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domingo, 27 de mayo de 2012

UN PEQUEÑO ALFILER...



Por Emilio Nazar Kasbo

Para azuzar a un caballo y que empiece a galopar, es suficiente un golpecito con los pies, y ni hablar si quien da el golpe tiene espuelas... Si el jinete descubre que hay algún peligro, y que necesita velocidad, no hay más modo que pegar el golpecito, con los talones, con las espuelas o con una fusta. El caballo, en un acto reflejo, reaccionará.

DE CABALLOS Y DE CABALLEROS
Sin embargo, las personas no son caballos, aunque algunos hombres se comporten como tales, y aunque algunas mujeres se comporten como yeguas. El caballo es un caballo, el Caballero, es un Caballero. Una distancia tan abismal como la esencia de eternidad implicada en la persona humana.
Sin embargo, la parte biológica del ser humano lo vincula a los instintos, mientras que la razón y la voluntad bien formadas logran su dominio. De ninguna manera, las conductas de un caballo pueden ser asimiladas a un Caballero.
Tampoco a escala social. Una sociedad de Caballeros se distingue cualitativamente de una masa social amorfa que es guiada por estímulos hipnóticos. Sin embargo, la práctica de la psicopolítica hoy  define de este modo a las sociedades: manipuladas según los intereses político mediáticos (e incluso satánicos) de quienes dominan el Poder Internacional del Dinero, utilizando como medio la TV, la Radio e incluso la "libre" Internet.
Por eso, necesariamente ha de distinguirse al vulgar villano integrante de la masa, del Caballero. 

EL HOMBRE VULGAR
El hombre vulgar tiene una Fe "folklórica", armada en base a la información de los medios de comunicación, que confunde a la Difunta Correa, el Gauchito Gil y San La Muerte con una peregrinación a Luján y la Fe Católica.
Cuando nos enfrentamos a un hombre "políticamente correcto", indolente, indiferente a toda la decadencia que pueda rodearlo, cuando no avalándola o elogiándola al calificarla de "progreso", estamos ante uno de esos vulgares villanos que como "el malo de la película" resulta cómplice de la tragedia.
Inútil resulta explicarle el modo en que su conducta daña a la Patria y a su propia persona, poniendo en juego incluso el destino de su alma después de esta vida. No le importará. Todo consejo evangélico será despreciado sistemáticamente, en pos de sus propias comodidades.
Se trata del "hombre light", el hombre abúlico que sabe dónde está el Bien, pero no es capaz de ir en su búsqueda. Lamentablemente, la mayoría de los seres humanos se encuentran en esta condición.

EL CABALLERO
Es el Espíritu Santo quien guía los pasos del Caballero Cristiano, preocupado no sólo del destino de su alma, con Temor de Dios, sino que también se preocupa por el alma de los demás, de la misma sociedad, esperando encauzarla hacia la Verdad que porta la Iglesia Católica en su trimilenaria Tradición.
El Caballero Cristiano es aquél que sintiendo los dolores de cualquier mortal, conoce su valor y su sentido en la unidad espiritual con el sacrificio de Jesucristo. Sabe que el peor mal no es la muerte, ni siquiera el peor de los dolores en este mundo, sino que al fin de cuentas pudiera ser merecedor del infierno tras el Juicio Particular. El Caballero Cristiano trata de vivir las virtudes y los Mandamientos cada día de su vida, y tiene siempre espacio para la Caridad para con el vulgar villano, esperando que Dios le conceda la Gracia de la conversión.
Cuando nos enfrentamos a un hombre dolido por la postración de su Patria, dolido por los males de todo tipo que pudieran achacar a su gente, pero más particularmente por los males espirituales, estamos ante uno de esos Caballeros Cristianos, que no necesitan ningún acicate para defender la Fe y la Patria.

EL ALFILER
El vulgar villano tiene por principal inquietud el mayor placer que le sea posible alcanzar, y el mayor alejamiento del dolor, y más aun, del sacrificio, cuyo concepto es cualitativamente distinto al del dolor.
¿Qué causas defenderá el vulgar villano? La eutanasia y la"eugenesia" en primer lugar (aborto, anticoncepción, etc.), porque tiene horror no solamente al dolor, sino también por su egoísmo y su falta de generosidad: teme brindarse a los demás, y la Caridad es una palabra ausente en su vocabulario y en su vida. También avalará de modo liberal e individualista todo lo que hace al Orden Público de la sociedad: la homosexualidad la convertirá en una "cuestión de Estado", la inseguridad será una cuestión personal de víctimas de la sociedad que los induce al delito, y con el pretexto de combatir las drogas buscará despenalizar su venta, consumo y tráfico. Pero nada de esto lo avala por propias convicciones, sino porque es ordenado desde la cultura en la que vive sumergido, armada desde los Medios Masivos de Comunicación. Y el vulgar villano pertenece a la masa...
El Caballero Cristiano sabe que el vulgar villano se deja llevar por la corriente... y que para despertar un ser humano no necesita ni de una patada, ni de una espuela, ni de una fusta. Un simple alfiler puede resultar suficiente: y la reacción resulta veloz.

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