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jueves, 4 de julio de 2013

EL CAMPO DEBE DEFENDERSE: CARTA ABIERTA A UN PRODUCTOR RURAL


Por Juan José Guaresti (nieto)

Estimado amigo: Le adjunto en forma de “carta abierta a un productor rural” la quinta nota de la saga que denomine: “El campo debe defenderse”

La filosofía del artículo es que los productores deben crear un sistema que defienda sus intereses y que parta de los pueblos próximos a su establecimiento. En cada pueblo debe haber uno o más personas que sean referentes de sus colegas rurales y que expliquen en sus comunidades que entre los impuestos, el tipo de cambio y el papeleo burocrático, el campo esta siendo saqueado y que eso perjudica a toda la comunidad. En cada pueblo se debe organizar esa defensa. Debe entenderse y difundirse  que los precios en el sector agropecuario no los forma la oferta y la demanda sino el lapicero del mandamás de turno. Los productores europeos y americanos del Norte tienen organizaciones que intervienen en política para defenderlos y es por eso que reciben una adecuada retribución por su labor. La denominada “lista sábana” que se usa en nuestras contiendas electorales es una enemiga del productor porque impide que los distritos rurales tengan sus propios y auténticos representantes en los cuerpos legislativos. Espero que le agrade. Guaresti

Querido amigo:
Me he tomado el atrevimiento de dirigirle estas líneas que, desde el afecto, el respeto y en verdad la admiración que le guardo, contienen críticas de algunas cosas que Ud. hace y de otras que Ud. omite.
Seguramente Ud. y muchos otros productores dedican buena parte de su tiempo a cuidar de su campo, a estudiar las novedades que hay en semillas, en razas de ganado, en procedimientos para obtener mas leche, mas carne, mas cereales, con costos menores. Están al día en eso y en lo que concierne a mejores máquinas, nuevos fertilizantes y otras maravillas con el propósito indeclinable de producir más. Lo único que no se han dado cuenta Ud. y sus colegas pese a los años transcurridos desde que aparecieron voces nefastas que se dedicaron a menospreciar a Uds. y a su labor, es que cuanto más eficientes son Uds., les pagan menos por unidad producida o gravan esa carne o esos cereales con mas impuestos. El tipo de cambio al cual se los vende al exterior, les es completamente desfavorable. Ese tipo de cambio o sea la cantidad de pesos que Uds. reciben por cada dólar que percibe el gobierno, es menor a lo que vale el dólar de acuerdo a la realidad económica. No se dieron cuenta Uds. que si viajan al exterior con los dólares que les dan para pagar sus gastos de vacaciones reciben un subsidio de Uds. mismos y que ese subsidio les resulta carísimo, mucho mas caro que si el dólar valiera lo que debería costar. No se han percatado que gobiernos de distinto signo que en algunos casos hasta parecían amistosos, se quedaron con la mayor parte de aquella porción en que Uds. incrementaron lo que se obtenía de su campo hasta el momento en que Uds. comenzaron a explotarlo. No advirtieron que esa “mayor parte” no se la devolvieron en rutas más seguras y más cómodas, ni en ferrocarriles que permitieran bajar el costo del transporte ni en puertos que en lugar de ser la avenida de la riqueza, constituían un gravamen adicional que había que sumarlo a lo que ya pagaban. Cada tanto Uds. oían que algún camión no llegaba a destino porque había sido desvalijado por quienes han sido denominados con alguna gracia “piratas del asfalto” pero Uds. no se fijaron mucho en el tema porque la mayoría llegaba a destino. Además, a veces Uds. contrataban un seguro y la pérdida era menor. Para Uds. estos avatares no eran su problema. Uds. seguían concentrados en producir más y mejor y no se ocuparon de lo que ocurría “tranqueras afuera”. Dejaron hacer, dejaron pasar. Uds. no se dieron cuenta que los agricultores franceses, como los norteamericanos, los alemanes, los ingleses y los de todo el mundo civilizado, no confiaron en el Rey que había antes ni en el Estado que sucedió a éste y se unieron para defender sus intereses. Conservaron su fuente de ingresos porque gastaron algún dinero en conseguir hábiles defensores y medios de difusión que impidieron que los gobiernos los saquearan con gabelas e impuestos más o menos disimulados.
El tipo de cambio sobrevaluado, o lo que es lo mismo decir, el dólar barato, como ocurrió en distintas oportunidades entre nosotros a partir del 4 de junio de 1943, ha sido una de las estratagemas que mejor disimula la sangría inmisericorde a que está sometido el medio rural.
Querido amigo: En cuatro notas previas aparecidas en este mismo medio, hemos desarrollado la tesis que el campo debe defenderse de todos los sectores que en nuestra sociedad por ignorancia o por la razón que fuera, han menospreciado la labor que realizan nuestros productores agropecuarios. Se ha extendido en nuestro país la idea que la agricultura, la ganadería, la silvicultura y demás actividades que tienen al campo como protagonista, no generan valor agregado ni estimulan el conocimiento de los seres humanos. Quienes están en contacto con la ubre, el arado, el hacha y demás enseres, no tienen una mente despierta ni creadora. Pareciera que Uds. fueran seres subalternos en la escala del saber. Eso sostiene gente que en muchos casos tiene títulos universitarios y que sale a pregonar a quien lo escuche que los oficios vinculados a la tierra no son tareas superiores. También dicen que los países como el nuestro que tienen una formidable base agropecuaria están condenados al atraso por esa razón en el orden mundial.
Esas convicciones llevadas al terreno de la política han conducido al desvarío de muchos de sus paladines que cuando han ocupado posiciones cimeras en la conducción del país o de su provincia o en el rango que fuera, se han dedicado a expoliar al campo con toda clase de impuestos y papeleo burocrático, imposibles de afrontar por el productor, sea grande, mediano o pequeño. Ese trabajo de trazar políticas de imposible cumplimiento o imponer directivas disparatadas con total desconocimiento del medio donde se deben aplicar se realiza desde escritorios calefaccionados o con aire acondicionado, a metros de la atención médica y de su salud, contando con la cercanía de la seguridad policíaca. Rodeados de halagos y comodidades, algunos funcionarios se han dedicado a desalentar a aquellos que se enfrentan diariamente, sin protección alguna, con la inclemencia del tiempo, con los riesgos de la labor campesina y la orfandad de médicos o policías próximos.

El campo invertebrado:
Quizás sea por las distancias que median entre un establecimiento y los otros o por la forma de ser de los propietarios rurales o por otras razones, el campo hoy en día es un inmenso cuerpo invertebrado. Existe la Comisión de Enlace, hay distintas organizaciones de productores agropecuarios de alcance nacional o que agrupan distintas regiones pero falta en cada pueblo, por lo menos uno o varios referentes, que se ocupen en cada conglomerado urbano de acaudillar a la dispersa grey rural. Una de sus misiones es la de enseñarle a propios y extraños algunas verdades tan sencillas como dolorosas: Que los precios agrícolas en la Argentina no los forma la conjunción de la oferta y la demanda, sino la lapicera del gobernante. El tramo siguiente del razonamiento es que mientras el agro no sea un poder político que tenga real peso, los productores no tendrán pesos en el bolsillo sino pesares en su alma. No falta mucho para que se den cuenta que no son realmente propietarios de la tierra. Estarán en ella mientras continúen trabajando sacrificadamente para beneficio de terceros.
El sistema electoral no ayuda al agro. La lista “sábana”, que es la favorita de los partidos populistas, impide la representación política del campo en los cuerpos legislativos. Los parlamentarios rurales deben surgir de los distritos rurales. Los partidos populistas necesitan agobiar con gabelas a los productores para subsidiar con ese dinero la vagancia de aquellos a quienes en el fondo desprecian como seres humanos. Dar trabajo dignifica al hombre. Dar subsidios a quien se puede ganar la vida con el sudor de su frente, sencillamente envilece al destinatario, como lo degrada también recibir esos subsidios disfrazados de empleos públicos.
La labor arriesgada y fecunda de la Comisión de Enlace no basta. Es preciso que se articule desde cada pueblo una organización capaz de enfrentarse con las armas de la democracia a todos los que están desde hacen años, queriendo terminar con ese reservorio de cultura ancestral, de amor a la patria y de defensa de la propiedad privada de los medios de producción que es el escenario rural. Cada productor debe salir a buscar sus auténticos líderes locales y si no los encuentra, asumir por sí mismo esa responsabilidad. Se necesitan recursos que todos deben aportar, pero es mejor poner algo de dinero o de tiempo o de ingenio para defender lo propio que no perderlo a manos de quienes quieren salir de la función pública enriquecidos por el esfuerzo ajeno.
Productor amigo: No tengo nada para ofrecerle salvo estas líneas que le avisan que no tiene escapatoria si no se da cuenta que solamente en sus manos está su destino. Ud. puede cambiar el sistema electoral como así puede buscar hombres y mujeres generosos que expliquen en cada localidad, que la demolición del campo que se está llevando a cabo desde muchos años atrás, nos va a dejar sin la República Argentina, cuya estrella polar son la libertad y el derecho de cada individuo a buscar la felicidad de la manera que le parezca más apropiada. Esta es tierra de hombres libres. Nuestros antepasados no se alzaron contra las tiranías ni vinieron a estas playas para cambiar de amos, sino para no tenerlos.
Lo abraza estrechamente,
Juan José Guaresti (nieto)

Vicepresidente 1ero del Partido Demócrata de la Ciudad de Buenos Aires

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