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jueves, 6 de septiembre de 2012

SE INAUGURÓ LA EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATÓLICO EN BUENOS AIRES, PRESIDIDA POR MONS. AGUER



CON MÁS DE 10 MIL TÍTULOS
PRESENTAN LA TRADICIONAL EXPOSICIÓN
LA FIESTA DE LAS BUENAS LECTURAS
Es en el Monumento Histórico Nacional Casa de la Empleada –Obra de Monseñor Miguel de Andrea- y se desarrollan presentaciones de libros, conferencias, conciertos y hasta sorteos de libros
Los miles de ejemplares están divididos temáticamente y cientos de alumnos podrán hacer visitas guiadas para fomentar el hábito de la lectura


Bajo el lema “Buenos libros para crecer en la Fe en adhesión al Año Internacional de la Fe, la XXIV edición de la Exposición del Libro Católico, ha abierto sus puertas hasta el domingo 16 de septiembrecon entrada libre y gratuita.

    Inauguración Oficial
El lunes 3 de septiembre, fue inaugurada esta nueva edición con un acto que presidió el Arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer(Presidente Honorario de la Exposición), acompañado por la Presidente de la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas, María Angélica Sánchez de Torillo y el Fundador y Presidente del Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico, D. Manuel Outeda Blanco.
Durante el acto inaugural fue distinguida con la Estatuilla “Padre Leonardo Castellani”, la escritora, Dra. Inés Futten de Cassagne en reconocimiento a su intensa y fructífera tarea en la cultura de nuestro país.
Con el Galardón Cruz del Sur, al cumplirse los 200 años de su fundación, se distinguió al  Regimiento de Granaderos a Caballo “General San Martín” y, con motivo de los 50 años al servicio de la FACE y su constante colaboración con la Exposición, al Sr. Francisco D’Aquino.
Asimismo, se entregaron las distinciones correspondientes a la 18ª Entrega Faja de Honor “Padre Leonardo Castellani”, para libros editados durante el año 2011 y el XVIII Certamen Literario Católico Nacional “Cardenal Antonio Quarracino”, con el cual se desea incentivar la creatividad literaria de los jóvenes alumnos de 4º y 5º año del ciclo secundario.
Para finalizar el Arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer pronunció unas palabras antes de la tradicional bendición de la Exposición.

Horarios
La XXIV Exposición del Libro Católico, que fue declarada de interés público por diversos estamentos oficiales, se puede visitar con entrada libre y gratuita de lunes a sábados de 9 a 21 y los domingos de 15 a 21. Todos los actos culturales comienzan a las 19 en punto.
 Los interesados en obtener más información acerca de la tradicional muestra que se lleva a cabo en el Casa de la Empleada –Obra de Monseñor Miguel de Andrea-, Sarmiento 1272 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, podrán llamar al teléfono: (011) 15-4-470-7734 o consultar el Programa de Actividades mediante el sitio www.librocatolico.com.artambién al correo electrónico info@librocatolico.com.ar y podrán encontrarnos enwww.facebook.com/exposiciondellibro.catolico.
A continuación, se transcriben las palabras de Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, y de D. Manuel Outeda Blanco, Presidente de la muestra:
Las letras, el hombre y su destino

Discurso inaugural de la XXIV Exposición del Libro Católico.
Buenos Aires, 3 de septiembre de 2012.


Los buenos libros nos ayudan a crecer en la fe, como reza el lema de esta XXIV Exposición; pero asimismo iluminan el camino del hombre. En efecto, la revelación divina, que alcanza su cima en Jesucristo, no sólo nos descubre el  misterio de Dios, sino que también nos manifiesta la identidad del hombre como criatura. Al presentar al hombre como imagen y semejanza de Dios nos permite reconocernos en nuestra auténtica realidad. La Iglesia, al instruir a los pueblos en las verdades de la fe, comunica también nociones fundamentales de humanidad; así lo demuestra, por ejemplo, la historia de la catequesis y el análisis de los textos empleados tradicionalmente en los procesos catequísticos y educativos. Durante siglos, en diversos ciclos y espacios culturales, se transmitió, de modo más explícito o más implícito según los casos, una idea del hombre asentada en una metafísica.

          A título ilustrativo mencionemos la respuesta que ofrecía a la pregunta ¿quién es Dios? el breve catecismo de primeras nociones difundido ampliamente y durante décadas en nuestra patria. Decía: Dios nuestro Señor es el ser infinitamente perfecto, Creador del cielo y de la tierra. Notemos que en esa fórmula abreviada el conocimiento que se transmite de Dios se apoya en las nociones de ser, de perfección y de infinito; además –y esto resulta clave desde la perspectiva metafísica y antropológica– se afirma el hecho de la creación. Los niños aprendíamos de memoria esa respuesta, quizá sin comprenderla cabalmente, pero esas palabras se albergaban para siempre en la celda más íntima de nuestra alma. Con el paso del tiempo, si aquellas palabras aun misteriosas para la lógica infantil no se borraban del todo, podían surgir ocasionalmente y revelarse a la luz de la inteligencia, en especial cuando ante una situación extrema de la vida era preciso recurrir a la búsqueda de un fundamento sólido. Siempre hay tiempo y circunstancias propicias para que aquel enunciado se ofrezca al hombre ansioso, inquieto, apesadumbrado, como campo de indagación, o como sitio nostálgico y sereno de anclaje contemplativo. Si todo hombre es filósofo –como apuntó certeramente Juan Pablo II– en aquella especie de definición del Indefinible se hallaba el secreto de nuestro origen y de nuestro fin, clave para encarar los enigmas de la condición humana. ¿Entenderán más de lo que entendíamos nosotros los niños de hoy día, cuando a la misma pregunta quién es Dios responden mi amigo, o mi padre? ¿Representa acaso este cambio una ganancia de la teología sobre la metafísica?

          Lo que acabo de insinuar sobre la catequesis se puede extender a la literatura cristiana de todas las épocas. En cuanto cristiana refleja la misma condición, la condición cristiana, verificada en una cultura, como eco de las verdades de la revelación, de los misterios estrictamente tales y de la idea del hombre que los acompaña. Pero también ocurre muchas veces que sin vincularse raigalmente con la fe, la literatura le debe al cristianismo un bagaje de humanidad que resulta un seguro punto de apoyo en tiempo de confusión e incertidumbre. Podríamos aventurar entonces que la buena literatura –si la cualidad de buena no se reduce a los alardes técnicos dellenguaje– es la que aun ajena a las luces de la fe cristiana nos acerca de algún modo a la verdad del hombre; más todavía si incluye unanalogado natural de la profecía bíblica sobre el origen y sobre el fin, es decir la proximidad al descubrimiento del sentido de la existencia humana.

          Benedicto XVI ha dicho recientemente, y varias veces, que el hombre tiene necesidad del infinito. Cito a este propósito un mensaje fechado el 10 de agosto pasado: Hablar del hombre y de su anhelo de infinito significa ante todo reconocer su relación constitutiva con el Creador. El hombre es una criatura de Dios. Hoy esta palabra –criatura– parece casi pasada de moda: se prefiere pensar en el hombre como en un ser realizado en sí mismo y artífice absoluto de su propio destino. La consideración del hombre como criatura resulta “incómoda” porque implica una referencia esencial a algo diferente, o mejor, a Otro –no gestionable por el hombre– que entra a definir de modo esencial su identidad; una identidad relacional, cuyo primer dato es la dependencia originaria y ontológica de Aquel que nos ha querido y nos ha creado. Sin embargo esta dependencia, de la que el hombre moderno y contemporáneo trata de liberarse, no sólo no esconde o disminuye, sino que revela de modo luminoso la grandeza y la dignidad suprema del hombre, llamado a la vida para entrar en relación con la Vida misma, con Dios.

          Así como el ejercicio de la razón se verifica con pleno respeto de su dinamismo natural en el desarrollo de una filosofía abierta y dispuesta al encuentro con la fe, también existe una literatura abierta en la que la belleza es esplendor de la verdad del hombre y por tanto preámbulo de la afirmación de Cristo, en quien el misterio del hombre se esclarece. Existe asimismo una circularidad en la relación, ya que la palabra de Dios, su elaboración teológica, y los monumentos de la cultura cristiana, han inspirado y continuarán inspirando creaciones literarias.

          La literatura, y todas las artes, constituyen un ámbito de encuentro de la fe y las mejores y más profundas inquietudes humanas. Me complace, frecuentemente, mencionar el caso paradigmático de los Cursos de Cultura Católica, una realización laical que no se limitó a la enseñanza de disciplinas humanísticas y teológicas. Los Cursos se abrieron más ampliamente en el Convivio, que reunía a escritores y artistas empeñados en la contemplación y la creación de la belleza. El nombre mismo de aquella memorable iniciativa evoca un clima de amistad –¿cómo no recoger la alusión al sympósionConvivio equivale a convite, banquete al cual se invita y en el cual se ofrece y se comparte. Muchos fueron movidos, incitados por el Convivio a crear y exhibir el fruto de su inspiración y sus esfuerzos. Fue un modelo inactu excercito de diálogo entre la fe y la cultura.

          La Exposición del Libro Católico intenta, a su manera, algo aunque lejos parecido. Por lo menos, promueve la lectura, y ojaláconsiga un efecto entre los jóvenes de hoy, de quienes se dice que no gustan demasiado de ella. Estimula asimismo la dedicación a la producción literaria con los premios anualmente discernidos, y la iniciación en las letras de los alumnos de nuestras escuelas secundarias. Falta algo, y me permito sugerirlo: la promoción de la poesía; no sólo su lectura, también la creación poética. Poëta nascitur, orator fit dice el adagio latino: poeta se nace, orador se hace. Es verdad, pero quizá podemos contribuir a que algún poeta auténtico nazca de nuevo, de algún modo, descubriéndose a sí mismo como tal y manifestándose a los demás. No es pequeña cosa, en estos tiempos prosaicos, y debe importarnos singularmente a los cristianos, ya que la poesía tiene su fuente en aquel fondo profundísimo, recóndito, del alma que es también sujeto de la experiencia de Dios.

+ Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata



XXIV EXPOSICIÓN DEL LIBRO CATÓLICO
Acto Inaugural – Lunes 3 de septiembre de 2012
Casa de la Empleada – Obra de Monseñor Miguel de Andrea –

Palabras de D. Manuel Outeda Blanco



Esta XXIV Exposición se realiza en adhesión al Año de la Fe y lo hace bajo el lema “Buenos libros para crecer en la Fe”.

El Año de la Fe que comienza el próximo 11 de octubre conmemora los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II y el vigésimo de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, instrumento indispensable para la correcta hermenéutica de los textos conciliares. ¡No podemos olvidar, en efecto, que se trata del Catecismo de este Concilio!

Como nos recordaba el Santo Padre Benedicto XVI, nos encontramos ante “un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente”.

Los elementos fundamentales de la Fe, son cada vez menos conocidos. Para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a escucharlo de modo justo, debemos saber que es lo que Dios nos ha dicho; nuestra razón y nuestro corazón han de ser interpelados por su Palabra.

Los buenos libros son los que, de muchas y diversas maneras y a veces a la larga, acercan a Dios. Son medios eficaces para “abrir las puertas” de la inteligencia y del corazón a la Verdad.

Este año, se realiza por séptima vez la Exposición en esta histórica Casa de la Empleada que cumple 80 años. La generosidad de esta benemérita institución nos permite inaugurar esta noche una nueva edición. Agradecemos al Consejo Superior de la FACE y a su Presidenta Doña María Angélica Sánchez de Torillo por su hospitalidad.

La sabia intuición de Monseñor de Andrea, estableció hace 90 años en los Estatutos de la FACE, que el primer fin específico de la Federación es el fomento y defensa de la cultura moral, física, profesional, literaria e intelectual de sus asociadas y así se preocupó por lograr una importante biblioteca en esta Casa, verdadero solaz de formación y esparcimiento.

Hace 90 años también nacía en nuestro país una iniciativa apostólica eminente: Los Cursos de Cultura Católica, que dieron frutos magníficos en la formación de la fe de muchísimos laicos. Su labor intelectual, de ediciones de libros y revistas dejó una marca profunda en la vida de la Iglesia argentina.

Cada año la Exposición recuerda y rinde homenaje a un escritor. En esta edición conmemoramos el cincuenta aniversario de la partida a la Casa del Padre del Dr. Gustavo Martínez Zuviría.

En un tiempo de compromisos, astucias y oportunismos, su condición de católico sin doblez le permitió dar con valentía más de una prueba pública de la sinceridad de su Fe.

Como hombre de hogar, dejó un testimonio ejemplar de su generosa personalidad: 12 hijos, 54 nietos y biznietos.

Gustavo Martínez Zuviría a lo largo de su vida fecunda se destacó como escritor y patriota, dando testimonio como cristiano. Maestro en todos los aspectos, supo darnos todavía una última lección, mostrándose también en el arte de morir.

Hugo Wast empleó su pluma para honrar a Dios y demostrar su amor al prójimo, proponiendo los divinos preceptos en forma amena y accesible a la mentalidad popular.

En su relato autobiográfico novelado, 15 Días Sacristán, Hugo Wast, acompaña al ilustre obispo de Temnosmonseñor Miguel de Andrea, en una gira por Galicia. En distintos pasajes, en las ciudades, pueblos y villas que recorre, descriptos con galanura, el lector sigue las alternativas del seudo sacristán en pos de los diversos pasos que da un hombre elevado a la máxima dignidad sacerdotal.

El padre jesuita Guillermo Furlong, su gran amigo, pronunció un panegírico desde el púlpito de la Iglesia del Salvador. Hizo un paralelo entreManuel Belgrano y Gustavo Martínez Zuviría. Ambos murieron en horas confusas de la Patria y ambos se ocuparon con empeño por la educación popular, ambos fueron ciudadanos “cristianísimos”. El General Belgrano quiso que sus restos fueran revestidos con el hábito de Santo Domingo, el Doctor Martínez Zuviría fue sepultado con la sotana de los Hijos de San Ignacio de Loyola.

Llegar a este día de la inauguración es fruto de la generosidad de muchas personas e instituciones, escritores, editoriales y miembros de los jurados. A todos ellos agradecemos sus valiosas contribuciones.

En cada exposición recibimos la confortadora Bendición Papal y este año nos honrará con su presencia el Señor Nuncio Apostólico en la República Argentina, presidiendo la Santa Misa de Clausura, donde renovaremos nuestra adhesión sin reservas al sucesor en la Cátedra de San Pedro.

Nuestra gratitud se dirige a Monseñor Héctor Aguer, Presidente Honorario de la Exposición, que nos acompaña desde los inicios de la Exposición de Buenos Aires y ha sido el promotor de la muestra en su Arquidiócesis que cumple este año su décimo cuarta edición anual consecutiva.

Gracias Monseñor, por su cercanía apostólica y su valentía en presentar los temas que nos preocupan como Iglesia y como Nación.

Mucho agradecemos:

§      A la Editorial Santa María en la persona de Don Fernando Perfetti, por la impresión de los afiches, programas e invitaciones para las distintas ediciones de la Exposición tanto en Buenos Aires como en La Plata.
§      Asimismo, la colaboración eficiente del Centro de Profesionales de Acción Católica “Santo Tomás de Aquino”, con su disposición incondicional en la persona de su asesor Monseñor Guillermo Leaden.
§      De la misma forma, deseamos expresar nuestra gratitud a la Coordinadora General de la FACE, la SeñoraMariángeles Castro Sánchez, que ha tenido a su cargo la compleja tarea de coordinar todos los aspectos organizativos para llegar a esta tarde presentando esta nueva edición.
§      Al señor Francisco D’Aquino por su espíritu servicial heredado de Monseñor de Andrea.
§      A todo el personal de Cultural BuenAyre, por su disposición para atender nuestras necesidades.

Para finalizar, volvemos a resaltar nuestra firme convicción de que la palabra escrita es un instrumento valioso para “crecer en la Fe”, ya que los buenos libros comenzando por la Sagrada Escritura, en el contacto prolongado con el lector, inducen a la reflexión, fecundan el corazón y enriquecen la vida interior.

Por ello, nos es muy grato inaugurar esta XXIV Exposición del Libro Católico, invocando a la Santísima Virgen María, a quien honramos en su hermosa imagen de Nuestra Señora del LibroPatrona de la Exposición, pidiéndole a ella que siga inspirando a muchos escritores argentinos para que nos ofrezcan mensajes de verdad, de paz y de justicia, que sean verdaderos “mensajes del Espíritu”.

Siempre daremos cabida en esta muestra a estos “banquetes” de la inteligencia y del corazón, que nacen de la Fe.

Muchas gracias


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