Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 06 de Abril del año 2011 – 1037
La paz es uno de los bienes humanos más deseables. Pero no a cualquier precio. A nadie le gusta la guerra ni la disensión irreconciliable. Pero a veces eso es preferible a una falsa paz basada en el triunfo de los injustos en el reino de la injusticia agresiva y constante.
Amo la paz que es, como decía San Agustín, "la tranquilidad en el orden". En el Cielo reinará la paz perfecta. Entretanto, la paz en la tierra consiste en la recta disposición de todas las cosas o al menos, en que los hombres justos tengan poder para reprimir a los injustos y la posibilidad de restablecer el orden si es violado. El hombre debe estar en paz con Dios, con los demás y consigo mismo. Esta última paz se llama "honor".
Sólo en la paz puede existir una convivencia social plena. Sólo en la paz se puede crear belleza, pensar, trabajar, construir, planear el futuro, aprender, formar y educar una familia con una patrimonio heredable, tener confianza en la posibilidad de progresar según la propia capacidad y el propio mérito, vivir sin nerviosismo y cultivar amistades sinceras.
La paz no puede basarse nunca en el poder injusto padecido por un pueblo pachorriento y entregado que absorbe todas las injusticias sin resistencia. Esa es la calma de los chiqueros, donde los cerdos coexisten sin agredirse mientras tengan algo para comer y haya barro suficiente para revolcarse.
Ahora bien, como desde el pecado original el hombre ha quedado inclinado al mal y sólo actúa bien cuando se esfuerza en cumplir con la ley natural y la ley de Dios, ayudado por la gracia, la Historia nos demuestra que la paz sólo se consigue cuando existe una Autoridad justa que reprima a los delincuentes y dé la mayor libertad posible a los buenos. Y entre las naciones, la paz sólo se mantiene si todas ellas respetan el Derecho de Gentes o, en caso contrario, si la nación que no lo respeta es obligada, mediante una guerra dentro de la moral, a respetarlo.
Por eso los antiguos romanos decían: "si vis pacem, para bellum" (si quieres la paz, prepara la guerra). Toda otra idea de paz idílica basada en la bondad roussoniana del hombre, es una mentira de los ambiciosos y una estupidez de los mansos.
Es posible que el poder tiránico de los injustos sea tan grande, y que los hombres de bien estén en una situación tal de impotencia, que se vean obligados a tolerar ese dominio antinatural por un tiempo indefinido. Sin embargo, estos últimos no deben dejar jamás de intentar reunir la fuerza necesaria para volver las cosas al orden, es decir, derrocar a los tiranos e instaurar un gobierno justo, y si se trata de una conquista extranjera opresora, de tratar por todos los medios de robustecer a la Patria para que pueda liberarse de ese yugo.
El hombre de bien que acepta la calma injusta basada en el desorden perverso de un poder tiránico imponente, deja de ser un hombre de bien y pasa a ser un vil esclavo contra natura cuya vida consiste en arrastrase a los pies de los tiranos para implorar de ellos alguna cosa que los tiranos nunca le darán si creen que en algo disminuye el absolutismo de su poder.
Ese poder tiránico puede estar basado en la pura fuerza armada o en el fraude electoral o en el engaño implantado en las mentes por los medios de comunicación o en el soborno de las masas estupidizadas. Estas tres últimas de alcanzar y sostener el poder (fraude, engaño y soborno) son llamadas "democráticas", sin perjuicio de que después sea el poder de las armas o de la plebe manipulada el que lo sostenga en última instancia.
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En el pedestal de la estatua de Echeverría que está en el ángulo Sureste de la Plaza San Martín están escritas varias frases del autor de "La cautiva". Una de ellas dice más o menos lo siguiente: " La Patria no consiste en el territorio ni en el número de sus habitantes, sino en la posibilidad de participar en la vida política de la Nación mediante el libre ejercicio de los derechos ciudadanos. Por eso los esclavos no tienen Patria."
Depurada de su tufillo liberal, la frase es verdadera. Si entendemos "libertades" por libertades legítimas y por "vida política" aquella que respeta las jerarquías naturales, sin lugar para "trepadores" indecentes, coincido con Echeverría porque desde hace muchos años, pero especialmente desde que la "dirigencia" corrupta e inepta monopoliza el poder, o sea, desde Perón hasta hoy y cada vez peor, yo me considero un esclavo sin Patria, aunque un esclavo con algo de Espartaco, siempre buscando la manera de reunir fuerzas para romper las cadenas de la tiranía.
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Tal vez Ud. opine, estimado lector, que soy un tremendista y que Ud. no se siente esclavo, ni tiene ninguna intención de rebelarse y aún así tiene una Patria, que es esta de los Kirchner y su banda. Y hasta me recomendaría que en vez de buscar la derrota de lo que yo llamo exageradamente la "tiranía", debería buscar alguna forma de "concordia" basada en el "consenso".
Este último es la recomendación hasta de los Obispos, como puede verse en su última declaración del 28 de Marzo en defensa de los diarios "perseguidos". Uno de los Obispos más representativos dijo esperar que mediante "el diálogo y la generación de consensos podamos avanzar hacia una convivencia fraterna entre todos los argentinos" ("La Nación"!, 29/3/2011).
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Sin embargo, si tenemos presente la verdadera filosofía de la paz podemos percibir que ese camino, en las circunstancias actuales de la argentina (con minúscula, por que la otra no existe), no conduce a la paz sino al refuerzo de la tiranía y a la consolidación de las cadenas físicas (las de los desventuradas secuestrados políticos) o psicológicas (las de los idiotas que nos creemos las mentiras de los políticos y de la prensa) que nos oprimen.
En efecto, "concordancia", etimológicamente, quiere decir "corazones que sienten al unísono". La tradición filosófica y religiosa nos enseña que el corazón es el punto de encuentro entre la inteligencia y la sensibilidad. De ahí la veneración por el Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María.
Por lo tanto, para que pueda haber concordancia es necesario que los corazones que concuerdan acepten alguna verdad y tengan algún sentimiento noble en común. Y si se trata de una concordancia con efectos políticos que redunde en la realización de actos justos y en el cese de los injustos, sinceramente y de buena fe, es necesario que la verdad común sea por lo menos la Justicia imparcial y sin odios ideológicos, y que el sentimiento común sea la benevolencia que nos mueva a hacernos recíprocamente el bien en forma constante.
Ahora bien, si no vivimos en Babia no podemos ignorar que la "dirigencia" corrupta e inepta que monopoliza el poder y que en la versión kirchnerista está enteramente enfeudada en el marxismo, y si sabemos algo de lo que es el marxismo, o sea, que NUNCA actúa de buena fe, NUNCA cumple con su palabra, CARECE DE MORAL y busca el poder, todo el poder, por cualquier medio nos daremos cuenta que la “concordancia” con ellos es IMPOSIBLE. Y si alguien espera una "concordancia" con el marxismo es porque no sabe lo que son los "idiotas útiles"…
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En cuanto al "consenso" entre los políticos de la supuesta "oposición" en que muchos cifran sus esperanzas, deberíamos empezar por analizar qué significa esa palabreja. Es algo más o menos parecido a "concordancia" pero con un menor contenido intelectual. Eso lo pone más al alcance de ese hato de burros que monopolizan la política, pero aún así, a los argentinos no nos sirve para nada porque cero más cero, es igual a cero y mal más mal es igual a peor. Todos ellos tienen sentimientos deleznables e ideas falsas coincidentes con el "Pensamiento Único". Luego, un consenso entre esa banda de farsantes no puede resultar sino en una farsa todavía mayor.
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¿Cual es la solución, entonces, me preguntará Ud. ya acostumbrado a oír decir que yo "no quiero a nadie"?
Primero debo decir que no es verdad que no quiero a nadie. Hay muchas personas que quiero, pero ninguna está en la "dirigencia", ni en el "establishment", ni en el infierno.
Luego, debo decirle que no rechazo una solución pacífica para nuestra venenosa crisis, pero creo que lo primero que debemos hacer para que ella sea posible es REUNIR A LOS BUENOS PATRIOTAS para que piensen y actúen organizadamente en común. Sólo así tendremos la fuerza necesaria -aunque sea mínima- para ser interlocutores respetables de los canallas que nos tiranizan. Y eventualmente, entablar una fructífera relación con el sufrido pueblo argentino que espera ansiosamente la "manifestación de los hijos de Dios", como diría San Pablo, y partir de ahí en adelante hacia la victoriosa RECUPERACIÓN DE LA ARGENTINA TRADICIONAL.
Cosme Beccar Varela
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