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viernes, 1 de marzo de 2013

INGENIERO JORGE NEWBERY- - Palabras pronunciadas en el Campo Hípico Militar (0103-2013) en el acto de homenaje a un grande de la Patria.



 El 1 de marzo se cumplen 99 años del trágico fallecimiento del Ing Jorge Newbery, posiblemente, el mas renombrado propulsor de la aviación a principios del Siglo XX. Adjunto las palabras que pronunciare en el acto a celebarse en el Campo Hípico Militar en nombre del Instituto Nacional Newberiano, solicitando su publicación.

Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 y CMN 73) (1)

El valor y la osadía se unieron en Jorge Newbery que, con el encanto de sus gestos y la sabiduría de sus actos, dejó como herencia su legado: la conquista de los cielos y el saber que el futuro existe por lo que cada día hay que desafiarlo y avanzar hacia el por el progreso.
       Diríamos que Jorge Newbery es parte de una generación exitosa, que vive Argentina en su proceso de evolución más destacado a principios del Siglo XX. Las primeras décadas de ese siglo acumulan en realizaciones, los esfuerzos, sueños y acciones de los años anteriores, que orientan al país, hacia lo que sería como una gran nación, conforme los ideales de sus grandes próceres fundadores. La historia recoge de Newbery sus roles y papeles de deportista y profesional, destacándose  su aporte a la aviación, que recién nace en el Mundo. Pocas veces se lo menciona, en su simple situación de hombre, caballero de carta cabal y, en fin, un “porteño”, que admira su ciudad, donde vive intensamente lo que la comunidad rioplatense brinda a sus vecinos y amigos. Es por ello, dado lo conocida que es su gesta, parece interesante recalar en su personalidad y el significado de un espíritu que gozaba de la vida y, al mismo tiempo, esparcía a su alrededor, como una aureola de amistad, las sensaciones del éxito logrado,  por el triunfo de la acción, la dedicación y el trabajo.
    Querría detenerme en una página, que me llena circunstancialmente de hondas emociones, ya que, quiso la suerte y el destino, que mi abuelo paterno, José de la Cuesta y Rufino, compartiera con Newbery, sus trabajos profesionales, cimentando una fuerte amistad, al desempeñarse, este, como Director General de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y, aquel, como Director de los Servicios Eléctricos del Puerto de Buenos Aires. Pero, había algo más que los unía, el  hecho de que el Primer Aeródromo se instalaría en la zona de Villa Lugano,  donde mi abuelo poseía tierras de propiedad de aquel, por herencia de su madre Clara Rufino de de la Cuesta.
       Newbery era parte integrante preferido de la sociedad porteña y, en ella, se destacaba por su señorío, gentileza y galanura, concurriendo asiduamente al Jockey Club y al Club del Progreso, sin dejar de ser habitual de los lugares de bailes “populares”, aquellos típicos “almacenes”, donde siempre era bien recibido. En la sociedad porteña se lo consideraba un simbólico galán, el elegante caballero, el duro con los duros y el blando que siempre extendía su mano cuando pensaba que debía hacerlo. Se lo caracterizaba por su afición a los deportes, lo que lo convertía en el practicante del boxeo (era zurdo), esgrimista de nota, hábil jugador de fútbol  motociclista, fuerte remero y luchador grecorromano, corredor pedestre y, finalmente, tripulante de globos y aviador aficionado. Da cuenta de toda estas actividades, su participación en clubes de fútbol o en los más diferentes encuentros deportivos, en los cuales, generalmente, lograba ser el triunfador. Todo esto, lógicamente, había creado una real “aureola” de popularidad, que el mismo aceptaba como una  contribución a la amistad, que sabía cultivar excelentemente y profundizar con gestos propios de un  triunfador.
    En aquel tiempo, en el que vivía Newbery, surge con claridad que Argentina es una gran nación, que atrae por sus capacidades llenas de promesas de futuro. Posiblemente, Rubén Darío, en su Canto, sintetiza el mensaje cuando dice: “Argentina tu día ha llegado”. Es los momentos cuando el tango deja de ser “orillero” y gana los salones porteños, se inaugura la línea subterránea y los tranvías eléctricos cruzan las calles de la dorada ciudad. Se da el periodo de celebración del Centenario del 1810, se construyen palacios, se levantan monumentos ofrendados por las naciones más poderosos del orbe y  hasta Guillermo Edison, desde Buenos Aires, la une radiofónicamente con Irlanda y Canadá.  Surgen los primeros “ídolos” en el arte y los deportes, y la Gran Aldea pasa a ser vista como el “Paris de Sudamérica”. Segura y posiblemente, Jorge Newbery y la decena de amigos que lo acompañan, sueñan y hacen, configuran el perfil de una sociedad que compite con éxito con las más avanzadas del Mundo.
    Es posible relatar con detalles cada una de sus “aventuras” y sorprenderse por los “éxitos” logrados, (datos contenidos en la gran cantidad de bibliografía que se ocupa del mismo, señalándose en particular el libro escrito por el Brigadier Hugo G. de Risio (2) ) que significan, no tan solo las ventajosas acciones propuestas, sino también, en especial, la alta calidad humana con lo que apoyaba ellas y lograban el concurso de todos, desde los más encumbrados hasta los más humildes, en los que su mensaje despertaba esperanzas y señalaban escenarios triunfantes en el futuro.  Jorge Newbery había logrado, no tan solo mostrarse como el “amigo de todos”, sino serlo concretamente en toda la magnitud que ello significa (3). Pero, como siempre sucede, después del momento de su trágica desaparición en Mendoza, el 1 de marzo de 1914, se desata el fervor hacia aquel que tanto había mostrado. Por ello, parece mejor, dejar en las palabras de los que fueron sus contemporáneos, el recuerdo. Así tenemos, una de las frases del Presidente del Jockey Club, pronunciadas en el homenaje rendido, que dice:
…..”Ha caído para siempre el que tenía el corazón abierto a todas las emociones puras y la mano lista para todas las lealtades, el que no necesitaba dejar de ser bueno para ser glorioso, y a quien la providencia nos arrebata en las vísperas de la hazaña meridiana como si hubiera querido ella misma conducirlo de una vez a las alturas mayores de donde no se vuelve, pero no se sufre…”
       Pero, lo que realmente admirable, y, seguramente, nos muestra la personalidad de Jorge Newbery y su vinculación, como ser humano, a una sociedad deseosa de tener sus propias entrañas de gloria, es el tango titulado “A la memoria de Jorge Newbery”, cuya música es de José Razzano y (sorprendente) la letra de Carlos Gardel, cuyas estrofas, llenas de afecto y admiración, nos dicen así:
En un abrazo inmortal, la guitarra y el poeta, sollozan por el atleta, de la Aviación Nacional.
Newbery, el candor genial, que fue en sublime locura, a seis mil metro de altura, rompiendo brumas ignotas, cayó con las alas rotas, en la negra sepultura.
Duerme gran americano, en sepultura de granito, has entrado al infinito, volando con tu monoplano….
    En este homenaje al grande hombre, campeón de luchas aladas, destacado en sus obras y permanente triunfador en sus gestos, si bien podemos y debemos admirarlo como tal, se debe señalar su personalidad de varón pleno, que sabe magistralmente matizar el espíritu con el obrar físico, para, finalmente, darnos el orgullo criollo de saberlo nuestro, como un paladín de argentinidad, que nos sirve de ejemplo, y cuya talla, debe ser el modelo a impulsar a la nación que el tanto amo y a una Argentina tal como él la soñó. Vaya así, nuestro homenaje y recuerdo al Ingeniero Jorge Newbery que, con su impulso, dedicación y trabajo, trazo los primeros pasos para concretar la aviación, que con sus alas poderosas, emulando a los cóndores bravíos, han conquistado los cielos de la Patria.
    Es interesante, para conocer la amplitud del accionar de Newbery, el recordar el nombre de algunos de los muchos que fueron sus amigos y, seguramente, “compinches” en sus sueños y aventuras. Entre esta cantidad grande de personajes, se pueden citar a aviadores como Santos Dumont, Rolando Garros, Teodoro Fels y Gimenez Zapiola y contemporáneos como Marcelo Alvear, Enrique Mosconi, Alfredo Palacios, Aaron de Anchorena, Antonio de Marchi y tantos otros que, su sola mención, constituye una página de nuestro pasado histórico.
    Como el año pasado (2012), se cumplieron los cien años de la creación de la Escuela de Aviación Militar, inspirada, propiciada y apoyada fervientemente por Newbery, para asociarlo con aquellos predecesores, es de honor, citar el nombre de aquellos soldados del aire, así tenemos en sus dos primeras promociones a:
Año 1912: Tte Fragata Escola Melchor, Tte. 1ro. Brihuega Aníbal y Goubat Raúl, Tte. Agneta Alfredo, Zanni Pedro, Pérez Terrera Saturno, Giménez Kramer  Carlos, Casavega  Leopoldo, Ferreyra Juan y De Biedma José y Subt. Origone Manuel.
Año 1913: Tte. Pueta Juan, Benavente Edgardo, Pissano Elisendo, Padilla Enrique, Varona  Agustín y Campos Pedro y Sgto. 1ro. Sánchez Francisco.
    La Patria se construye en los cielos, donde brillan todas las auroras y, sin dudas, las alas de nuestros aviadores, en sus rugientes aviones, son una de las muestras del valor criollo que, como legado de la historia, hemos heredado del Ingeniero Jorge Newbery. Vaya  a este, brillante cóndor alado de nuestro cielo y a todos aquellos que, con valor y coraje, actuaron, lograron y vencieron el firmamento junto a él,  nuestro homenaje.
   Creo que, al margen de las hazañas de Jorge Newbery, debemos rescatar en su gesta el desafió que realiza con sus actos. para avanzar hacia el futuro, acción que debemos tomar como idea  en el presente y, como ayer se conquistó los cielos, hoy debemos avanzar, lógica y racionalmente, para dominar el nuevo escenario que constituye el ciberespacio, donde la realidad adquiere vida virtual, en una coexistencia maravillosa,  fruto de la inteligencia humana y la indescriptible capacidad de las maquinas. Como en el pasado, Newbery nos llevó a la conquista de los aires, nosotros hoy tenemos que emular su accionar, avanzando tras la cibernética, como medio e instrumento cumbre en la transformación de nuestra civilización. Así, Jorge Newbery y la pléyade de sus contemporáneos, sabrán, que la misión que nos legaron tiene, en el presente, la misma fuerza que nace del afán de los hombres por ser cada día mejor por el bien y la felicidad, bendecida por el Altísimo, de la Humanidad.
Notas:
(1) Agradezco al Cte. My. Salvador Martínez, Presidente del Instituto Nacional Newberiano, que, en mi carácter de Decano Miembro de Honor del mismo y Caballero de la Legión de la Virgen de Loreto, me designo para decir este homenaje en la ceremonia realizada el 1 de marzo de 2013.
(2) Jorge A. Newbery – Una visión actual de su vida – por Brigadier Hugo G de Risio: Pag 32 “De hecho la gente lo conocía como el Señor Corazón. Pag. 37 “Recordemos que Newbery fue el primer ídolo nativo que tuvo Argentina”.
(3) Deseo citar, en particular, entre sus amigos, al Coronel Enrique (El “Gringo”) Padilla que obtuvo su brevet de aviador en el año 1913 y que, luego, se destacaría en el polo, participando en las Olimpiadas (1924) en las que Argentina seria campeona en dicho deporte,  por lo que, una de las canchas del Campo Hípico Militar en Palermo lleva su nombre, por ser el único militar que conformaba el equipo.

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