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martes, 16 de octubre de 2012

¿HAY FE CATÓLICA SOBRE LA TIERRA?




Por Emilio Nazar Kasbo
Jesucristo dijo: “el Hijo del hombre cuando vuelva, ¿hallará por ventura la fe sobre la tierra?” (Lc. 18, 8)
Según Mons. Juan Straubinger, las palabras de Jesucristo obligan a una detenida meditación de este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que S. Pablo llama de iniquidad y de apostasía (II Tes. 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso escatológico. Cf. Mat. 13, 24, 33, 47 ss.
Aquí nos enfrentamos directamente a las palabras de Jesús transmitidas por la Tradición.
Sin ser experto en la materia, simplemente trataré de realizar un aporte desde el mero sentido común que busca desentrañar el significado de una frase, en vistas a determinados acontecimientos que pueden ilustrarnos sobre el sentido que tal vez en momentos anteriores no hayan sido debidamente valorados o anticipados.
Jesús no dijo que “cuando vuelva no hallará Fe sobre la tierra”. El no hace una afirmación, sino que realiza una mera pregunta. Además, se trata de una pregunta retórica, que está dando a entender que en líneas generales no hallará fe sobre la tierra, o que tal vez la fe que exista sea la de los últimos creyentes que habrán recibido íntegramente la Fe transmitida sin deformación alguna (al menos en lo fundamental).
Si tenemos en cuenta el anuncio bíblico de que los judíos se convertirán al Catolicismo al final de los tiempos, a su vez debemos entender que incluso ellos mismos se verán abarcados por las palabras de Cristo, y su descendencia dejaría de transmitir la Tradición tal como fue realizada siempre y más allá de los ataques padecidos por la Iglesia en el campo teológico.
Es decir, el número de las personas que habrán de salvarse estará completo, y la Historia humana habrá llegado a su fin. Los mismos judíos conversos serán afectados por este mal que carcomerá a la misma Iglesia Católica, sobre todo en los últimos tres años y medio de Historia previo a la Segunda Venida de Jesucristo.
Es decir, instalados en el momento de la Segunda Venida del Mesías, los últimos tres años y medio serán los más horripilantes del mundo para quienes hayan conservado la Tradición Católica de verdad, mientras que la “Gran Ramera”, la Iglesia adulterada, será la “versión oficial” imperante en el mundo, triunfadora como paradigma del sincretismo globalizado.
¿Por qué Jesús habló en forma inquisitiva y no de modo asertivo? ¿Por qué pregunta, justamente a quienes no saben, en vez de realizar una afirmación esclarecedora? Esto tiene una posible explicación, que es posible analizar a la luz de los hechos del Evangelio y de la Historia del pensamiento (no digo de la “Filosofía”, porque actualmente ésta incluye a pensadores que no son filósofos como versión de un modo de enseñar Filosofía de contenido relativista y “políticamente correcta”).
Todo el relato de la Pasión de Jesucristo está plagado de preguntas. Pero no eran preguntas retóricas, ni eran preguntas realizadas en base a la averiguación de sucesos, sino que eran preguntas propias del escéptico. Fueron preguntas de burla, preguntas de duda, en la que se tomaba en broma lo más Sagrado en el mundo: el Verbo Encarnado.
¿Hacia dónde tendían esas preguntas? Simplemente a plantear una especie de rebuscada paradoja, en la cual de antemano se encuentra anulada toda respuesta de tipo Sobrenatural. La mentalidad escéptica podría incluso atribuirse a algún demonio particular que haya ejercido su influencia en aquél entonces… y que seguramente actuará en los últimos tiempos.
¿Cómo actúa la “pregunta paradojal”? Simplemente poniendo en ridículo al sujeto a quien se dirige. Jesucristo fue víctima de ella, y también lo serán los últimos Papas, así como los últimos cristianos al momento de dar las respuestas que la Fe exige.
Si nos ponemos a hilar fino, es la pregunta paradojal la que de plano rechaza la Verdad para justificar un extremo opuesto, y tal pregunta surge desde la aparición del nominalismo que puso en cuestión los Universales, desconociendo su naturaleza para negar su existencia. La consecuencia fue el subjetivismo introducido por Rousseau, de donde se derivará una “antifilosofía” unida a una actitud “antifilosófica”.
En el tiempo, Kant no hace más que convertirse en el Anti-Aristóteles. De allí en más, la base racional del modernismo teológico quedó implantada y, cualquiera de las posiciones “antifilosóficas” post-kantianas,  recibirá la herencia anti-realista. Efectivamente, la realidad es negada mediante la duda de su ser y esencia, subjetivizada como una categoría kantiana del intelecto que acabará enloqueciendo a medida que se profundiza tal línea de pensamiento.
La realidad es convertida en un mero fenómeno intelectual, siendo de ese modo lo único real aceptado: la imaginación. ¿Existe o no existe la realidad fuera de la imaginación del sujeto? Es una pregunta sin respuesta, es una pregunta paradojal, pero que en el fondo niega la realidad poniéndola en duda, rebajándola, relativizándola, restándole importancia. El mismo Sören Kierkegaard se refirió a la paradoja. Sin embargo, el pensamiento “paradojal” no conduce a la certeza, sino que acaba en una cosmovisión filosófico-teológica esencialmente escéptica.
La paradoja no es la pregunta malléutica, no es el cuestionamiento socrático que surge de la inicial curiosidad sana en búsqueda de la Verdad para alcanzarla, resaltando las contradicciones conforme los principios metafísicos de identidad, de no contradicción y del tercero excluido. El relativismo cultural exige rebatir toda posibilidad de conocimiento científico (episteme griega), convirtiéndolo todo en opinión (doxa griega), de modo que la opinión en la paradoja se burla del conocimiento científico verdadero.
Un modelo del pensamiento paradojal sería el siguiente: “Así que la Ley de la Gravedad establece que las cosas caen en dirección al suelo… ¿Cómo es entonces que las aves en su vuelo no caen?”. El pensamiento paradojal, en este caso, no surge de la admiración de un niño ante la contradicción, sino de una persona que desde la contradicción pretende elaborar una cosmovisión, del modo más lejano posible a la Verdad. La pregunta hecha a un ingeniero aeronáutico sería completamente rebatida, y tratado el “cuestionador” de ignorante; sin embargo, la pregunta paradojal resulta efectiva entre ignorantes. El portador del pensamiento paradojal sólo pretende resaltar entre ignorantes como un “sabio”, en tanto que es el más ignorante entre los ignorantes, y resalta precisamente con la técnica de confundir a su interlocutor o a su auditorio.
El pensamiento realista aristotélico tomista, o la reflexión vitalista platónico agustiniana en tanto que ambos no se contradicen, carecen de espacio para la cosmovisión paradojal. Nada tiene que ver el pensamiento realista aristotélico tomista con el materialismo inmanentista, ni la reflexión vitalista platónico agustiniana con el idealismo o el existencialismo, ni ambas líneas filosóficas con el nihilismo posmoderno sincretista. El pensamiento paradojal es la actualización del escepticismo grecolatino: no hay nada nuevo bajo el sol.
Tal pensamiento “paradojal”, llegó a su máxima expresión con Herodes, el Sanedrín y Poncio Pilatos ante Jesucristo, rechazándolo por la incredulidad justificada por el recurso intelectual de la contradicción: “¿y por qué tiene que ser así y no de otro modo?”
Precisamente, el pensamiento paradojal en Teología, aplicado a la Tradición, tanto en materia de Magisterio como de Liturgia, lleva a convertir las claras expresiones en una cuestión de opinión interpretativa. Así, la Teología es llevada a una “zona gris”, en que el casuismo de casos extremos pretende poner en duda la claridad de la normativa general. Ello sucede del siguiente modo: la Teología Moral es en su faz práctica antepuesta a sus principios básicos al Dogma, trasvasando la conclusión de casos dudosos al Magisterio, para convertirlo también en dudoso como si fuese una cuestión de casuismo moral. La Epistemología de la Moral es aplicada a la Epistemología del Dogma, y así se logra su deformación.
Efectivamente: la Teología y la Liturgia han sido llevadas al límite de lo inadmisible imaginable, de modo que la determinada línea entre ortodoxia y herejía llega a convertirse en una gran “zona indefinida” sujeta a debate. Es la técnica del modernismo. Lo excepcional se convierte en norma general (así lo postuló la Escuela de Frankfurt en el pensamiento de uno de sus mentores: Herbert Marcuse).
Demos un ejemplo. La Liturgia de Rito Latino tiene una determinada Tradición, establecida en el Concilio de Trento. Dicha Liturgia establece que se debe recibir la Comunión de rodillas ¿Es posible recibir la Comunión de pie en la Iglesia Católica, respondiendo a la Tradición? La respuesta es afirmativa: los Ritos Orientales de la Iglesia Católica reciben la Comunión de pie. Luego siendo posible recibir la Comunión de pie en el marco de la Iglesia Católica, no existe obstáculo alguno para establecer en el Rito Latino la Comunión de pie. He aquí el “pensamiento paradojal”. Este razonamiento proviene de la aplicación de la epistemología de la Teología Moral a la Liturgia, tal como se expresó ut supra. La respuesta es clara: no se puede recibir la Comunión de pie en la Liturgia de Rito Latino sin traicionar la Tradición en materia litúrgica de dicho Rito. Tan es así, que la Liturgia de Ritos Orientales es una situación de excepción para el Rito Latino, y no ha de aplicarse como normativa general so pena de deformar al Rito con una Tradición que es de la Iglesia Católica, pero que no pertenece al Rito propio. No se transmite lo recibido cuando se impone la Comunión de pie en el Rito Latino, sino que se transmite una ruptura en la Tradición Litúrgica.
Y tal es el modo en que el modernismo, aplicando del mismo modo el falso razonamiento a la Teología. Así fue como ha surgido el Catecismo Holandés, el cual es herético a pesar de todas las correcciones, expresadas en formato de duda cuando se manifiesta que en tanto no contradiga expresamente la intervención del Gobierno del Mundo por Dios, ni niegue de modo explícito dogmas de la Iglesia, puede ser compartido. Falsa resulta tal afirmación, sobre todo cuando inyecta la duda paradojal: ¿poligenismo o creación por Dios de forma personal de Adán y Eva? ¿Evolucionismo o creacionismo? ¿Milagros o hechos de la naturaleza? Y así toda una serie de herejías.
Esta generación que pide una señal, no tendrá más que la señal de Jonás, dijo Jesucristo, y la señal de Jonás fueron los tres días dentro del pez ¿Es un episodio real o de ficción? ¿Es un hecho histórico o una mera fantasía simbólica? Precisamente: esa es la señal de Jonás y la prueba que los católicos del mundo reciben por Tradición. ¿Es real o literario? Si se afirma que es literario, la señal será un mero símbolo vacuo; si se afirma que es real, nos enfrentamos al Misterio. Esos mismos tres días de Jonás dentro del pez, son las tres jornadas de Jesús descendiendo a los Infiernos para resucitar al tercer día ¿Es un episodio histórico o un mito? ¿Es un cuentito para entretener a crédulos, o es el mayor Milagro del Universo? Esa es la señal de Jonás, y los modernistas optan por considerarlo todo literario, por despreciar la capacidad de Dios aun de crear un pez que pueda devorar a Jonás, así como el modo en que Jonás permaneció vivo dentro del mismo hasta ser escupido al tercer día, porque el pez no podía contenerlo en su interior. Del mismo modo, Jesucristo descendiendo al Sheol no podía permanecer allí… pero todo esto a la mirada del modernista es un mero símbolo, tanto como la Eucaristía y la Transubstanciación.
“¿Y cómo sabés que realmente es el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo y que no es algo sicológico o meramente simbólico?”, afirma el pensamiento paradojal modernista, “¿cómo podés demostrar que existe un hecho sobrenatural en la materia cuando los accidentes permanecen idénticos?”
Quédese el escéptico con “su” pensamiento paradojal, que el Católico sabe por la gracia de Dios que le ha concedido la Fe y que la recibe agradecido que la Verdad Sobrenatural es el Misterio Revelado y que nos llega por la Tradición.
Llegamos así a la conclusión del motivo por el cual, viendo la postración de la Teología en la actualidad, Jesucristo no realizó una afirmación sino una pregunta. Jesús dio el caso práctico concreto de cómo procedería el modernismo en los últimos tiempos. “¿La Fe, es la Fe?” O… “¿Y qué es ‘La Verdad’?”
Jesús mostró en un caso práctico la Teología de los últimos tiempos. Hizo una pregunta paradojal, mostrando el modo en que se recibiría la Tradición corrupta para transmitir lo que Él jamás enseñó. Y ante la evidencia, basta ver cómo se silencian dos simples verdades de la Fe, que fuera de la Iglesia Católica no hay salvación, y que quien muere en pecado mortal dirige su alma al infierno. La Iglesia Católica completamente deformada, transmitiendo un mensaje inmanentista, protegiendo la voz de falsos profetas internos que sostienen herejías, se convierte en la Gran Ramera al ocultar o al negar la ortodoxia.
En razón de un motivo “pastoral”, dejan de enseñarse las verdades más radicales, para dialogar desde el sincretismo, donde se utilizan términos equívocos por el diverso trasfondo que los distintos cultos otorgan a dichos términos. No es lo mismo la virtud de la humildad y el espíritu de pobreza para el católico, que el vicio de la avaricia para un judeocalvinista. A nadie se le indica claramente el error para que se defina en la fidelidad o no a la Tradición, y así, a pesar de las “condenas”, continúa profesándose el mismo error, la misma herejía, incluso por el mismo que la sostiene, pretendiendo siempre su integración dentro de la Iglesia Militante. Sin embargo, quien comparte una herejía está fuera de la Iglesia, y si el Papa no define que tal herejía condena el alma, si el Papa no proclama el anatema, deja de advertir el pecado al pecador y a todos sus seguidores, de modo que permite a una gangrena continuar con su daño sine die.
Asistimos actualmente al triunfo del modernismo intraeclesial, donde los más ignorantes dan cátedra y pretenden inventar una "tradicionzuela" para la posteridad, en liturgias de laboratorio y en dogmas inventados. Y ante las notorias diferencias de su prédica con lo transmitido siempre por la Iglesia Católica, el modernista de “pensamiento paradojal” escéptico preguntará: “¿y cómo sabés que no habrá Fe sobre la tierra, si Jesús sólo hizo una pregunta?”


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