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sábado, 7 de mayo de 2016

PRISIONEROS DE GUERRA






Por Hugo Reinaldo Abete *
Buenos Aires, 06 de mayo de 2016



Durante el régimen Kirchnerista, en sus ambas versiones, la de Néstor y la de Cristina y fundamentalmente en esta última, he dicho y escrito que los miembros de las FFAA, de seguridad, policiales, penitenciarios y civiles presos por haber combatido a la subversión en los años ’70, debían ser considerados como Prisioneros de Guerra. Y fundamentaba tal expresión en que la guerra contra la subversión no había terminado y que más de 2000 prisioneros contra derecho y 350 muertos en prisión eran la prueba más acabada de tal afirmación.
Seguramente para quien no esté muy familiarizado con la terminología militar, (guerra, prisionero, etc), el título de este escrito pueda parecerle una enormidad. Y si además esa persona es de los que hacen un culto del pacifismo (que no es lo mismo que ser pacífico), seguramente hasta le generará un cierto rechazo.
Pero lo cierto es que, si nos tomamos el trabajo de leer lo que dicen los manuales de guerra revolucionaria respecto de cuáles son las fases de la misma, podremos comprobar que, cuando la subversión llega al poder (sea por la violencia o por elecciones), lo primero que hace es quitarse del medio (fusilar o encarcelar), a todos aquellos que la combatieron durante la lucha armada y de esta forma evitar cualquier tipo de resistencia en la conquista de los objetivos revolucionarios. Es la fase de la consolidación revolucionaria.
Y en la Argentina, en efecto, eso es lo que han hecho los Kirchner con la complicidad de todos los jueces de la Nación que se avinieron a cometer el prevaricato de juzgar arbitrariamente a las Fuerzas del Orden que combatieron a la subversión terrorista y a no hacer absolutamente nada con los integrantes de ésta que, no sólo gozan de libertad, sino que cobraron indemnizaciones millonarias y muchos ocupan cargos en el gobierno o en las estructuras del Estado.
Como paralelamente, mediante un bombardeo permanente de acción psicológica, la subversión preparó a la población para hacerle creer que los militares eran todos unos asesinos y genocidas, en general, la sociedad ni se inmuta por lo que les pasa. Y entonces ocurre que transitamos esa Fase que mencionamos sin que nos demos cuenta que, efectivamente, estamos en una guerra aunque no suene un solo disparo.
Dicho esto del gobierno corrupto “revolucionario” Kirchnerista (más corrupto que revolucionario), cabría agregar ahora que muchos compatriotas creían que esta guerra se acababa cuando cambiáramos de gobierno, máxime si se tiene en cuenta que el nuevo presidente, en su campaña, había expresado que iba a “terminar con el curro de los derechos humanos”.
Si bien tengo opinión formada sobre el nuevo gobierno, deliberadamente, desde que asumió, dejé de mencionar en mis escritos los fundamentos esgrimidos en cuanto a que estamos transitando por una guerra y, consecuentemente, me llamé a silencio. Los pedidos de libertad para los presos políticos de Venezuela por parte del presidente Macri, hacían presagiar que en su propio país ya no iba a haber más presos políticos ni prisioneros de guerra.
Sin embargo, como bien dicen los sabios manuales de sana doctrina, las falsas ideologías, tanto de derecha como de izquierda, suelen juntarse e ir de la mano en lo que a materia cultural y militar se refiere, y hoy vemos que aún en el nuevo gobierno, la guerra continúa y que no hay ni va a haber justicia para los que combatieron a la subversión del lado de las Fuerzas del Orden de la Nación.
Quienes tengan oportunidad de ver por youtobe las grabaciones del juicio que, actualmente, se está llevando a cabo en la ciudad de Neuquén (y así son todos), podrá comprobar por sí mismo lo que es el funcionamiento de un verdadero tribunal revolucionario. Patotas descontroladas a las que se les permite todo tipo de agresiones verbales sobre los falsamente imputados, testigos inventados y descalificados como tales que desoyen a los jueces, no contestan las preguntas y desarrollan un libreto cargado de ideología marxista, fiscales rayando en lo cinematográfico y un payasesco y ridículo juez que tiene el agravante de apellidarse “Aguerrido”, conforman una escena Dantesca, muy difícil de explicar (hay que verlo para creerlo).
Estos jueces corruptos, sus auxiliares y secretarios también corruptos −porque saben que lo que hacen no se ajusta a derecho−, los testigos falsos y todos quienes en mayor o menor medida participan de estos tribunales revolucionarios, se olvidan aquello de que “nada es para siempre” y están sembrando las semillas de su propia desgracia. Cuando esos jóvenes secretarios, en el futuro sean juzgados por todos estos excesos y aberraciones jurídicas ¿qué van a decir? ¿que ellos eran solo escribientes y que no sabían lo que hacía el juez?.
Y a los jueces resulta oportuno recordarles otro sabio refrán: “En la vida todo vuelve…”

¡Por Dios y por la Patria!

* Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.

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