Por Juan José Guaresti (Nieto)
Estimados
amigos:
“El agro debe
defenderse” porque desde hace unos 70 años se ha lanzado una crítica maligna
contra los productores argentinos a quienes se los ha instalado en la opinión
pública como si fueran los paradigmas del atraso, la no industrialización del
país y una suerte de oligarquía dominante cuyos intereses están
contrapuestos contra el resto de la
comunidad.
En cambio, la
verdad es que el agro paga impuestos confiscatorios como son las denominadas
“retenciones”, soporta un tipo de cambio que en la práctica es un gravamen
adicional, el Estado no le devuelve con obras y servicios lo que paga en
concepto de impuestos, en medio de un contexto hostil desde que ha perdido la
seguridad personal y la seguridad jurídica.
Este tema lo
traté el 21 de Junio pasado (de 2012) en una reunión del CREA de
Ameghino-Villegas ante un auditorio de gran categoría como suelen ser los
grupos “CREA”, y me permito compartirlo con mis amigos.
La propuesta
es que “El agro debe defenderse” y ubicarse en la arena política, no como un
partido más, sino mostrando de todas las maneras posibles el bien que hacen al
país los productores agropecuarios que desde luego va mucho mas allá de lo
material. “Cultivar el suelo es servir a
la Patria”.
DISERTACIÓN DE JUAN JOSÉ GUARESTI (NIETO) EN LA
REUNIÓN DEL GRUPO CREA AMEGHINO-VILLEGAS (21/06/12)
EL CAMPO DEBE DEFENDERSE
Los
productores agropecuarios argentinos han soportado durante muchos años que
gobiernos de distinto signo gravaran el fruto de su esfuerzo con toda clase
de impuestos, algunos cuidadosamente
disimulados con el nombre de “retenciones”. Ese nombre esta destinado a
confundir, porque las “retenciones” son
lisa y llanamente impuestos a la producción.
Existen otras
gabelas que caen sobre el agro, no menos disimuladas, como la subvaluación del
precio del dólar en el mercado argentino, con el objeto de camuflar la
inflación originada por el mismo Estado por subvenciones indefendibles,
designaciones de empleados y funcionarios sin idoneidad, conocimiento y
experiencia para desempeñar el cargo para el cual los nombran; o políticas
suicidas como la llevada a cabo por el actual gobierno durante diez años,
desalentando la producción de electricidad, gas y petróleo que ahora deben ser
importados a un costo sideral.
No menos
suicida ha sido la degradación de la justicia y la Policía, instrumentos
esenciales del gobierno de la sociedad, sin los cuales es imposible el
ejercicio tranquilo y fecundo de la acción humana.
Además, el
Estado no devuelve al contribuyente, sea agropecuario o no lo sea, los tributos
que les cobra en obras y servicios de
calidad.
Buena parte de
la inmensa masa de impuestos cobrados se pierde irremisiblemente en vericuetos
administrativos o costos carísimos, sin
beneficio para la comunidad.
“TRANQUERAS AFUERA”
Partiendo de
los hechos que acabamos de reseñar, vamos a concentrarnos solamente en lo que
concierne a la producción “tranqueras afuera” de los establecimientos
agropecuarios.
En
consecuencia, el análisis de la labor dentro del campo no va a formar parte de
esta exposición, que solamente tratará en una primera etapa de ordenar
conocimientos respecto de lo que les pasa “tranqueras afuera” a los frutos
obtenidos por uds. hasta que llegan al comprador.
Esto no
implica que olvidemos que merece admiración el hecho que los productores
argentinos puedan obtener resultados tan grandes en medio de tantos obstáculos.
Vamos a pasar
revista en esta exposición a los costos del
transporte de aquellos frutos, a los impuestos que los gravan, a la
moneda con la cual les pagan y al clima económico social que tiene el país
respecto del agro. En la segunda y final etapa de esta charla,
efectuaremos una propuesta de acción
concreta para mejorar el rendimiento moral y material que reciben quienes
trabajan en el agro y por el agro, sean empresarios, profesionales o
trabajadores en relación de dependencia.
El estudio de
esos cuatro aspectos a los cuáles nos vamos a referir, tiene el objetivo de
establecer las dificultades a superar y desde luego el rumbo que debemos
adoptar para enfrentar las adversidades que hoy jalonan la senda del campo.
Partimos del
supuesto que cultivar la tierra es servir a la Patria y que la República
Argentina no es lo que debe ser, entre otras razones, porque se ha entorpecido
el servir a la Patria extrayendo de su suelo, todas las posibilidades que
encierra su ubérrimo seno.
TOMADOR DE PRECIOS
Antes de
entrar en ese análisis, debe quedar asentado como uno de las columnas sobre la
que descansa nuestro razonamiento, que el
productor agropecuario es siempre tomador de los precios del mercado.
NO PUEDE INFLUIR EN MANERA ALGUNA EN ÉSTOS, NI PARA BAJARLOS NI PARA SUBIRLOS. LA PARTICIPACIÓN DE CUALQUIER PRODUCTOR QUE OBTIENE FRUTOS TRADICIONALES COMO CARNE,
LECHE Y CEREALES EN LA MEDIDA EN QUE ÉSTOS SEAN INDIFERENCIADOS, O SEA CARNE,
LECHE Y CEREALES SIN TRATAMIENTO INDUSTRIAL ULTERIOR, SIMPLEMENTE ES MUY
PEQUEÑA Y NO INFLUYE EN EL PRECIO GENERAL DEL MERCADO. NO HAY DUDA DE QUE EN UN
REMATE DE GANADO EN PIE O YA FAENADO, EL PRECIO QUE PUEDE RECIBIR UN
DETERMINADO PRODUCTOR POR UNA CANTIDAD PEQUEÑA DE ANIMALES PUEDE SER ALGO MEJOR QUE EL DEL RESTO, PERO
NUNCA VA A DETERMINAR APRECIABLEMENTE EL PRECIO GENERAL.
Los
productores agropecuarios no pueden disminuir lo que producen para influir en
el precio que reciben. Están laborando permanentemente para poder alcanzar a
los costos de lo que utilizan, costos que tampoco están en condiciones de
discutir, salvo en muy modesta medida.
1) EL TRANSPORTE DE LOS FRUTOS DEL CAMPO:
Los
productores agropecuarios rara vez reflexionan ni menos plantean los costos
desde su tranquera hasta el lugar de entrega de lo que producen, ni siquiera
hacen en forma orgánica el estudio de por qué pagan lo que pagan en concepto de
transporte, que es tan alto en la cuenta final respecto de lo que realmente
reciben.
Rutas y camiones
La mirada del
productor, normalmente hablando, se fija en el precio de venta, pero no se ha
detenido a reflexionar que el precio del transporte está condicionado por carreteras
en mal estado, mal vigiladas, con
riesgos de distinta índole, lo que a su vez acrecienta el precio de los seguros
y el desgaste del vehículo.
Hablamos
ciertamente del camión, que como nadie ignora, es el medio de comunicación más
caro, con más accidentes, más fácil de robar y más contaminante de todos, lo
que incide también en el costo del transporte.
Trenes
El
ferrocarril, que en el último tramo del siglo XIX y en 1os primeros 50 años del
siglo XX dominó el mercado de cargas, ha virtualmente desparecido.
La red del
caballo de hierro tenía en Argentina unos 45.000 km. de vías, que cuando se
vendieron al Estado Argentino en 1948 ya habían casi sobrepasado su vida útil.
Desde ese año
no se han construido más que unos pocos kilómetros de vías y se han degradado,
destruido, o directamente levantado unos 40.000 kilómetros de las mismas.
Ejemplo hindú
La República
de la India que se independizó de Gran Bretaña más o menos en la misma época en
que la Argentina compró los ferrocarriles a los ingleses, tenía 53.000 km. de
vías férreas, o sea, no mucho más que nosotros.
En lugar de
destrozar al ferrocarril ellos lo conservaron, y montaron una soberbia
industria para fabricar locomotoras, vagones y todo lo que requiere un ferrocarril para funcionar al mismo
tiempo como un medio de transporte importantísimo de carga y de personas en
condiciones muy económicas.
Proporcionaron
trabajos dignos a cientos de miles de hindúes, y en la parte que nos ocupa,
acercaron los puertos y lugares de consumo a la producción.
Más oferta, menos precio
Los
productores agropecuarios tienen que comprender dos cosas: que trabajan para
aumentar la oferta de lo que producen, pero como son tomadores de los precios
que les pagan, al aumentar la oferta, hacen bajar los precios de sus productos.
En segundo
lugar, deben tener en cuenta que se ha contemplado el negocio agropecuario
muchas veces con interés demagógico, con cortedad de miras, y que los productores han sido mostrados,
maliciosamente, como si tuvieran intereses contrapuestos con la sociedad.
2) LOS TRIBUTOS:
Existen dos
principales impuestos que se los disimula cuidadosamente:
a) las denominadas “retenciones”, que son
posiblemente el principal impuesto que pagan y
b) la inflación.
Las
denominadas “retenciones” son un impuesto liso y llano a la producción. Este
tipo de imposición es condenado por la
doctrina tributaria porque desalienta a la producción, no contempla a las
situaciones personales y porque se paga
haya o no utilidades.
Impuestos justos
Los impuestos
justos y científicamente aceptados son aquellos que no destruyen la riqueza del
contribuyente.
A las
“retenciones” se las trata de camuflar como
si fueran un impuesto a la exportación, porque se pagan cuando se envía
la mercadería fuera del país y el encargado de recaudarlo es el exportador,
pero el que lo paga realmente es el productor.
Si ese
impuesto no estuviera, el exportador pagaría al productor el precio
internacional menos el flete y los seguros; pero como el impuesto está, el
exportador cobra a su comprador el precio internacional menos el seguro y el
flete, pero retiene ese impuesto y lo ingresa al fisco. El saldo es lo que le
entrega al productor.
Ese impuesto
colosal lo pagan los productores de las
provincias que producen cereales, que por ende, reducen lo que aquellos
pueden gastar en sus lugares de origen, y los fiscos municipales y provinciales
reciben menos dinero.
A largo plazo
El segundo
“impuesto” es la inflación. Los productores trabajan “a futuro”, o sea que
adelantan dinero hoy y lo recobran meses o años mas tarde. Lo que reciben, lo
reciben licuado por la inflación, y lo que tienen que guardar, para poder pagar
los gastos hasta que reciben el precio de su producción, se los achica la
inflación.
Pero lo más
grave de los tributos ni siquiera es esto. Lo peor, es que su dinero es
malgastado en cualquier cosa. No se lo devuelven ni en obras ni en
servicios.
La imposición
en Francia es alta, pero con seguridad se le devuelve al contribuyente francés
muchos más que lo que se le entrega al contribuyente argentino. En Francia hay
otro control sobre los gastos. Aquí hay muy poco, si es que hay algún contralor
eficiente. Los políticos franceses no terminan su carrera tan ricos como muchos
de los nuestros.
3) EL ESTADO FIJA EL PRECIO DE LAS DIVISAS
EXTRANJERAS Y EL PRODUCTOR RECIBE ESE PRECIO Y NO EL REAL.
Desde hace
mucho tiempo, en la Argentina distintos gobiernos han manipulado el valor del
dólar en términos de Pesos y han sobrevaluado (como ahora) la moneda argentina
por distintos motivos.
Sobrevaluación del Peso
Utilizan la
sobrevaluación del Peso para que no suban los precios internos, o sea los
precios de los alimentos, que son precisamente los que produce el agro.
También
utilizan la sobrevaluación cambiaria para que el dólar valga poco y poder así
comprar dólares baratos para pagar las deudas que no puede pagar con los medios
lógicos, que es el superávit fiscal.
Como se ha
tirado el dinero en subsidios, mala administración o precios altos que han
beneficiado a funcionarios públicos que ostentan patrimonios inusitadamente
altos, no alcanza para tener el superávit fiscal necesario para comprar los
dólares en el mercado de cambios.
Dólar bajo
En
consecuencia, se mantiene bajo el tipo
de cambio, con lo cual los precios de los productos agrícolas no son pagados al
precio internacional y los productores agrícolas subsidian injustamente a toda
la comunidad.
Así ha
ocurrido con la tablita de Martínez de
Hoz, la convertibilidad de Cavallo
y ahora con el dólar de C. Kirchner.
Lamentablemente,
los productores agrícolas no han protestado por lo que les pasa.
4) EL AMBIENTE ECONÓMICO SOCIAL:
Desde hace
unos 70 años comenzó una prédica contra el agro y contra los propietarios de la
tierra, pintando a éstos como si fueran patrones feudales y sus trabajadores
poco menos que esclavos.
Difamación al agro
Por supuesto
obviando la labor que se realizó para refinar y mejorar los campos, los ganados
y las mieses, y las posibilidades que brindó este país a nativos y extranjeros
para acceder a la propiedad de la tierra como así también a los bienes de la
cultura, sin olvidar el conocimiento que otorgaron escuelas abiertas al pueblo
sin preguntarle al educando de dónde venía ni quién era, fueron denostados por
una propaganda maligna que sembró el odio donde había concordia.
Se redujo la
visión del agro a un lugar de explotación del hombre por el hombre, pese a que
ningún productor bien nacido descuida jamás a un dependiente que sea útil y
honrado, ni ningún trabajador cabal vio cerrado para sí o para su descendencia
la posibilidad de tener trabajo donde su padre lo hacía emanciparse y
convertirse en propietario gracias a la educación impartida por la escuela
pública.
Muchos
eminentes médicos argentinos que alcanzaron posiciones cimeras en su profesión
venían de familias modestas, algunas de las cuáles desempeñaban tareas humildes
en explotaciones rurales, tareas que no les impidieron a sus hijos acudir a la
universidad y descollar en ella.
Educación pública
Sagarna, abogado,
ministro de Educación pública y posteriormente Juez de la Suprema Corte de
Justicia, era hijo de un obrero ferroviario.
Expresiones
como “oligarquía vacuna” y dislates como que la tierra argentina es tan fértil
que basta depositar una semilla en el suelo para gozar luego de una espléndida
cosecha, lo único que revela es el desconocimiento completo de quienes las
profieren.
La animosidad
que se ha vertido durante tantos años contra el agro y sus protagonistas, ha
llevado como corolario a que se considere que las exacciones arriba
mencionadas, disimuladas con el nombre de impuestos, queden justificadas.
A algunos les
parece hasta lógico despojar a los terratenientes, ya que supuestamente ellos
se están quedando con dineros mal habidos. Los hombres y mujeres del agro que
perseveran, en medio de tantas acechanzas, forman parte de esa argentina secreta
de la que habló Eduardo Mallea en
“Historia de una pasión argentina”, que trabaja, lucha, se esfuerza, que se
capacita silenciosamente, que hace lo mejor que puede todos los días, sin
estridencias, sin reclamar nada y que es, en definitiva, la espina dorsal de
esta nación.
5) LA SOLUCIÓN ES LUCHAR TODOS LOS DÍAS EN LA ARENA
PÚBLICA, TRATANDO DE MOSTRAR A LA POBLACIÓN QUE NADA SE PODRÁ HACER EN LA
ARGENTINA DESTRUYENDO AL CAMPO.
El campo debe
cambiar el lugar que malintencionados le han dado en la escena nacional de
“gaucho malo”, origen de cuanto error ha habido en el país.
El campo es innovador
Hasta se le
atribuye haberse opuesto a la industrialización del país, pese a que se
utilizaron desde muchos años atrás enseres y máquinas necesarias para la
producción agrícola, originariamente importadas pero que fueron sustituidas en
todo o en parte, por implementos argentinos, desde arados de disco hasta
finalmente tractores y trilladoras.
He visto en un
viaje a España, realizado en 1975 en Castilla, trabajar con arados de mancera
tirados por mulas o caballos, prácticas que en Argentina a la sazón eran
desconocidas.
El campo
argentino fue muy innovador y aprendió rápidamente incorporando el alambrado,
los molinos de viento, los tanques australianos, las razas ganaderas europeas,
la alfalfa, las ovejas, las semillas de calidad, etc. etc. Tuvo ferrocarriles
antes que nadie en América del Sud.
Hoy en día la
siembra directa ha introducido una verdadera revolución agrícola, que solamente
tiene par con la innovación genética que se está realizando. Es el proveedor
número uno en nuestro país de divisas extranjeras por medio de recursos
renovables y no de industrias extractivas que se agotan por el solo transcurso
de la explotación.
Contra viento y marea
Todo esto se
hace sin créditos, sin policía, sin justicia, sin subsidios, aplastados por
impuestos disparatados, con carreteras en pésimo estado y con ferrocarriles que
directamente no funcionan.
Esa victoria
de todos los días contra la adversidad, demuestra la idoneidad de quiénes
trabajan en el campo.
Se debe tomar
conciencia del monto abrumador de los impuestos más o menos disimulados que se
pagan, y exigir que cada boleta que documente la venta de un producto
agropecuario, debe informarle al productor lo que paga de impuestos, para que
todos tomen conciencia de lo que el agro contribuye a las arcas fiscales,
incluyendo la sobrevaluación cambiaria.
FUTURO
El agro tiene
que comprender que debe bajar a la arena pública a explicar que hace, por qué
lo hace, y todo lo que su esforzada e inteligente labor beneficia a la
comunidad.
El agro tiene
que buscar amigos y líderes en todos los estratos sociales que sepan lo que
ocurre y lo transmitan a su vez, tiene que tener audiciones de radio y de
televisión, debe utilizar los mismos medios con los cuales se falsea la verdad
para demostrar fehacientemente su contribución colosal a la economía del país,
y defender el hecho incontrastable que la propiedad privada de los medios de
producción hizo el milagro argentino de transformar, en menos de dos
generaciones, un desierto en una formidable y generosa nación.
El agro tiene
que hacer política, no desde de los partidos, sino desde las totalidades,
de la hermandad agraria para con todos
los argentinos para que erguidos sobre este suelo bendecido por la acción
humana podamos repetir juntos la frase inmortal de Eduardo Olivera: “Cultivar el suelo es servir a la Patria”.
(x) Exposición
brindada por Juan José Guaresti (n)
en el CREA de Ameghino-Villegas el día 21 de Junio de 2012.
NOTA DE DIARIO PREGÓN DE LA PLATA:
El artículo ha
sido editado, los subtítulos y negritas pertenecen a la edición.