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jueves, 12 de enero de 2012
HABLÁNDOLE A LAS PAREDES
Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 11 de Enero del año 2012 - 1082
El principio de un nuevo año, en la medida en que divide la Historia de una manera más clara entre el ayer y el mañana, es un momento oportuno para reflexionar. Sería fatal que pasáramos la hoja del calendario con el mismo aturdimiento, la misma inoperancia y la misma falta de inteligencia con que hemos vivido hasta ahora, dejando a los delincuentes de la "dirigencia" corrupta e inepta seguir haciendo lo que se les da la gana, burlándose de nosotros, y sosteniendo sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de futuros atropellos contra la Justicia, sin que nosotros atinemos a otra cosa que a esperar el próximo golpe con una resignación de burros de noria.
Me he convencido finalmente que no se le pueden pedir peras al olmo, es decir, que no puedo pedir ni a mis amigos, ni a los lectores, ni a los argentinos de las "clases cultas" no izquierdistas que desenvainen la espada política y se decidan a entrar en la lid para disputarle a la tiranía el poder absoluto con que disponen de esta bella Nación y de nuestros derechos.
No hay voluntad alguna de correr riesgos y ni siquiera la hay de molestarse para empezar a organizar la resistencia contra el negro futuro que nos espera. Es una realidad vergonzosa pero innegable. No entro en los rasgos específicamente despreciables que caracterizan ese fenómeno para no deprimirme aún más de lo que ya estoy escribiendo estas líneas.
Sin embargo, no puedo abandonar esta última trinchera y no puedo dejar de intentar la recuperación de la Patria, si es que todavía es rescatable. Por lo tanto reduciré mi invitación al mínimo minimorum de lo que se puede esperar de un ser humano. Lo ínfimo, lo más fácil, lo que todos puede hacer sin compromiso alguno, lo menos riesgoso, pero que al mismo tiempo es el fundamento de toda acción racional.
¿Cual es ese quehacer tan sencillo, tan inofensivo y a la vez tan decisivo?
Nada más y nada menos que PENSAR. Estoy proponiendo que nos pongamos a pensar para conocer la verdadera situación en que nos encontramos y cuales son los principios en que se debe basar una acción de rescate. Creo que si lo hiciéramos dejaríamos de ser lo que hasta ahora hemos sido, es decir, apátridas que han renunciado a la ciudadanía y que se han dejado robar lo que pudo ser una gran nación, por una banda de inferiores, malvados, deshonestos y malpensantes.
Algunos me dirán que eso no se les aplica a ellos porque son militantes del PRO, o porque son parte de una ONG que intenta el saneamiento del Poder Judicial o la liberación de los secuestrados políticos o porque pertenecen a alguna organización parroquial que reparte alimentos a los pobres, o porque despotrican contra los robos cometidos por el kirchnerismo, etc. etc..etc.
A aquellos les diría: que los que son del PRO no sólo no ayudan a la Patria sino que colaboran con la tiranía de una manera vergonzante y vergonzosa; a los que están anotados en esas ONG de objetivos parciales, que hacen muy bien si el objetivo es bueno pero que nunca conseguirán nada mientras no disputen el poder político a quienes cometen las injusticias que quieren reparar y a los buenos samaritanos parroquiales, que los felicito pero que hacer esas obras sin interesarse por la obra máxima que es salvar la Patria de la tiranía, no es verdadera caridad sino filantropía y de dudosa utilidad aún para los pobres que quieren ayudar.
* * *
Hay una oposición insanable entre esta tiranía y la Justicia. “¿Qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿Y qué compañía puede haber entre la luz y las tinieblas? ¿Qué concordia entre Cristo y Belial?¿O qué parte tiene el fiel con el infiel?” (San Pablo. 2da.Epist a los Corintios, 6, 14)
No hay manera de arreglar el asunto mediante remiendos más o menos benéficos porque todo está mal, aunque no se haya llegado todavía al extremo lógico del mal cuyo reino se ha iniciado. Pero el mal no retrocederá por amabilidad sino por la lucha frontal y decidida.
Ocurre que por no pensar con la debida seriedad, por superficialidad, por ignorancia, no comprendemos cual es realmente la gravedad del mal, ni cual es la distancia instranponible que hay entre el mal y el bien, ni cuales son las consecuencias nefastas e inexorables que se siguen del triunfo del mal.
Cuando renunciamos a pensar para comprender seriamente estas cosas, estamos en realidad aceptando el mal que no necesita convencernos, sino dominarnos. ¡Y por Dios que estamos dominados hasta un extremo tal que ni siquiera pensamos en liberarnos¡
Chateaubriand escribió, en un artículo que publicó en 1807 en el “Mercure” de Paris, esta frase que describe con la claridad del genio francés la triste situación de Francia en ese año, bajo la pata de Napoleón, y que podría aplicarse a nuestra propia situación bajo la degradante tiranía del kirchnerismo:
“Cuando en el silencio de la abyección, no se oye nada más que el tintineo de la cadena de los esclavos y la voz del delator; cuando todo tiembla delante del tirano y es tan peligroso incurrir en su favor como caer en desgracia, el historiador aparece como el encargado de la venganza de los pueblos” (citado por Michel Legris en “Le Monde tel qu¨il est”, pag. 9)
Habiendo fracasado como iniciador de una resistencia efectiva contra la tiranía al menos puedo describir como historiador, casi como un memorialista porque escribo sobre la Historia de hoy, el momento abyecto en que vivimos.
Y mi opinión es que lo más negro de nuestra abyección es que hemos renunciado a pensar y a llamar a las cosas por su nombre. Mi venganza como historiador es decírselo en la cara a mis contemporáneos que se hacen los distraídos. Sólo exceptúo a quienes demuestren que piensan todavía, lo cual exige reconocer en toda su gravedad el mal que nos domina y el imperioso deber de combatirlo.
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Para evitar escapismos y malentendidos, digo desde ya que lo peor no es que la Kirchner y sus colaboradores se hayan enriquecido en forma sospechosamente deshonesta. Eso es tener un concepto policialesco del mal. Lo malo que nos domina y nos arrastra hacia la miseria moral y material es eso y mucho más.
Está mal que el país esté dominado por la peor ralea surgida de las sentinas de la sociedad, coaligada con los peores ideólogos marxistas, para dominar y transformar el país en un Estado socialista. Mientras tanto, los argentinos de bien, a quienes les corresponde por derecho el deber y el derecho de gobernar, están sumergidos en el anonimato y la impotencia.
Es decir, las jerarquías naturales están subvertidas. Esta es la verdadera subversión triunfante y no la de los terroristas de los años 70 que cubrieron el país de sangre pero nunca llegaron a mandar (aunque los que gobernaban en ese entonces tampoco eran las jerarquías naturales del país).
Sin embargo, este verdadero concepto de la subversión sigue sin ser comprendido y es desesperante ver cómo todos aquellos que defienden a los secuestrados políticos se limitan a reivindicar la represión de los años 70 pero sabotean toda resistencia organizada y efectiva contra la subversión triunfante y en el poder, incluyendo entre estos a todas las organizaciones de militares retirados que conozco y a muchos civiles que los rodean, con lo cual se inutilizan a sí mismos.
Está mal que no impere el Derecho ni se haga Justicia por lo cual los débiles están desprotegidos frente a los atropellos del Estado y de los poderosos. No hay jueces a los cuales se pueda recurrir con una razonable confianza de encontrar amparo.
Tampoco existe autoridad que reprima a la plebe sindicalizada u organizada en piquetes que oprimen a la población exigiendo lo que se les ocurra por vías de hecho violentas y opresivas.
Está mal que el soborno se haya hecho costumbre. Se benefician de él desde el ministro coimero hasta el último atorrante que vive sin trabajar cobrando subsidios del Estado y usando su ocio para imaginar delitos que muchas veces comete ante la pasividad y aún la complicidad de la Policía.
Esta “cultura” del soborno es peor que la mera malversación de fondos públicos o el enriquecimiento ilícito de los funcionarios porque corrompe a todo el pueblo, directa o indirectamente, haciéndolo despreciar el trabajo como forma natural de la vida del hombre sobre la tierra.
Leon XIII decía: “El hombre nació para trabajar como el ave para volar”. Imaginemos que una poderosa organización resolviera cortar las alas de todas las aves de la tierra. Sólo ver a esos pájaros arrastrándose por el polvo en vez de trepar en vuelo hasta las nubes, causa horror. ¿Por qué no nos horroriza que esta tiranía haga una cosa igual con el pueblo argentino en general? ¡Por qué no pensamos!
Está mal que en un país de 40.000.000 de habitantes, de los cuales una gran proporción son gente de bien, no haya una cantidad suficiente de esos habitantes que pudiendo darse cuenta del rumbo nefasto de los acontecimientos, se abstenga de reaccionar y de intentar por todos los medios legítimos a su alcance la recuperación del país de manos de la tiranía. Lo más parecido a un pueblo así es un pueblo de eunucos.
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¿Cómo puede estar ocurriendo toda esta suma de males – y otros que no menciono brevitatis causa- en un país cuya población es una de las más cultas de Iberoamérica y de mayoría católica? Me decía un amigo chileno hace unos días que fuera de la Argentina nadie entiende qué pasa y que nos pasa a los argentinos.
Creo que la causa de este autoeliminación nacional es la falta de pensamiento. No queremos pensar. No queremos desentrañar la realidad de los hechos que se oculta detrás de las mentiras de la prensa y no queremos saber la verdad de las cosas ni aceptar el mandato de una moral auténtica, basada en la ley de Dios.
* * *
¿Sería esto posible si los Obispos, que tienen el cuidado de las almas, una autoridad que les viene del mismo Redentor para enseñar y una Cátedra sagrada desde la cual pueden alertar, exhortar, condenar, excomulgar y sostener la verdad contra todas las mentiras triunfantes, hubieran actuado como lo hizo, por ejemplo, el Cardenal Midszenty en Hungría cuando el comunismo se adueñó del país pero encarcelándolo previamente para consumar su crimen? Ciertamente no.
Actúan y actuaron como “perros mudos”, como dice la Sagrada Escritura, y, peor aún en los tiempos de la crisis del 2001-2002 colaboraron con la “dirigencia” corrupta e inepta para instalar a Duhalde en el poder que, a su vez, lo entregó al usurpador pro-marxista Kirchner.
Ahora bien, esa única voz autorizada para enseñar la verdad se llamó a silencio. Con eso el pensamiento auténtico cesó. El error triunfó, la usurpación se consolidó, el proyecto de instalar el Estado socialista avanzó y las voces de los laicos sin autoridad, como la mía, fueron incapaces de conmover la inercia de los buenos. Por eso lo que queda de la Argentina se pierde, por falta de pensamiento veraz y consecuente.
Termino exhortando una vez más a pensar con lógica y verdad . Y si es posible, actuar consecuentemente, aunque esta exhortación sea algo así como hablarle a las paredes.
Cosme Beccar Varela
NOTA: Lea la sección “Correo del Lector” en www.labotellaalmar que tiene textos interesantes.
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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