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viernes, 27 de enero de 2012

EL TESTIMONIO DE UN DESCENDIENTE DE SOBREVIVIENTES DEL GENOCIDIO ARMENIO EN MARDIN



Por Emilio Nazar Kasbo

Maximiliano Gabriel Tarzian lleva el nombre de su abuelo, Gabriel, como segundo nombre. “Todos sufrimos el genocidio y llevamos la sangre de mártires”, afirma refiriéndose a los descendientes de víctimas fatales o no del Genocidio de 1915 en Mardin.
“Mi apellido es Tarzian y mi viejo me dijo que "ian" significa "hijo de"; entonces si le quitas el "ian" queda Tarz”, consigna.

A CASI 100 AÑOS
El relata que las historias sobre Mardin le han sido contadas “más de mil veces” en reuniones familiares a lo largo de los años.
Distintos familiares coincidían en describir la misma historia, siendo que al presente la gran mayoría de ellos murieron. “Los recuerdo todos los días, con mucho cariño, eran personas geniales”, afirma sobre los familiares ya fallecidos. Es lógico: en el año 2015 se cumplirán 100 años del inicio del primer genocidio del Siglo XX y del primer Genocidio Científico de la Humanidad: el genocidio islámico turco contra los armenios. Son muy pocos los que hoy pueden dar un testimonio directo de los hechos.
Mientras tanto, Turquía sigue con una postura absolutamente negacionista, sin reconocer el genocidio.

LA MEMORIA
“A mi tía Ivonne en su vejez la traje a vivir a casa, -continúa relatando Tarzian- porque cuando yo tenia 8 años le prometí no enviarla a un geriátrico y cumplí. El 16 de Enero de 2012 hizo un año de su fallecimiento. Ella y su hermana Regina, mi madrina, me contaron infinidad de veces muchas historias de la familia y de lo que paso en Mardín”
Tarzian  a su vez cuenta más detalles: “Mi tía Ivonne, que fue una “segunda madre” para mí, me contó como Mons. Maloyan tenia información de que lo iban a buscar los turcos, como finalmente lo hicieron. Lo torturaron para que hable, querían que les diga a quiénes había ayudado a fugarse y el mártir no habló. Un mártir, que Dios lo bendiga.”

MONS. MALOYAN
“El tío abuelo de mi abuelo era obispo de la Iglesia Armenia en Mardin y tenía contacto directo con Mons. Ignacio Maloyan, -consigna-. Tengo una sola foto de él en un cuadrito en algún lado en mi casa”, en el cual “está vestido igual que Mons. Maloyan en la foto mas conocida que hay de él”.
Maloyan supo uno o dos días antes de que lo que se venía y se quedó. ¡Qué coraje, sabiendo lo salvajes que son los turcos! Mi padre recuerda que su tío Juan, cuando le preguntaban sobre el Genocidio, entre dientes y con bronca solo decía: "turcos contra Dios…"
 “El Beato Mons. Ignacio Maloyan en persona ayudó a mi abuelo y a sus primos hermanos a escapar de la matanza disfrazados de seminaristas, porque Mons.  Maloyan ya sabía días antes que venían por él los musulmanes. Solo pensar en la adrenalina que habrán sentido al hacerse pasar por seminaristas… ¡es increíble! Así, mi abuelo y sus primos hermanos lograron escapar del Genocidio contra los armenios. Además, le dio un relicario que contiene una Astilla de la Cruz de Cristo, que luego del Vaticano le enviaron un documento que lo autentifica. Mi abuelo Gabriel Tarzian hablaba dos idiomas en Mardín, uno era el árabe y el otro idioma no recuerdo cual era. Pero en Argentina aprendió el castellano”, refiere.
“Mi papá tenia un cuadro de Maloyan y lo donó a la Iglesia Armenia Católica de Capital Federal (Buenos Aires)”, recuerda.

MARDIN Y LOS ARMENIOS
“En los libros de historia figura que Armenia fue el primer país en convertirse al cristianismo del mundo. Llevamos sangre de mártires en las venas”, afirma Tarzian.
“Con mi padre abogado, se cortaron 7 generaciones de sastres en Mardin”, asevera. “Somos sobrevivientes de un genocidio real, pero además de ese dolor tenemos otras cosas que son buenas en común, como la comida y música de nuestros ancestros, que es de toda esa área de Anatolia y alta y baja Mesopotamia. Creo que todos estamos muy interconectados, hasta cuando veo a las Kardashian en el canal E, digo ¡qué bárbara! ¡Una mujer perfecta, y le gusta el keppe!, y sé bien "implícitamente" que también sufrió el genocidio”, comenta.
“Espero que algún día Turquía madure y reconozca el genocidio”, concluye.

El cuadro que refiere Tarzian, ha sido colocado en un importante lugar en la Catedral Armenia Católica de la ciudad de Buenos Aires.

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