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miércoles, 7 de noviembre de 2012

PARA JUZGAR A HUGO WAST HAY QUE CONOCERLO.




Por Prudencio Martínez Zuviría
Con asombro he tomado conocimiento que gente del Inadi, junto a miembros de la Daia, intentan cambiar el nombre de la calle Hugo Wast de esa ciudad [Santa Fe], seudónimo del Dr. Gustavo Martínez Zuviría, mi abuelo.
El año pasado vivimos en las ciudad de Córdoba una historia parecida y con los mismos protagonistas. Tal vez ahora cambien los nombres pero no los grupos. En aquella oportunidad no tuvieron éxito, ya que se pudieron aportar fundamentos que dieron por tierra con las mentiras dichas contra el querido novelista. Lamentablemente esta gente ataca y demoniza la figura de Hugo Wast sin, por lo general, haber leído su obra ni conocer su persona.
Nuestra familia siente y vive a Santa Fe como algo propio, ya que llevamos en nuestras venas sangre de antiguas familias que protagonizaron la historia vieja de Santa Fe. Vayan pues algunos datos.
Gustavo Martínez Zuviría nació en la ciudad de Córdoba el 23 de Octubre de 1883, siendo su padre el prestigioso jurisconsulto Zenón Martínez Cabanillas, de larga trayectoria en su querida provincia mediterránea y que de niño estudiara en el prestigioso colegio jesuítico de la Inmaculada Concepción, en la ciudad de Santa Fe. Allí trabará amistad con otros jóvenes estudiantes que luego alcanzarán notoriedad como escritores y políticos; entre ellos, Juan Zorrilla de San Martín, Miguel Ángel Cárcano y José Gálvez, quien siendo gobernador de Santa Fe invitará a don Zenón a su provincia para que se incorpore a la flamante Universidad de Santa Fe. Martínez aceptará el convite; llegará a viudo y con dos pequeños hijos, y se afincará allí hasta su muerte.
Durante esos años, el conocido jurisconsulto ejercerá tres veces el rectorado de la universidad provincial, y será decano de su Facultad de Derecho. También ocupará los cargos de Defensor de Menores en Rosario y Santa Fe, juez del Crimen, juez en lo Civil y Comercial, camarista, convencional constituyente, diputado, senador y presidente del Superior Tribunal de Justicia de Santa Fe. En ese tramo de su vida, volverá a contraer nupcias con la joven santafesina Margarita Gálvez, hermana de su viejo amigo.
A su vez, la madre de Hugo Wast era doña Carolina de Zuviría, nieta de un ilustre abogado y tribuno salteño, el Dr. Facundo de Zuviría, bisabuelo de Hugo Wast, redactor de la primera Constitución de Salta, senador, canciller, ministro de Justicia e Instrucción Pública y presidente del Congreso General Constituyente que en 1853 sancionó la Constitución Nacional en la ciudad de Santa Fe.
El joven Hugo Wast ingresó al Colegio de la Inmaculada Concepción, como antes lo había hecho su padre. Allí se educó y formó, recibiéndose de bachiller en 1901. Fue designado primer bibliotecario de la Universidad de Santa Fe y, al año siguiente, inició en esa casa la carrera de Derecho. Se recibió de abogado en 1907 y ese mismo año actuó como secretario de la Asamblea Constituyente de Santa Fe. Al año siguiente contrajo matrimonio con la joven santafesina Matilde de Iriondo Iturraspe, y también obtuvo una plaza de profesor en el Colegio Nacional Simón de Iriondo de Santa Fe. Más adelante enseñará la asignatura de Sociología, de reciente creación, en la Universidad de Santa Fe.
Fue uno de los fundadores del Partido Demócrata Progresista en 1914 y al año siguiente integró la fórmula Thedy-Martínez Zuviría que perdió las elecciones provinciales.
En 1916 obtuvo por oposición la cátedra de Economía Política en la Universidad de Santa Fe y fue elegido diputado nacional por esta provincia. Ese mismo año su novela “La Casa de los Cuervos”, que habla de la historia santafesina, ganó el primer premio del Ateneo Nacional.
En 1922 renunció al partido Demócrata Progresista por el carácter anticatólico que había tomado la agrupación, pero manteniendo la gran amistad que lo unió siempre a don Lisandro de la Torre.
En 1923 la Real Academia Española premió con medalla de oro (el máximo premio en lengua española) a su obra “Valle Negro”. Y tres años después el gobierno argentino le otorgó el Gran Premio Nacional de Literatura por su obra “Desierto de Piedra”. Un lustro más tarde, la Real Academia Española lo designó académico correspondiente. También fue nombrado miembro de número de la Academia Argentina de Letras.
Su vasta obra literaria lo convierte en uno de los escritores argentinos más premiados, como asimismo el que más libros escribió y vendió en la historia de las letras argentinas. Sólo en nuestro país vendió más de 3 millones de ejemplares, y otro tanto en los 15 idiomas a los que fue traducido, además de haber sido en su tiempo el escritor más leído en el mundo de habla hispana.
Este abogado católico, que tenía dos doctorados y hablaba varios idiomas, integró muchas instituciones, entre ellas la Academia Colombiana de Letras, fue miembro de número del prestigioso Instituto de Investigaciones Científicas de Madrid, presidente de la Comisión Nacional de Cultura, director de la Biblioteca Nacional durante 24 años (1931-1955). Durante su dirección -que fue la segunda más larga después de la de Paul Groussac-, el acervo literario y documental creció de poco más de 200.000 libros a más de 700.000, con las mejores colecciones. Fue el creador de su hemeroteca.
La gente del Inadi y la Daia lo ataca diciendo que Hugo Wast fue antisemita y nazi por dos de sus novelas: “El Kahal” y “Oro”. Nada más lejos de la verdad y tan próximo a la mentira.
Dichas novelas fueron “prohibidas en la Alemania nazi”, porque sus autoridades no aceptaban que Hugo Wast tratase en sus obras la cuestión judía desde una óptica católica. Es decir, desde un punto de vista bíblico y no racial, como ellos pretendían. La consecuencia de su rotunda negación como católico a aceptar ese planteo, fue su prohibición por los nazis bajo la acusación de que mentía en sus obras. Esto es importante saberlo y decirlo.
Desde Berlín se le informaba el día 3 de Mayo de 1939 lo siguiente (textual): “La obra del Sr. G. Martínez Zuviría 'Oro' traducida por el Dr. Wurschmith ha sido objetada por las autoridades. En consecuencia es imposible editar el libro en Alemania con su actual redacción. Sobre todo la última parte del libro, es contraria a las formas alemanas del problema del judaísmo, que únicamente ha sido contemplado desde el punto de vista de las razas”.
Ante esa situación, el escritor les escribió diciéndoles que no aceptaba bajo ningún concepto que el tema de los judíos fuera tratado como algo racial, ya que él como católico jamás lo podría aceptar de esa forma.
Las autoridades nazis le contestaron otra carta. Allí, entre otras cosas, le decían, (textual): “Berlín, 27 de junio de 1939. Hemos recibido su carta del 3 de junio... Como hilo rojo corre a través de todo el libro la cuestión judía tratada como un problema religioso. Este modo de ver se lo considera actualmente en Alemania como una ‘falsificación’. Nos veríamos obligados a cambiar el libro en todos esos lugares en que se considera al judaísmo una secta religiosa y no como una raza con características indelebles...”.
Gustavo Martínez Zuviría fue condenado y perseguido por haber escrito “El Kahal” y “Oro” bajo el pseudónimo de Hugo Wast, pero lo realmente imperdonable en Hugo Wast a los ojos de sus perseguidores consiste en que el protagonista de esta novela, de origen judío, se convierte al catolicismo.
Hugo Wast no profesaba enemistad hacia los judíos -como sus detractores señalan-, porque eso era inaceptable para un católico practicante como él, sino que combatió a los enemigos de la Iglesia sin temer las consecuencias, porque su fe era fuerte, su amor grande y su coraje admirable.
Lo llamativo es que los que pretenden quitar su nombre de la calle Hugo Wast no mencionan su inmensa obra literaria, ni todo lo que hizo y dio por ésta su querida Santa Fe, ciudad a la que amó y en donde encontró su primer y único amor, una santafesina que le daría trece hijos y casi sesenta nietos.

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