Por Emilio Nazar Kasbo
Circula por Internet una Carta
Abierta al Papa Francisco, de un judío converso, fechada en enero de 2016. En
la misma, un judío cuyo nombre sería Pinchus Feinstein, ciudadano
estadounidense residente en Miami, iniciaría un juicio por daños a la Iglesia
por los dichos del Papa Francisco.
Converso en 1958
Fenstein afirma ser judío, con descendencia
directa del Rey David por su vía paterna, descendiendo su madre de Hillel. A
sus actuales 74 años, expresa haberse convertido “a la Iglesia Romana Católica
a la edad de 17 en el último año del pontificado del Papa Pío XII… bajo la
convicción de que tenía que aceptar y tener la fe de que Jesucristo era mi
Salvador, y yo lo creí. Y creí que tenía que ser bautizado como miembro de Su
Iglesia para tener la oportunidad de salvación. Así es que me convertí y fui
bautizado en la Iglesia Católica y luego fui confirmado”.
Es decir, siempre fue clara la expresión de que "fuera de la Iglesia Católica no hay salvación", y quien muere fuera de la Iglesia o muere en pecado mortal condena su alma, en tanto que quen muere con pecados veniales tendrá un tiempo en el Purgatorio.
Asimismo, quien no mantiene fidelidad a la Tradición de la Iglesia y cae en cisma, en apostasía o en herejía, comete un gravísimo pecado mortal, siendo los Sacramentos el medio que Jesucristo ha dejado a la Iglesia para que opere la Gracia de Dios. Esto significa que la única Doctrina de Salvación es el Catolicismo, no reuniendo tales condiciones ni el judaísmo ni el islamismo, o las diversas corrientes protestantes.
El autor de la carta consigna luego que, desde que se
convirtió, ha “contribuido con decenas de miles de dólares tanto al Óbolo de San
Pedro” como a su propia parroquia y diócesis, asistiendo “a miles de misas,
cientos de horas santas y novenas”, rezando miles de rosarios y efectuado
cientos de viajes al confesionario.
Alianza con una descendencia
Posteriormente, indica que ha
leído en 2015 y 2016 palabras del Papa Francisco y de la “Comisión Pontificia”,
y siguiendo tal lineamiento, actualmente se enseña que porque es de raza judía,
la Alianza de Dios nunca fue rota, y que no puede ser rota, con el autor de la
misiva, que Dios tiene una Alianza con los judíos y por tanto específicamente
con el autor, y tal Alianza no depende siguiera de que sea “buena persona”, y
siendo “irrompible, entonces un judío de raza como yo puede hacer lo que
quiera, y aun así Dios mantendrá su alianza conmigo, y yo iré al Cielo”.
Continúa afirmando que según la
Comisión Pontificia, ““La Iglesia Católica ni conduce ni apoya ningún trabajo
de misión institucional específico dirigido a los judíos…de ninguna manera
significa pues que los judíos estén excluidos de la salvación de Dios porque
ellos no creen en Jesucristo como el Mesías de Israel ni como el Hijo de Dios”,
lo cual fuera escrito en diciembre de 2015. A raíz de ello, sostiene dirigiéndose
al Papa Francisco que “su Comisión enseña bajo su bandera y en su nombre, y en
lo que usted declaró durante su vista a la sinagoga en enero (de 2016). Como
resultado, ya no veo el sentido en levantarme cada domingo por la mañana para
ir a misa, rezar rosarios e irme al rito de la reconciliación el sábado por la
tarde. Todas esas cosas son superfluas para mí. Basado en su enseñanza, ahora
que sé que todo se debe a mi superioridad racial a los ojos de Dios, no veo la
necesidad de nada de ello”.
La misiva prosigue manifestando
la inexistencia de razón por la cual fuera bautizado en 1958, puesto que “no
había necesidad”, ya que tampoco “había una necesidad para que Jesús viniera a
la tierra tampoco, o que le predicara a los hijos judíos de Abraham de su día.
Como usted cita, ya estaban salvados como resultado de su descendencia racial
de los patriarcas bíblicos ¿Para qué lo necesitarían a Él?”
Afirmaciones sin Tradición
Continúa el análisis de las
novedosas expresiones del Papa Francisco, jamás antes manifestadas por el
Magisterio Pontificio en orden a tal interpretación, que “parece que el Nuevo
Testamento es un fraude, al menos en lo que se aplica a los judíos. Todas esas
prédicas y disputas a los judíos no tuvieron propósito alguno. Jesús tenía que
saber esto, y sin embargo persistió en causar un montón de problemas para los
judíos, insistiendo en que tenían que nacer nuevamente, que tenían que creer
que Él fuera su Mesías, tenían que dejar de seguir las tradiciones de los
hombres, y ellos no podrían llegar al Cielo a menos que creyesen que Él era el
Hijo de Dios”.
Por tal motivo, concluye su línea
argumental del siguiente modo: “Su Santidad, usted y su Comisión me han
instruido en el verdadero camino para mi salvación: mi raza. Es todo lo que
necesito... Dios tiene una Alianza con mis genes. Son mis genes los que me
salvan. Mis ojos están abiertos ahora.”
Ante tal panorama, finaliza su
carta advirtiendo: “Consecuentemente, le llegarán noticias de mi abogado. Voy a
entablarle una demanda al papado y a la Iglesia Romana Católica. Quiero que me
devuelvan mi dinero, con intereses, y estoy buscando daños compensatorios y
punitivos por el daño psicológico que su Iglesia me causó, al hacerme creer que
necesitaba algo, aparte de mi identificación racial elevada, para poder irme al
Cielo después de que muera. Estoy litigando también por el tiempo que malgasté,
que pude haber utilizado trabajando en mi negocio, en vez de desperdiciarlo en
adorar a un Jesús en el que ahora dice su Iglesia que no necesito creer para mi
salvación. Sus prelados y sus clérigos me dijeron algo muy distinto en 1958.
¡Me han robado!”
¿Es o no es Magisterio?
Tal correspondencia advierte en una posdata, que
la misma es transmitida a un ex reportero de AP (Asociated Press) de Nueva York,
Michael Hoffman, a los efectos de su difusión.
Este texto ha sido difundido y
traducido a varios idiomas. Sin importar o no la veracidad de la autoría, debe
prestarse atención a las expresiones y a las consecuencias que se siguen de las
mismas expresadas en la carta. Por sólo dar un ejemplo, Eugenio Zoli jamás
admitiría expresiones como las que actualmente expresa el Papa Francisco, expresiones
que son efectuadas no en ejercicio del Pontificado, ni en ejercicio del
Magisterio Ordinario, sino como meras opiniones efectuadas “al aire” por un
común mortal que no representa en sus dichos a un Sucesor de Pedro dado que se
requiere materia y forma para ello.
Es decir, si bajo el título de “Encíclica”
un Papa expresa que se siente en ese momento muy alegre o contento, tales
expresiones no forman parte del Magisterio ni una obligatoriedad de Fe respecto
de tales manifestaciones. Así, sólo en materia espiritual donde existe
concordancia en la Tradición puede darse el marco de una expresión de
Magisterio Ordinario o Extraordinario.
¿Hubo dos mil años de engaños y
mentiras por parte de la Iglesia Católica, tal como lo enseñan los gnósticos, o
la mentira y el engaño se difunden bajo la ambigüedad de la prédica para hacer
creer que se salvará quien no lo merezca porque Dios es injusto, y esconde tal
injusticia bajo excusa de “Misericordia”?
Fuente:
web Adelantelafe