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jueves, 22 de diciembre de 2011

ROMA INSISTE



El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Número CCXXXI (231) - 17 de diciembre 2011

Casi al mismo tiempo que Monseñor Fellay dejaba saber que la FSSPX pedirá  esclarecimientos sobre el Preámbulo Doctrinal, la reacción de Roma a las discusiones doctrinales que tuvieron lugar desde 2009 hasta la primavera de este año, uno de los cuatro teólogos que tomaron parte en estas discusiones, Monseñor Fernando Ocariz, publicó un estudio “Acerca de la adhesión al Concilio Vaticano II”. El momento que eligió muestra que todavía no hemos salido del túnel, ¡al contrario!  Pero veamos sus argumentos, que al menos son claros.

En su introducción declara que el Concilio “pastoral” fue sin embargo doctrinal.  Lo pastoral se basa en la doctrina. Lo pastoral busca salvar las almas, lo que implica doctrina. Los documentos del Concilio contienen mucha doctrina. ¡Bien!  El Monseñor al menos no va a esquivar las acusaciones doctrinales presentadas contra el Concilio pretendiendo que no era doctrinal, como lo han hecho muchos defensores del Concilio.

Luego, acerca del Magisterio de la Iglesia en general, dice que el Concilio Vaticano II estaba compuesto de los obispos Católicos que tienen “el carisma de la verdad, la autoridad de Cristo y la luz del Espíritu Santo”. Negarlo, dice, es negar algo que pertenece a la esencia misma de la Iglesia. Pero, Monseñor, ¿qué me dice del conjunto de los obispos Católicos que siguieron la herejía Arriana bajo el Papa Liberio? Excepcionalmente, aún la casi unanimidad de los obispos puede desviarse doctrinalmente. Si esto ha ocurrido una vez, puede ocurrir nuevamente. Ocurrió en el Concilio Vaticano II, como lo demuestran sus documentos.

Continúa declarando que las enseñanzas no dogmáticas y no definidas del Concilio requieren, sin embargo, por parte de los Católicos, su asentimiento, llamado “sumisión religiosa de la voluntad y del intelecto”, lo cual es “un acto de obediencia bien enraizado en la confianza en la asistencia divina dada al Magisterio”. Monseñor, tanto a los obispos Arrianos como a los Conciliares, no existe duda de que Dios les ofreció toda la asistencia que ellos necesitaban, pero que la rehusaron, como está demostrado en el caso de Vaticano II por la oposición a la Tradición en sus documentos.

Finalmente Monseñor Ocariz  supone aquello que debe probar cuando arguye que el Magisterio Católico es continuo y que el Concilio Vaticano II es el Magisterio, luego sus enseñanzas no pueden estar más que en continuidad con el pasado. Y si aparecen como una ruptura con el pasado, entonces la actitud Católica ha de ser interpretarlos de tal manera que tal ruptura no exista, como lo hace por ejemplo la “hermenéutica de la continuidad” de Benedicto XVI. Pero Monseñor, estos argumentos pueden revertirse. De hecho hay una ruptura doctrinal, como resulta claro al examinar los documentos Conciliares en sí mismos. (Por ejemplo, ¿hay -Vaticano II- o no hay –Tradición-, un derecho humano que permita propagar el error?). Por consiguiente, el Vaticano II no fue el verdadero Magisterio de la Iglesia y la actitud Católica es mostrar que existe realmente esta ruptura con la Tradición, como lo hizo el Arzobispo Lefebvre, y no pretender que tal ruptura no existe.

Las últimas palabras de Monseñor son para afirmar que sólo el Magisterio puede interpretar el Magisterio. Lo que nos hace volver justo al punto de partida.

Estimados lectores, Roma de ninguna manera ha salido del túnel. Que el Cielo nos ayude.

Kyrie eleison.

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