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jueves, 21 de junio de 2012

CARTA ABIERTA POR UNA ARGENTINA GRANDE, CRISTIANA Y FUERTE

Defendamos la propiedad privada, la libre iniciativa y la armonía social entre grandes, medianos y pequeños propietarios. Para hacer frente a la ofensiva de un estatismo totalitario que, animado por un espíritu de odio de clases, propicia un intervencionismo asfixiante.

Me dirijo a todos los argentinos de bien, preocupados por la gravísima crisis que atravesamos, una de las más peligrosas de los últimos tiempos y de cuya solución dependerá el rumbo de nuestra Patria en los próximos años.

En efecto, a medida que se fueron desarrollando los acontecimientos por todos conocidos, se definieron dos posiciones antagónicas: la de quienes apuestan a una nación donde convivan armónicamente, en paz y en franco progreso grandes, medianos y pequeños propietarios vs. quienes se inspiran en un intervencionismo estatal invasor y totalitario, alentando el odio de clases, tendiendo a asfixiar la propiedad privada y la libre iniciativa, y a erosionar otros derechos fundamentales como el de la patria potestad y el respeto a la vida humana desde la concepción.

¿Libres o esclavos?.- Al imponer una carga tributaria confiscatoria, como la de las retenciones, en último análisis se le está negando al hombre la legítima propiedad del fruto de su trabajo y se le niega por tanto su condición de ser libre, reduciéndolo a la situación de un mero esclavo o a la de una simple pieza en ese inmenso engranaje que es el Estado.

En efecto, si el hombre es dueño de su ser, es dueño de su trabajo. Si es dueño de su trabajo, es dueño del fruto adquirido con él. Y como la capacidad de trabajo, tanto del punto de vista de la cantidad como de la calidad, varía de hombre a hombre, se origina necesariamente de allí la existencia legítima de propietarios grandes, medianos y pequeños, y también la de quienes dignamente remunerados no posean tierras.
Recordemos entonces que, quienes nos oponemos a la imposición de retenciones confiscatorias, estamos defendiendo un principio sagrado, el de la propiedad privada, fundado en la naturaleza racional y libre del hombre y consagrado en dos Mandamientos de la Ley de Dios: No robarás y No codiciarás los bienes ajenos.

Estamos propiciando además que, con garantías y estímulos a la propiedad privada y la libre iniciativa, con reglas claras y estables, cese el estado de agresión permanente contra el propietario rural y se valoricen todas las actividades productivas, se multipliquen las fuentes genuinas de trabajo, se cree un marco jurídico institucional que ofrezca garantías que alienten las necesarias inversiones y se favorezca que la Argentina, en su conjunto, aproveche un contexto internacional excepcional para transitar establemente los caminos de prosperidad que tanto necesitamos.

Propiedad privada y familia.- Existe una afinidad profunda entre esta defensa del derecho de propiedad privada y la institución de la familia. Porque es en función de la familia y de los hijos, que trabajar, esforzarse, acumular capital para adquirir una propiedad y progresar constituye por excelencia un deber para sus componentes. Porque la familia y la propiead nacen de la misma raíz (junto con el derecho de constituir propiedad la naturaleza engendra el derecho de constituir familia), defender la propiedad privada es también defender la familia frente a los ataques que hoy recibe al intentarse, a través de distintos proyectos de ley, erosionar la patria potestad negando a los padres el derecho de educar a sus hijos (eligiendo desde el Estado cómo y qué valores transmitirles a través de planes de educación sexual), liberalizar el aborto y equiparar el matrimonio entre varón y mujer a las uniones entre personas del mismo sexo.

Luchar para no perder.- Como podemos ver, esta es una resistencia que concierne a todos los argentinos y no solo a los hombres del campo, porque lo que está en juego, en último análisis, más allá del efecto económico de las retenciones, es el destino de la Argentina como nación grande, fuerte y fiel a sus raíces cristianas.

Es por ello que todos estamos convocados a defender principios sagrados y legítimos derechos, no permitiendo jamás que se apodere de nosotros el desaliento, sean cuales fueran las dificultades que debamos enfrentar.

Hay razones para esperar lo mejor, desde que mantengamos la unión entre quienes defendemos estos valores y sobre todo desde que no nos falte la confianza inquebrantable en la ayuda de la Providencia para todo trabajo ejecutado con clarividencia, rigor y método para alejar de nuestra Patria las amenazas que, como tantas otras espadas de Damocles, cuelgan sobre nosotros.
Actuemos, pues, dado que nos asiste el derecho y el deber de levantar muy alto nuestra voz y hacernos oír por todos los medios lícitos, en todas las instancias necesarias y, en lo inmediato, para que los senadores, conscientes del deber de representar con fidelidad la opinión del electorado, tomen en la debida cuenta, al emitir su voto sobre el régimen de retenciones, la posición de nosotros, sus representados, y no la del propio partido.

Súplica a Nuestra Señora de Luján.- Que Nuestra Señora de Luján, Reina y Patrona de la Argentina nos ayude a cumplir con nuestro deber para que sepamos usar todos los medios legales a nuestro alcance a fin de que estos peligros se aparten de nuestra Patria y se restablezca la armonía social, y así sean respetados los derechos proporcionados de grandes, medianos y pequeños, de acuerdo a la Ley de Dios. En suma, que en nuestra Patria se reinstaure la paz verdadera, que es la tranquilidad del orden, es decir, la paz de Cristo en el Reino de Cristo.

Marcelo Sinibaldi
Hablemos Claro
Recopilado por Ricardo Díaz de "Hecerse Oír - Hablemos Claro"

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