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martes, 15 de noviembre de 2011

LA COBARDÍA ES UN PECADO, Y EN ALGUNOS CASOS MUY GRANDE


En el Domingo cuarto después de Epifanía la Iglesia lee en la Misa la narración de la Tormenta en el Lago, que cuentan los tres Sinópticos; según el texto más breve de todos, que es el de San Mateo: tiene solamente cuatro versículos, pero la narración está hecha con tan magistral energía que parece un grabado en cobre o en madera, con los cuatro rasgos principales.
San Mateo es el más rico y más enérgico de los tres Sinópticos. La Biblia de Bover-Cantera dice: “Este Evangelio pertenece a la literatura escrita; el de Marcos a la literatura oral”. Es un error serio que muestra mucho atraso en exégesis. Con toda certeza, los cuatro Evangelios pertenecen al género que hoy llaman los lingüistas, etnólogos y psicólogos estilo oral; y fueron recitados de memoria antes de ser fijados en el pergamino -por lo menos los tres primeros- como las rapsodias de Homero, el Vedhanta, el Korán, el Poema del Myo Cid y en realidad casi todos los monumentos religiosos o épicos de la Antigüedad. Esta noción, que hoy día se posee en forma científica, resuelve de un golpe la falsa Cuestión Sinóptica, que preocupó a los eruditos durante dos siglos; consistente en que los Evangelios tienen entre sí algunas divergencias por un lado, y una concordancia maciza por otro; como puede verse en este relato, que traen los tres Sinópticos. Eso ocasionó un lío muy grande en la cabeza de los sabios alemanes, algunos de los cuales llegaron a negar la autenticidad y la veracidad de esos tres documentos religiosos, hasta que Marcel Jousse descubrió las admirables leyes del estilo oral.
Cosa increíble: hay una tormenta tal en el Mar de Tiberíades que las olas invaden la cubierta de la barca de los Pescadores; y Jesucristo duerme. ¿Se hace el dormido, como dicen algunos, para `probar a sus discípulos”? No: duerme, con la cabeza apoyada en un banco. Esa manera de probar a la gente con cosas fingidas es una chiquilinada inventada por un mal maestro de novicios: lo único que prueba de veras es la vida, la verdad, la realidad; no las ficciones. Tampoco es verdad que Dios le haya prohibido a Eva el Fruto del Árbol del Malsaber para probarla; se lo prohibió porque simplemente ese fruto no le convenía ni a ella ni a nadie. Dios no hace pavadas, pero hay gente que tiene inclinación a atribuirle las pavadas propias. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza; pero el hombre se lo ha devuelto; porque ¡cuántas veces no ha rehecho el hombre a Dios a imagen y semejanza suya!
Jesucristo es notable: duerme de día en medio de una tormenta; y de noche deja la cama y se sube a una colina. para orar hasta la madrugada. No lo despiertan el bramar del viento, el golpe del agua, los gritos de los marinos, y lo despierta un gemido en la noche o una mujer hemorroísa que le toca el vestido. Mi abuela Doña Magdalena decía: “Jesucristo es bueno, yo no digo nada; pero ¿quién lo entiende, dígame un poco? “
Sólo un niño o un animal pueden dormir en esas condiciones en que los tres Evangelistas dicen que Cristo realmente “dormía “; y también un hombre que esté tan cansado corno un animal y tenga una naturaleza tan sana como la de un niño.
Muchos hombres de naturaleza privilegiadamente robusta sabemos que podían dormir cuando ellos lo querían; como el primer Napoleón, por ejemplo, del cual se cuenta que podía hacer eso: dormir cuando le parecía bien, sobre todo en los sermones; y hubo que despertarlo en la mañana de la batalla de Austerlitz. En cambio, el Tercer Napoleón, su sobrino, no pegó los ojos la noche del golpe de Estado de 1851 y se levantó tres veces para ver si se había dormido el centinela. Porque el Primer Napoleón fue un Héroe; pero el Tercer Napoleón fue una Imitación de Héroe: un Payaso.
Bueno, el caso es que Cristo dormía, y los discípulos lo despertaron diciéndole algo que está diferentemente en los tres Evangelistas; pero en realidad le deben haber gritado no tres sino unas doce cosas diferentes por lo menos; que se resumen en ésta: «¡Sonamos!» ¿No te importa nada que nosotros «sonemos»? “que trae San Lucas como resumen de toda la gritería. Lo que dijo San Mateo, que estaba allí, fue esto: “Señor, ayúdanos, que perecemos”. Cada uno dijo lo mejor que supo, y eso es todo.
Lo que les dijo Cristo –en esto concuerdan los tres relatores- fue “cobardes”. La Vulgata latina traduce “Modicae fidei “, o sea “hombres de poca fe “; pero Cristo, en griego o en arameo, les dijo “cobardes”. Un hombre que grita cuando hace agua su lancha en una tempestad del Mar de Galilea, que son breves pero violentas; suponiendo incluso que haya gritado un poco de más, ¿es cobarde? Para mí, no es cobarde. Pero para Jesucristo es cobarde. A Jesucristo no le gustan los cobardes.
La Iglesia (“la barquilla de Pedro “, que le dicen) ha tenido muchas tempestades y ha de tener todavía otra que está profetizada, en la cual las olas invadirán el bordo, y parecerá realmente que los pocos que están dentro suenan. Cristo parece haber conservado su costumbre juvenil de dormir en esos casos; y también su idiosincracia de no amar la cobardía.
¿La cobardía es pecado? Sí; y en algunos casos muy grande. Los Apóstoles tenían una manera de predicar que yo no usaría otra si me dejaran predicar: la cual es hacer una lista de pecados grandes, recitarla y después decir: “Ninguno de éstos entrará en el Reino de los Cielos. Basta”. Así San Pablo dice: “No os engañéis, hermanos; que ni los idólatras, ni los ladrones, ni los divorciados, ni los avaros, ni los perros [o sea, los maricones] ni… y así sigue un rato- entrarán en el Reino de los Cielos”. Hoy en día habría que predicar así, sencillamente… es opinión nuestra.
Pues bien, San Juan en el Apokalypsis, que es una profecía acerca de los últimos tiempos, añade a la lista de pecados otros dos que no están en San Pablo: “los mentirosos y los cobardes”. Lo cual parece indicar que en los últimos tiempos habrá un gran esfuerzo de mentira y de cobardía. Dios nos pille confesados.
La cobardía en un cristiano es un pecado serio, porque es señal de poca fe en Cristo (‘cobardes y hombres de poca fe”) que ha dado sus pruebas de que es un hombre “a quien el mar y los vientos obedecen “-dice el Evangelio de hoy- con lo cual por lo tanto, el miedo no es cosa bonita; ni lícita siquiera. Julio César, en una ocasión parecida, no permitió a sus compañeros que se asustaran. “¿Qué teméis? Lleváis a César a su buena estrella “, les dijo. Mucho más Jesucristo, creador de las estrellas.
Lo que gobierna el mundo son las Ideas y las Mujeres, dijo uno. Las Ideas, lo dudo mucho. Las Mujeres, habría que hacer la prueba. ¿Qué sucedería si en la Argentina saliese una especie de Teresa de Jesús, que persuadiese a todas las mujeres de este propósito: “¡No me casaré con ningún hombre que sea un cobarde!” Yo creo que se vendría abajo la tiranía de turno, y no subiría más ningún otro tirano.
En otros tiempos, los argentinos no eran ni adulones ni cobardes. Ahora parecería, según algunos que leen los diarios, que se están volviendo adulones y cobardes. Que Dios nos salve por lo menos de las mujeres.
 R.P. LEONARDO CASTELLANI, S.J.
(Tomado de su libro “El Evangelio de.Jesucristo “)
Fuente: Blog de Radio Cristiandad

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