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viernes, 1 de junio de 2012
LAS ARMAS Y LA HISTORIA
Por el Dr. Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 31 de Mayo del año 2012 - 1108
La mayor parte de la Historia es el relato de las guerras y de las revoluciones armadas. Eso quiere decir que la suerte de las naciones no ha dependido casi nunca (o nunca) de la gente que piensa sino de la gente que domina a los otros por las armas.
En los cañones de Luis XIII su ministro, el Cardenal Richelieu, mandó escribir la siguiente frase: "Ultima ratio regni" (este es el último argumento del reino).
Es decir, la diplomacia podía intentar resolver los conflictos mediante el intercambio de propuestas fundadas en diversas razones, pero en definitiva, la solución la daban las armas. Una de las partes en conflicto dominaba por las armas y destruía o sometía a la otra.
Los argumentos de la diplomacia, inclusive, se fundan en la fuerza del país que representa el diplomático. O sea que si alguna solución resultaba de las negociaciones ello se debía a la amenaza implícita de una fuerza superior.
Por eso, las "negociaciones" con Inglaterra para recuperar las Islas Malvinas son totalmente inútiles ya que, como dijo hace poco el Ministro de Defensa de Gran Bretaña, ellos no le temen a la Argentina de manera que jamás aceptarán devolver las Islas ni darnos cualquier clase de esperanza de recuperarlas en el futuro.
Las cosas sólo cambiarían si la Argentina tuviera una fuerza que Inglaterra temiera. Pero esa posibilidad, así como van las cosas, es más o menos la misma que tiene una mosca de derrotar a un elefante.
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Es triste que así sea porque revela cuán herida ha quedado la naturaleza racional del hombre después del pecado original. Si Adán no hubiera pecado y la humanidad no hubiera perdido el natural ordenamiento de sus facultades, la inteligencia hubiera reconocido la verdad con facilidad y por ende las guerras hubieran sido imposibles. Ante cualquier disensión hubiera bastado que una parte demostrara a la otra la justicia de su posición para que la otra la reconociera y cediera de inmediato.
Desde esa fatal desobediencia en el Paraíso terrenal, la inteligencia existe pero está dominada habitualmente por las pasiones que son capaces de hacer que el hombre rechace los argumentos más evidentes y que cometa los mayores atropellos. Por eso todos los grandes asuntos de la Historia se han resuelto por las armas ya que la pasión desordenada es ingobernable por la razón y sólo cede ante la fuerza.
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Eso ha hecho que la Historia se ocupe mucho más de las guerras que de las discusiones pacíficas y que los ejércitos sean decisivos. Porque los hombres desde un principio se dieron cuenta que aislados y desorganizados, aunque tuvieran armas, no podían vencer a sus enemigos armados y organizados, es decir, a un ejército.
Los grandes imperios de la Antigüedad fueron fundados por grandes jefes de guerreros.
Alejandro Magno fue uno de ellos y dominó medio mundo.
El poderío de Roma se basó en la inteligencia de sus senadores, pero éstos nada hubieran podido sino hubieran contado con la eficacia de sus legiones a las cuales muchos de esos mismos senadores habían comandado.
El admirable orden de la Edad Media no hubiera existido jamás sino hubiera sido por la fuerza de Carlomagno que dedicó toda su vida a reprimir, a la cabeza de su ejército, la barbarie y las tendencias desordenadas de los Señores de su tiempo y si después no hubiera habido reyes y señores feudales que continuaran su obra con las armas en la mano.
Prusia fundó el Imperio alemán, derrotando a Austria y amenazando a los pequeños reinos germánicos porque se organizó como una nación al servicio de un ejército.
Y en nuestros días, los Estados Unidos de Norteamérica no hubieran podido existir sin el poderío de sus fuerzas armadas y la eficacia de su armamento. Estuvieron y están en guerra continuamente para sostener su importancia histórica y su riqueza.
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No estoy diciendo que los pensadores no cuentan. Ellos dan las ideas que otros ponen en vigencia política por medio de las armas. Así fue en el siglo XVIII cuando Voltaire y los enciclopedistas inventaron una filosofía contraria al catolicismo y a las monarquías tradicionales de Europa. Esos pseudo-filósofos no hubieran tenido importancia si sus perversas ideas no hubieran sido llevadas al poder por la revolución francesa. Fue la guillotina de Robespierre, servida por las bandas de asesinos que cantaban la Marsellesa y los ejércitos de Napoleón los que convirtieron aquellas ideas en tiranías políticas que hicieron Historia.
Los intelectuales desarmados no son relevantes, a no ser que inspiren a los que tienen poder o gocen de su favor.
Hoy, por ejemplo, el Pensamiento Único, agnóstico, relativista y ateo que domina en el mundo occidental, es la ideología abrazada por el poderoso "establishment" político, periodístico, económico y financiero que rige todo ese mundo. Los escritores "mimados" por la publicidad son los únicos que tienen fama y la fama es la antesala de la Historia.
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Siendo así es imposible no suponer que la tiranía kirchnerista se está armando y está desarmando a sus potenciales enemigos.
Debe sospecharse vehemente que aquella está organizando ocultamente una fuerza militar compuesta por traidores de las FFAA y por los violentos de la izquierda; que está acopiando un poderoso armamento a lo cual contribuyen los países del bloque neo-comunista encabezado por Rusia y China y servilmente secundado por Cuba y Venezuela y que está preparando los cuadros de “oficiales” que habrán de darle forma de ejército cuando consideren que ha llegado el momento.
En cuanto al desarme de sus potenciales enemigos, es algo innegable porque lo hace descaradamente y a ojos vista. Las FFAA fueron descabezadas de entrada, apenas usurpó Kirchner el poder en Mayo del 2003. Luego, mediante ascensos y bajas selectivos fueron depurando los cuadros de oficiales (ver "Clarín", 30/5/2012, pag. 27, artículo de Jaunerena titulado "Purgas en los mandos militares"), dejaron que el armamento fuera deviniendo obsoleto, rebajaron el presupuesto para la compra de repuestos y municiones (dice un informe especializado que el Ejército tiene balas para combatir sólo 2 horas y media), rebajaron los sueldos (ahora el fallo Zanotti de la Corte Suprema, dictado hace pocos días, hasta les obliga a devolver aumentos anteriores alegando haber sido "mal calculados"), suprimieron el fuero militar y sometieron a más de 1.000 oficiales a procesos prefabricados conducidos por jueces federales prevaricadores y hasta mataron por malos tratos a casi 200 de ellos dejando sobre muchos otros la espada de Damocles de nuevas persecuciones... ¿Hace falta seguir enumerando la evidencia del desarme de las Fuerzas legales de la Nación?
Y para los civiles es cada vez más difícil tener un arma para defensa propia. El Registro Nacional de Armas (RENAR) ha sido puesto en manos de un marxista de "La Cámpora" que rechaza todos los pedidos de porte de armas de la gente de bien y los otorga a los partidarios de la tiranía. Los jueces se ensañan con quienes tienen un arma y se defienden de los delincuentes a tiros. Además de que el Código Penal mantiene penas enormes para quienes tengan un arma no registrada en el RENAR, van creando una jurisprudencia nefasta que disuade la defensa propia.
Mientras tanto los militantes al servicio de la tiranía se ejercitan en la violencia cortando calles y rutas y el gobierno va reclutando "tropa" mediante los diferentes sobornos disfrazados de "ayuda social" que reparte a manos llenas.
Si este proceso perfectamente planeado y ejecutado desde hace nueve años sigue su curso, el día que la tiranía decida sacarse finalmente la máscara para implantar el Estado marxista-leninista, tendrán un ejército preparado con un poder muy superior al de las FFAA, una parte de las cuales, conducida por oficiales traidores, integrará los cuadros de aquel ejército hoy oculto.
Los argentinos que quieran resistir habrán descubierto que es demasiado tarde. Habrán sido desarmados y todo intento de enfrentar la embestida será inútil.
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Me indignan los supuestos "analistas" anti-kirchneristas que alientan la falsa esperanza de que la tiranía está por caer y que escriben como si ellos supieran que los tiranos "no escaparán", "irán a parar a la cárcel", "tendrán que devolver lo que se robaron", etc. Y sus lectores, como un eco, escriben frases incendiarias y hasta procaces como si realmente tuvieran la fuerza para hacer todo eso cuando todos sabemos que no la tienen, ni hacen algo para tenerla y ni siquiera son capaces de organizar un "grupo político" de 200 patriotas, como lo he propuesto varias veces en este periódico.
Esos vaticinios vacuos los vienen repitiendo desde hace años y nunca se cumplen, pero ni por eso pierden credibilidad frente a los crédulos que los leen. Lo que sí consiguen es crear falsas esperanzas y desarmar moralmente a los "buenos patriotas". ¿Para qué molestarse en organizarse y pensar en la resistencia cuando "esto" se cae solo?
Además de esos falsos profetas del optimismo, están los pacifistas, los que creen que con una sonrisa desarmarán a las fieras. No hay un solo caso en la Historia de que una tiranía como esta haya desistido de sus peores intenciones, conmovida por la indefensión de sus esclavos. Lo que enseña la Historia es que digo al principio de este artículo: la última palabra la tienen las armas o la amenaza de usarlas.
"¡Pero Ud. mismo dice que no tenemos armas!" Es cierto y, por lo tanto, no podemos pensar en una resistencia armada. Pero somos muchos más que ellos, por ahora, y tenemos razón. Si quisiéramos organizarnos seriamente para una lucha cívica al servicio de un programa mínimo de salvación nacional (ver nro. 1107 de este periódico) tendríamos alguna posibilidad de conseguir que la opinión pública, que es mayoritariamente anti-comunista, se mueva para hacer imposible a los tiranos la realización de sus planes. Y si intentaran hacerlo de todos modos, haciendo uso de la fuerza, que los buenos patriotas tengan ya una organización funcionando será mejor para defender la Patria, que no tenerla.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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