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domingo, 25 de diciembre de 2011

LAS COSAS INVISIBLES - ¡FELIZ NAVIDAD!





“Creo en un solo Dios Todopoderoso, creador de todo lo visible e invisible”


Símbolo de Nicea





Podían verlo todo, aún a la distancia,

sin confundir el blanco del vellón o el granizo,

distinguir entre el verde marchito de una acacia,

la retama amarilla, el olivar cobrizo.



Podían ver el tramo final de cada noche,

agazapando sueños bajo una luna fría,

los rebaños ajenos, iguales y distintos,

cada cual con su nombre, su cencerro y su guía.



Eran pastores diestros, podían asimismo,

ver en cada horizonte como en cada cayado,

el porvenir del tiempo, la luz de la madera,

el próximo torrente donde unir al ganado.



Los valles o las cimas no guardaban secretos,

para sus ojos hechos a contornos posibles,

pero un día inefable les fue dada la gracia

de contemplar silentes las cosas invisibles.





Un Angel fue primero, heraldo del pesebre,

de la impar teofanía custodio y pregonero,

un Angel señalado para que todos sepan

que el Verbo se hizo carne y refulge el lucero.





Mas después, tras el Angel, se dejó ver arriba,

una recia milicia celeste que alababa,

dando gloria al Nacido y paz para los hombres

de voluntad maciza como una antigua aljaba.



Oyeron viejos himnos, salmodias milenarias

hosannas y loores.Al fin todo calló.

Se cumplió la Escritura cuando entre sombras claras

notaron que era aquello lo que oído no oyó.



Danos Señor la gracia de poner la mirada,

en las cosas eternas que no solemos ver,

en las imperceptibles, incorpóreas, perennes,

brotadas al Principio de tu divino ser.





Concede a quienes pueblan esta patria de llantos,

la ciencia de saber que no sólo has creado

lo que pesa, se mide, se calcula o se vende,

sino la Cruz que supo dar nombre a lo fundado.





Haz que el mundo visible se rinda ante tu cuna,

así la sangre abraza dolorida a la llaga,

que la materia toda se convierta en vestigio

de la vez que dijiste: ¡Que la tierra se haga!

Vuélvenos pastoriles los oídos cansados

de escuchar estridencias más oscuras que el lodo,

que nuestra vista sea la de esos mayorales,

y por otear con Fe lo contemplemos Todo.







ANTONIO CAPONNETTO

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