El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Número CCXLVIII (248), 14 de abril de 2012
Traducción de Diario Pregón de La Plata
Imaginemos un fuerte y bien armado soldado de a pie que en la persecución del enemigo entra en una arena movediza. Eso es lo que significa para un valiente católico armado con la verdad que se aventura a criticar a los documentos del Vaticano II. Son las arenas movedizas de la ambigüedad, que es aquello para lo que fueron diseñadas para ser. La religión del hombre ha sido abiertamente promovida por ellos, los Padres del concilio deberían haberlos rechazado con horror. Pero la nueva religión fue disfrazada hábilmente por los documentos que estaban siendo redactados de modo abierto a interpretaciones opuestas. Permítasenos tomar un ejemplo claro y crucial.
Desde la sección 8 de Dei Verbum proviene un texto de la Tradición que Juan Pablo II usó para condenar al Arzobispo Lefebvre en 1988: “A/ La Tradición… viene desde los Apóstoles y progresa en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo. B/ Hay un crecimiento en la intuición de las cosas y las palabras que se transmiten. Esto se realiza por varias vías. C/ Se realiza a través de la contemplación y el estudio de los creyentes quienes meditan estas cosas en sus corazones. D/ Se realiza desde el sentido íntimo de las realidades espirituales que ellos experimentan. E/ Y se realiza desde la predicación de aquellos que han recibido, junto con su derecho de sucesión del apostolado, el carisma de la verdad.”
Ahora, la verdadera Tradición Católica es radicalmente objetiva. Del mismo modo como el sentido común dice que la realidad es objetiva, significando que los objetos son lo que ellos son exteriormente de nosotros e independientemente de aquello que cualquier sujeto pretenda que ellos son, de modo que la verdad enseñada por la Iglesia de que la Tradición Católica viene desde Dios, y es aquello que El dispuso, de manera que ninguna persona humana puede en lo más mínimo cambiarlo. Esta entonces, podría ser la interpretación Católica del texto que acabamos de citar: “A/ Con el paso del tiempo hay un progreso en el modo de los Católicos de aprovechar las inmutables verdades de la Fe. B/ Los Católicos pueden ver más profundamente en el interior de esas verdades, C/ por la contemplación y estudio de ellas, D/ por penetrar más profundamente dentro de ellas, y E/ por los obispos predicando aspectos frescos de las mismas verdades.” Esta interpretación es perfectamente Católica, porque todo el cambio es ubicado en las personas quienes de hecho cambian a lo largo de los Siglos, mientras que ningún cambio es ubicado en las verdades reveladas que conforman el Depósito de la Fe, o Tradición.
Pero veamos ahora cómo el mismo pasaje de Dei Verbum puede ser interpretado no objetivamente, sino subjetivamente, haciendo que el contenido de las verdades dependa, y cambie con, los Católicos subjetivos: “A/ La verdad Católica vive y crece con el transcurso del tiempo, porque B/ en la vida los Católicos tienen puntos de vista que los Católicos del pasado jamás han tenido, como C/ ellos descubren en sus corazones, dentro de sí mismos, el crecimiento de verdades novedosas, D/ el fruto de su experiencia espiritual interna. Además, E/ las verdades Católicas crecen cuando los obispos predican cosas antes desconocidas, porque los obispos pueden decir lo no verdadero (¡).” (En otras palabras, tener la religión que hace sentirte bien, pero tenga la seguridad de que usted “paga, ora y obedece” a nosotros, los modernistas.)
Ahora aquí está el gran problema: si uno acusa este texto de Dei Verbum por promover el modernismo, Católicos “conservadores” (quienes conservan poco pero ponen su fe en clérigos infieles) inmediatamente responden que el real sentido del texto es el Tradicional significado primeramente dado antes. Como sea, cuando Juan Pablo II en Ecclesia Dei Adflicta utilizó este texto para condenar al Arzobispo Lefebvre, y con él las Consagraciones de 1998, obviamente él sólo puede haber tomado el texto en su sentido modernista. Estas acciones hablan mucho más que las palabras.
Estimados lectores, lean el texto en sí mismo nuevamente, y otra vez, y las dos interpretaciones, hasta que ustedes comprendan la diabólica ambigüedad de ese miserable Concilio.
Kyrie eleison