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lunes, 22 de septiembre de 2014

VOTAR O NO VOTAR II: PRUDENCIA EN LAS OPCIONES



Por Emilio Nazar Kasbo

Hicimos referencia en un artículo anterior a la opción de votar o no votar, y las consecuencias prácticas de ambas, en referencia a la diferencia surgida entre el Dr. Antonio Caponnetto y el Dr. Héctor Hernández a raíz del comentario sobre el libro “La perversión democrática” del primero efectuada por el segundo en la Revista Gladius N° 89 (Ref: http://diariopregon.blogspot.com.ar/2014/09/votar-o-no-votar-esa-es-la-cuestion.html)

EL MAL MENOR
Al respecto del dilema de si votar o no votar, o de si votar siempre es pecado en tanto que se efectúe en las actuales condiciones “democráticas”, debemos realizar algunas reflexiones más que han quedado en el tintero.
El mal menor se encuentra condenado por la Moral de la Iglesia Católica en tanto que el mismo implique hacer propuestas malas, sabiendo que son malas y esperando con ello que tal mentira triunfe sobre otras peores, ya que ello es claramente inmoral. Pero el mal menor siempre es un mal, y como tal, es un pecado. Pero si entre diversas opciones se elige la mejor, siendo tales opciones todas ellas malas, cabe la distinción de si se está eligiendo (o votando) un mal en sí, o si se está eligiendo el bien mayor de entre diversos males, es decir, el mayor bien posible que las opciones permiten. Y en este caso, claramente no se estaría cometiendo un pecado, sino ejerciendo un acto de prudencia, limitado a la situación concreta. En tales casos, incluso la abstención puede ser una opción, aunque la misma permite que las cosas sigan su curso por la acción de otros, y tal abstención sería el mal menor también entre las diversas opciones posibles, de modo que también podría estar pecando por omisión si la decisión no resulta prudente. Y todo ello, siempre que seamos sujetos activos de la decisión, es decir, quienes deciden o votan simplemente.
En cambio, si la responsabilidad propia es de ser quien propone una opción, no cabe para un católico en este caso proponer una mentira para que “triunfe la verdad”. En este caso, solamente cabe proponer como opción la verdad completamente planteada, pues de lo contrario sí habría una gravísima responsabilidad.

SITUACIONES EXTREMAS
Ante determinadas situaciones, se debe optar entre males. Por ejemplo, si nos situamos en lo vivido por la tripulación y los pasajeros del Titanic, nos daremos cuenta de las diversas opciones que se plantearon al Capitán del buque.
El Titanic, como le habían pintado, ni Dios podría hundirlo, y en tal confianza no fueron puestos suficientes botes salvavidas para toda la tripulación y pasajeros. Ante el infortunio por el cual la Providencia de Dios dispuso que el buque chocara contra un iceberg, la sentencia estaba dada y comenzó una carrera contra reloj.
 La representación cinematográfica graficó dos situaciones, que hacen al destino del ser humano: quienes se sumían en la desesperación por buscar un lugar en un bote o tener al menos un salvavidas para flotar, y la de quienes asumiendo su propio fin se dedicaban con total naturalidad a disfrutar de la música de la orquesta gozando de la situación con la seguridad de que estarían hundiéndose. Tal vez si hubo algún sacerdote, alguno habrá tratado de confesarse pensando en el destino de la propia alma, pero seguramente habrán sido muy pocos.
En esta situación, es obligación del Capitán ser el último en abandonar el buque, y al momento de ordenar el uso de los botes salvavidas, disponer que primero ingresen en ellos “las mujeres y los niños”, y luego los demás. Ahora bien, esta decisión, implica descartar a otras personas que podrían tener la posibilidad de salvar su vida: se está eligiendo un mal menor, porque su decisión involucra la posible muerte de muchos pasajeros, salvando sólo a algunos. Sin embargo, el Capitán debe tomar una decisión, debe otorgar una prioridad, y su elección para muchos será fatal. Sin embargo, no tiene margen para las decisiones, y entre las diversas opciones debe elegir la mejor.

“FUERA” DEL SISTEMA, O “EN ÉL”
Lo mismo sucede cuando en la oleada electoral democrática, la persona se enfrenta a su posibilidad de votar.
Se trata de un acto de prudencia, y ya sea votando, absteniéndose de votar mediante el voto en blanco, la anulación del voto o la ausencia al acto comicial. Todas esas opciones ingresan en las “estadísticas democráticas”, y no son interpretadas como actos de oposición la ausencia, la anulación del voto o el voto en blanco. De modo que ello no resulta suficiente como acto positivo para efectuar la opción más perfecta por el mayor bien.
El dilema entre el Dr. Caponnetto y el Dr. Hernández, se centra en tratar de posicionarse lo más alejado posible del sistema, o la convivencia con el mismo en el medio de sus falencias.
En el primer caso, se preservará la integridad de la persona y de los principios, pero no tendrá efecto social por no tener una propuesta que solucione todo aquello que se critica.
En el segundo caso, se convivirá con los males, corriendo el grave peligro y las graves tentaciones de tener que realizar actos que no se encuentran conformes con la Moral Católica, a los efectos simplemente de conservar un cargo en el esquema de poder porque de arribar al mismo “alguien peor” la situación se agravaría.

CORPORATIVISMO POSIBLE
Claramente la Doctrina Social de la Iglesia señala como vía el Corporativismo, como el sistema más natural, que evita mecanismos artificiales en la elección de autoridades. En este punto tanto la opción del Dr. Caponnetto como la del Dr. Hernández debieran ser compatibles, y no sólo ellos sino además la sociedad en su conjunto debiera comprender las consecuencias benéficas del Corporativismo.
Claro que además debe establecerse un sistema humano de votación, que tampoco sea artificial. Es decir, las autoridades deben surgir de elecciones  graduales realizadas entre personas que se conocen y que comparten los mismos intereses gremiales, votando entre no más de 30 personas, y además con el debido acompañamiento espiritual.
La Acción Corporativista es independiente del sistema en que las personas viven, y puede ser implementada en virtud del principio de libre asociación. Además, pueden participar del mismo quienes forman parte de un partido político o no. De modo que no hay más obstáculo que la Providencia de Dios y la disposición de las personas a cumplirla para que tal Orden Social Justo pueda ser implementado.

LA REPRESENTACIÓN GRÁFICA
Para graficar el modelo corporativista, tomé un esquema y lo desarrollé. Se trata de un simple gráfico, cuya visualización muestra una especie de engranajes movidos por un engranaje central.
Así, la población o mejor dicho el pueblo, la agricultura, los inventos, el comercio, el transporte y las leyes giran como engranajes pequeños en torno al engranaje central. Los recursos naturales son utilizados por la población, que en el marco de las leyes pone en funcionamiento los factores de la producción y la innovación.
La producción primaria, representada en el gráfico por la agricultura, abarca la minería, la explotación pecuaria y la ictícola. Los inventos permiten que sean transformadas en la denominada producción secundaria en las fábricas, industrias y por la actividad artesanal. Asimismo, la producción terciaria abarca el comercio de los bienes así como los servicios que abarcan al transporte terrestre, marítimo y aéreo. Y entre los servicios se destaca la innovación que implican los inventos, la creatividad humana que permite mejorar la producción primaria, secundaria y terciaria.
Así, los factores económicos, tierra, trabajo y capital, resultan motorizados por un principio superior político, y éste iluminado por una filosofía inspirada en la espiritualidad. No se trata de convertir ni a los recursos naturales, ni al trabajo humano ni al capital en un “dios”, sino todo lo contrario: ubicar a cada uno en su lugar en pos de la armonía social y personal, con su debido sentido espiritual y particularmente Sobrenatural.
Por ello, el engranaje que impulsa a los demás indica en el gráfico: Catolicismo + Soberanía + Economías Nacional + Corporativismo + Trabajo innovador + Industria = RESURGIMIENTO NACIONAL.
En realidad, si se interpretara el esquema como un mecanismo “perfecto” que se impulsa poniendo en marcha una realidad floreciente que automáticamente mejorará la condición de la Nación involucrando a su población y su territorio, nos estaríamos equivocando. También nos estaríamos equivocando si consideráramos como parte del “mecanismo” al Catolicismo.

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Efectivamente, la representación gráfica pretende la aplicación de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en la sociedad, mas estos son espirituales. Del Catolicismo dependen el resto de los elementos mencionados en la gráfica, sin que ello pretenda involucrar la desacralización de lo espiritual, ni la sacralización de lo temporal y propio del mundo.
No podemos dejar de incluir el Catolicismo como base de la mística que debe insuflar en la población, sobre todo en cuanto atañe al sentido de la vida y de la sociedad en este mundo, y ello sin pretender que el mismo sea un elemento material o mecánico, sino preservando todo su significado.
El Catolicismo atempera el nacionalismo para que no sea xenófobo ni caiga en los extremos reprobados por el Magisterio de la Iglesia, un nacionalismo que es identificado con el patriotismo en cuanto se busca el Bien Común de los connacionales o compatriotas.
Se requiere una población noble y santa, un ejército de príncipes cristianos, y ello sólo es posible con Virtudes Sobrenaturales cuya Gracia habitualmente es insuflada por Dios mismo utilizando como instrumento a la jerarquía de la Iglesia en tanto preserven intacta la Tradición. Hacer caso omiso a las advertencias de la iglesia Católica en su Magisterio Tradicional, implica correr el riesgo de atentar contra la persona humana y caer en los mismos vicios y defectos que se critican.

SOBERANÍA Y ECONOMÍA NACIONAL
La Soberanía equivale a una Nación o Estado lo que la Libertad a la persona humana. Es decir, se trata de una facultad de autodeterminación desde el punto de vista natural, cuya finalidad es tener en miras el mayor bien en la comunidad, el Bien Común social.
Sin Soberanía, hay una esclavitud, una dependencia foránea. En estas situaciones, las decisiones son extranacionales, y el Gobierno se transforma en un mero ejecutor de las resoluciones impartidas por foráneas potencias que para nada tienen en cuenta al pueblo afectado por las medidas que se aplican. Tal falta de Soberanía, equivale a una persona hipnotizadao o posesa que ha perdido su propia capacidad de resolución, equivale a una persona completamente alienada.
La Soberanía tiene una dimensión que también es Sobrenatural, porque es la Voluntad de Dios que haya Gobernantes sobre las Naciones, las cuales serán sometidas al Juicio Final conforme lo enseñan las verdades del Catolicismo. De allí la obligación de facilitar el Bien Sobrenatural de su población, siendo su dispensa ajena a los gobernantes y propia de la Jerarquía Eclesiástica.
También la consecuencia de ello es la Economía Nacional, que involucra llevar los principios de la Soberanía Nacional a la recta administración de los bienes y servicios de un Estado, ubicando la actividad en la Moral que utiliza como herramienta las Matemáticas. Esta Economía Nacional marca también la necesaria Soberanía en materia monetaria, y la limitación de la potencial influencia nociva de los capitales internacionales, en cuanto sean ejecutores del Poder Internacional del Dinero condenado por la Doctrina Social de la Iglesia. El capital es un mero medio, no un fin, al igual que los recursos naturales y el trabajo.

TRABAJO INNOVADOR E INDUSTRIA 
El sistema económico se basa primeramente en la actividad humana, pues es parte de la moral, y sólo el trabajo, de entre los factores de la producción, tiene el debido aporte humano.
Dios nos obsequia los recursos naturales, pero éstos no son moralmente buenos ni malos, sino que sólo responden a las leyes que Dios mismo ha impuesto, leyes físicas y biológicas, correspondientes a la naturaleza de cada ser, incluyendo el alma vegetativa de las plantas y sensitiva de los animales.
El capital, es también un factor de la producción que puede estar dado bajo el sistema del trueque, o de un bien calificado como elemento de intercambio que sustituye bienes del trueque, o particularmente de una moneda (ya sea impresa o electrónica virtual). En este caso, el capital es obra humana, e involucra una consideración moral que el hombre otorga a tales bienes, en particular al dinero, al cual puede tenerlo en cuenta como un mero instrumento para intercambio de bienes, o utilizarlo como parte de un mecanismo financiero cuasi "vital", e incluso hacerlo objeto de sus propias ambiciones y avaricia hasta considerarlo como sentido de la propia vida y como un "dios". Tales situaciones son posibles no por un billete, una bolsa de sal como en la Roma antigua o por las riquezas materiales en sí, se midan del modo que fuese, ya que no poseen cualidades espirituales por ser pura materia, sino debido a la espiritualidad humana que puede enaltecerlas por sobre su condición, lo cual nos indica que el dinero incluso puede tener una dimensión "espiritual" (para el mal) en el hombre que se deja influenciar por el vicio.
Finalmente, llegamos a la conclusión de que el trabajo humano es el único capaz de desarrollar la dignidad de la persona, de ser objeto de la creatividad y la innovación, y de que ésta sea aplicada a la industria o actividad de cada cual. 

RESURGIMIENTO NACIONAL
En el cuadro que estamos comentando, reproducido al inicio del presente artículo y en cada una de las notas en que he abordado la cuestión del Corporativismo, se presenta el Resurgimiento Nacional como una conclusión.
Efectivamente, el Resurgimiento Nacional tiene su inicio en la Gracia de Dios que nos ha dado la Doctrina Social de la Iglesia que forma parte de la Tradición Católica, y hacia Dios debe regresar luego del ejercicio de la Soberanía Nacional, que como dijimos es equivalente a la libertad de cada persona, y también como indigno instrumento de la acción de Dios. 
El Resurgimiento Nacional no involucra un imperialismo, ni una idea guerrera de expansionismo territorial imperialista, sino el ejercicio en el propio territorio de la Soberanía Nacional en miras al Bien Común temporal, facilitando el Bien común espiritual.
Es decir, el Resurgimiento Nacional se da en una Nación que busca en su conjunto el Reino de los Cielos, sabiendo que todo lo demás es añadidura, ya sea lo bueno para dar gracias a Dios por haberlo concedido, o los dolores de tiempos malos o no prósperos, asumidos como penitencia para agradar más aun a Dios en esos difíciles momentos sociales.
Sólo la Caridad como Virtud Sobrenatural que involucra el Amor de Dios reflejado en el obrar social, puede permitir este desarrollo y el Resurgimiento Nacional de una Patria que por lógica no ocupa su debido lugar, cuya responsabilidad se debe únicamente a los pecados sociales que no son objeto de ayunos y penitencias para su subsanación. Pero tales ayunos y penitencias no pueden ser concebidos en una sociedad o en una espiritualidad que los aborrece, y que pretende vivir en medio de las miserias satisfaciendo el propio hedonismo. Y hasta tanto ese hedonismo social no sea vencido, no habrá posibilidad de Resurgimiento Nacional alguno.

CORPORATIVISMO
El Corporativismo es el medio que permite una organización económica ordenada en función a la actividad que cada persona representando a su familia desarrolla en la sociedad. Así, es ofrecido un marco de protección no sólo a la persona sino a su familia, la ubicación de los discapacitados o indigentes en función de sus habilidades en un gremio que ha de velar por ellos y ayudarlos a que no sean “inútiles” marginados (como las sociedades actuales los conservan y preservan), sino que mediante un aprendizaje puedan desarrollar al máximo sus potencialidades en la medida de lo posible. Es cierto que hay casos en que ello resulta física o psíquicamente imposible, y tales personas quedan a cargo de su familia y a su vez bajo la protección del gremio al cual corresponden según la actividad desarrollada por sus familiares.
El Corporativismo tiene un aspecto principal de organización económica, y la misma puede servir como base de la actividad política, excluyéndose de dicha actividad a las Fuerzas Armadas y de Seguridad que se encuentran al servicio de la Patria y no pueden sindicalizarse ni agremiarse en tal sentido, recurso que a veces es buscado por los uniformados cuando sufren injusticia social en sus haberes o en el desarrollo de su actividad como servidores de la Patria y servidores públicos respectivamente.
Finalmente, el Corporativismo también debe tener su sentido espiritual, tal cual lo tuvo en la Edad Media, ya sea en su concepción económica o en su concepción política como Comunidad Organizada, en el marco del Proyecto Nacional llevado a cabo mediante el Modelo Argentino en que debiera implementarse lo antedicho como Vanguardia mundial en su concreción.

MESIANISMO CORPORATIVISTA
Existe un problema también en el Corporativismo, y consiste en su visión pelagiana o en el mesianismo temporal que pudiera surgir en torno a su concepción política, filosófica o teológica.
Pensar que con la implementación del sistema Corporativista se solucionarían todos los problemas políticos, sociales, económicos, materiales o culturales, es un error. El Corporativismo no es una herramienta del pelagianismo ni del semipelagianismo, ni puede sustituir la actual concepción religiosa democratista por una concepción religiosa del Corporativismo en sí, puesto que el problema se conservaría idéntico y con sus mismos problemas, reduciéndose a un simple cambio de modelo electoral de votación y de elección de cargos, preservando todo su contexto. Debe velarse particularmente para que ello no suceda.
Todo lo que se aplica a los partidos políticos, incluyendo su sistema de votación, podrían ser aplicados al Corporativismo, convirtiendo a candidatos anónimos en los propuestos a escala provincial y nacional, mediante el cual los integrantes de los gremios votarían a perfectos desconocidos, los cuales una vez encaramados en el gobierno podrían hacer y deshacer, atar y desatar cual tiranos absolutistas sin límite alguno, en omisión a Dios y al prójimo.
Por lo expuesto, debe evitarse el mesianismo político aplicado al Corporativismo, y al mismo tiempo se debe alentar a que la virtud natural y sobrenatural sean insufladas en la sociedad, particularmente por el ayuno y la penitencia de quienes están llamados a ella, debiendo desarrollarlas con la guía espiritual correspondiente.
A su vez, la Historia nos indica que hubo una decadencia en el Sistema Corporativista medieval, que en sus últimos tiempos, anteriores al Edicto de Turgot y la Ley Le Chapelier en Francia que los derogaron, habían desarrollado una profusa reglamentación, además de que se multiplicaba el número de compañeros. Los compañeros eran los aprendices que habían logrado calificarse para obtener el título de Maestro, pero que al no concedérseles tal condición quedaban marginados en el sistema: capacitados con la calidad de sus trabajos equivalente a la de un Maestro, pero sin el título ni el reconocimiento acorde en lo monetario. Esto nos indica que el sistema también puede tener sus fallas, a pesar de que es conforme a la naturaleza de las actividades y a una legítima representatividad.
Por ello, se ha de basar la implementación del sistema más en las personas y sus virtudes que en la aplicación mecánica de una idea como "reingeniería social" que automáticamente dará un resultado, lo cual marcaría un nuevo mesianismo político pero esta vez basado en un paradigma de Orden Natural que sería deformado de modo que nada cambiaría del desorden del cual se pretende salir.

INTEGRACIÓN SOCIAL
A diferencia de la abstención electoral en sus diversas formas, la implementación del Sistema Corporativista Católico lleva a establecer jerarquías locales, provinciales y nacionales en base a las propias capacidades ofrecidas a Dios en agradecimiento y retribución a Su Gracia que nos otorgase en primer término para poder ser indignos instrumentos suyos.
Desde la implementación del Corporativismo Católico, se efectúa una importante acción en la sociedad, la cual más que productiva es evangelizadora, tal como sucediera con las Misiones Jesuíticas en su tiempo. Desde el Corporativismo Católico puede integrarse a los no católicos en su correspondiente espacio, con la ilustración de los principios que inspiran al sistema humano, que es una forma de la llamada Democracia Orgánica.

De modo que lo primero es la guía espiritual, para tener en claro que la persona debe rendir el ciento por uno para Dios, conforme los talentos por Dios mismo infundidos, y no por espíritu de lucro sino por Amor a Dios, a la vez que se requiere también de la misma guía espiritual para lograr la indiferencia ignaciana ante los bienes y males en esta vida, y la pobreza franciscana en su uso o padecimiento respectivo. Y todo AMDG.

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