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viernes, 23 de noviembre de 2012

ACCIÓN CATÓLICA: LA VERDADERA IDENTIDAD OCULTADA DE UN BEATO, PIER GIORGIO FRASSATI





¡EL PIER GIORGIO FRASSATI QUE OCULTAN LOS PACIFISTAS ACTUALES DE LA ACCION CATOLICA ADMIRADORA DEL HINDÚ “GHANDI”, PERO NO DE JESUCRISTO ECHANDO A LOS MERCADERES DEL TEMPLO!

Desde 1861 hasta 1922, Italia fue una monarquía constitucional con un parlamento elegido mediante sufragios restringidos (en 1913 se celebró el primer sufragio universal masculino). Víctor Manuel III era el Rey de Italia en esos tiempos, quien se sometió a la “ley del número”, sin interferir en la acción de los gobiernos liberales y conservadores. Contemplaba vegetativamente todo lo que hacían los regímenes civiles que se sucedieron, sin intervenir.

Italia vivía en esos años, anteriores a 1923, muy duros momentos. Eran los años de la crisis de toda autoridad, de la ola roja que avanzaba incontenible, de la desorientación de los espíritus. La Universidad reflejaba también ese ambiente de lucha. Pier Giorgio supo aceptarla.
Un día era el aviso colocado por él en la Universidad invitando a la comunión pascual y arrancado por los que se llamaban incrédulos, al día siguiente eran 64 avisos semejantes al arrancado que empapelaban los claustros universitarios. La mano de Frassati los había colocado.
Otra vez era una invitación a una hora de adoración eucarística puesta en la vitrina de avisos universitarios, cien estudiantes que en forma amenazadora deseaban destruirla, y solo frente a la vitrina, rígido con un bastón en la mano, defendiéndola, el estudiante católico de ingeniería, Frassati.

CONGRESO NACIONAL DE LA JUVENTUD CATÓLICA ITALIANA
En septiembre de 1921 se reunía en Roma el Congreso Nacional de la Juventud Católica italiana. El magnífico movimiento juvenil que hoy contemplamos con admiración había ya comenzado.
El domingo 4 de septiembre debía celebrarse la Misa en el Coliseo; cuando los jóvenes llegaron, la tropa que rodeaba el monumento les impidió penetrar, la función había sido prohibida por el Gobierno.
Llenos de santa indignación los jóvenes se dirigieron al Vaticano, donde después de oír la Misa fueron recibidos en audiencia por S.S. Benedicto XV. De ahí debían dirigirse a la tumba del soldado desconocido cuando una nueva prohibición policial impide el cortejo.
Ante la inmensa masa de cincuenta mil jóvenes que avanzan llenos de fe, entusiasmo e indignación por las vejaciones sufridas, las tropas deben cejar, cediéndoles el paso, pero en “piazza del Gesú” los espera la guardia regia a caballo.

OIGAMOS A UN ACTOR DE LA ESCENA:
Pier Giorgio tiene en alto con sus dos manos la bandera tricolor de Cesare Balbo. De improviso desembocan del portón del palacio Altieri cerca de doscientos guardias regios a las órdenes del más sectario funcionario que haya conocido jamás. Grita: “pegad con los fusiles y arrancad las banderas”. Parecen que trataran con fieras y no con jóvenes desarmados.
Golpean con los fusiles, arrancan y despedazan nuestras banderas. Como podemos, desesperadamente defendemos nuestras insignias. Veo a Pier Giorgio en lucha con dos guardias que tratan de arrancarle la bandera con el asta quebrada queda en sus manos.
En su compañía somos llevados a la prisión... y comienza el interrogatorio:
-Tú, ¿cómo te llamas?
-Pier Giorgio Frassati.
-¿El nombre de tu padre?
-Alfredo.
-¿En qué trabaja?
-Embajador de Italia en Berlín.
(Estupor, voces suaves, excusas y por último):
-Puede usted salir.
-Saldré cuando salga el último de mis compañeros- es la respuesta.
Y ahí en el patio de la prisión, presididos por un sacerdote que lleva el rostro ensangrentado, a instancias de Frassati, se realiza una escena digna de los primeros siglos de la era cristiana.
-”Muchachos, por nosotros y por los que nos han ofendido, oremos” -y todos de rodillas entonan el rosario.
Después de este incidente llovieron sobre Pier Giorgio las felicitaciones; parecía no comprenderlas. Para él era algo imposible que un joven católico pudiese en esas circunstancias, obrar de otro modo.
Su único comentario envuelto en una sonrisa fue éste: “Nos trataron mal, pero nosotros respondimos recitando por ellos el rosario”. Nada de reproches o de insultos, sus palabras reflejaban la inmensa dicha de haber sufrido algo por Cristo.

EN LA UNIVERSIDAD
Cuando llega a la Universidad, percibe un ambiente hostil contra todo lo que huela a católico. Pier Giorgio no duda en promover actividades espirituales entre los universitarios. A veces a riesgo de más de algún choque violento con grupos intolerantes (esos que presumían de “liberales”, de “libertadores comunistas”, o de “patriotas” en las filas del fascismo).
En el panel de anuncios de la universidad de Turín pone un día, entre las muchas hojas y folletos que hablan de fiestas y diversiones, un cartel para invitar a los estudiantes a la adoración nocturna. Los “anticlericales” deciden intervenir para arrancar la “provocación” de Pier Giorgio.
Al llegar, se encuentran allí delante al joven, que defiende enérgicamente su derecho a expresar las propias convicciones. Al final el panel queda completamente destruido, y el anuncio de Pier Giorgio acaba hecho pedazos...

DIJO EL BEATO:
“Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la Verdad no es vivir, sino ir tirando...”
“Cada día comprendo mejor la gracia de ser católico. Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la Verdad no es vivir, sino ir tirando... Incluso a través de cada desilusión tenemos que recordar que somos los únicos que poseemos la verdad”.
Pier Giorgio Frassati fue declarado beato por Juan Pablo II el 20 de mayo de 1990. Sobre su personalidad, Benedicto XVI comentaba:
"Joven como vosotros, vivió con gran compromiso su formación cristiana y dio su testimonio de fe, sencillo y eficaz. Fue un muchacho fascinado por la belleza del Evangelio de las Bienaventuranzas, que experimentó toda la alegría de ser amigo de Cristo, de seguirle, de sentirse de manera viva parte de la Iglesia" (a los jóvenes, Turín 2 de mayo de 2010).

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