El Papa Benedicto XVI busca volver a difundir el idioma propio de la
Iglesia Católica, el que usaron San
Agustín y Santo Tomás: el Latín.
Y no sólo dentro de la Iglesia, sino también en la sociedad civil y en la
escuela.
LATÍN PARA TODOS
Ello se realizará mediante un
nuevo “motu proprio” «Foveatur lingua latina» por el cual será instituida la nueva Pontificia Academia
Latinitatis.
Hasta el presente, ha sido la
fundación “Latinitas”, un organismo de la Secretaría de Estado, la encargada de
mantener vivo el Latín, publicando una revista homónima y organizando el
concurso internacional “Certamen Vaticanum” de poesía y prosa latina, esta
fundación se ha ocupado de traducir al latín un enorme corpus de términos
modernos, tal como lo hace la Real Academia Española con su Diccionario
Castellano.
La creación de la Pontificia Academia
Latinitatis será la doceava, y ha sido confirmada por una carta que el cardenal
Gianfranco Ravasi, presidente del
Pontificio Consejo de la Cultura, envió a don Romano Nicolini, un sacerdote de Rímini que milita en la causa de
que las clases de latín vuelvan a las escuelas secundarias italianas, según Andrea Tornielli, de lo cual informa el
blog catolicidad-catolicidad.
Según la fuente, Ravasi recordó que la iniciativa de la
Academia es un deseo «del Santo Padre» y que será promovida por el dicasterio
vaticano que se ocupa de la cultura: formarán parte de ella «eminentes
estudiosos de diferentes nacionalidades, con la finalidad de promover el uso y
el conocimiento de la lengua latina, tanto en el ámbito eclesiástico como en el
ámbito civil y, por lo tanto, escolar». Una forma para responder, concluye el
cardenal en su carta, «a numerosas peticiones que nos llegan desde diferentes
partes del mundo».
DESAPARECIÓ EL LATÍN
Han pasado 50 años desde que el
beato Papa Juan XXIII, en el umbral
del Concilio, promulgó la constitución apostólica “Veterum sapientia” para
definir al latín como lengua inmutable de la Iglesia y subrayar su importancia,
por lo que pedía a las escuelas y universidades católicas que lo volvieran a
incluir en el caso de que lo hubieran cancelado o reducido en los programas
escolares.
El Vaticano II había establecido
que se mantenía el latín la Misa, pero la reforma litúrgica postconciliar abolió
de hecho todas sus huellas en el uso común.
Así, mientras que hace 50 años
los prelados de todo el mundo lograban entenderse hablando el idioma de Cicerón y de San Jerónimo, y los fieles mantenían un contacto cotidiano semanal
con él, hoy en la Iglesia el latín es completamente desconocido incluso por
sacerdotes y Obispos; y son muchos ámbitos laicos los que muestran interés para
promover esta iniciativa.
El latín ha quedado para latinazgos
jurídicos, para enseñar el Derecho Romano en el nombre de algunas de sus
instituciones, y para ciertos ámbitos eclesiásticos reducidos.
NEOLOGISMOS LATINOS
A su vez, en el Vaticano siguen
trabajando los estudiosos que proponen neologismos para traducir las encíclicas
papales y los documentos oficiales.
Un trabajo bastante arduo fue la
traducción al latín de la última encíclica de Benedicto XVI, la “Caritas in veritate” (julio 2009), dedicada a
las emergencias sociales y a la crisis económico financiera. Algunas decisiones
de los latinistas de la Santa Sede fueron criticadas por “La Civiltà Cattolica”,
la prestigiosa revista de los jesuitas, que consideró discutibles las
traducciones de algunos términos, como «delocalizatio», «anticonceptio» o
«sterilizatio», pero que también apreció las traducciones «plenior libertas»
para liberalización y «fanaticus furor» para fanatismo. Entre las curiosidades,
están las expresiones «fontes alterius generis» para traducir fuentes
alternativas, y «fontes energiae qui non renovantur» para los recursos
energéticos no renovables.
«El latín educa para estimar las
cosas bellas –explica Nicolini, que
difundió en las escuelas secundarias italianas 10 mil copias de un opúsculo
gratuito de introducción a la lengua latina y que está difundiendo el llamado
para que vuelva a circular entre las materias escolares– y también nos educa
para dar importancia a nuestras raíces».
DOS CORRIENTES
Entre los que se ocupan de
renovar el léxico latino para poder comunicar en nuestros días usando la lengua
de Virgilio se encuentra don Roberto
Spataro, de 47 años, profesor de Literatura cristiana antigua y secretario
del Pontificium Institutum Altioris Latinitatis, que instituyó Pablo VI en la actual Universidad
Pontificia Salesiana de Roma.
«¿Cómo traduciría “cuervo”? Me
esperaba esta pregunta... Bueno... diría: “Domesticus delator” o “intestinus
proditor”», responde el sacerdote.
También explica cómo nacen los
neologismos latinos: «Existen dos corrientes de pensamiento.
La primera, que se podría definir
“anglosajona”, considera que antes de crear un neologismo para traducir
palabras modernas hay que buscar entre todo lo que se escribió en latín a lo
largo de los siglos, y no solo en latín clásico.
La otra corriente, que por
comodidad definiré “latina”, considera que podemos ser más libres al crear una
circunlocución que transmita bien la idea y el significado de la palabra
moderna, pero manteniendo el sabor del latín clásico ciceroniano».
TRADUCTORES
Spataro pertenece a la segunda corriente e invita a «hojear la
última edición del “Lexicon recentis latinitatis”, editado por don Cleto Pavanetto, excelente latinista
salesiano, y que fue publicado en 2003, con más de 15.000 vocablos modernos
traducidos al latín».
Por ejemplo, fotocopia se traduce
como “exemplar luce expressum”, billete se convierte en “charta nummária”,
básket-ball “follis canistrīque ludus”, best-seller es “liber máxime
divénditus”, los pantalones de mezclilla son “bracae línteae caerúleae” y un
gol es “retis violátio”.
Los “hot pants” se convierten en
“brevíssimae bracae femíneae”, el IVA se traduce como “fiscāle prétii
additamentum”, la “mountain bike” es “bírota montāna”, el paracaídas es
“umbrella descensória”.
En el “Lexicon” faltan las
referencias a la red. «Efectivamente, no las hay –explica don Spataro–, pero en los últimos nueve
años entre los que escriben y hablan en latín se han acuñado nuevas
expresiones. Así, internet es “inter rete” y la dirección de correo
electrónico, “inscriptio cursus electronici”».