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domingo, 17 de junio de 2012

LOS “FIDEICOMISOS” Y EL NUEVO “CUENTO DEL TÍO”




Por Emilio Nazar Kasbo

Una cosa es el desapego que enseña San Ignacio de Loyola para con los bienes de este mundo, y otra cosa muy distinta es el descuido de los mismos, ya que éste es síntoma de mala administración de los Dones que Dios mismo ha dado, síntoma de que el talento es enterrado.
Por eso, en lo que hace al dinero, éste jamás debe ser adorado ni considerado como “la medida de todas las cosas”. El dinero es un mero bien de cambio que resulta útil para evitar el trueque.
Pero sucede que con el trueque, uno cambia un bien por otro, y resulta tangible la equivalencia. En cambio, en el sistema donde todo se mide por el “dinero”, se crea un mundo artificial al que se denomina “finanzas”, que genera una economía ficticia sobre bienes que no producen ni se reproducen. Efectivamente: el dinero no engendra dinero.
Este es el “detalle” que permite el engaño público en base a contratos donde el capital se encuentra completamente desvinculado de la inversión y del mundo del trabajo: al capital le interesa que se logre más capital (sin interesar la inversión ni el trabajo), y es eso justamente lo que permite el engaño.
Supongamos que llega un amigo muy querido, que sugiere que tiene otro amigo a quien ha confiado su dinero, sus ahorros, porque le promete una devolución a cinco años de una ganancia mucho más rentable que si depositara tales sumas en plazos fijos. La confianza del amigo, lleva e induce a tenerlo como justo administrador y honrado gestor de negocios, porque tal confianza involucra la honestidad.
Sin embargo, la inversión que ofrece el “amigo” es recibir el dinero (preferentemente en moneda extranjera, por supuesto), y de este modo se mezcla la confianza, la “amistad” con el dinero y una cuestión monetaria (que en sí, no es económica, sino más bien "financiera", es decir, de papeles)
¿Invertirá en Argentina o en el extranjero? Lo mismo da, porque los planes son internacionales, la “agenda” de las naciones es manejada internacionalmente por grupos mundiales que detentan el poder y deciden qué sucederá con cada zona del planeta. Este Poder Internacional del Dinero está marcado actualmente por la Internacional Socialista y la Escuela de Frankfurt. Dinero, poder y lujuria: todo junto en un mundo globalizado…
¿Qué solicita el “amigo”? Una inversión mínima de U$S 50.000-, para una inversión agropecuaria por cinco años, consistente en ganado de cría colocado en un campo. ¿Cuántas personas conocen de modo directo cómo es el trabajo agropecuario? Muy pocas. Quien entregase el dinero a tal “amigo”, perdería el control del dinero, a cambio de un papelito firmado cuyo título es “fideicomiso”.
Claro, la oferta no especificará características del campo, calidad del ganado, ni el sistema de cría a utilizar. No hace falta especificarlo, porque quien tiene dólares no sabe ni de qué se trata: tiene dinero, y eso es suficiente… para el sistema.
Es cierto que la rentabilidad se ve afectada por cuestiones climáticas y otras semejantes (que pueden ir desde sequías hasta lluvias en exceso o inundaciones, según dónde se encuentre el campo), motivo por el cual al final del ciclo (5 años) no se sabrá con precisión cómo fue la inversión
El sistema planteado es el típico "dame la plata que yo me encargo", cuestión de dudosa moralidad en una inversión económica, por no dar otros calificativos. Por eso, la persona que no entiende, puede estar comprando un buzón. El capital desvinculado del trabajo y la inversión, no es humano y es algo que contradice la Doctrina Social de la Iglesia.
La Tasa Interna de Retorno prometida verbalmente, o incluso en papeles (con las debidas aclaraciones de que se trata de algo condicional), enceguece a muchos. La mayoría de las personas acepta abandonar una verdadera realidad a cambio de una gran promesa… y cuando se da cuenta ya es demasiado tarde.
Efectivamente, es la ambición, el ánimo de lucro, lo que oscurece el alma de quien tiene dinero y quiere más. La promesa de obtener más dinero le hace entregar sus bienes, confiando en que habrá una inversión. Es probable que la inversión incluso exista… pero con tantos problemas que tal vez un día el “inversor” (cuyo ánimo es usurario) se de cuenta de que ha sido estafado.
Los bancos no son un lugar para invertir: ELLOS están para hacer negocio a costa de sus clientes, no que el cliente lo haga con ellos. Así está conformado hoy el sistema bancario.
El sistema del "pool", del "fideicomiso" o como quiera llamárselo, es idéntico.
A quien tenga la inquietud, y el dinero, le sugiero en primer lugar que abandone ánimos de lucro veloz basado en dinero que “engendra” más dinero, porque tal concepción es falsa. Además, sugiero que hagan un negocio a SU medida, y no buscar recursos económicos ajenos donde más de uno puede quedar mal parado, unos por desconocer cómo será manejado su dinero, otros por manejar el dinero ajeno en base a la confianza ajena... 
La verdadera fuente de riqueza se encuentra en el trabajo. La tierra y el capital no son útiles sin el trabajo, y éste a su vez, involucra en uno de sus aspectos la innovación (es decir, la creatividad e inventiva). La promesa de dinero sin riesgo ni esfuerzo, es un engaño o una estafa... y uno de los riesgos es que esa entidad en la que confía el depósito de sus billetes, lo estafe.
Y nunca está de más repetir la frase antiusuraria: "el dinero no engendra dinero".

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