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jueves, 9 de febrero de 2012

OTRA VEZ EL PRINCIPITO






Por JUAN SALINAS BOHIL

El caluroso enero de 2012 ha dado paso a un lluvioso y también acalorado febrero. Pero simplemente son cosas que pasan y todo está como era entonces. Sin resolver, a eso nos referimos. La ausencia de la Presidente en el primer mes del año por un cáncer que no fue y una operación que tampoco debió ser, hizo que figuras, figuritas y figurones de toda ralea salieran día tras día a decir ampulosas frases para ser destacadas en lo que se conoce como "el diario de mañana", hasta que llegó el desbande de un crucero de lujo en la costa italiana y ahí la cuestión se internacionalizó en vivo y en directo gracias a la programación planetaria de radios y televisoras argentinas, y las peripecias del capitán de la embarcación que recuerdan en mucho a las andadas de Alberto Sordi, uno de los máximos capocómicos de la comedia de su país que dio vida a muchos personajes -casi todos negativos- del "típico italiano", muy poco virtuosos pero que eran de una realidad tan palpable como la Torre de Pisa.

Llegado febrero la normalidad llegó con la velocidad de la inflación. Sumamente recargada debido, quizás, a la larga etapa posoperatoria, la Presidente inauguró el mes con uno de sus acostumbrados y larguísimos alegatos, y no sorprendió en lo más mínimo cuando admitió que había solicitado del Recaudador mayor las cifras de los sueldos de los gerentes de las principales empresas del país sin que mediara orden judicial que lo ameritara. Semejante desatino legal ha sido ignorado por jueces, fiscales y casi el 100% de los periodistas que en el último mes han estado sumamente ocupados en cumplir las directivas del ministerio de la Distracción Oficial en lo que concierne a los dimes y diretes de la promocionada tarjeta SUBE, el enfrentamiento de Hugo Moyano con la Presidente y a publicitar a toda hora la muerte de una joven de 27 años,  conocida sólo a medias en el ambiente fashionpara tratar de elevarla a rango de heroína póstuma del consumido jet set local. Tal fue así que una presentadora de noticias manifestó a través de la pantalla de un canal abierto que el fallecimiento de la joven "es la noticia que conmueve al país". Sería respetable que el periodismo pudiese, como corporación que es, dar comienzo a una debida autocrítica que, lejos de desprestigiarlo, pueda enorgullecerlo y hacer que dé comienzo de una buena vez a la misión que se le atribuye como Cuarto Poder.

Pero ahora ha llegado el momento de una nueva malvinización y el tema sufre una nueva escalada ascendente por parte de los gobiernos argentino e inglés y desafortunadas declaraciones de uno y otro lado del atlántico en momentos que el príncipe Guillermo llega a nuestro territorio con vistas a entrenarse militarmente en un navío de guerra de última generación, y se encuentra en cartel "La dama de Hierro", una película sobre una porción de la vida de Margaret Thatcher protagonizada por Merly Streep. El progresismo argentino se relame con el film haciendo hincapié en dos frases atribuidas a la Thatcher que no aparecen en eltrailer oficial: "Húndanlo", en referencia a nuestro querido ARA General Belgrano y sus 323 héroes, y "No negociaré con dictadores y ladrones". De esta última los irlandeses tienen mucho que decir.

El primoroso escenario en el que el Gobierno montó esta nueva y gastada función reivindicatoria contó esta vez con nuevos aplaudidores que se sumaron (¡por fin!) al coro oficial, ya que algunos políticos "opositores" concurrieron a la convocatoria fraterna sin saber de qué si iba a hablar. Es como si los hubiesen convidado a su propio velorio y no hubiesen leído la invitación. Algo de eso hubo. Se dice en ciertos corrillos que los "opositores" se han convertido en "kirchneristas moderados", lo que es toda una contradicción en los términos. La Casa Rosada puede decir ahora con holgura que cobija bajo su ala a todas las vertientes de su socialismo nacional a la que denomina pour la galerie, "proyecto nacional y popular". No es poco logro.

Finalmente, la Presidente ordenó la desclasificación del informe Rattembach que, después de la recuperación transitoria de las Islas Malvinas, tuvo como misión emitir opinión acerca de las distintas responsabilidades en la conducción política y militar en el conflicto y del que se habían conocido diversas partes en los últimos treinta años. Sin que exista ninguna ley que indique taxativamente cuál debe ser el tiempo que debe transcurrir para que un documento secreto pueda ver la luz pública si no es considerado atentatorio para la seguridad nacional, es inadecuado que en esta situación de tirantez con el Reino Unido salgan a relucir trapos sucios que deberían mantenerse por un tiempo más convenientemente ocultos. Por supuesto que resulta mucho más conveniente para el Gobierno continuar ensañándose con el caído y es necesario recordar que Argentina perdió una guerra con la OTAN. Distinta hubiese sido la situación si ese conflicto se hubiese ganado. ¿O no? Lo importante es lo que se hace y no lo que se habla. Aunque es mucho más conveniente por razones de "seguridad" gubernamental, desclasificar documentos emitidos hace treinta años que dar a conocer las revelaciones de Sergio Schoklener acerca de los negocios y negociados de las distintas figuras de hoy en el Poder. ¿No podría implementarse algo así como un "Informe Rattembach para Todos"?

Las Islas Malvinas no van a ser recuperadas en un santiamén y menos con la actitud de grupos paragubernamentales como "Quebracho"; gritando en la mismísima Casa Rosada "El que no salta es un inglés", estribillo acompañado con el cabeceo cómplice del vicepresidente; o con las declaraciones del ministro de Defensa argentino que a menos de 24 horas del acto dijo en declaraciones periodísticas: "Toleramos lo de Malvinas, pero si llegan a venir a territorio argentino, ejerceremos nuestro derecho a la legítima defensa", poniendo sobre ascuas a 40 millones de argentinos que estaban convencidos de que las islas eran argentinas y que ahora se acaban de enterar que no, que no era así. Además, el ministro no especificó con qué elementos ejerceríamos nuestro derecho a la "legítima defensa" ya que las Fuerzas Armadas, mal que pese, son un panel decorativo en su despacho. Y bueno sería saber también qué piensa de la cuestión el Departamento de Estado.

Hay que hablar, gritar y saltar mucho menos (al menos, hacerlo en los lugares indicados como lo es un estadio de fútbol); ser prudentes y pensar más; hablar con propiedad y recordar que hace un par de años un legislador usurpador dijo: "Los isleños tienen unos vecinos (por nosotros) muy molestos". La pregunta que se hace es tajante: ¿Por qué no se mudan? Con seguridad Argentina estaría en condiciones de pagarles el viaje y el traslado de sus enseres. ¿No sería ésa una muy buena propuesta? Pero atención, el escribano lo ponemos nosotros. Razones sobran.


Si usa la nota, por favor, cite la fuente. Gracias.
http://www.correodebuenosaires.com.ar

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