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jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Y QUÉ SUCEDERÍA SI EL FUNDADOR DE UN MOVIMIENTO CATÓLICO FUESE UN DEGENERADO?




Por Emilio Nazar Kasbo

Supongamos que una persona con esclarecidos ideales, con una profunda Fe, logra aunar las voluntades, que debe contar para ello con la Gracia de Dios, y fundar un Instituto católico. Si el movimiento se funda en el modernismo, o acepta en cierto grado el modernismo, acabará siendo como un Judas para Cristo, un traidor para Dios.

FE Y VIDA
Supongamos que esa persona perseverara en las virtudes hasta el último instante de su vida, logrando así la perseverancia final en la Caridad católica que lo hace merecedor de la Gloria propia del Reino de los Cielos. A tal persona, por sus cualidades heroicas, tras la apertura de una causa canónica, y luego de la realización de milagros atribuidos a su intercesión después de haber fallecido, se lo declara santo por la Iglesia. El centro de todo esto es la coherencia entre la Fe y la vida, como testimonio de la Gracia.
¿Qué sucede en casos como el de Marcial Maciel, quien mantenía en secreto a dos familias, o el reciente caso de la renovación carismática, la Comunidad de las Bienaventuranzas, donde se han cometido abusos sexuales por Ephraim Croissant (su fundador) y otros miembros? ¿Invalidan la obra realizada los gravísimos pecados de los impulsores?
En primer lugar, deben realizarse varias distinciones. Muchas veces, la mayor o menor ortodoxia del fundador o del Instituto que funda son determinantes de los pecados que se acaben cometiendo. Una comunidad que tiene en claro la importancia de la Liturgia bien celebrada así como el rechazo de los abusos litúrgicos, de falaces interpretaciones tanto de los Ritos como del Dogma, el Magisterio y la Tradición, tendrá más posibilidades de que sus integrantes y quienes se les acerquen tengan facilitada la vía para alcanzar la santidad.

COMUNIDAD NO FORMADA
Por el contrario, si la comunidad formada (empezando por su fundador) no valora la Liturgia bien celebrada (considerándola un “fariseísmo”), promueve los abusos litúrgicos, así como heterodoxias e ideas poco claras sobre los Ritos, el Dogma, el Magisterio y la Tradición, lindando la heterodoxia (cuando no incurriendo en ella de modo explícito), tendrán menos posibilidades de acercar a sus integrantes y a quienes se pongan en contacto con ellos, a la santidad.
Lo dicho, que parece una obviedad, en los hechos no parece serlo. Grandes “movimientos católicos” se han expandido en poco tiempo y han crecido mucho en número y poder. Un ejemplo de ello, es el Camino Neocatecumenal, que ha inventado una “misa”, que hace exposición pública de pecados personales, y que tiene cierto tinte de heterodoxia. Otro es el caso de los Carismáticos. Enaltecer el sentimiento por sobre la Verdad que es Cristo mismo, el “sentirse bien” por sobre la alabanza y el agradecimiento a Dios por la Gracia recibida, hacer de la Fe una cuestión psicológica… son graves defectos que relativizan la Tradición.
¿Qué sucedería si se descubriera por ejemplo (no es dicho esto como afirmación, conste, sino a título de simple ejemplo hipotético), que Kiko Argüello, el P. Carlos Buela u otros referentes similares, carecen de virtudes personales suficientes como para estar al frente de aquello que han promovido?

VIRTUDES HEROICAS
En primer lugar, hay que tener en cuenta que vicios graves impiden el reconocimiento de virtudes heroicas. Inventemos, por caso, una historia, para analizarla.
El “fundador” (si es sacerdote, violando la castidad, o si es un laico cometiendo actos fuera del matrimonio), mientras promueve la castidad, tiene una manceba, con la cual acaba teniendo hijos. Pero como además tiene curiosidad malsana, ingresa por la vía de la pornografía y acaba manteniendo relaciones con otras mujeres, luego con personas de su mismo sexo, para acabar en la pedofilia. La lujuria lo vence, para caer en lo más vil… pero ¿ha sido acaso una mera inquietud personal, o una influencia del mundo? Efectivamente, ambas cosas deben estar presentes. Generalmente la herejía que dice “revalorizar todo lo bueno que hay en el mundo”, en realidad oculta la “revalorización de lo mundano”, de todo lo que hay en el mundo como pecado (¿no suena esto al “espíritu del Concilio Vaticano II”?). Evidentemente, hay una influencia mucho mayor, y es la acción del Diablo, negado incluso por ciertos sacerdotes y Obispos.
Dios es quien puede sacar de un mal un bien mayor, pero es una intervención que puede calificarse como verdadero Milagro. Fruto de un semejante fundador, pueden ser incluso sacerdotes santos, laicos santos… ajenos a los pecados personales de aquél. Pero no ha sido por la acción del pecado, sino por la acción de la Gracia.

EMBATES DEL DIABLO
Mientras mayor es la obra, mucho mayor será el embate del mismo Satanás, que buscará a toda costa desprestigiarla y destruirla. No pueden esperarse más que gigantescos embates del Diablo.
Y si semejantes ataques son esperados, tampoco deben descartarse los no esperados: los sutiles ataques de pequeños o medianos defectos, así como de pecados veniales que podrían ser evitados, de ideas heterodoxas que no se encuentran en plena comunión con la Tradición de la Iglesia, de ideas “innovadoras” (como si la Iglesia fuese una empresa que aplica “marketing”), de juicios propios, de tener simpatías con instituciones que militan contra la Iglesia Católica para su destrucción, de faltar a la amistad y al consejo de católicos cabales y probos (una lógica exigencia de hacer migas con instituciones que militan contra la Iglesia), y pequeñas renuncias a la Tradición que a la larga implicará convertirse un extraño a su luz.
Es que muchos no se dan cuenta que, al final, están peleando contra el Diablo, y no contra fuerzas de la naturaleza o contra una cultura en una sociedad determinada. Ese error, es el que puede llevar a problemas mayores.
Los pecados son personales, no se “contagian” al movimiento, aunque sí será “contagiada” cierta justificación de los pecados referidos (de pensamiento, de palabra, de obra o de omisión). Efectivamente, todos somos pecadores, pero quien encara una obra misionera debe tener especial cuidado de no ofender a Dios. Porque de hecho, es una falta del Don del Temor de Dios propio del Espíritu Santo, a quien muchos mencionan y pocos parecen conocer de verdad.

MISERICORDIA DE DIOS
¿Qué es lo que lleva a caer de un pecado a otro, sin levantarse ni levantar la cabeza para reincidir del mismo modo, en una degradación permanente? La falta de Temor de Dios, creer en el “no morirás” que la Serpiente sugirió a Eva, porque si en el mismo momento en que se comete el pecado mortal la persona considerara su posible muerte en ese acto y la condena irremediable al infierno, detendría su acción. Pero… ¿cuántos creen en la existencia del Infierno hoy, a pesar de que Cristo mismo lo ha predicado?
Los buenos frutos no dependen de los pecados del impulsor o de miembros de un movimiento católico, sino de Dios, a quien exclusivamente deben ser atribuidos. Quien peca, responderá por su pecado personal ante Dios.
A pesar de ello, la Iglesia es Santa, porque no está compuesta por los pecados de sus integrantes. Quien vive en pecado mortal se encuentra excluido de la Iglesia y sólo se vuelve a integrar tras la Confesión (que implica el arrepentimiento, el propósito de enmienda, y la reparación en la medida de lo posible).
Las personas que caen en vicios graves, dejan de ser ejemplo y modelo para muchos católicos, aunque en las palabras aparezcan como fieles. Y no solo eso, sino que su misma conducta provoca graves daños a la Iglesia y a la Fe… y el arrepentimiento o la enmienda resulta casi imposible de ser explicado a quienes no comprenden la noción de pecado, y mucho menos a quienes no forman parte de la Iglesia.
Es Cristo quien santifica a su Iglesia, y la Iglesia es inmaculada. Porque al final de cuentas, todo queda librado a la Justicia y la Misericordia de Dios.

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