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lunes, 13 de febrero de 2012

TRABAJANDO PARA EL ENEMIGO



Por Movimiento Nacional y Católico
Boletín N° 32

A veces es difícil distinguir a un imbécil de un mal nacido. Máxime cuando se mueven en una zona gris que suele ser común a ambas categorías. El daño que pueden producir es el mismo, lo que varía es la atribución de responsabilidad, más grave siempre en los canallas pues lo hacen conociendo y buscando ese daño que terminan generando. Claro que también podríamos hablar de la categoría del imbécil mal nacido y quizás simplificaríamos un poco las cosas, aunque los reduccionismos no son buenos por regla general.
En fin, elija usted la categoría conceptual que desee, nosotros nos referimos al acto llevado a cabo por la señora Presidente para darles una lección a los ingleses que seguramente no olvidarán…y agradecerán. Nunca, que recordemos, el grotesco tocó tan directamente a la Gesta de Malvinas como ese día. Se había reunido lo más granado del régimen y del sistema. No faltó uno solo de los mariscales de la vergüenza y el oprobio. Y coronando este rejunte discepoliano, en primera fila, como un preanuncio de lo que vendría, el descendiente del teniente coronel Pinedo, el cobarde capitán de la goleta Sarandí que tenía a su cargo la defensa de las Islas Malvinas y las entregó sin disparar un solo tiro.
El enemigo manifestó que no estaba dispuesto a negociar la soberanía con Argentina, desplegó a las islas a un moderno Destructor Clase 45, alistó una guarnición de 1.400 hombres y estableció un componente aéreo militar en ellas. ¿Cómo reaccionó nuestro gobierno?, veamos:
1)         Armó la carpa de Sarrasani en la Casa de Gobierno, juntando a cuanto chimpancé andaba disponible, incluyendo a la inmortal Hebe que todavía no se decidió a adoptar a Barreda para reemplazar a Schoklender. Allí anunció que se levantaría el secreto sobre el denominado Informe Rattenbach, de modo de asegurar que el enemigo pruebe, por boca oficial argentina, que lo de Malvinas no fue una reivindicación de territorio soberano, sino una aventura militar para oxigenar un gobierno desinflado.  Alimento bienvenido por una Inglaterra que mucho se ha cuidado de levantar el secreto de estado sobre lo ocurrido en Malvinas, a pesar de haberse cumplido holgadamente los 25 años de veda establecidos por la ley británica.
2)         Lejos de anunciar el inmediato fin de los vuelos de abastecimiento, ya que Chile mantiene su histórica postura anglófila –parece que la civilizada democracia argentina se mostró tan impotente como la torpe dictadura-, anunció la construcción de un hospital de salud mental para asistir a los ex combatientes, que en un número superior a los 400 se han suicidado por secuelas psicológicas que arrastrarían de la guerra. ¿La llegada del destructor disparó la creación del hospital? ¿O fue la negativa de Cameron a negociar la soberanía?.  Ironía aparte, ¿acaso el Estado no tiene instituciones para dar asistencia sicológica a los ex combatientes?. ¿Hizo falta que pasaran 30 años y más de 400 muertos para esto?. ¿Se olvida que el matrimonio Kirchner ejerció el poder en más de 8 de esos 30 años?.
3)         Descarada e inconcebiblemente negó el apoyo popular a la recuperación de las islas. Con lo cual siguió transmitiendo el mensaje que todo fue una trasnochada idea ajena a los intereses del pueblo argentino. Nuevamente, los ingleses agradecidos. Lo que sí está claro es que  Cristina Elizabeth Wilhelm no estuvo de acuerdo, ni festejó la recuperación ¿Será que tampoco esa guerra era la suya, como señaló un rabino en aquel momento?
4)         No sólo no anunció el reequipamiento de las destruidas Fuerzas Armadas argentinas, como sí lo ha hecho el resto de Sudamérica, lo que realmente preocuparía a los ingleses al tener que redoblar los gastos militares en las islas, sino que, ingenuamente denunció la militarización del Atlántico Sur. Olvida la estadista de bajo fuste que ya el Brasil imperial de Cardozo y Lula se encargó de tal tarea, al adquirir un poderoso portaaviones francés, reforzar su armada y firmar convenios con los países africanos con litoral atlántico por los que le delegan su poder de policía en el Atlántico Sur.
Sólo faltó decir que la Marcha de las Malvinas era un himno colonialista y que la Argentina se convertiría por decreto de necesidad y urgencia al anglicanismo, para que el festejo del enemigo fuera total.
En fin, ya nada nos sorprende, aunque todo nos duela. A tanta entrega, tanta traición, tanta mentira y tanta ignominia, el Nacionalismo Argentino de pie, junto a los verdaderos combatientes de aquella gesta, grita una y mil veces más: ¡¡MALVINAS, VOLVEREMOS!!    


           
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