Por
Emilio Nazar Kasbo
Para
ser musulmán, es necesario haber llegado a una edad en que pueda libremente
ejercer la razón sin presión alguna, como para declarar la llamada “Shahada”,
que es una fórmula que traducida del árabe significa: “Atestiguo que no existe
nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Dios, y que Muhámmad es un
Mensajero (Profeta) de Dios”.
NO HAY NIÑOS ISLÁMICOS
Cuando
un niño nace, y su padre le susurra en el oído derecho la llamada a la oración,
colocándole un poco de miel en la lengua, algunos sostienen que el niño es
islámico desde ese momento. Sin embargo, el niño no cumple con la proclamación
islámica, y mal puede atribuirse al niño una declaración que el mismo no ha
pronunciado. Tampoco es posible considerar al niño como islámico tras la
circuncisión que se efectúa entre los 8 y los 10 años de edad, ni con la
ablación femenina que se realiza a las niñas como práctica en algunos países
africanos.
¿Realmente
todos los islámicos aceptan y sostienen libremente la “Shahada”, o tienen
posibilidad de creer en otra cosa, de cambiar de religión, de que “algo” les
indique que ya no desean ser islámicos?
En la Iglesia Católica, el Rito es transmitido por el Padre de Familia a sus hijos, es hereditario en tal sentido. Esto tampoco sucede en el islam, debido precisamente a que requiere una expresión verbal e intelectual que un niño no puede realizar. Si
los niños son islámicos sólo porque sus padres lo son, indudablemente
pronunciarán la “Shahada” de modo forzado, no por su convicción y razonamiento
sino por una presión social. Efectivamente, el hecho de “atestiguar” implica el
uso de la razón y el discernimiento de lo que se pronunciará, algo que se
encuentra completamente ausente en los niños hasta obtener la mayoría de edad.
Efectivamente,
no hay un “ritual de iniciación” en el islam, y el Sacramento Católico del
Bautismo a los niños para formar parte de la Iglesia no es reconocido por
ellos. En el caso del Sacramento del Bautismo Católico efectivamente el niño se
incorpora a la Iglesia, algo que no sucede en el islam, siguiendo las
disposiciones respectivas de cada religión.
ISLÁMICOS CONVERSOS
Hay
musulmanes que se convierten al cristianismo en general, y al Catolicismo en
particular, pero no lo declaran públicamente mientras viven en países de
gobierno islámico, porque saben que les espera la pena de muerte por semejante
acto. También en los países islámicos hay pena de muerte a quien intente
remotamente convertir a un islámico a otra religión, en particular al
Catolicismo.
El
periodista libanés Camille Eid, escribió
un libro escrito con el redactor jefe de “Avvenire”, Giorgio Paolucci, titulado “Los cristianos venidos del islam”,
publicado en italiano (“I cristiani venuti dall‘Islam”) por la Editorial
Piemme. En una entrevista efectuada tras la edición del libro, afirmó Paolucci:
«Se trata de los musulmanes convertidos al cristianismo, personas que, por esta
decisión libre suya, se van a encontrar con discriminaciones y amenazas, en
algunos países islámicos pierden los derechos civiles y corren el riesgo de la
pena de muerte, son rechazados por los mismos familiares y amigos porque son
acusados de apostasía».
El
periodista, según la nota publicada por Zenit.org, agregó que “Uno de los
frutos de la inmigración es que el Islam está entre nosotros. Estando entre
nosotros, está en toda su complejidad, incluida la cuestión de la libertad
religiosa, cuestión que los países islámicos y las relativas comunidades
esparcidas por el mundo no han aclarado todavía. Queríamos hacer un libro que
profundizara en las implicaciones teológicas, jurídicas y de la apostasía y de
las relativas condenas, pero que lo hiciera a través de los itinerarios
humanos, tratando de comprender cómo puede suceder que haya personas que amen
tanto a Jesús como para arriesgarse a sufrir persecuciones y la pena de muerte.”
SEIS EJEMPLOS
Paolucci comentó seis casos de conversión
al Catolicismo:
“Una
chica argelina, de padre católico y madre argelina musulmana, nacida en Varese,
Italia, educada en el Islam. Un día fue al instituto y tenía al lado a una
chica del movimiento eclesial «Comunión y Liberación» que se convirtió en su
mejor amiga. Empezó a estudiar con ella, a los 15 años se preguntó por qué esta
amiga suya siempre estaba alegre, feliz y le preguntó: ¿Puedo ir yo también a
las excursiones y encuentros que organizáis? Sólo después de convivir con
grupos de jóvenes unidos por la fe cristiana, comprendió que el origen de esta
alegría era Jesús y su amor. Y dijo entonces: «también lo quiero yo». Al
principio tuvo problemas con la madre que no aceptaba que fuera al centro
juvenil de la parroquia, a misa, luego eligió ella.”
“Un
chico turco que no encontraba respuestas convincentes dentro de la tradición
islámica, iba al imam y éste le respondía que leyera el Corán. El chico turco
leía el Corán pero las respuestas no las encontraba. Así un día visitó a un
franciscano, le hizo determinadas preguntas y recibió las respuestas precisas y
satisfactorias, y esto le llevó a la conversión.”
“Hay
un bosnio que combatía en los Balcanes en las milicias musulmanas contra los
serbios y los croatas. Durante la noche escuchaba en la trinchera una radio de
Sarajevo que transmitía al mismo tiempo los discursos de Mustafa Ceric, jefe de la comunidad islámica de Bosnia-Herzegovina,
y los discursos del cardenal Vinko
Puljic sobre la guerra. Ceric
decía: tenemos que hacer la guerra santa («yihad») y combatir para que esta
tierra se haga musulmana, y es deber de cada musulmán hacer la «yihad». Por su
parte, Puljic decía que no habrá paz en esta tierra hasta que no tengamos el
valor de perdonarnos; la reconciliación, añadía, es la única vía que llevará a
la amistad. Y él quedaba impresionado por el hecho de que mientras su líder
incitaba al uso de las armas, su enemigo invitaba a la reconciliación. Por
motivos diversos vino a Italia donde acabó en la cárcel injustamente por un
incendio con el que no tenía nada que ver y de hecho luego fue absuelto. En el
tiempo pasado en la cárcel, encontró a una religiosa croata que iba a visitar a
los detenidos, y le preguntó si quería leer el Corán, pero el oficial bosnio
respondió que el Corán lo conocía ya y que quería leer el Evangelio, porque
recordaba una frase del cardenal Puljic
que decía que Jesús en el Evangelio nos enseña el perdón. La religiosa quedó
impresionada, y le regaló un Evangelio en lengua croata. Él lo leyó e inició
una amistad que al final le llevó al bautismo.”
“Otra
historia se refiere a la conversión de una chica turca que tuvo un sueño. Ella
amaba a un italiano con el que se casó por lo civil en Turquía y enseguida vino
a vivir a Verona; tenía que casarse pero el obispo tardaba en darles el
consenso para el matrimonio mixto y había obstáculos de naturaleza burocrática.
En ese momento la chica tuvo un sueño en el que se le apareció un hombre con la
nariz curva y vestido blanco que le dijo: soy Juan, no te preocupes porque tu
vida será feliz. Pasado un mes, estaba lavando los platos en la cocina cuando
vio en la televisión la plaza de San Pedro con una imagen del rostro de la
misma persona que había soñado. Nariz curva, vestido blanco, un poco gordito.
Llamó a su marido y le dijo: ven a ver, ése es el hombre con el que soñé. Se
trataba de la beatificación de Juan
XXIII: la chica turca había soñado con el pontífice. Y tras pocos días de
esta revelación llegó a la Curia de Verona la notificación de que el matrimonio
podía celebrarse. Ella quedó tan impresionada que pidió el bautismo.”
O
el caso del “argelino que quería aprender italiano. La universidad estaba
cerrada porque hubo desórdenes, él era un apasionado de los idiomas, había
comprado un curso de casetes en italiano, y se encerró en casa a estudiar. Para
mejorar su conocimiento de la lengua usaba la radio. Una tarde encontró una
emisora que repetía continuamente las mismas palabras, y le servía mucho esta
letanía para aprender la lengua. Era el padre Livio Fanzaga, que rezaba el rosario y las palabras repetidas eran
el Avemaría. El chico estaba aprendiendo italiano y quedó fascinado por esta
oración. Siguió escuchando «Radio María» (de Italia)*, profundizó su
conocimiento del cristianismo y de María en los libros. Se convenció de que
quería seguir la religión cristiana. Un sacerdote francés de Argelia no le
quiso bautizar porque era muy peligroso en aquel momento. Y entonces vino a
Italia, fue a visitar la redacción de «Radio María», se bautizó y ahora vive en
Toscana. Se ha hecho un gran devoto de María, pero es todavía uno que vive
escondido porque tiene la familia en Argelia y su hermano entró en un grupo
islámico radical.”
Y
la historia de “un libanés musulmán que se convirtió al cristianismo, se hizo
sacerdote y luego convirtió a centenares de musulmanes. Su historia llegó hasta
la Secretaría de Estado. El entonces pontífice Pablo VI lo invitó a Roma, y de rodillas le pidió la bendición,
diciéndole: «Tú eres el ejemplo de que la libertad de Dios no tiene confines».”
ESTATAL IMPOSICIÓN
ISLÁMICA
Más
allá de estos casos de conversión del mahometanismo a la Fe Católica, debemos
preguntarnos: ¿qué es lo que mueve a que tantas personas sigan a Jesucristo a
pesar de todos los problemas que se les presentan en sociedades islámicas, cómo
muchos islámicos se animan a convertirse al Catolicismo sabiendo que deberán
enfrentar no solo la discriminación, sino incluso la muerte? Tal disposición al
martirio, convirtiéndose en víctimas de quienes asesinan en odio a la Fe
Católica, ha de ser un modelo para todo católico, sobre todo los tibios.
Mientras
tanto, según sus propias normativas religiosas, el islam impone a los niños la
obligación de ser islámicos, impidiendo su libertad para convertirse bajo
amenazas graves, avalado por Estados que coadyuvan a tal imposición, impidiendo
que cualquier voz disidente pueda hacer pública manifestación de la Fe
Católica. ¿Realmente todos los musulmanes tienen plena conciencia de las dos
frases que deben proclamar para ser islámicos? Porque si no es así, podrá
llegarse fácilmente a la conclusión de que hay un pequeño grupo de gobernantes de
los Estados islámicos que imponen el islam a la fuerza a quienes no están
plenamente convencidos, y esto es inadmisible.
Lo
dicho implica que el islamismo estatal no es más que una ideología que permite
manipular ideológicamente el gobierno de un país, con argumentos que parecen de
tipo religioso, pero que no son más que un modo de ideología militar. O se
acata por todos, o se mata al disidente, son las dos alternativas que generan
tantos mártires y la existencia de tantos criptocatólicos en sociedades islámicas.
¿Qué sucedería si el islam permitiera a todos los islámicos optar por la
religión desde lo que sientan como un llamado de Dios? ¿Acaso todos seguirían
siendo islámicos?