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miércoles, 3 de febrero de 2010

EL SECRETO DE "LA ULTIMA CENA" DE LEONARDO DA VINCI


Muchos inventan hoy relatos sobre los cuadros de Leonardo Da Vinci, que son falsos e incluso heréticos. Pero no es el caso de esta nota, en que se devela un secreto real que muy pocos conocen del cuadro de La Última Cena.
A Leonardo Da Vinci le llevo siete años completar su famosa obra, y las figuras que representan a los 12 apóstoles y a Jesús fueron tomadas de personas reales.
La persona que seria el modelo para ser Cristo fue la primera en ser seleccionada. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esta obra, cientos de jóvenes se presentaron ante el artista para ser seleccionados. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacifica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado.
Finalmente, después de algunos meses de búsqueda selecciono a un joven de 19 años de edad como su modelo para pintar la figura de Jesús, y le pagaba 10 marcos. Por 6 meses Leonardo da Vinci trabajó para lograr pintar al personaje principal de esta magna obra: Jesucristo en uno de los momentos culminantes de su vida.
Durante los 6 siguientes años, Da Vinci continuó buscando a las personas que representarían a 11 apóstoles; dejando para el final a aquél que representaría a Judas, el apóstol que traicionoóa Cristo por 30 monedas de plata.
Por semanas estuvo Da Vinci buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda alguna traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo llego a los oídos de Leonardo Da Vinci que existía un hombre con estas características en el calabozo de Roma.
Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robo y asesinatos. Da Vinci viajo a Roma en cuanto supo esto. Este hombre fue llevado a la vista de Da Vinci a la luz del sol.
El pintor vio ante el a un hombre sin vida; un hombre cuyo maltratado cabello largo caía sobre su rostro escondiendo dos ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin Leonardo Da Vinci había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra.
Por medio de un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio de Leonardo, y su costo era de 100 marcos. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús.
Cuando Leonardo dio el último trazo a su obra se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo llevaran. Mientras salían del recinto, el prisionero se soltó y corrió hacia Da Vinci gritándole:
- ¡¡Da Vinci!! ¡¡Obsérvame!! ¡¿No reconoces quien soy?!
El artista lo estudió cuidadosamente, y le respondió:
- Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma.
El prisionero levanto sus ojos al cielo, cayó de rodillas al suelo y grito desesperadamente:
- ¡¡¡Oh DIOS!!! ¡¿Tan bajo he caído?!
Después volvió nuevamente su rostro al artista y le gritó:
- ¡¡Leonardo Da Vinci!! Mírame nuevamente pues... ¡¡¡yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años!!!
Una de las preguntas que Giácomo (así se llamaba el modelo de Jesús y de Judas) le hizo al pintor en su diálogo fue: "¿pagas más por Judas que por Jesucristo?"
¿Tanto podrá cambiar el rostro de un hombre por el tipo de vida que lleva?
Tengamos cuidado en que nunca llegue el día en que ni nosotros mismos nos acordemos de quién somos.
Debemos ser concientes de nuestras debilidades, y que sin huir de las ocasiones de pecado en cualquier momento podemos caer y perder la vida de Gracia que hemos ganado. Ser modelos imdo a Jesucristo... es una labor constante en que se deben evitar las caídas.
Acerquémonos pues a Dios, y el diablo huirá de nosotros.

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