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miércoles, 3 de febrero de 2010

DE ANGELI ANUNCIA UNA "REBELION FISCAL"

En la foto: el cuadro de Ghiotto en que San Francisco de Asís expulsa los siete demonios de la ciudad de Arezzo, entre los cuales se encontraba el demonio de la exacción fiscal


El titular de la Federación Agraria de Entre Ríos, Alfredo de Angeli, no descartó la posibilidad de productores de trigo de esa provincia realicen un cese de pago de impuestos ya que sólo se vendió el 20% de la cosecha del cereal del total del cupo dispuesto a partir de un acuerdo entre el gobierno nacional y tal entidad.
De Ángeli, afirmó que un grupo de productores propuso “una rebelión fiscal” ante la imposibilidad de exportar trigo y si bien consideró “lamentable” que se esté planteando un accionar de este tipo, cuestionó el “capricho” del Gobierno en el tema.
De Ángeli dijo que la propuesta surgió en una reunión de productores en Villaguay en la que se planteó que “ha fracasado” la política de comercialización implementada por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, de conformar un listado parcial de productores para comercializar el trigo.
“La política de Moreno ha fracasado, se ha comercializado solamente el 20 % de la cosecha de trigo. Los productores decían ‘no paguemos los impuestos’… Es lamentable hablar de una rebelión fiscal, pero la política oficial no sirvió para nada”, dijo el dirigente ruralista en diálogo con Radio Mitre.
Tras un acuerdo entre el Gobierno nacional y la Federación Agraria de Entre Ríos, había un cupo para exportación de trigo, del cual apenas se logró comercializar el 20%.
A la fecha se vendieron alrededor de 50.000 toneladas del cereal al precio FAS teórico oficial (unos 630 $/tonelada menos diferencial de flete) sobre un total de 240.000 toneladas acordadas entre los dirigentes de FAA y las autoridades provinciales y nacionales, según datos de un relevamiento de FAA.

Para poder participar de las operaciones se anotaron más de 2.000 productores de trigo entrerrianos. La lista fue remitida al gobierno nacional. Pero hasta el momento fueron muy pocos los afortunados que lograron vender su mercadería.

“Realmente no ha habido el resultado que esperábamos, a pesar de que abrimos el juego a todos los productores para que puedan vender su cereal a un precio razonable”, dijo a Infocampo el titular de Federación Agraria de Paraná Alfredo Bel.

LA REBELIÓN FISCAL
La rebelión fiscal implica la resistencia popular contra los impuestos abusivos. Si el pueblo dejara de abonar los impuestos, el Estado ejecutaría en los juicios y acabarían las propiedades en remate. Por lo tanto, la gente que dejara de abonar impuestos se acabaría organizando para impedir que se produzcan dichos remates.
Pero la situación no es nueva, y se han dado ejemplos en la Historia. El pintor Giotto en una de sus obras retrató a San Francisco expulsando a los siete demonios de Arezzo. Arezzo es una ciudad de Italia, y uno de esos demonios afectaba a la excesiva presión fiscal desproporcionada. El cuadro fue pintado alrededor de 1290 en los muros de la basílica medieval de Asís, en Umbría.
Giotto di Bondone (1266-1337), era un niño cuando moría San Francisco de Asís. Su obra se denomina “San Francisco expulsa los demonios de la ciudad de Arezzo”, y fue pintada en la Basílica de Asís.
A principios de 1212, las ciudades del norte de Italia se dividían en “ghibelinas” y “güelfas”. Arezzo era “ghibelina”, es decir partidaria de la dinastía de los Hohenstauffen, residentes en Aquisgrán, sede del imperio germano-romano fundado por Carlomagno, quienes estaban en contra de la supremacía de la autoridad papal.
Firenze, en cambio, era una ciudad “güelfa”, que sostenía el papado contra el emperador germano, y estaba dirigida por la familia Medici. Alrededor de 1226, Firenze atacó y dominó militarmente a Arezzo. Le impuso, entonces, pesados tributos, aunque eximió a sus partidarios “güelfos”.
La exacción fiscal fue tan enorme, que Arezzo se sumergió en una extraña violencia y comenzó a decaer. Los “güelfos”, afines a los florentinos, se enriquecían y mostraban una vida frívola. En cambio, quienes no formaban parte del partido triunfante, dejaron de trabajar y ejecutaban actos terroristas que demostraban resentimiento y rencor por la riqueza y el poder acumulado por las fuerzas ocupantes.
La holgazanería y la envidia ocasionaron el abandono de las artes y los oficios. Ambos bandos se potenciaban entre sí, lo que estimulaba una ira violenta que desembocaba en la destrucción de edificios y monumentos, el ataque y secuestros a personas, el emporcamiento de fachadas, las agresiones callejeras y la basura inundando la ciudad.
Y apareció San Francisco desde Umbría, reunió a cada bando en la basílica de San Donato y al terminar, encomendó al hermano Silvestre, de la orden de frailes mendicantes, que expulsara los siete demonios de Arezzo.
Los siete demonios eran: en primer lugar, la ambición de poder; segundo, la frivolidad del lujo; tercero, la avaricia de los florentinos; cuarto, el resentimiento; quinto, la holgazanería; sexto, los deseos de venganza de los habitantes locales y, séptimo, la expoliación fiscal, caracterizada por el despojo violento y sin límites de impuestos. Cada uno de esos vicios tenía un demonio particular que los instigaba.
El resultado, según San Buenaventura, fue que a los pocos días se redujeron inesperada y dramáticamente los impuestos, los “ghibelinos” volvieron a trabajar, se recompuso el respeto mutuo, se restauró el orden en las calles y Arezzo volvió a ser una próspera ciudad.

Es muy probable que San Francisco advirtiera a unos y otros que los tributos excesivos eran la causa de la pobreza de la ciudad y, además, motivo de violencia, porque su perverso propósito consistía en transferir por la fuerza rentas de los que producían a aquellos que vivían a costa de los demás. La milagrosa predicación de San Francisco hizo que unos se dieran cuenta de que podrían rebelarse dejando de pagar impuestos y que los otros entendieran que no podían seguir esquilmando a los que trabajan. Les hizo comprender que el caos, la violencia, el delito y la decadencia económica en que estaba sumergida Arezzo se habían producido porque se abandonaron la vida de Fe y las reglas morales y porque cundía la rapiña instrumentada por gobiernos despóticos que expoliaban al pueblo mediante impuestos excesivos.
Cuando los siete demonios fueron expulsados del corazón de los habitantes de Arezzo, volvió la paz, la armonía y el progreso social.

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