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lunes, 16 de abril de 2012

LA SOBERANIA NACIONAL



Por: Ricardo Díaz


“El hombre, tal como Dios lo quiere y la Iglesia  lo abraza, no se sentirá jamás firmemente consolidado en el espacio y en el tiempo sin territorio estable y sin tradiciones”

                                              --- Pío XII ---



  Mucho se está hablando en estos días acerca de la Soberanía, a raíz del tema de Malvinas principalmente. Pero, a veces nos preguntamos si sabemos bien ó si tenemos bien claro de qué hablamos cuando hablamos de Soberanía.
    En principio debemos tener en cuenta que, generalmente, se habla de soberanía popular. Ya en el siglo XIX, en esta bendita Patria nuestra, el señor Sarmiento habló de soberanía popular cuando dijo “hay que educar al soberano”, sin tener en cuenta que muchos años antes, el filósofo francés Joseph de Maestre, se había pronunciado al respecto en su obra “Estudio sobre la soberanía”, con muy buen sentido del humor y fina ironía: “El pueblo es soberano, dicen. ¿Y de quién? De sí mismo, aparentemente. El pueblo es súbdito. Aquí hay seguramente algún equívoco, si es que no hay un error, ya que el pueblo que manda no es el pueblo que obedece…. El pueblo, se dirá, ejerce la soberanía por medio de los representantes. Esto comienza a entenderse. El pueblo es un soberano que no puede ejercer la soberanía. Pero cada individuo varón de ese pueblo tiene derecho a mandar a su turno durante cierto tiempo. Por ejemplo, si suponemos veinticinco millones de franceses, y setecientos diputados elegibles cada dos años, comprenderemos que, si estos veinticinco millones fueran inmortales, y los diputados fuesen nombrados por turno, cada francés, sería periódicamente rey más o menos cada tres mil quinientos años. Pero como durante ese lapso no se deja de morir cada tanto, y por otra parte lo electores no son dueños de elegir como gusten, la imaginación se espanta ante el terrorífico número de reyes condenados a morir sin haber reinado”
   Este párrafo, por sí sólo y con un toque de humor, lo dice todo. Y nosotros podríamos agregar, en una palabra, que la “soberanía popular” no existe. Pero en este país, en que se ha practicado la demagogia a altos niveles; en el que se ha elevado la demagogia a la categoría de arte, con tal de ganar elecciones, el concepto de soberanía popular se ha  predicado, extendido y machacado hasta el hartazgo.
   Pero nosotros vamos a referirnos a una Soberanía muy superior, mucho más alta, que es la Soberanía Nacional. Para ello hemos de volver a Pío XII quien al respecto expresó: “Un nuevo orden fundado en las normas morales prohíbe absolutamente que sean lesionadas la libertad, la integridad y la seguridad de otra naciones, cualquiera que sea su extensión y capacidad de defenderse”.
   Como vemos, Pío XII habló, en primer término, de libertad. Esto es esencial, si un gobierno no tiene libertad de acción cómo podrá gobernar para el bien común. Estará subordinado a lo que le dicten desde el exterior, sea el Poder Internacional del dinero, sea otra nación superior, me refiero superior económica y militarmente, no moralmente. Por ejemplo: Gran Bretaña ejerce soberanía sobre nuestras islas Malvinas, gracias a su superioridad militar y económica, pero es una inmoralidad, ya que se trata de un robo, lisa y llanamente. Ladrones de guantes blanco, dijo alguien refiriéndose a los elegantes y flemáticos ingleses. Nuestro Señor Jesucristo les diría: “Hipócritas fariseos, sois como los sepulcros, limpios por fuera y llenos de podredumbre por dentro”. Claro, resulta que después de haber sometido por largos años a gran parte de África, a la India y a ciudades como Hong Kong, vienen a hablarnos a nosotros sobre la “autodeterminación de los pueblos”, refiriéndose a los kelpers, ó ciudadanos de segunda. Espectacular e increíble, un fariseísmo o hipocresía mayor no puede existir en toda la historia de la humanidad.
   Por eso decía, hace muchos años, el filósofo y mártir de la Fe Católica, profesor Jordán B. Genta que “La liberación económica de la nación depende del ejercicio real de la Soberanía Política y de una libertad de acción suficiente para servir al Bien Común”.
  Fueron por todos estos principios que se sacrificaron nuestros héroes de la guerra de la independencia y derramaron su sangre, como lo hicieron también nuestros héroes de Malvinas. Pero cual fue la respuesta de los sucesivos gobiernos: continuar la entrega metódica y sin límites de nuestra soberanía nacional, con YPF a la cabeza, al poder mundial. Y encima tenemos que soportar ahora mansamente que nos reten desde la Madre Patria diciéndonos que si se lesiona a Repsol se lesiona a toda España. Una España, por otra parte, con una crisis descomunal, mas de cinco millones de desocupados; un reajuste ordenado por el FMI impresionante que será realizado sobre el sector de la salud y la educación nada menos. Creo que si el pueblo español reacciona, va a ser peor que el tsunami de Indonesia o de Japón.
   Volviendo a nosotros, comparemos esta actitud de nuestros gobiernos respecto de la entrega del país, con la actitud asumida por don Juan Manuel de Rosas, a quien el General Don José de San Martín dedicó estas palabras en una carta a su amigo Tomás Guido: “…de todas modos, yo estoy bien tranquilo en cuanto a las exigencias injustas (de Inglaterra y Francia) pues todas ellas se estrellarán contra la firmeza de nuestro Juan Manuel” (27 – XII – 1847).
   Otras palabras que también se referían a este tema, fueron las del Cnel M. A. Seineldín, quien expresara que “El uni-imperialismo no acepta rebeliones… limita las soberanías nacionales y se mete donde quiere, con intenciones `humanitarias´”.
   Claro, el imperio del norte invade zonas petrolíferas, con la excusa de que son naciones que tienen armas nucleares peligrosas para la humanidad -se ve que las de ellos no son tan peligrosas- y así se metieron en Irak, y ahora van por Irán,  y se ve que Corea también debe tener petróleo, porque ya están apuntando hacia este país que, ciertamente tiene armas nucleares, pero no tantas como tienen los humanitarios salvadores del mundo en sus distintas y distantes bases desparramadas por todo el mundo, incluyendo Argentina.
   Pero todo esto lo pueden hacer porque tienen una Soberanía basada en el Poder Nacional. Sobre este tema y refiriéndose a nuestro país, el director del periódico “patria Argentina”, Santiago R. Alonso, conmemorando el 30ª aniversario de la Guerra de Malvinas dijo: “A partir del momento que se decida ser dueño de nuestro destino nacional – con una fuerte voluntad política -  es imprescindible reconstruir nuestro Poder Nacional. La Argentina carece hoy de Poder. Y el Poder Nacional es la causa material de la Soberanía Política. Sin Poder es imposible hacer efectiva la Soberanía Nacional. Este es un  dato del realismo político que debe ser tenido en cuenta y cuya importancia está sobradamente comprobada por la experiencia histórica”…”La refundación de las Fuerzas Armadas al servicio exclusivo y excluyente de los intereses y objetivos vitales de la Nación, constituye una exigencia primaria en la reconstrucción del Poder Nacional Argentino”.
   Bien, creo que ha quedado bastante claro de que se trata la Soberanía Nacional. Lo único lamentable es que nosotros no podamos quedarnos tranquilos como el General San Martín, porque, lamentablemente, carecemos de un Juan Manuel.
   Pero quiero concluir esta nota con palabras del mencionado profesor J.B. Genta: “La mediatización y el servilismo de los gobiernos por el Imperialismo Internacional del Dinero, supone la renuncia a la Soberanía Política. Si los poderes multinacionales, monopolistas e insaciables pueden operar al margen del Bien Común es porque no existe o ha dejado de existir la soberanía, aunque se mantengan las formalidades aparentes y las representaciones en la UN y en la OEA”.-

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