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lunes, 25 de junio de 2012

AMARGO TERERÉ


Por Enrique Guillermo Avogadro



“Si quieres hacer la paz,  no hables con tus amigos; habla con tus enemigos”. Moshé Dayam

La  destitución del, ahora, ex Presidente Lugo por el Congreso de la República del  Paraguay, más allá de la velocidad impresa al trámite legislativo–idéntica a la  que usa el oficialismo aquí para aprobar, en trámites express, todos los proyectos del  Ejecutivo- ha sembrado una profunda inquietud en las pseudo democracias, todas  ellas delegativas, de América del Sur. Los gobiernos de Venezuela, Ecuador y la Argentina, acompañados por una declaración retórica de Brasil, vieron como se  afeitaban las barbas de su vecino y correligionario, y pusieron las propias a  remojar.

Porque,  a despecho de la intencionalidad política de quienes dicen encarnar proyectos  similares al “socialismo del siglo XXI” del decrépito papagayo caribeño, en el Paraguay no  hubo “golpe” alguno sino que, muy por el contrario, fueron las propias  instituciones de la Constitución lasque pusieron fin a una aventura encarnada  por un solo hombre, sin partido y sin apoyo. Como sucediera en Honduras, donde  el Presidente fue destituido por desobedecer una sentencia de la Corte Suprema  de su país, que inmediatamente fue castigado con el aislamiento por estos mismos  “neo-ofendidos”. Para curarse en salud, recordemos, el inefable Correa “vendió”  (y sus hipócritas colegas “compraron”) como golpe de Estado una mera huelga policial en reclamo por mejoras salariales, y consiguió que sus pares activaran  las cláusulas regionales de protección a la democracia.

Porque  lo que vimos esta semana en Asunción es, tal vez, la reacción civilizada y  constitucional de los pueblos de América ante los desmanejos de quienes,  mesiánicamente, se sienten dueños y señores de sus destinos. En un mundo globalizado, que no tolera ya los golpes militares, parece haberse encontrado un  nuevo camino, y los que enarbolan sus mayorías electorales para usufructuar del  poder lo saben. El refrescante tereré puede expandir sus efectos y eso, claro,  les preocupa sobremanera.

Si las  informaciones de que dispongo son verídicas, doña Cristina se habrá convertido,  una vez más, en el hazmerreír internacional: con bombos y platillos, el Gobierno  anunció el retiro de su Embajador en Asunción, Rafael Romá; sin embargo, mis  amigos paraguayos me dicen que éste se había despedido, con un gran cocktail y  muchos agasajos, hace ya dos meses, y que la representación diplomática está,  desde entonces, a cargo de un encargado de negocios. ¿Ese personaje notable, don  ex Twitterman, no habrá tenido  ocasión de informar a doña Cristina ese “pequeño” detalle?

En la  Argentina, por otras vías y diferentes razones, también parecen haberse activado  mecanismos nuevos, que señalan que se están juntando, en la vereda de la  protesta, actores de todos los géneros. Viejos aliados del kirchnerismo prebendario, organizaciones sociales excluidas del calor de las billeteras gubernamentales, partidos políticos cuyas cúpulas han dejado de interpretar a  sus afiliados, sindicalistas expulsados de los despachos oficiales, nuevas  conducciones combativas de gremios tradicionales,  honestos ciudadanos que ven como la inflación destruye sus ingresos, individuos hartos de la prepotencia oficial,  víctimas de la creciente inseguridad, chacareros cansados del permanente  expolio, recientes descubridores de la corrupción oficial, gente indignada ante  el ejercicio de la Presidencia por un notorio delincuente, peronistas de la  vieja guardia desconformes con sus juveniles reemplazos, gobernadores e  intendentes con las arcas vacías por la voracidad de la Casa Rosada,  industriales con problemas de importación y exportación, ahorristas esquilmados  y limitados por medidas que desconocen, y simples hombres y mujeres de la calle  repugnados hasta por el innecesario y obsceno gasto en el traslado del hijo  presidencial, convergen con los renacidos “caceroleros” para generar un ruido  político que no se oía en el país desde hace años.

El 31de octubre de 2010, en una nota a  la que titulé “Muchos muertos en uno”, inserté dos párrafos que, a la luz de la  agitada semana que hemos vivido y de lo que promete la próxima, resultan casi  proféticos: “Porque lo cierto es que, esa  mañana, en el Calafate, murieron muchas personas a la vez: el marido de doña Cristina, el jefe político de la Presidente, el padre de Máximo, el Presidente  del PJ oficial, el verdadero ministro de economía, el real presidente del Banco  Central, el Secretario General de UNASUR, el conductor de la diplomacia  nacional, el dueño de los negocios non sanctos, el jefe de los testaferros, el  árbitro equilibrista entre tantos sectores con fuerzas contradictorias y enemistadas” y “Pero, como dije, lo  que hoy más me preocupa es el reemplazo en la administración de los conflictos  entre las distintas alas del kirchnerismo que, con toda lógica política, comenzarán a disputarse los espacios de poder, y de dinero, a partir de mañana  mismo”.

Desde  la muerte de don Néstor (q.e.p.d.), la señora Presidente ha perdido esa  capacidad de arbitrar y componer con que su marido dotaba al Gobierno. E inició  una purga, a la que se puede calificar sin pudor como “stalinista”, para desprenderse de quienes fueran los principales adláteres de Kirchner. Así,  pasaron a llorar más sentidamente ese fallecimiento personajes tales como don  Alberto Fernández, don Rudy Ulloa Igor, don Hugo Moyano, don Julio de Vido, don  Ricardo Jaime, don Claudio Cirigliano, don Enrique Eskenazi, don Anímal Fernández, y muchos otros ahora  ex amigos del poder o, directamente, testaferros y socios de éste. Doña Cristina  ha optado por encerrarse en un círculo cada vez más pequeño, que comanda el Chino Zanini, desde el cual las órdenes  bajan hacia los radios que emergen del núcleo central de esa  rueda.

El  sobrenombre de quien está detrás del trono no es gratuito. Ha abrevado en el  maoísmo, y pretende reproducir aquí lo que los líderes chinos han logrado allá:  una nueva forma de capitalismo, conducido y digitado por quienes disponen del  poder político irrestricto que el Partido Comunista ha conservado y engrandecido  en los últimos años. Sin embargo, el fracaso económico, producto de la torpeza y  de la ignorancia de los llamados a “profundizar” el modelo, hará que todos sus  esfuerzos terminen en la nada, si nos olvidamos del enorme costo que habrá  implicado esa tentativa para el país.

Porque, convengamos, la peor herencia del cristi-kirchnerismo será la multitud de pobres  –casi el 20%de la población de la Argentina- que, literalmente, comen todos los días con los diferentes subsidios que este Estado clientelista les entrega y que  ya resultan impagables. ¿Cómo y qué hará el sucesor de la Presidente para  desactivar esa bomba de tiempo que, irremediablemente, amenazará con estallar en  forma inmediata? Se trata de ciudadanos que, ya por generaciones, no trabajan ni han trabajado nunca, y que no están preparados para acceder al mercado  laboral.

Es  cierto que la inflación, tan negada por el oficialismo a pesar de ser la  verdadera madre de todos los problemas económicos que nos afligen, ha ido  carcomiendo y deteriorando el poder adquisitivo de esos subsidios y planes,  haciendo caer a sus beneficiarios en la miseria. Sin embargo, son muchas bocas  que habrá que alimentar, cuando ya no es posible recurrir al viejo método de  hacer trabajar la maquinita de imprimir pesos, mal que le pese a Ciccone y a sus  fantasmales dueños.

El  “modelo de inclusión con matriz diversificada”, ampuloso nombre dado a este  fracaso por sus cultores, dejará este legado al próximo ocupante de la Casa Rosada, después de diez años de un crecimiento inédito del país. Se trata, como  tantos otros derivados de la gigantesca corrupción de este gobierno, de un  verdadero crimen de “lesa humanidad”, ya que reúne todos los requisitos que el  Estatuto de Roma, que creó la Corte Penal Internacional y definió esta figura en  1998 -pero el Gobierno y los Tribunales argentinos usan retroactivamente para  condenar a los militares que combatieron a la guerrilla en los 70’s-, utiliza  para describirla.

El  miércoles, la Plaza de Mayo será testigo de la batalla inicial de una verdadera  guerra cuyo final estamos lejos de prever. Doña Cristina, tal vez por estar pésimamente asesorada por su mesa chica, perderá poder real en cualquiera de los  escenarios; es decir, que don Camión siga al frente de la CGT o que ésta se parta en cuatro o cinco centrales  sindicales diferentes ya que, entonces, los diferentes líderes competirán entre  sí para obtener beneficios para sus afiliados y prebendas propias, aumentando la  conflictividad social en un momento en que, además, la ciudadanía le ha perdido  el miedo a la Presidente. Tanto como lo han comenzado a perder los parlamentos y los tribunales ante los dictadores disfrazados de demócratas en América del  Sur.

Argentina,  un país totalmente a la deriva, sigue siendo un lugar en el que sus habitantes  son perennemente niños ya que, todos los días, se recupera la capacidad de asombro.



Bs.As.,  24 Jun 12.

Enrique Guillermo Avogadro

Abogado

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