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domingo, 9 de diciembre de 2012

MONS. AGUER: LA INMACULADA CONCEPCION Y EL PECADO ORIGINAL



En su reflexión televisiva semanal, en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), MONS. HÉCTOR AGUER, Arzobispo de La Plata se refirió al sentido auténtico de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, que se celebra cada 8 de diciembre, explicando que significa que desde el primer instante de su existencia personal, la Santísima Virgen no tuvo pecado original. Fue preservada en atención y en previsión de los méritos de Cristo Redentor de toda mancha de pecado original. Por eso Ella es la llena de gracia, desde el principio de su existencia”.
Tras comentar que esta Solemnidad de la Inmaculada Concepción es una fecha tradicionalmente asociada a la Primera Comunión de los niños” pero que “tendríamos que fijarnos expresamente en el significado de ese título que le damos a nuestra Señora, agregó que cuando el Ángel Gabriel le anuncia que va a ser la Madre del Mesías la saluda llamándola llena de graciay este nombre “la designa en su identidad personal. La expresión bíblica llena de gracia se explica dogmáticamente diciendo que la Virgen Santísima nunca tuvo nada que ver con el pecado, no estuvo bajo la sombra, bajo la impronta, de aquello con lo cual todos nacemos y que en la doctrina católica se llama el pecado original”.
El prelado platense añadió que la gracia por la cual la Virgen es la Inmaculada es gracia de redención. Aquello que habían perdido nuestros primeros padres al comienzo de la historia sagrada de la humanidad lo recupera la Santísima Virgen en atención a los méritos de Cristo”. Por eso esta verdad católica, además de sugerirnos nuestra especial devoción y admiración a la Santísima Virgen, tiene una consecuencia para el modo de plantear la vida y que yo creo es actualísima. Es decir si solo la Virgen María fue concebida sin pecado original quiere decir que todos los demás, todas las demás personas humanas, hemos nacido con esa impronta, con ese estigma”.
Consideró necesario subrayar esto porque “una vieja herejía que se ha renovado en errores modernos, sobre todo a partir del siglo XVIII, sostiene que el hombre es naturalmente bueno, que su libertad está intacta. En todo caso, como decía Rousseau, el hombre nace bueno, es la sociedad la que lo corrompe. Pero ¿quién hace una sociedad corrompida sino el hombre, que primero se ha apartado de Dios por el pecado?”.
Mons. Héctor Aguer afirmó que “frecuentemente, para definir desde el punto de vista ético y espiritual las injusticias que reinan en la sociedad, se dice que existen en la sociedad estructuras de pecado. Pero esas estructuras de pecado: ¿de dónde proceden? Proceden de la malicia de los hombres que cometen injusticias, las cuales luego se convierten, en fenómenos culturales, en estructuras”.
“¿Cómo se superan esas estructuras de pecado?: por la conversión de las voluntades torcidas de los hombres, que tienen que ajustarse a la voluntad de Dios, que quiere nuestro bien”, indicó.
En el final explicó que “el dogma de la Inmaculada Concepción de María nos recuerda que nosotros necesitamos de la gracia que nos convierte y nos purifica. Eso comienza a ocurrir en nuestro bautismo y a lo largo de toda nuestra vida tenemos la oportunidad de ir creciendo en la gracia bautismal, rechazando el pecado, haciéndonos más dóciles a la voluntad de Dios, creciendo en santidad”.
“Ella, la Virgen María, es como el modelo al cual nosotros debemos llegar. Con Ella comenzó ya en la tierra a desarrollarse la redención de un modo concreto ante la venida de Cristo. Pero nosotros vamos a llegar a ese fin, a esa meta, y aspiramos a ella. La Virgen Inmaculada es entonces también el horizonte de nuestra esperanza y de nuestra alegría. Esto justifica que celebremos como corresponde la fiesta de la Inmaculada Concepción”.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
El 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María es una fecha tradicionalmente asociada a la Primera Comunión de los niños. Pero tendríamos que fijarnos expresamente en el significado de ese título que le damos a nuestra Señora.
“Cuando la Virgen Santísima, en 1858, se apareció en la gruta de de Massabielle, a Bernardita Soubirous, se identificó a si misma como la Inmaculada Concepción. Le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción.
Ahora bien: ¿a qué se refiere ese título mariano y la verdad católica que ese título encierra? Hago este planteo porque me parece que muchos católicos confunden las cosas y piensan que cuando hablamos de la Inmaculada Concepción de María nos estamos refiriendo al modo como Ella concibió a su Hijo Jesús, es decir virginalmente. O que se refiere de modo genérico a la perpetua virginidad de la Madre de Dios. No es así.
Inmaculada Concepción de María quiere decir esto: que desde el primer instante de su existencia personal, la Santísima Virgen no tuvo pecado original. Fue preservada en atención y en previsión de los méritos de Cristo Redentor de toda mancha de pecado original. Por eso Ella es la llena de gracia, desde el principio de su existencia”.
“Cuando el Ángel Gabriel le anuncia que va a ser la Madre del Mesías la saluda llamándola llena de gracia. Esa es de algún modo su nombre, que la designa en su identidad personal. La expresión bíblica llena de gracia se explica dogmáticamente diciendo que la Virgen Santísima nunca tuvo nada que ver con el pecado, no estuvo bajo la sombra, bajo la impronta, de aquello con lo cual todos nacemos y que en la doctrina católica se llama el pecado original”.
“¿Es un privilegio? Sí es un privilegio, pero que no la exime a María de recibir la gracia de la redención de Cristo. Al contrario, cuando el Papa Pío IX definió como dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen dijo que Ella había sido redimida de un modo más sublime, anticipadamente”.
“Ella es, entonces, la primera en el orden de la redención. ¿Y por qué se le habrá ocurrido esto a Dios Nuestro Señor? Ese ha sido el punto de llegada de un largo proceso de preparación de la humanidad para que surgiera el Redentor. El Antiguo Testamento es como un documento de esa lenta preparación y purificación de la fe y de la vida moral del pueblo de Dios, que despunta finalmente en la Virgen Santísima para que el redentor brote de una tierra totalmente pura. Es como si dijéramos que Dios prepara un nuevo paraíso para que allí surja el nuevo Adán”.
“La gracia por la cual la Virgen es la Inmaculada es gracia de redención. Aquello que habían perdido nuestros primeros padres al comienzo de la historia sagrada de la humanidad lo recupera la Santísima Virgen en atención a los méritos de Cristo”.
“Esta verdad católica, además de sugerirnos nuestra especial devoción y admiración a la Santísima Virgen, tiene una consecuencia para el modo de plantear la vida y que yo creo es actualísima. Es decir si solo la Virgen María fue concebida sin pecado original quiere decir que todos los demás, todas las demás personas humanas, hemos nacido con esa impronta, con ese estigma”.
“Y subrayo esto porque una vieja herejía que se ha renovado en errores modernos, sobre todo a partir del siglo XVIII, sostiene que el hombre es naturalmente bueno, que su libertad está intacta. En todo caso, como decía Rousseau, el hombre nace bueno, es la sociedad la que lo corrompe. Pero ¿quién hace una sociedad corrompida sino el hombre, que primero se ha apartado de Dios por el pecado?”.
“Frecuentemente, para definir desde el punto de vista ético y espiritual las injusticias que reinan en la sociedad, se dice que existen en la sociedad estructuras de pecado. Pero esas estructuras de pecado: ¿de dónde proceden? Proceden de la malicia de los hombres que cometen injusticias, las cuales luego se convierten, en fenómenos culturales, en estructuras”.
“¿Cómo se superan esas estructuras de pecado?: por la conversión de las voluntades torcidas de los hombres, que tienen que ajustarse a la voluntad de Dios, que quiere nuestro bien”.
“Entonces también el dogma de la Inmaculada Concepción de María nos recuerda que nosotros necesitamos de la gracia que nos convierte y nos purifica. Eso comienza a ocurrir en nuestro bautismo y a lo largo de toda nuestra vida tenemos la oportunidad de ir creciendo en la gracia bautismal, rechazando el pecado, haciéndonos más dóciles a la voluntad de Dios, creciendo en santidad”.
“Ella, la Virgen María, es como el modelo al cual nosotros debemos llegar. Con Ella comenzó ya en la tierra a desarrollarse la redención de un modo concreto ante la venida de Cristo. Pero nosotros vamos a llegar a ese fin, a esa meta, y aspiramos a ella. La Virgen Inmaculada es entonces también el horizonte de nuestra esperanza y de nuestra alegría. Esto justifica que celebremos como corresponde la fiesta de la Inmaculada Concepción”

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