oportunidad para agradecer la defensa que ha ejercido de la figura de nuestro admirado Hugo Wast en ocasión del ataque contra su persona por parte de la comunidad judía de La Plata en esta reciente exposición. Lo ha hecho con claridad, inteligencia y valentía.

Dejó en claro usted que Gustavo Martínez Zuviría no era antisemita sin dar demasiadas explicaciones. Esto cae de maduro por sí mismo. Quien ha leído su obra, particularmente El Kahal-Oro, Juana Tabor y 666, puede distinguir fácilmente entre lo que es antisemitismo y lo que es crítica al espíritu farisaico. Espíritu perverso y anticristiano por excelencia como nos lo enseña el Nuevo Testamento.

Lo defendió con inteligencia porque en lugar de perder tiempo en justificaciones innecesarias se remitió al artículo escrito por Monseñor Héctor Aguer en el diario “El Día”, de La Plata, donde explica Su Excelencia con documentos y argumentos irrefutables que los libros de Hugo Wast fueron prohibidos por la Alemania Nacional Socialista justamente por no compartir el autor la visión “nazi” de la cuestión judía. Sabemos también que usted tuvo participación decisiva en este artículo del año 2002.

Luego de leer a Monseñor Aguer ya no queda mucho más que hablar respecto a estos comentarios, pero como usted bien sabe este fariseísmo intolerante no busca la verdad sino acallar lo que molesta. Por eso la contumacia y el ensañamiento con Hugo Wast que florece año tras año, en este caso en cada Exposición del Libro Católico y no descansará hasta la llegada del Señor en toda su gloria cuando dé a cada uno lo que le corresponda según su fe y sus obras.

Es interesante observar que al remitirse usted a este artículo invierte ingeniosamente el esfuerzo y el desgaste al que estos personajes nos tienen acostumbrados haciendo que sean ellos esta vez quienes tengan que defenderse, vaya uno a saber recurriendo a qué alquimia, en una palabra, por ahora hacen oídos sordos al argumento, mas ya inventarán alguna mentira para neutralizar sus efectos. Seguirán irreductibles, ya nos hablaron las Santas Escrituras de su dura cerviz que no perdonó a los profetas ni al Santo de los Santos.

Queremos hacerle saber asimismo que valoramos enormemente su valentía porque hoy en día hay que tener verdadero coraje para expedirse ante esta potestad creciente y omnipresente, más poderosa de hecho que el poder que emana de nuestra propia Constitución Nacional, según palabras de Hugo Wast, con la claridad y contundencia que usted lo ha hecho. Nuestra Constitución lo permite, pero el Kahal lo prohíbe, dice nuestro autor.

Nos hemos preguntado muchas veces por qué tal obcecación con Hugo Wast, dado que el Kahal ya ha logrado erradicarlo prácticamente del escenario cultural de hoy en día a través de una persistente persecución y silenciamiento que lleva 75 años. Han convertido a nuestro personaje, que fuera el más leído y premiado de todos nuestros escritores, en un desconocido y lo que es peor aún, en un desconocido para la mayoría de los  católicos modernos aunque esta vez con la ayuda de los clérigos modernistas. Su influencia sobre el pueblo es hoy nula y sin embargo, no cejan en sus ataques y difamaciones. Como si quisieran hacerlo desaparecer completamente, pero para su sorpresa y escándalo no lo logran, porque Dios lo impide valiéndose de católicos vigorosos como usted que responden al llamado de sus conciencias. Hasta aquí han llegado y desesperan dando coces contra el aguijón.

Desesperan quizá porque en esa insignificancia semejante al tamaño de una semilla a la que han reducido su popularidad late el ideal católico, la fe, la fidelidad a Cristo, la Iglesia milenaria y militante y todo lo magnífico de la tradición católica argentina junto a la advertencia sobre el peligro farisaico enquistado en nuestra tierra y por sobre todo porque su obra ha reavivado la esperanza cristiana de la conversión de los judíos. Misterio teológico este. En una palabra, al ánimo de venganza que los mueve, intrínseco a la tradición del Talmud y abolido por Jesucristo en el Sermón de la Montaña, parecería sumarse el temor al poder germinativo que conlleva la obra y la persona ejemplar de Hugo Wast.

Aprovechando la mención sobre los “coces contra el aguijón”, asunto tan afín al problema que nos toca, traemos a colación un escrito que nos ha llegado y nos parece muy interesante:

“Dicen las escrituras que tras el martirio de San Esteban sus ropas fueron puestas a los pies de "un joven llamado Saulo", el cual consentía en su muerte y quien luego encabezara la primer gran persecución que la recién nacida Iglesia (llamada "los del Camino" o "la secta de los nazarenos") tuvo que sufrir. Por alguna razón, creyó  Saulo su deber destruir y desarraigar a ese nuevo grupo y recorrió muchas ciudades y regiones afanado en esa labor.

Saulo llevó a muchos cristianos ante los magistrados oyendo todas sus defensas. Y oyó muchas veces hablar al Espíritu de Dios en boca de estas sus víctimas. Mas el punto culminante hubo de ser la punzante predicación de Esteban. El aguijón se enterraba en su carne más profundamente y necesitaba deshacerse de él. Sus coces (o patadas) se tradujeron en la más dura y encarnizada persecución contra los santos. Necesitaba destruir aquello que encendía una luz en su conciencia, aquellas voces que le evidenciaban en su interior que era vana su auto justificación y que necesitaba una justicia superior, y que el único que podía proporcionarla era justamente Aquel a quien él perseguía, Aquel cuyo Nombre se había propuesto arrancar de toda boca humana para asegurarse de no volver a oírlo. ¡Qué terrible aguijón! Cuanto más daba coces, más se lo clavaba en su conciencia, cuanto más quería callar esa voz, más evidente se le hacía. Y esta lucha acabó cuando a punto de consagrarse en su carrera de fariseo, una luz lo envolvió y le dijo: "Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?, dura cosa te es dar coces contra el aguijón" (Hechos 9: 4-5). Y él preguntó, aunque sabía la respuesta, "¿Quién eres, Señor?" y oyó lo que sabía que oiría: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues".

No desesperemos cuando vuelvan a arremeter contra Hugo Wast como inevitablemente sucederá, recurramos a la fortaleza y a la templanza, virtudes que ha puesto Dios a nuestro alcance y confiemos en El pidiendo la intercesión de San Pablo, perseguido también hasta el último día de su vida por los fariseos, porque está escrito que llegará el día en que el pueblo judío se convertirá a Cristo Jesús.

Reciba una vez más nuestro sincero agradecimiento quedando a su disposición en todo lo que nos sea posible. Sin más, lo saludamos cordialmente en Cristo y María.

Pío Martínez Zuviría                           Guillermo Martínez Zuviría
Secretario                                                   Presidente
                                               
INSTITUTO HUGO WAST

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