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miércoles, 23 de enero de 2013

SE HUNDE EL ARA "SANTÍSIMA TRINIDAD".



Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila. (LMGSM 1 y CMN 73)

El más puro y santo destino de un buque de guerra debe ser la profundidad de los océanos, donde el agua será quien lo proteja y, al mismo tiempo, lo destruya como ser material, mientras que las mentes los mantienen en la jerarquía de los espíritus  de aquellos que han servido a la Nación.
             Los diarios de hoy (2201-2013) señalan con "pesar", refiriéndose al ARA "Santísima Trinidad", que se está hundiendo (LN "Combatió en las Malvinas y hoy se hunde en el abandono") y, en verdad, la noticia deja un saldo amargo, ante un hecho que es irreversible y tiene algo de similitud con la muerte de los seres vivos. Esto no es casual, ya que algunos objetos materiales toman formas que adquieren espíritu y eso les da una conformación que va más allá de su presencia física. Esta situación es clásica y se presenta, sin dudas, en una pléyade de monumentos, edificios, etc. que la creatividad humana deja como legado de su esplendidez para admiración de las generaciones del mañana. Pero, también se da, en algunos artefactos, como es el caso de los barcos, los tanques y/o los aviones, que parecieran adquirir la dimensión de monumentos,  por el solo hecho de haber existido.
           En el caso del ARA "Santísima Trinidad", campea con fuerza el rol cumplido en la Guerra del Atlántico Sur y la responsabilidad asumida en el momento crucial del desembarco en "nuestras Islas Malvinas", lo que le otorga un sello de grandeza que lo hace destacado y destacable. Este mismo papel, como un arma de combate, cumplieron otras unidades de la Armada, junto con los aviones de ella y la Fuerza Aérea, lo que lleva a pensar que, cada una de ellas, merece ser reconocida. Pero, para ser realmente sinceros, no podemos dejar de señalar, que cada una de estas armas, tenían su efecto debido a la tarea, responsabilidad y acción de un ser humano, marino, aviador o soldado, que potenciaba su calidad de combatiente con el medio de que estaba dotado.
        La situación del ARA "Santísima Trinidad", sin dudas, se repetirá en todos los medios de combate de las Fuerzas Armadas, que debido a su utilización y, posiblemente, a su superación por otros más evolucionados, quedaran "radiados del servicio", en algunos casos serán simples "chatarras" y, en algunos pocos, quedaran unidades, como recuerdo, emplazadas en algún lugar público. Este mismo fenómeno de afecto y cariño, casi como una coincidencia del destino,  se está viviendo con el reemplazo de los coches centenarios de los Subterráneos de Buenos Aires y, pese al contento que acompañan a los nuevos, aparece un dejo de nostalgia hacia los que se van.
      El hundimiento del "Trinidad" debe ser apreciado como una de las tantas resultantes de la vida y, por lo tanto, se debe aspirar que su "muerte" este rodeada de todas las acciones que merecen aquellos que han dado y a los que se debe estar reconocido. Por ello, en homenaje a este buque, en el cual se desarrollaron momentos históricamente importantes, deberíamos rescatar en plenitud a aquellos marinos que lo tripularon y que, con su capacidad, valor e inteligencia, nos han legado una página de honor y dignidad en la magnífica construcción de nuestra Patria.

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