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miércoles, 24 de julio de 2013

EL AFFAIRE MASSA.


Una interpretación.
Tercera parte.

A medida que pasan los días el significado de la irrupción de Sergio Massa en el proceso electoral que conduce a la renovación de ambas Cámaras del Congreso Nacional se va tornando más claro aunque subsisten ciertas incógnitas que obligan a profundizar en la búsqueda de las ocultas razones de su aparente éxito político.
En la nota anterior enumeramos tres elementos que nos parecen de utilidad a la hora de trazar el diseño teleológico de una operación indudablemente dotada de una trascendencia que ningún observador o competidor político puede negarle. Esos tres componentes de la ecuación que va develando Massa son: la composición de la lista de candidatos a diputados, el mensaje- destinado al consumo de los votantes- que el líder de la operación y algunos de sus secuaces van destilando a cuentagotas y la configuración de los infaltables “equipos técnicos” con los que se suele tratar de convencer al electorado acerca de la seriedad y solvencia de la propuesta política a la que dichos equipos sirven.
El análisis de estos datos de la realidad tal vez no alcance a penetrar en los entresijos más reservados del affaire Massa. Es probable que detrás del candidato exista un cenáculo formado por factores de poder que han decidido dar por terminado el ciclo de los Kirchner en razón del progresivo deterioro de la racionalidad con la que cualquier gobierno, del signo ideológico que sea, debe administrar la sociedad sometida a su autoridad. Pero ello no debe inducirnos a profesar alguna clase de “teoría conspirativa”. Cuando los intereses de los que realmente tienen mucho que perder con los desvaríos de los que mandan, de una manera u otra ponen en marcha los mecanismos, democráticos o no, para intentar un regreso lo menos traumático posible a la “normalidad”, entendiendo por esto la eliminación de los aspectos más irracionales del régimen en funciones. La obliteración del recurso al golpe militar ha obligado a los distintos partidos, grupos de presión y factores de poder a aguzar la inventiva a la hora de aspirar a un cambio de época. La actual búsqueda de nuevos actores y componentes políticos, lamentablemente coincide con un deterioro ideológico que se traduce en oportunismo, trivialización del discurso y persecución anhelosa del protagonismo mediático. Todo ello, como es natural, conviviendo con un desmadre de la corrupción y del transfuguismo que hace difícil precisar los límites de cada propuesta electoral.
¿Qué nos dice la lista de Massa?
Parece atinado comenzar por el análisis del único elemento presuntamente inalterable entre los que componen el massismo: la configuración de la lista de candidatos a diputados nacionales legalmente inscripta para la competencia electoral de octubre. Sin embargo, respecto de esta “inalterabilidad” hay que hacer una reserva: la siempre latente posibilidad de que Massa, y algún otro candidato, según sean los resultados obtenidos juegue de “candidato testimonial”. Tanto desde el oficialismo como desde los cuarteles de su principal contendiente a la hora de captar votos peronistas noK – obviamente Francisco de Narváez- se suele agitar un fantasma – o dos- del pasado de Massa: su rol de candidato testimonial en las elecciones de medio tiempo de 2005 y 2009. Si bien puede aceptarse que estos antecedentes permiten abrigar algunas dudas sobre las declaraciones de sus adeptos y de él mismo acerca de la firme voluntad de asumir la banca de diputado en diciembre de este año, lo cierto es que el mejor método para despejar las sospechas sobre esta cuestión es el de obtener una radiografía lo más exacta posible de la operación política que tiene a Massa como protagonista.
Veamos pues qué puede inferirse de la composición de la lista del Frente Renovador. En primer lugar, fácil es advertir la fuerte incidencia del territorio en la integración de la lista. No solamente Massa y Giustozzi forman parte de la llamada liga de los intendentes, sino que varios otros nombres proceden de la componente espacial de la política electoral. Soledad Martínez, de Tres de Febrero, ostenta el sexto puesto en la lista y proviene del macrismo provincial y fue presidente del bloque del PRO en el Concejo Deliberante de ese municipio. Sandro Guzmán, ocupa el octavo lugar se ha desempeñado como intendente de Escobar. María Azucena Ehcosor de Acuña, novena en la lista, es la esposa del intendente de Hurlingham, Luis Acuña. Ha sido electa senadora provincial por la primera sección electoral de la Provincia en la lista del Frente para la Victoria. Gilberto Oscar Alegre, ha sido reelecto reiteradamente como intendente de General Villegas y ostenta una larga carrera política dentro de las filas del PJ provincial. Hay que tener en cuenta que detrás de las candidaturas, ha sido la liga de los intendentes la que ha operado con neto sentido de la importancia atribuida al frente territorial. Tanto Darío Giustozzi (Almirante Brown), como Luis Acuña (Hurlingham), Carlos Selva (Mercedes), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), Humberto Zúccaro (Pilar), Gustavo Posse (San Isidro), Jorge Macri (Vicente López), Gabriel Katopodis (San Martín) Joaquín De la Torre (San Miguel) José Eseverri (Olavaria) Luis Andreotti (San Fernando) Gilberto Alegre (General Villegas) Patricio Hogan (General Alvarado) Marcela Passo (General Lavalle) Sandro Guzmán (Escobar) Martín Caso (Rojas) y Adrián Sánchez (Exaltación de la Cruz) a los que tal vez habría que agregar a Mario Meoni (Junín, radical de origen).
Si se acepta que la batalla del Conurbano es la que decidirá la suerte electoral del oficialismo, hay que tener muy en cuenta la clara división social que existe entre los municipios que forman parte del territorio más poblado de la Provincia. Se percibe, a simple vista, que se presenta una clara diferenciación entre los partidos del norte y los del sur del Conurbano. En tanto Vicente López, San Isidro, San Fernando, Tigre, Malvinas Argentinas, Pilar, San Miguel, Hurlingham, Tres de Febrero y tal vez San Martín exhiben una composición social con predominio de sectores medios, en los sureños – Lanús, Lomas de Zamora, Quilmes, La Matanza, Florencio Varela, Berazategui, San Vicente y Ezeiza- son mayoría los habitantes ubicados en los tramos inferiores de la escala social y, en consecuencia, mayormente dependientes de los planes sociales, subsidios y prestaciones gratuitas a cargo del Estado central, del gobierno provincial y de las administraciones municipales. Los partidos ubicados al oeste de la Capital – Morón, Merlo, Moreno y General Rodríguez - se han ido deslizando hacia una situación análoga a los partidos del sur. Dado este esquema, el tránsito de Giustozzi –Almirante Brown- al movimiento de Massa cobra una importancia apreciable. Cuando se reflexiona acerca de las perspectivas político-electorales de una alianza basada en la preponderancia de intendentes municipales, se puede suponer razonablemente que el objetivo primario habría de ser conseguir en 2015 la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Sin embargo, los nombres de los candidatos que no provienen del frente territorial, parecen indicar otro horizonte: la elección presidencial de 2015. En este sentido es que se habla de una sobrecalificación que afectaría a la lista de Massa que parece coincidir con la formación de “equipos técnicos” destinados a tratar las cuestiones más relevantes de la agenda pública, cuestiones que difícilmente puedan ser ventiladas y decididas en el contexto de la composición de la Cámara de Diputados conforme el resultado de la elección de octubre.
Los nombres de los candidatos que no se vinculan directamente con la liga de los intendentes, permiten sustentar lo antedicho. Entre los que provienen de la actividad partidaria, están Christian Gribaudo, en la posición 13ª, que ostenta un pasado en la UCR y actualmente es la “pata radical” del PRO en la Provincia y José Adrián Pérez, 7º en la lista y activo militante de ARI y la Coalición Cívica, muy promocionado hasta hace poco por Elisa Carrió. Gladys González (12ª en la lista) ha sido electa diputada nacional por el PRO y ocupó cargos de relevancia en la administración macrista de la Ciudad de Buenos Aires.
También forma parte de la lista de Massa (11º) Héctor Daer, máxima autoridad del sindicato de la Sanidad. La inclusión de Daer, ha sido considerada como un indicio del apoyo de la casi totalidad del grupo de los denominados “Gordos” compuesto, entre otros, por Oscar Lescano, Armando Cavallieri, Carlos West Ocampo y Roberto Fernández. La “pata sindical” del massismo incluye también a Facundo Moyano y se especula con que si Massa hubiera declarado con más anticipación la decisión de presentarse como primer candidato a diputado, el mismo Hugo Moyano – hoy decepcionado de su alianza con Francisco de Narváez- hubiera podido apoyarlo. Se señala a Alberto Murúa (plásticos) como el nexo entre el titular de la CGT Azopardo y Massa.
Hay otras tres candidaturas que han llamado poderosamente la atención a los analistas de este proceso electoral: las de Mirta Tundis, Felipe Solá y, sobre todo, la de José Ignacio de Mendiguren. La aparición de la periodista de TN en un alto nivel en la lista de Massa – figura en el tercer puesto- sólo puede explicarse como el intento, bastante pueril por cierto, de captar el voto de cientos de miles de jubilados para quienes Massa ha dedicado alguna de sus pocas y superficiales declaraciones posteriores a su postulación. La Tundis, según algunos intérpretes, aportaría, además de sus conocimientos en el área de la política previsional, una conexión interesante con el “Grupo Clarín”.
En cuanto a Felipe Solá (4º) que últimamente se ha caracterizado por un continuo movimiento oscilante entre el oficialismo y el peronismo disidente, se asegura que Massa lo ha captado por sus buenas relaciones con los sectores agrarios de la Provincia, muy representativos en todo el territorio bonaerense allende el Conurbano.
Pero el “plato fuerte” de la lista, es la presencia de Mendiguren (5º) dada su larga militancia en la Unión Industrial, su proximidad al gobierno de CFK, sobre todo a través del ministro De Vido, y la influencia sobre una parte considerable del empresariado industrial, en particular el más vinculado al mercado interno y el más necesitado de protección estatal. Mendiguren, probablemente, sea una pieza indispensable para diseñar los contenidos de política económica que deben formar parte principal de la estrategia massista: rescatar el “modelo” del descontrol cristinista. Es por esta razón que trataremos por separado el significado de su participación en el “armado” de Sergio Massa.
(Continuará)
Carlos P. Mastrorilli.

Julio de 2013.  

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