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jueves, 5 de abril de 2012

EL KIOSKO DE CACHO Y POROTO




Por Nicolás Márquez

Resulta que “Cacho” puso un modesto kiosko de golosinas junto a “Poroto”, su inseparable amigo de juergas nocturnas en la bailanta del barrio. El pequeño emprendimiento se consiguió instalar a bajo costo, porque el mismo se hallaba frente a un galpón abandonado. Pero resulta que pocos días después, y sin que sendos emprendedores lo supiesen con antelación, el galpón comenzó a ser reciclado por una constructora. ¿Con qué objetivo?, en breve se iba a inaugurar un colegio primario.

El kiosko de Cacho y Poroto, con motivo de un episodio totalmente ajeno a su previsión o pericia empresarial, se vio luego abarrotado de niños que a diario hacían cola para comprar sus caramelos y confites. Evidentemente los acompañó la suerte. La suerte es un dato traído a comento no para desmerecer al dúo en su faceta comercial, puesto que ya nos decía el florentino Nicolás Maquiavello que para una gestión exitosa, una de las condiciones objetivas que debía tener el Príncipe era la suerte. Pero obviamente a esta hay que acompañarla con un aporte subjetivo (como ser el talento personal y una eficiente gestión).

A Cacho y Poroto le entraba una cantidad enorme de dinero que ellos no tenían en sus planes recibir cuando pusieron el kiosko. Sus clientes repentinamente ahora eran muchos y ansiosos por comprarles. Pero Cacho y Poroto, con el excedente de dinero que percibían, no se dedicaron a ahorrar, poner sucursales o ampliar su negocio con reformas e infraestructura. Todos los días “manoteaban” el dinero de la caja y se iban gustosos al casino, a la bailanta y al cabaret (en ese orden). Total, al día siguiente la probablemente buena recaudación les iba a permitir recuperar la merma acontecida por el dispendio nocturno con relativa comodidad.

La Argentina kirchnerista, por un irrepetible golpe de carambola, tiene a mas de mil millones de chinos haciendo cola para comprarle sus productos, los cuales además subieron de precio durante los últimos ocho anos a escalas extraordinarias con motivo del enorme aumento de la demanda internacional.

¿La gente encargada de administrar la economía en el kirchnerismo obró como Cacho y Poroto en el kiosko?, ¿o como escrupulosos profesionales de la administración que se desviven por erradicar todo gasto superfluo y aprovechar la bonanza para agigantar las potencialidades enormes del país en el mercado internacional?.

Con diferentes niveles de protagonismo, poder de decisión e incidencia, la economía de estos últimos años fue manejada por el matrimonio Kirchner (todavía seguimos esperando que digan donde están los fondos de Santa Cruz- entre otros fondos-), por Felisa Michelli (implicada en la causa penal por el dinero hallado en el baño de su despacho de trabajo),  por Amado Boudou (salpicado hasta las orejas por el escandaloso caso “Ciccone”), por Mercedes Marcó del Pont (quien hace pocos días espetó la broma de que “la emisión de moneda no genera inflación”) y  por Guillermo Moreno (cuyo kilométrico historial de felonías no las detallaremos aquí porque habría que escribir un libro aparte).

Siguiendo con la metáfora del kiosko y sus potencialidades: ¿la Argentina está aprovechando el viento de cola para dejar de ser un puestito en el barrio y encaminarse a mutar en los próximos años en un moderno shopping que deslumbre al mundo? ¿o por como está siendo manejada todo indica que seguirá funcionando como el kiosko de Cacho y Poroto?. La respuesta la dejamos a consideración del lector.

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