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lunes, 7 de enero de 2013

LA POBREZA VERGONZANTE



Por Emilio Nazar Kasbo

EL RICO COME,
EL POBRE SE ALIMENTA
Quevedo

En países donde triunfa la Revolución, la pobreza vergonzante se torna endémica, y en mayor medida cuando la Revolución es globalizada. La Revolución subvierte: al capaz y honrado lo lleva a la indigencia, mientras que el incompetente e incapaz y pervertido es premiado, llevado a los más encumbrados puestos, y llenado de loas y alabanzas por el mundo y por "el sistema".
Hoy en la Argentina se vive un proceso Revolucionario, el mismo que se ha vivido y se vivirá donde los amargos malandras, cachafaces y malevos chamuyadores* asumen el poder, los cuales sólo se retiran cuando un Guapo* les hace frente.
En el medievo, los “pobres vergonzantes” eran aquellos que estando en situación de pobreza no se atrevían a hacerlo público, y recurrían a terceros para socorrerse.
Reflexionaremos primero sobre la película "Dios se lo pague", en que se aborda el tema de la pobreza, para luego introducirnos en la cuestión de la pobreza vergonzante, citando textos de las fuentes que se indican al final de la nota.

Que "Dios se lo pague"

“Dios se lo pague” es una película argentina de 1947 dirigida por Luis César Amadori, protagonizado por Zully Moreno y Arturo de Córdova. Fue la primera película argentina enviada a participar en los premios Oscar. 
El filme fue un gran éxito. Se estrenó el 16 de marzo de 1948 en Mar del Plata, inaugurando el Primer Festival de Cine Argentino, organizado por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

Posteriormente, en pleno gobierno militar de Argentina, durante el Proceso de Reorganización Nacional, en 1981 se emitió por ATC (canal 7) la telenovela “Dios se lo pague”, que estuvo protagonizada por Víctor Hugo Vieyra (Jorge Chabrier) y Leonor Benedetto (Nancy Clovis).
El elenco también estuvo conformado, entre otros, por Federico Luppi (Carlos Pereyra), Gloria Antier (Marta), Héctor Bidonde (Dr. Ernesto Clovis), Edith Boado (Lucy Renón), Delfy de Ortega (Beatriz de Clovis), Susy Kent (Tía Bijou), Susana Lanteri (Fanny), Gianni Lunadei (Dr. Julio Sánchez), María Maristany (Florinda), Natacha Nohani (María), Salo Pasik (Juan), Juan Peña (Cherie), Juan Carlos Puppo (Rodolfo), Sergio Sanders (Guillermo), Luis Tasca (Sócrates), Juan Vitali (Fabio Álvarez), Héctor Da Rosa (Barata), Lucio Deval (Domingas) y Alberto Marty (Martín).

Sinopsis:
En 1939, Eleanora Clovis, una joven de la clase alta argentina va camino de ser solterona. Desde que perdió el uso de su brazo, a consecuencia de una riña con su severo padre, Nora vive recluida en su casa.
En la fábrica del Dr. Clovis, padre de Nora, el obrero Carlos Pereira diseña una máquina que puede hacerlo millonario. Ayudado por su corrupto socio, el Dr. Sánchez, Clovis le tiene una trampa al obrero para quedarse con los planos de la máquina.
María, la ambiciosa esposa de Carlos, es asesinada y él es hallado culpable. Camino a la prisión, Carlos escapa y regresa a Buenos Aires donde busca refugio en una comunidad de pordioseros.
Disfrazado de mendigo, comienza una investigación para esclarecer su inocencia. Esta lo llevará hasta Nora a la que enamorará usando otra personalidad, la del enmascarado "Morfeo". Justo cuando está a punto de demostrar la culpabilidad de Clovis, Carlos se ve obligado a huir a Francia.
La embarazada Nora huye de su casa, en compañía de su tía Bijou.
Por diferentes caminos, Nora y Carlos regresarán a Buenos Aires, un año más tarde dispuestos a luchar por su amor.

Análisis del filme
El empleado del Dr. Clovis es un intelectual, es algo más que un simple operario. Sin embargo, su propio jefe le tiende una trampa para quedarse con el invento. El empleado capaz y honesto, tenía un patrón inmoral.
La esposa de Carlos Pereira, el operario, era una mujer ambiciosa, un grave vicio, y es asesinada, siendo responsabilizado su propio cónyuge, siendo inocente. Así, pauperizado, difamado e injustamente condenado, queda en la peor de las miserias humanas.
Así, escondido entre los pordioseros tras escapar del cumplimiento de la condena, hace su trabajo del mejor modo el único trabajo que puede desarrollar: el de mendigo pordiosero. Y tan exitoso será en su labor, que logra convertirse en millonario. 
Sin embargo, a pesar de conocer en profundidad los móviles humanos y Sobrenaturales de la devoción de los católicos, conocedor de los diversos motivos que llevan a dar limosna, aunque omite la Caridad de quien ve en el mendigo a otro Cristo, también sabe del espíritu filantrópico de quien mucho tiene y da dineros que le sobran como migajas que caen de la mesa de un opulento, por el hecho de sentirse superior en tal acción, o por mera lástima, o por otros motivos muy alejados de la Caridad del católico. 
Pero Carlos Pereira guarda en su alma, a su vez, un deseo más que de justicia, de venganza contra quien tantos males le había proporcionado en la vida. Y precisamente, el ansia de venganza mata el alma, y la envenena, ya que la persona acaba privada de toda Caridad.

Problema globalizado
Las actuales “crisis mundiales” han globalizado el problema, y sus vícitmas hoy son personas que pasan a nuestro lado, con las que incluso coincidimos en diversos ámbitos de nuestra vida, a las que saludamos y deseamos “feliz navidad” sin percatarnos de que para ellas la nochebuena fue una noche mala.
Son producto de la crisis económica: por lo general personas que disponían de un trabajo y de un nivel de vida aceptable, pero que cuando perdieron su empleo y transcurridos más de dos años ya no les quedan ni prestaciones ni ahorros. Prefieren ocultar su pobreza a familiares y amigos, recurriendo a los más íntimos para que les proporcionen socorro. Viven la situación con sumisión, resignación y con la esperanza de que pasado un tiempo todo vuelva a ser como antes. Forma parte de la tradición latina: aguantar los embates de la vida con la solidaridad de los familiares más próximos.
Los pobres vergonzantes frecuentan con discreción los comedores sociales, se nutren de los bancos de alimentos o recurren a recoger en los contenedores de basura los alimentos perecederos, pero en buen estado, que arrojan los grandes supermercados.
No tienen aspecto de indigentes, se relacionan con el resto de la población y un café en el bar para que no se note su pobreza.

Pobreza por injusticia
Supongamos el siguiente caso. Una persona tiene recursos económicos, pero su administración está en manos de terceras personas, quienes al “ningunean”, omitiéndola completamente.
La administración de tales bienes y recursos económicos se realiza, por tanto, de modo discrecional, y no sólo no se le rinde cuentas a la persona titular de tales bienes, sino que tampoco se le abona un centavo de los frutos o productos de la explotación de los mismos. Así, transcurre el tiempo, en tanto por cierto temor reverencial la persona no efectúa reclamo alguno.
La consideración general respecto de esta persona, que es universitaria y que tiene un título de posgrado, y además con un trabajo que le permite la subsistencia pero sin permitirle adquirir bienes suntuarios o darse algún gusto de vez en cuando, será la de una persona con numerosos bienes por sobre el común de la gente, aunque en la realidad no disponga más que de un magro sueldo para sus propios gastos.
Y todo ello, sumado a que si la persona quisiera vender alguno de los bienes, no podría hacerlo por carecer de los datos o referencias de los mismos. Y en caso de que quisiese iniciar acciones judiciales sus mismos bienes se convertirían en litigiosos, por carecer de información concreta acerca de si es deudora, acreedora, si todas sus propiedades continúan siendo propias o no, o en qué medida le pertenecen dichos bienes o sus frutos, o en qué medida todos sus bienes son ajenos en virtud del manejo que terceras personas han realizado. Sin llegar al grado de indigencia, tal persona será pobre, a pesar de gozar con recursos sociales y culturales. Eventualmente, y sin saberlo, sus deudas podrían ser mayores que sus bienes, lo cual sería una clara condición incluso de indigencia. Una injusticia ha privado a esta persona de sus propios bienes, conduciéndola a la pobreza vergonzante.

Pobreza por crisis económica
Otro es el caso de una persona que poseyendo bienes, los invierte. En el manejo de los bienes y de los recursos económicos a su disposición, a pesar de ser prudente, algo sale mal.
Tal persona propietaria, contrata con una persona que deja de cumplir con sus obligaciones. Es decir, el cocontratante deja de cumplir con sus obligaciones, produciendo un daño de tal medida al titular de los bienes que lo deja en la indigencia, arrastrándolo a una insolvencia inicial, o tal vez incluso a la quiebra. La persona propietaria, a pesar de ser titular de bienes, quedará comprometida con los mismos merced a un negocio frustrado, arribando a un mal resultado económico por culpa del cocontratante. Y mientras todos identificarán socialmente a los bienes en cabeza de su titular, creyendo en su imaginación que el mismo goza de una importante prosperidad económica, toda esa imaginería es desmentida por la cruda realidad.
Otro caso, es el de una persona prudente, que realiza inversiones en determinado marco económico, pero el mismo cambia sorpresivamente, dejando en la indigencia al titular de los bienes. Por ejemplo, variaciones en los tipos de cambio con los que usualmente trabajaba, aparición sorpresiva de inflación, imposición de normativas económicas que licúan créditos o deudas, restricciones económicas impuestas por gobiernos, o las crisis “globales” que han surgido en la actualidad, capaces de sumir a cualquiera en la indigencia más extrema, o de licuar deudas de grandes deudores para llevarlos a una inesperada prosperidad a costa de sus propios acreedores.

Pobres según el Diccionario de Autoridades
El Diccionario de Autoridades define al "pobre vergonzante" como "la persona que por su calidad y obligaciones no puede pedir limosna de puerta en puerta y lo hace de modo que sea con el mayor secreto posible".
El "pobrero" –según el diccionario mencionado- es "el que en las comunidades tiene el encargo de dar limosna a los pobres".
Por otro lado estarían los "mendigos transeúntes", los cuales serían los usuarios de las pobreras y los "pobres de solemnidad" vecinos de los pueblos, según se recoge en el Catastro del Marqués de la Ensenada, grupo marginado, entre los que abundaban las viudas y enfermos, los cuales se veían obligados a vivir de la mendicidad.
Para José Antonio Martín de Marco, archivero municipal, "un pobre de solemnidad es aquel que no tiene ni puede disponer de un metro cuadrado de tierra donde poderse enterrar, aquello de "no tiene ni dónde caerse muerto", es aplicable a este grupo social".
Para Juan Antonio Gaya Nuño –"El santero de San Saturio"-, pobre de solemnidad "no significa pobreza absoluta, sino mostrada con gran profusión de medios, tanto en atavío cuanto en gestos y en una auténtica liturgia de pedir limosna.
Algunos recordarán la película argentina del trabajador que acaba como mendigo luego se convirtió en millonario tras haber adquirido lentamente las acciones de su ex jefe, el cual le había robado un invento cuando era dependiente,  película titulada "Que Dios se lo pague"... a veces, suele suceder algo similar en el mundo real...

* NOTAS: (Vocablos del Lunfardo argentino)
Amargo: Cobarde.
Malandra: Delincuente. Mal viviente en general.
Cachafaz: Bribón, descarado, insolente, atrevido, desfachatado, pillo, pícaro, desvergonzado, holgazán, ocioso.
Malevo: Persona de malos antecedentes, provocador, pendenciero.
Chamuyar: Hablar o escribir con intensión persuasiva, pero falazmente o sin argumentos sólidos; también, decir requiebros a otra persona con el propósito de seducirla.
Guapo



FUENTES:

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