Por Emilio Nazar Kasbo
Una cosa es el desapego que
enseña San Ignacio de Loyola para con los bienes de este mundo, y otra cosa muy
distinta es el descuido de los mismos, ya que éste es síntoma de mala
administración de los Dones que Dios mismo ha dado, síntoma de que el talento
es enterrado.
Por eso, en lo que hace al
dinero, éste jamás debe ser adorado ni considerado como “la medida de todas las
cosas”. El dinero es un mero bien de cambio que resulta útil para evitar el
trueque.
Pero sucede que con el trueque,
uno cambia un bien por otro, y resulta tangible la equivalencia. En cambio, en
el sistema donde todo se mide por el “dinero”, se crea un mundo artificial al
que se denomina “finanzas”, que genera una economía ficticia sobre bienes que
no producen ni se reproducen. Efectivamente: el dinero no engendra dinero.
Este es el “detalle” que permite
el engaño público en base a contratos donde el capital se encuentra
completamente desvinculado de la inversión y del mundo del trabajo: al capital
le interesa que se logre más capital (sin interesar la inversión ni el
trabajo), y es eso justamente lo que permite el engaño.
Supongamos que llega un amigo muy
querido, que sugiere que tiene otro amigo a quien ha confiado su dinero, sus
ahorros, porque le promete una devolución a cinco años de una ganancia mucho más
rentable que si depositara tales sumas en plazos fijos. La confianza del amigo,
lleva e induce a tenerlo como justo administrador y honrado gestor de negocios,
porque tal confianza involucra la honestidad.
Sin embargo, la inversión que
ofrece el “amigo” es recibir el dinero (preferentemente en moneda extranjera,
por supuesto), y de este modo se mezcla la confianza, la “amistad” con el
dinero y una cuestión monetaria (que en sí, no es económica, sino más bien
"financiera", es decir, de papeles)
¿Invertirá en Argentina o en el
extranjero? Lo mismo da, porque los planes son internacionales, la “agenda” de
las naciones es manejada internacionalmente por grupos mundiales que detentan
el poder y deciden qué sucederá con cada zona del planeta. Este Poder
Internacional del Dinero está marcado actualmente por la Internacional
Socialista y la Escuela de Frankfurt. Dinero, poder y lujuria: todo junto en un
mundo globalizado…
¿Qué solicita el “amigo”? Una
inversión mínima de U$S 50.000-, para una inversión agropecuaria por cinco años,
consistente en ganado de cría colocado en un campo. ¿Cuántas personas conocen
de modo directo cómo es el trabajo agropecuario? Muy pocas. Quien entregase el
dinero a tal “amigo”, perdería el control del dinero, a cambio de un papelito
firmado cuyo título es “fideicomiso”.
Claro, la oferta no especificará
características del campo, calidad del ganado, ni el sistema de cría a
utilizar. No hace falta especificarlo, porque quien tiene dólares no sabe ni de
qué se trata: tiene dinero, y eso es suficiente… para el sistema.
Es cierto que la rentabilidad se
ve afectada por cuestiones climáticas y otras semejantes (que pueden ir desde
sequías hasta lluvias en exceso o inundaciones, según dónde se encuentre el
campo), motivo por el cual al final del ciclo (5 años) no se sabrá con
precisión cómo fue la inversión
El sistema planteado es el típico
"dame la plata que yo me encargo", cuestión de dudosa moralidad en
una inversión económica, por no dar otros calificativos. Por eso, la persona
que no entiende, puede estar comprando un buzón. El capital desvinculado del
trabajo y la inversión, no es humano y es algo que contradice la Doctrina
Social de la Iglesia.
La Tasa Interna de Retorno
prometida verbalmente, o incluso en papeles (con las debidas aclaraciones de
que se trata de algo condicional), enceguece a muchos. La mayoría de las
personas acepta abandonar una verdadera realidad a cambio de una gran promesa…
y cuando se da cuenta ya es demasiado tarde.
Efectivamente, es la ambición, el
ánimo de lucro, lo que oscurece el alma de quien tiene dinero y quiere más. La
promesa de obtener más dinero le hace entregar sus bienes, confiando en que
habrá una inversión. Es probable que la inversión incluso exista… pero con
tantos problemas que tal vez un día el “inversor” (cuyo ánimo es usurario) se
de cuenta de que ha sido estafado.
Los bancos no son un lugar para
invertir: ELLOS están para hacer negocio a costa de sus clientes, no que el
cliente lo haga con ellos. Así está conformado hoy el sistema bancario.
El sistema del "pool",
del "fideicomiso" o como quiera llamárselo, es idéntico.
A quien tenga la inquietud, y el
dinero, le sugiero en primer lugar que abandone ánimos de lucro veloz basado en
dinero que “engendra” más dinero, porque tal concepción es falsa. Además, sugiero
que hagan un negocio a SU medida, y no buscar recursos económicos ajenos donde
más de uno puede quedar mal parado, unos por desconocer cómo será manejado su
dinero, otros por manejar el dinero ajeno en base a la confianza ajena...
La verdadera fuente de riqueza se encuentra en el trabajo. La tierra y el capital no son útiles sin el trabajo, y éste a su vez, involucra en uno de sus aspectos la innovación (es decir, la creatividad e inventiva). La promesa de dinero sin riesgo ni esfuerzo, es un engaño o una estafa... y uno de los riesgos es que esa entidad en la que confía el depósito de sus billetes, lo estafe.
Y nunca está de más repetir la
frase antiusuraria: "el dinero no engendra dinero".