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lunes, 9 de julio de 2012

LICENCIA PARA MATAR



Por Malú Kikuchi (8/7/2012)

El 2012 viene mal. No sólo vienen mal la política y la economía, el aumento del delito es atroz.* “Cada 2 días un robo termina en homicidio”. “Cada 19 días se asesina un policía”. No se conocen cifras de violaciones, ni de actos de pedofilia, ni de trata de personas, ni de secuestros de cualquier tipo, sin mencionar pequeñeces como asaltos a mano armada, arrebatos, robos y otras delicadezas. Hoy la Argentina es un país muy generoso para con los delincuentes, y muy avaro para con la seguridad de sus contribuyentes.
Buscando razones para el desmedido aumento de la inseguridad, ¡hasta Aníbal Fernández admitió que no era “una sensación”! Lo primero que se piensa es en la droga. Hemos dejado de ser un país de paso, ahora consumimos, fabricamos y exportamos, sin permiso de Moreno. Y  las transacciones se cobran en US$, sin permiso del BCRA, ni de la AFIP.
Se sabe que el PACO (pasta de cocaína, o sea los restos de la misma aumentada con cualquier porquería), afecta el centro de la conducta, donde se alojan las inhibiciones que nos permiten convivir en sociedad. Al desaparecer las inhibiciones, matar es simple.
La importación de cocaína, sumada a la producción “made in Argentina” de elementos destinados a las drogas químicas, hoy muy buscadas en los países del 1° mundo, hacen de Argentina un destino altamente requerido por los narcotraficantes. Y son bienvenidos, ya que el más que permisivo sistema inmigratorio argentino, les facilita la entrada, y la estadía. Entra cualquiera.
Y mientras se discute la posibilidad de mandar a una de las 2 cámaras un anteproyecto sobre la legalización del aborto, la pregunta es redundante, para qué discutir al respecto, si los asesinos hacen abortar a las futuras madres, a tiros. Ya van 3 bebés nonatos asesinados.
El PACO, las demás drogas y el hecho de tener un alto porcentaje de jóvenes entre 18 y 24 años Ni/Ni, ni estudian ni trabajan, son parte de la explicación. Pero sólo una parte. El resto es responsabilidad del poder judicial de la nación, que ha sido adoctrinado en materia penal, con una visión distorsionada sobre el delito y los delincuentes. Eso que está mal, lo han aprendido muy bien. Y para desgracia nuestra, lo ponen en práctica. 
Es así que los violadores son liberados para que vuelvan a violar, lo mismo que los asesinos que “salen a trabajar de día” (¡y eso que es difícil para alguien preparado y honesto conseguir trabajo!), para volver a matar. Y los ladrones, y los secuestradores y ¡los menores! Cometen delitos de mayores… pero como no lo son, pasan a ser inimputables. Y vuelven a delinquir.
Todo esto parte de una sugestiva y disolvente teoría, mal llamada “garantista”, ya que garantistas son los que creen y sostienen y defienden las garantías constitucionales. Estos jueces son “abolicionistas del Código Penal”. Del actual, y vaya Dios a saber lo que harán con el que están redactando.
Se parte de la base que el hombre es bueno, la sociedad lo convierte en malo. Concepto desarrollado por Jean Jacques Rousseau en mediados del 1700. Ergo, la culpable de cualquier delito es la sociedad, que ha sido injusta para con el “pobre” asesino, violador, ladrón, secuestrador, etc, etc, etc.
Al frente del equipo de abogados penalistas que están trabajando en la reforma del Código Penal, está Eugenio Raúl Zaffaroni. El Dr. Zaffaroni es (dicen), un prestigioso jurista especializado en Derecho Penal. Hoy es Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Sostiene Zaffaroni que:
 La idea misma de peligrosidad aplicada al hombre es contraria a los Derechos Humanos, porque todo hombre es persona y el concepto de ‘persona’ y el de ‘peligrosidad’ son incompatibles”, Manual de Derecho Penal, Parte General, Editorial EDIAR, año 2000, página 87.
Con las disculpas del caso, disiento y pregunto: 1) según el DRAE, “hombre es un ser animado racional, varón o mujer”. 2) “Persona” es un individuo de la especie humana, varón o mujer. Ende, todo hombre es persona, ¿y? 3) siempre según el DRAE, “peligro”, es riesgo o contingencia de que suceda algún mal, o estar expuesto a un daño. Admitamos, siguiendo el razonamiento de Zaffaroni, que el hombre no puede ser peligroso por ser hombre. Pero la sociedad lo convierte en delincuente, por lo tanto en peligroso. Y la sociedad ¿está compuesta por ballenas francas, osos pandas, o ácaros, o chimangos, o por personas?
Con esta clase de ilógica lógica, tenemos la inseguridad que padecemos. Los jueces piensan mal, los ciudadanos sufrimos esta aberrante filosofía de compadecer al criminal y criminalizar a la sociedad, que está formada por “personas” que se supone no pueden ser peligrosas. ¿O algunas si y otras no?
¿Cuál es la vara con la que miden Zaffaroni y sus seguidores a los hombres “buenos” obligados a delinquir por culpa nuestra, que por lo visto somos peligrosos como sociedad, por lo tanto no somos personas? Pero sí somos “seres” agredidos, maltratados, despojados hasta de nuestras vidas, justamente ¿porque no somos personas? Difícil de entender.
Si ya es difícil sobrevivir en Argentina, con el nuevo Código Penal que se avecina, sobrevivir entrará en la categoría de milagro. ¡Que Dios nos ampare! El poder judicial no lo hace, ni lo hará. 
* Diario La Nación.

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