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sábado, 23 de junio de 2012

LA VIOLENCIA DE LAS MUJERES EN UNA SOCIEDAD ABÚLICA SURREALISTA




Por Emilio Nazar Kasbo

Vivimos en una sociedad que abarca (con las debidas excepciones) a varones amanerados y a mujeres machonas.

SOCIEDAD AMANERADA
En ese marco, debemos ubicarnos. Sabemos que eso contraría el Orden Natural, y que además en el Nuevo Testamento San Pablo advirtió que ni los amanerados entrarán al Reino de los Cielos.
Sí, vivimos en un tiempo de “ciencia ficción”, donde el más mínimo problemita es gigantesco, a la vez que los problemas gigantescos son minimizados. Es un tiempo “suerrealista”.
Por eso, muchos han de hallarse desorientados al momento de reaccionar. Sólo vemos a mujeres como Cecilia Pando o como Victoria Villaruel liderando problemáticas en territorios que antes eran privativos de los varones. No estoy criticando que lo hagan, ya que toda la población debe involucrarse, sino lo que estoy poniendo de resalto es que se trata de mujeres que hacen el reclamo “como mujeres”, donde debe realizarse un reclamo como varones.
Aclaro: no es para que las mujeres se enojen conmigo, pero considero que están ocupando un lugar que no les corresponde, que están sustituyendo la acción de los varones, y que los varones están ausentes.

SOY UN INADAPTADO
Una vez, en una manifestación frente al Congreso de la Nación, algunos se enojaron con mi persona cuando pedí que mientras el semáforo estaba en rojo para los vehículos, se cruzara una extensa bandera provida en la oportunidad, porque decían que podía entorpecer el tránsito…
Mientras tanto, en mi cabeza estaba el pensamiento de que ciertos personajes públicos “entorpecen el tránsito del vientre materno a la vida independiente de los bebés”. Pero el “incivilizado” era yo.
Recientemente me han recordado el episodio cuando traté de ingresar a los talleres de aborto del Encuentro Nacional de Mujeres en Córdoba, donde fui conminado a retirarme mediante amenazas de lesiones por parte de un “grupo de mujeres fuertes” en palabras de la líder que me amenazara (que probablemente se trataría de un grupo de travestis).

CABALLEROSIDAD
¿Qué reacción debía adoptar en esa oportunidad?
¿Golpear a mujeres? No, porque eso es indigno de un varón, indigno de un caballero.
¿Retirarme sin más? No, porque eso sería un acto de cobardía.
¿Cambia la situación el hecho de que tales mujeres sean machonas? No, porque no dejan de ser mujeres.
¿Y pelear contra los trabucos? Los mismos no se apersonaron para que se diera el marco de semejante contienda, en una escena donde debería enfrentar a grotescos de mujer.

NI RIDICULEZ NI ACTO HEROICO
Precisamente, esa es la desorientación: jugamos con reglas diferentes.
Mi reacción fue la de dirigirme a la Fiscalía competente del lugar y efectuar la denuncia por amenazas, que fue lo que efectivamente se concretó en horas del mediodía.
Al final de la jornada, a eso de las 18 hs aproximadamente, debí acompañar a esa misma Fiscalía a una joven que había sido lastimada en la ceja de su ojo izquierdo por un botellazo arrojado por las “pacíficas y alegres” ultrafeministas. Allí comprobé que la persona que yo había denunciado estaba aguardando el turno para declarar sobre los hechos que denuncié; y además resultó que esa mujer parece que es una dirigente izquierdista que habría participado en el Cordobazo.

REACCIONAR
Jugamos con reglas distintas. Las mujeres juegan sucio, y oponen a los varones la femineidad (real o perdida, pero que pertenece a su misma naturaleza, guste o no guste). No fue ningún hecho “heroico”, no hubo ningún “riesgo” concreto. Pero no hay otro modo de reacción, al menos por ahora, mientras continúe el aquelarre social.
No hay espacio para actos bélicos. Nadie reacciona. Se llevan a militares combatientes como presos políticos y no hay quien se presente como oposición.
Hay que pensar, además, que si han reaccionado así contra mi persona, en quien veían que no podían dominar mediante gritos o palabras, ¡qué no hacían contra las mujeres católicas y provida que estaban en las diversas aulas del colegio donde se llevaron a cabo las reuniones, encerradas, privadas de su libertad, y golpeadas hasta ser lastimadas! Y esto lo supe con posterioridad a los hechos.

UNA TRAGICOMEDIA
El hecho descripto movería a risa a la gente mayor (yo mismo no puedo creer los sucesos vividos), y para las nuevas generaciones parecerá un episodio de extrema violencia, porque ven las cosas con ojos femeninos.
Una película de Sylvester Stallone llamada “El Demoledor” en castellano (“Demolition Man” en inglés), muestra esta sociedad de hoy, que es el “futuro” que se planteaba como ficción al tiempo de su rodaje. El filme proyecta la vida desde el año 1996 hacia el año 2032, pero esa sociedad abúlica “del futuro” ya la estamos viviendo prácticamente en este año 2012.
Efectivamente, se trata de una generación de abúlicos descerebrados, que por tanto no puede reaccionar de otro modo. Han vendido sus facultades mentales, y los medios de comunicación piensan por ellos.

DE LA FAMILIA A LA PATRIA
Es decir, al relatar los hechos sucedidos, no he pretendido contar una “gesta”, sino simplemente ser preciso en lo que pasó. Pero esos hechos objetivos se prestan a esa doble interpretación que refiero: una ridiculez y un acto de extremo heroísmo.
Fui a cubrir una nota periodística, y las mujeres ultrafeministas con la excusa de ser mujeres, reaccionaron del modo descripto, mediante agresiones verbales (las mujeres son especialistas en eso), y mediante amenazas que eventualmente hasta podrían haberse concretado.
Pero ¿Qué otra reacción podía tomar un caballero frente a una mujer que efectúa semejantes amenazas? ¿Qué sugiere Usted?
Sí, hay otro modo de llevar adelante la vida familiar y social. No siempre las mujeres fueron “pantaloneras”, porque hubo un tiempo en que las mujeres se vestían y eran tales, con la total femineidad que surge naturalmente de su propia esencia, otorgada por Dios. La mujer que se viste o pretende actuar como un varón, es una abominación según dice la Biblia.
El hombre ha de ser Rey de la Familia, y la esposa como Reina del Hogar; y los hijos han de ser Príncipes en una Monarquía Católica familiar. La Patria se defiende en la Familia, incluso en una sociedad hostil como la que vivimos.

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