Por Emilio
Nazar Kasbo
¿Ser judío es sinónimo de ser anticatólico? ¿Es
Jesús el Mesías o no lo es? ¿Ser judío es sinónimo de repudio a Jesús,
descendiente de la familia de David, y de todos sus seguidores? ¿No será esto “discriminación”?
¿Tiene un Juez civil autoridad para determinar cuestiones que son teológicas?
¿Qué Tribunal debería dirimir una cuestión semejante?
TRIBUNAL CANÓNICO
En la actualidad, sólo dos posibilidades caben:
o el Tribunal Canónico, o el “Kahal” (del cual muchos niegan su existencia, ya
que es fruto de la novela de Gustavo Martínez
Zuviría, y por tanto un elemento folklórico inexistente, en cuyo caso sólo
queda la primera alternativa referida).
Efectivamente, ninguna autoridad civil puede
pronunciarse sobre materia teológica, ya que no es la Teología su función, sino
que ésta se halla reservada a la autoridad competente en materia precisamente
teológica.
Gustavo Martínez Zuviría jamás fue acusado ni sentenciado por
nazi, y nada más alejado de la realidad. Hay “cosa juzgada” sobre esta cuestión,
ya que no puede ser procesado un difunto por un crimen que además no cometió. Es
lógico que ser católico implique el rechazo del judaísmo, del sionismo, del
islamismo, del budismo y de toda otra postura teológica que niegue la Verdad de
Jesucristo, que creemos que es Jesucristo mismo. Porque para los católicos, la
Verdad no es un “ente abstracto”, sino que es una Persona: Jesucristo. De allí
que “la primera ley de la historia es no atreverse a mentir; la segunda, no
temer decir la verdad”, como dijo oportunamente el Papa SS. León XIII.
DIEZ MANDAMIENTOS
Los católicos compartimos con los judíos los
Diez Mandamientos. Los judíos los viven como el cumplimiento de una norma, y
los católicos los respetamos con libertad en la búsqueda de no ofender a Dios a
causa de la violación de los mismos, los cumplimos por Amor a Dios. Porque los
Diez Mandamientos no son sólo para respetarlos entre católicos, sino que es
para con toda persona, ya que el Amor a Dios y al prójimo es el mandato, una
orden de amar a todas las personas.
Sin embargo, tal orden de amar dada por Jesús
(algo que hasta parece un contrasentido), llega al límite de amar al enemigo.
Quien no ama a su enemigo, no puede llamarse por tanto católico. Sin embargo,
ese amor al enemigo no es suicida, sino que implica el respeto al mismo, y la
oración para que la Gracia de Dios llegue a su alma y se convierta. Ese es el
verdadero amor al enemigo: que éste, descubriendo que vive en el error, ame a
Jesucristo y la Iglesia Católica que El mismo fundara.
¿De qué sirve todo lo dicho, a quien no cree?
Visto con ojos materialistas, una persona que reza está perdiendo el tiempo
porque Dios no existe, y hasta toda la Liturgia se convierte en un acto sin
importancia y sin sentido.
EL MEJOR DE LOS TRATOS
Precisamente, toda persona, católica, judía o
no católica en general, es objeto del mejor de los tratos y del mayor amor
brindado por los católicos. Y así debe ser. Precisamente, esta es la “no
discriminación” que desarrolla el catolicismo, tal como lo enseñara San Benito,
Abad: " "Si quieres poseer la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del
mal, y que tus labios no hablen con falsedad. Apártate del mal y haz el bien;
busca la paz y síguela" (año 480 DC - Prólogo de la Regla de San Benito de Nursia, Italia, citando
al Profeta Isaías, Is 58,9; 65,24)
El amor al prójimo y al enemigo no significa
amar al error, al mal, ni al pecado. Todo lo contrario. De allí, que resulta
excluyente, y por tanto habrá odio al error, al mal y al pecado, ya que esto es
consecuencia natural. En un mundo donde no hay “verdad”, se acaba negando la
Verdad que es Jesucristo mismo, y es allí donde se percibe la contradicción. Se
ama al pecador, no al pecado; y la Iglesia Católica está compuesta por
pecadores arrepentidos que acuden al Sacramento de la Confesión y a los
Sacramentos para remediar en todo lo posible los errores, defectos, pecados y
males que se pueden ocasionar en la vida cotidiana. Efectivamente, la Iglesia
Católica está compuesta por personas imperfectas, víctimas del Pecado Original…
pero al parecer, los “perfectos” son quienes tienen la autoridad de juzgar a
los católicos, y de “tirar la primera piedra”…
PERSONAS HONRADAS
¿Todos los judíos son delincuentes? No, pero
todos son pecadores, igual que el resto de la humanidad, en virtud del Pecado
Original, exceptuando a Jesús y a Su Madre, la Virgen María, prometida ya desde
el Génesis. Existen numerosos judíos que son personas honradas, y que practican
numerosas virtudes.
Es más, hay numerosos judíos que no viven en
condiciones económicas óptimas (y mucho menos los que cometen la grave decisión
de convertirse al Catolicismo, o de casarse con una persona católica, motivo
por el cual acaban siendo discriminados por su colectividad). Existen personas
judías que son muy respetables, que son muy capaces. Nadie lo niega, y no hay
por qué negarlo. Pero no escapan a las consecuencias del Pecado Original…
Hay un libro que se titula “La mafia judía en
Argentina”, publicado por un mismo miembro de dicha colectividad… el cual ha
sido censurado y no se consigue en las librerías. ¿Acaso si un judío comete un
delito… no es un delincuente? ¿Y si un judío comete un delito contra otro judío,
como se describe en “El violinista sobre el tejado”? ¿Un fiscal que halla
culpable a un judío por haber cometido un delito… es un antisemita? He aquí un
error de diagnóstico. Como afirma un libro sobre humor judío editado por la
comunidad judía de La Plata: “un chiste judío contado por judíos, es un chiste
judío; un chiste judío contado por no judíos, es antisemitismo”. ¿Cómo puede
ser posible semejante contradicción? ¡Como si los gallegos debieran alzar la
voz contra el “antigalleguismo” a raíz de los chistes que sobre ellos se hacen!
Todos somos seres humanos, y merecemos el mismo trato como tales ante la Ley.
“ODIO AL JUDÍO ES
ANTICATÓLICO”
En un comunicado en que “La Organización Judía
para el Diálogo Interconfesional, (OJDI), deplora que las autoridades de la
"Exposición del Libro Católico" de La Plata hayan denominado a la
Sala de Lectura y vides de la Exposición del Libro Católico con el nombre de
Gustavo Martínez Zuviría, conocido en su obra literaria como Hugo Wast”, a la
vez se permite citar el siguiente texto del prólogo: “el odio al judío es
anticatólico, porque debemos amarlo como al prójimo”.
La misma colectividad judía reconoce tales
palabras. ¿Es semejante texto compatible con antisemitismo o nazimo o con
racismo alguno?
A continuación, detalla la cita la diferencia
de ideas y de Fe: “el odio a las doctrinas de la Sinagoga, la autoridad civil y
religiosa del judaísmo, que persigue la destrucción de la Iglesia Romana… es
auténticamente católico”. ¿Se refiere acaso a cometer daño alguno a la persona
o bienes de los judíos? De ninguna manera, ya que de ese modo se violaría el
amor al prójimo además de los Mandamientos específicos que todo católico debe
respetar. ¿A qué hace referencia entonces? A los errores judíos vistos desde el
catolicismo, y por tanto, a una cuestión teológica, que es consecuencia de ser
dos religiones distintas; si fuesen la misma religión en la actualidad, tal
diferencia no existiría; y no hay términos medios posibles en el orden lógico racional
siquiera: sólo puede haber UNA Religión verdadera.
WAST RECHAZADO POR LOS
NAZIS
En 1935 fueron editados “El Kahal” y “Oro”, y Hugo Wast comenzó a recibir cartas de
alemanes radicados en la Argentina, solicitando traducir las obras, para
editarlas en Alemania. Es claro desde el principio que se trata de una novela
de ficción, y el marco de la misma no es una cuestión política ni sionista como
centro argumental, sino el sentido bíblico del Apocalipsis.
Wast accedió al pedido del profesor en Física,
Dr. J. Würschmidt, radicado en la
provincia de Tucumán, quien afirmaba tener contactos con la editorial Herder
(Holle & Co.) de Friburgo, Alemania. Hugo
Wast indicó a Würschmidt que se
contacte con su representante en España, quienes le editaban sus libros. Würschmidt se contacta, pero la Guerra Civil
española estalla, con el alzamiento del Generalísimo Francisco Franco, y se interrumpe la comunicación durante los dos
años siguientes.
Würschmidt vuelve a contactarse en 1937 con Hugo Wast, escribiéndole una carta en
que anticipaba la posibilidad de que surgieran problemas ideológicos con el
proyecto (por parte de los nazis). Luego, en diciembre de 1937, Wast recibe una carta y el contrato de
la Editorial Holle & Co para editar las obras, cuya traducción sería
realizada por el profesor Würschmidt.
En febrero de 1938 se firmó el contrato entre Wast y la Editorial, y el profesor
finalizó la traducción ese mismo año, enviándola a Alemania. La Embajada de
dicho país, en un gesto de buena voluntad, colaboró con todas las partes
participantes del proyecto. Sin embargo, los meses iban transcurriendo y la
Editorial Holle no se decidía a editar la obra. Por tal motivo, los editores de
Wast decidieron escribir a la
Editorial en mayo de 1939, exigiendo el cumplimiento del contrato.
CUESTIÓN TEOLÓGICA
Fueron los abogados representantes de la
Editorial Holle & Co quienes respondieron el 3 de mayo de 1939, dirigiéndose
a los editores de Hugo Wast, informándoles
que la obra “ha sido objetada” por las autoridades alemanas. Esto convertía en
imposible editar el libro “en su actual redacción”, pues en esa versión no se
contempla al judaísmo como una cuestión de raza. Asimismo, piden la anulación
del contrato, o cambiar partes de éste, particularmente su final.
En respuesta, los editores de Wast contestaron a los abogados Ponfick
y von Koblinski, el 3 de junio de 1939, pidiéndoles que les envíen las
modificaciones que contemplaban para analizarlas.
Sin embargo, antes de recibir la contestación,
los editores de Wast reciben una nueva carta de los mencionados letrados el 27
de junio, anunciando que ni aun efectuando cambios podría ser editada la obra.
Adujeron que la principal razón de dicha determinación, consistía en que Wast
trataba el tema como una cuestión religiosa, lo cual era considerado como una “falsificación”
por las autoridades alemanas. Los abogados pidieron la anulación del contrato y
“El Kahal-Oro” terminó sin ser editado en la Alemania del Tercer Reich.
¿ANTISEMITISMO
TEOLÓGICO?
¿Podremos hablar de un odio a la Iglesia Católica
imperante en ciertos sectores judíos? ¿Por qué está bien ser anticatólico y está
mal ser antijudaísta (no anti-judío, aclaremos nuevamente)?
Como puede observarse de la cronología, la línea
literaria de Martínez Zuviría no era ni ideológica, ni política, ni siquiera
económica, sino teológica. Este era el meollo de la cuestión que fue rechazado
por los nazis, y por el cual el pensamiento de Hugo Wast es imposible de
catalogar siquiera como afín a dicho régimen en tal sentido.
Citemos entonces, como ejemplo, a un
tradicional anticatólico, Horacio
Verbitsky, quien desde su pluma del oficialista diario Página 12 (que
comparte su capital con los diarios La Nación y Clarín, La Razón y El Día de La
Plata, por ejemplo), el 9 de mayo de 2010 escribió:
“La mayoría de los autores que han señalado el
antisemitismo del nacionalismo católico y del catolicismo integral lo analizan
como un fenómeno argentino y omiten que ni GMZ,
ni Octavio Pico ni Julio Meinvielle se apartaban del
tradicional antijudaísmo católico que, con fundamentos teológicos, dominó todo
el siglo XIX europeo y que en el siglo XX compartieron los papas Pío XI y Pío XII. Sólo acentuaban algunos aspectos con más énfasis que
otros, tal como también hacía el Episcopado local. Uno de esos matices: En 1923
el Episcopado auspició la primera edición de “Los Protocolos de los Sabios de
Sión”, el libelo antisemita inventado por la policía zarista en Rusia. Pero en
1935 aceptó los cuestionamientos a su autenticidad. Sin inmutarse, Hugo Wast
comentó: “Serán falsos, pero se cumplen maravillosamente”.”
¿RAZA O RELIGIÓN?
Aquí vemos asociados a Martínez Zuviría, Octavio Pico y Julio Meinvielle en la misma línea de los Papas Pío XI y Pío XII… incluso este último Papa referido con causa de canonización
abierta. Verbitsky llama “antijudaísmo”
a salvar la vida de miles de judíos y a la proclama de Encíclicas que
condenaron el nazismo antes que cualquier organización judía osara hacerlo en
su tiempo.
En vez de ser agradecidos, arrojan piedras hoy hasta
a quienes felicitaron personajes como Golda
Mayer en tu tiempo.
¿Existe un “antisemitismo teológico”? Si los
judíos alemanes no son semitas, sino descendientes de eslavos en general, y si
la religión no se transmite genéticamente… ¿de qué antisemitismo teológico
habla Verbitsky? ¿Qué tribunal teológico
juzgará esta cuestión?
Yo me pregunto si Horacio Verbitsky antes de publicar sus notas, le pregunta al Rabino Samuel Levin de Argentina qué es lo que piensa de todas las cosas que promociona y "vende" en sus artículos, incluyendo la cultura bosta de la "merda d'artista" que difunde... Y no lo hace porque obtendría más de una censura.
Yo me pregunto si Horacio Verbitsky antes de publicar sus notas, le pregunta al Rabino Samuel Levin de Argentina qué es lo que piensa de todas las cosas que promociona y "vende" en sus artículos, incluyendo la cultura bosta de la "merda d'artista" que difunde... Y no lo hace porque obtendría más de una censura.
SENTIDO DE LA VIDA
La Iglesia Católica transmite la Tradición
desde el mismo Jesucristo.
Pero supongamos que hay una persona que ama el
oro, tiene todas sus expectativas puestas en las riquezas, y llega el último día
de su vida y acaba con su último aliento abrazado a un lingote… ¿acaso es ese
el sentido de la vida? ¿Acaso será la lujuria al grado de avalar y promover lo
antinatural, como lo expone la Escuela de Frankfurt?
Desde la Iglesia Católica, los católicos
tenemos el mandato de amar al prójimo, y no se amaría al prójimo si no se le
señalara el Camino que es Jesucristo mismo. Dios no quiere la muerte del
pecador, sino que se convierta y crea, y el hecho de que una persona viva en
pecado mortal es grave porque de morir en tal condición irá al infierno, por
rechazar a Dios.
¡VIVA CRISTO REY!
Los católicos nos preocupamos por la denominada
“cuestión social”, pero sea cual sea el sistema que oprima a los católicos,
siempre estará en algún lado Cristo presente en la Eucaristía hasta el Fin de
los Tiempos. La ambición de la avaricia para nosotros no es el centro de la
vida, y la lujuria del desenfrenado sexual mucho menos, ya que ambos son
vicios. Sin embargo, el católico tiene sus deberes y obligaciones, así como sus
propios derechos, en el marco de la justicia social y del trabajo.
¿Hay una persona que quiere ser (o
considerarse) dueño del mundo, y decir que él es “dios” y que todo el mundo lo
adore como tal? Allá él. Un pobre infeliz… que acabará igual o peor que el
referido que acaba sus días abrazado al lingote de oro. ¿De qué le servirá, si
pierde su alma y la condena al infierno de donde jamás podrá salir? Ser dueño
del mundo es una condición imaginaria, porque ningún Presidente o “Rey” es
dueño de todo, incluso de los pensamientos de sus súbditos.
Los católicos sólo reconocemos como Rey
Universal y Señor de la Historia a Jesucristo. A El, que es La Verdad, nos
debemos. En El procuramos vivir, pues de ese modo no hay muerte.