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domingo, 13 de mayo de 2012

LA ABERRACIÓN DE LA LEY DE IDENTIDAD DEGENERADA




Por Emilio Nazar Kasbo

La llaman “ley de identidad de género”, y fue aprobada por unanimidad por el Senado argentino.

EL LOBBY
Según la normativa, el sistema de salud nacional, que no tiene siquiera gasas para atender emergencias, deberá conceder a toda persona el acceso a intervenciones quirúrgicas e inclusive a tratamientos hormonales para adecuar el cuerpo a su “identidad de género autopercibida”, sin necesidad de autorización judicial o administrativa.
Además, será posible cambiar los registros públicos sin recurrir a la justicia, pudiendo consignar como sexo uno u otro (es decir, masculino o femenino), así como su imagen y su nombre.
Esta iniciativa legislativa no beneficia a nadie, ni a las personas ni a la sociedad, ni tiene en vistas el Bien Común, sino la imposición ideológica de un “lobby” poderoso. No beneficia a la sociedad, ya que cualquier persona puede cometer delitos y concurrir inmediatamente a cambiar su fisonomía e incluso su misma identidad completa… ¿esto acaso fortalece la seguridad jurídica? Consignar datos falsos en registros públicos es un delito, y quien haga uso de este supuesto “derecho” efectivamente consignará datos falsos, puesto que el sexo y demás datos no son fruto de la imaginación ¿O acaso alguien a quien no le agrade su edad también podrá cambiarla? ¿Y quien quiera consignar su identidad como cocodrilo tendrá esa posibilidad?

CHAPA Y PINTURA
Será suficiente presentarse ante el Registro de las Personas, con una máscara cosida al rostro, y decir: “Buenas, quiero que consignen que mi nombre es “Margarito Tereré”, agreguen que tengo 23 años, que soy un yacaré correntino y que soy amigo de Jovita Díaz, porque si no lo hacen me sentiré muy deprimido… y ¡chaque! ¡No me pisen la cola!”
La inconformidad de no asumirse tal cual Dios ha creado a cada cual, no se soluciona con operaciones, sino con una terapia. El problema psicológico no se cura con dolorosas operaciones de “cambio de identidad”, ya que todo problema exige una solución de su misma naturaleza. Si una persona tiene un problema psicológico, y no sabe si es un burro o una yegua, lo cual indica una personalidad imaginaria esquizofrénica, éste no se curará con una operación de cara. Muy por el contrario: el problema subsistirá. Su infelicidad no podrá hallarla, y es más, la operación agravará su angustia interna. Cambiar el envase no hará más sabroso el líquido que hay dentro. Para eso, que el Estado comercialice un líquido inicuo (llamado placebo), diciendo que quien lo bebe imagina que goza de la condición que imagina, una especie de brebaje mágico… ¿servirá? No, para nada, pero al menos no se hará ningún daño, e igualmente cobrará dinero.
La problemática es aun mayor. La iniciativa abarca adultos pero también a los menores de edad, aunque para someterse a las operaciones (tratamientos hormonales y cirugías de “reasignación genital”) los menores de edad deberán contar con la aprobación de un juez, y para cambiarse el nombre deberán adjuntar una autorización de sus padres o tutores. La ley saltea la autoridad de los padres, y si ellos no conceden la autorización, podrán solicitar el cambio en su documentación por la vía judicial. Es decir, en este caso ya no contará más la “Patria Potestad” (la cual fuese democráticamente desfigurada previamente por la Ley que la convirtió en “compartida”, que engendró en la familia un monstruo de dos cabezas).

¿BENEFICIADOS O PERJUDICADOS?
¿A quién beneficia la inclusión de menores en la inicua ley? Pues a los violadores. Es sabido que los homosexuales buscan menores de edad, particularmente adolescentes, para violarlos, de donde surgirán dos clases de personas: nuevos homosexuales o los furibundamente odiadotes de los homosexuales en virtud del daño, sometimiento violento y padecimiento padecidos. Situaciones tales de pederastia son mantenidas en secreto, son silenciadas por los menores, y su dolor siempre es grande. Por otra parte, para tener la magnitud del problema que pretenden “solucionar” los legisladores, es hoy prácticamente nula, y no por “silenciamiento” del problema, sino porque tal dilema es inexistente.
Sentir alguien que está “con un cuerpo equivocado”, no es un problema del cuerpo, sino del “sentimiento”, y es allí donde ha de trabajarse. Ahora que si a un niño se lo somete a un “lavado de cerebro” desde su más tierna infancia, el mismo desde su ingenuidad asimilará lo que le enseñan los mayores, a quienes respeta. Esto es facilitado por la Educación Sexual pornográfica, y por maestras jardineras y empleadas de guardería de alta vida lujuriosa, a quienes se encomienda el cuidado de los menores. El problema además es que los menores sometidos a tal shock psicológico incluso traten de automutilarse para seguir las indicaciones que les han dado (algo que era impensable hace sólo 3 años), y además quedan marcados por un visible estrés, con las consecuencias de depresión y posible suicidio, en tanto que estos síntomas acaban siendo padecidos por niños desde los 3 o 4 años sometidos a la dañina “educación sexual” degéneros. El grado de tensión psicológica interna de una niña a quien le dicen que es un varón, la conducirá inexorablemente a la depresión futura.
Es conocida la consecuencia de la ruptura familiar: padre ausente y madre dominante. Este cuadro, no de modo determinante, genera un clima favorable a la homosexualidad, sobre todo porque los niños son criados sin imagen paterna, de donde sacan sus amaneramientos. O en su caso, padres que crían de modo exclusivo a sus hijas, sin imagen materna, produciendo de ese modo hijas con modales masculinos. Efectivamente, la falta de complementariedad entre el papá y la mamá como hombre y mujer con los cuales los hijos se asemejan o fortalecen su carácter por identidad o contraste, permite la confusión en los menores. Asimismo, hijos que crecen sin contacto con sus propios padres durante el día, abandonados en guarderías, jardines de infantes (kindergardens), en escuelas, centros de estudios de idiomas, de gimnasia y numerosas actividades… acaban no teniendo contacto con sus padres, y son sometidos a una “educación alternativa” sin supervisión parental. Y ni hablar del caso cuando son sometidos a la TV, Internet y los medios de comunicación.

DAÑOS IRREVERSIBLES
Los niños no tienen discernimiento, y muchas cosas las ven como un juego. Preguntar a un niño o a una niña si quiere ser varón o mujer tomando su palabra como algo definitivo, no es más que un despropósito.
Finalmente, las cirugías y operaciones a que se someten para pretender su exterioridad al sexo opuesto, son irreversibles. Mutilaciones o injertos dañan la zona, y jamás han de producir la correspondiente “fertilidad” propia. Si un hombre se siente “mujer”, pues que quede embarazado para probarlo; y si la mujer se siente “hombre”, pues que realice la actividad biológica de un varón para tener un hijo para probarlo.
La ayuda a estas personas, que sí efectivamente tienen una problemática psicológica particular, está en el orden psicológico, no en el orden de operaciones, con todos los trastornos que hemos enumerado.

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