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sábado, 24 de diciembre de 2011

AGUER: NAVIDAD ES UN MISTERIO DE LA FE, NO ES PAPA NOEL NI LA "COCA COLA"


En el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, dedicó su habitual reflexión televisiva semanal, a la celebración de la Navidad afirmando “el pesebre, es el símbolo por excelencia de la Navidad. El pesebre es la imagen típicamente católica, en la que se expresa la comprensión correcta de este misterio. En esta perspectiva, podemos desearnos feliz Navidad. En el saludo no sólo se desea la paz, el bienestar, la prosperidad, sino principalmente la causa de todos esos bienes. Es algo mayor: que nosotros podamos acercarnos efectivamente a la salvación que nos trae el Salvador”.

Consideró que, en la actualidad, “las cosas están confundidas. La Navidad se anuncia públicamente por medio del arbolito, pero creo que la mayor parte de la gente que arma el arbolito o contempla esos arbolitos limitados a puro esquema que aparecen en el ámbito público, no reconocen qué significa este signo. En realidad, el arbolito es un símbolo cristiano de la Navidad, que representa la vida nueva. El árbol siempre reverdece a pesar de que se lo corte; por eso representa la vida nueva que Cristo vino a injertar en el seno de la historia humana”.



“El otro símbolo es Papá Noel. ¿Quién sabe que Papá Noel es una especie de transformación, diríamos, norteamericana, de San Nicolás? Hoy día nos evoca más a Coca Cola que al mismo San Nicolás”, indicó.



El prelado platense destacó que “esa ambigüedad de los símbolos parece que está manifestando también una ambigüedad de la comprensión del misterio” y “en los saludos se evoca genéricamente la paz, el bienestar, la felicidad, la prosperidad para el año que viene. La Navidad queda como absorbida en ese plural indefinido de “las fiestas”.



Además reconoció que “en algunos ámbitos católicos la interpretación de la Navidad es más bien sociológica. Estamos obligados a que el mundo ande mejor, como si el aporte del Cristianismo tuviera como meta principal lograr el desarrollo de los pueblos, la justicia en la sociedad, una mejor distribución de la riqueza. Son todas cosas muy nobles, muy dignas pero, sin embargo, nos están confundiendo respecto del significado de la fiesta”.



Manifestó que “Jesucristo vino al mundo para traernos algo mucho más alto, trascendente, que es la salvación, y de eso se trata: vino a liberarnos del pecado, vino a elevar la condición humana a la participación en la vida de Dios. Y desde allí se derivan todos los otros bienes posibles, que son como proyecciones culturales y sociales de la aceptación del Salvador”.



Mons. Héctor Aguer también dijo que “para que nuestra celebración sea como corresponde, para que responda a la realidad del acontecimiento, tenemos que pedirle a Cristo que nos traiga la salvación” y recordó que “cuando la Iglesia celebra, cada año, la Navidad no está simplemente evocando un hecho del pasado del cual se hace memoria, sino que está celebrando un misterio. Esto quiere decir que, en cada Navidad, Cristo se hace presente con su gracia y, podríamos decir, de alguna manera, que nace en nosotros”.



Afirmó que “la Navidad es un ejemplo” y que el ejemplo está dado en que “el eterno se hace temporal, el infinito se clausura en el seno de María y luego en la limitación de la infancia, el omnipotente se hace impotente, el rico se hizo pobre –como dice San Pablo- para enriquecernos a nosotros con su pobreza. Así nos indica cuál es el verdadero camino del hombre”.



Por último sostuvo: “Es curioso: la humanidad alcanza su auténtica entidad, reconoce su verdadera esencia, cuando el Hijo de Dios se hace hombre” y culminó deseando “¡Feliz Navidad para todos!”.



Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:



“Mis amigos, hoy quiero empezar con una pregunta: ¿Tienen ustedes un pesebre en su casa? Quiero decir, la clásica representación del nacimiento de Jesús. Y hago esta pregunta porque el pesebre, es el símbolo por excelencia de la Navidad”.



“Hoy día las cosas están muy confundidas. En general, la Navidad se anuncia públicamente por medio del arbolito, pero yo creo que la mayor parte de la gente que arma el arbolito o contempla esos arbolitos limitados a puro esquema que aparecen en el ámbito público, no reconocen que significa este signo. En realidad, el arbolito es un símbolo cristiano de la Navidad, que representa la vida nueva. El árbol siempre reverdece a pesar de que se lo corte; por eso representa la vida nueva que Cristo vino a injertar en el seno de la historia humana”.



“El otro símbolo es Papá Noel. ¿Quién sabe que Papá Noel es una especie de transformación, diríamos, norteamericana, de San Nicolás? Hoy día nos evoca más a Coca Cola que al mismo San Nicolás”.



“Pero volvamos a la cuestión fundamental: ¿dónde está la representación de la Navidad cristiana? Esa ambigüedad de los símbolos parece que está manifestando también una ambigüedad de la comprensión del misterio”.



“En los saludos se evoca genéricamente la paz, el bienestar, la felicidad, la prosperidad para el año que viene. La Navidad queda como absorbida en ese plural indefinido de “las fiestas”.



“Incluso, en algunos ámbitos católicos la interpretación de la Navidad es más bien sociológica. Estamos obligados a que el mundo ande mejor, como si el aporte del Cristianismo tuviera como meta principal lograr el desarrollo de los pueblos, la justicia en la sociedad, una mejor distribución de la riqueza. Son todas cosas muy nobles, muy dignas pero, sin embargo, nos están confundiendo respecto del significado de la fiesta”.



“Jesucristo vino al mundo para traernos algo mucho más alto, trascendente, que es la salvación, y de eso se trata: vino a liberarnos del pecado, vino a elevar la condición humana a la participación en la vida de Dios. Y desde allí se derivan todos los otros bienes posibles, que son como proyecciones culturales y sociales de la aceptación del Salvador”.



“Pero entonces para que nuestra celebración sea como corresponde, para que responda a la realidad del acontecimiento, tenemos que pedirle a Cristo que nos traiga la salvación. Cuando la Iglesia celebra, cada año, la Navidad no está simplemente evocando un hecho del pasado del cual se hace memoria, sino que está celebrando un misterio. Esto quiere decir que, en cada Navidad, Cristo se hace presente con su gracia y, podríamos decir, de alguna manera, que nace en nosotros”.



“Sin duda que también la Navidad es un ejemplo. Los Padres de la Iglesia decían que todos los hechos de la vida de Jesús son misterio o sacramento, y ejemplo. Pero si no son misterio, es decir, si Cristo no se hace presente efectivamente con su gracia y reconquista nuestro corazón para darnos su salvación, su vida sobrenatural, difícilmente podamos seguir su ejemplo”.



“¿Y cuál es el ejemplo? El ejemplo está dado en esto: en que el eterno se hace temporal, el infinito se clausura en el seno de María y luego en la limitación de la infancia, el omnipotente se hace impotente, el rico se hizo pobre –como dice San Pablo- para enriquecernos a nosotros con su pobreza. Así nos indica cuál es el verdadero camino del hombre”.



“Es curioso: la humanidad alcanza su auténtica entidad, reconoce su verdadera esencia, cuando el Hijo de Dios se hace hombre”.



“Este es el sentido de la Navidad. El pesebre es la imagen típicamente católica, en la que se expresa la comprensión correcta de este misterio. En esta perspectiva, podemos desearnos feliz Navidad. En el saludo no sólo se desea la paz, el bienestar, la prosperidad, sino principalmente la causa de todos esos bienes. Es algo mayor: que nosotros podamos acercarnos efectivamente a la salvación que nos trae el Salvador”.



“¡Feliz Navidad para todos!”

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