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miércoles, 27 de noviembre de 2013

ENCUENTRO DE MUJERES EN SAN JUAN: HISTORIA DE UNA TRAICIÓN





TESTIMONIO 1:
Transcribimos la experiencia de uno de los feligreses que quedó atrapado dentro de la Catedral de San Juan durante el Encuentro Nacional de Mujeres 2013.
Yo arranqué con el grupo que increpó al Obispo para que se dejara de embromar y nos abriera la puerta para salir a defender la Catedral.
 El cobarde nos decía que nos iban a tirar con todo, y que peligraba nuestra seguridad ¿Y a qué se pensaba que fuimos allá? ¿A pasear por el Valle de la Luna? Finalmente, nos abrió por un lateral y en seguida cerró con llave y se fue hacia adentro.
Nos dejó ahí, solos. Y bancamos con la ayuda y la protección de la Santísima Virgen, rezándole el Rosario a viva voz por casi dos horas seguidas.
Y no me arrepiento en absoluto de haber ido. Para mí, es un deber: primero defender al Santísimo; después viene lo demás
TESTIMONIO 2:
Integrantes de Centuria Argentina concurrieron a la ciudad de San Juan al Encuentro Nacional de Mujeres 2013. La Delegación de San Rafael – Mendoza, convocó a hombres para la defensa de la Catedral sanjuanina. A continuación, el relato de uno de sus integrantes:
Historia de una Traición. El obispo nos traicionó, cuando se enteró que veníamos nosotros (Centuria Argentina) notamos una especia de marca personal a lo que hacíamos. Nosotros viajamos el Domingo para de cierre del encuentro, ya habían salido previamente dos colectivos desde aquí con las mujeres que iban a participar de los talleres. O sea que llevamos un buen número de gente.
Después de la Misa del domingo en el colegio San Juan Bosco (bunker), el Obispo pidió hablar con los varones a solas para explicarnos las medidas a tomar. Hasta ahí todo bien, parecía todo bien organizado. Nos dijeron: que en el atrio había un triple vallado, y que íbamos a salir al atrio en grupos de 50 mezclados con otros grupos católicos locales. Que el ingreso debía hacerse entre la 16 y 17 horas por una puerta lateral, y que después de ese horario nadie más entraría. Que durante el tiempo de espera se iban a realizar prácticas de salida y entrada al atrio para hacerlo de manera ordenada. Ya no nos empezó a gustarnos esa idea.
Nos habían dado identificación a todos en el bunker para el ingreso a la Catedral. Cerca de las 16 horas ya estábamos en la puerta de la Catedral y constatamos un triple vallado. Era casi imposible llegar al atrio, pero el campanario y el costado donde estaban placas, etc estaban desprotegidos. Cuando preguntamos el motivo, nos dijeron que les permitirían escrachar esa pared, pues ya habían comprado la pintura.
Algunos de nosotros comenzamos a sospechar, y a no seguir lo planeado por los sanjuaninos. No íbamos a dejar que ensucien el costado y el campanario. Decidimos separarnos algunos adentro y los menos afuera.
Se veían policías de civil, algunos uniformados, no muchos. A medida que pasaba el tiempo comenzó la concentración, pero lo curioso es que la marcha se realizaba a dos cuadras de donde estábamos nosotros, y cerraron el ingreso a la Catedral.
Solamente una treintena más 4 sacerdotes de propia tropa se pusieron de frente tapado el campanario y el costado. Los organizadores, al constatar esto intentaron hacer el último esfuerzo por hacernos entrar, al cual nos negamos. A partir de ahí la situación cambió solamente afuera, entre la vallas estaba un grupo reducido de policías y nada más. Era evidente que había la orden de dejarnos solos sin protección, y partidos en número.
Nuestro número se había incrementado al doble, ya que algunos jóvenes de la ACA de San Juan llegaron tarde, y al no poder entrar se sumaron a nosotros. Tras la arenga sacerdotal, se dispuso la tensa espera, hasta que llegó la noticia de que la concentración había terminado y que no iban a venir para la Catedral (otra vez, era para que nos saliéramos de allí). Después de media hora, las manifestantes entraron a la plaza por detrás de la Catedral, nos rodearon y comenzó lo que se va viendo por los videos.
Antes de la llegada barbárica, algunos dentro de la Catedral hicieron la salida al atrio como se ve en las fotos, la únicaaa!!
Cuando en el fragor de la defensa había cuatro hileras de hombres, un espacio, y contra el campanario un grupo de chicas de apoyo, empezamos a retroceder por las embestidas contra la columna de las gays y los golpes de las cañas donde sostenían las banderas rojas, llovían los proyectiles, bombas de humo, aerosoles, meos, etc.
Comenzamos con las primeras bajas: a nadie le importaba ya las vallas o que llegaran al atrio, nosotros estábamos cara a cara contra el enemigo. Volviendo al combate, cuando más difícil se puso y nos hicieron retroceder, y ya temíamos por los más chicos. Le pedimos a la Policía que actuara, pues no sabíamos si podríamos aguantar mucho más. Ellos nos dijeron que no tenían la orden.
Nos dejaron solos, no lo digo por cobardía, para que el enemigo nos diera un escarmiento por desobedecer las indicaciones del pastelero Delgado.
Gracias a Cristo Rey pudimos recuperarnos en el terreno y soportar los estoicos 60 el paso de miles de demonios. Mientras todo esto sucedía, viene la otra traición: cuando nuestros camaradas que estaban dentro del templo comenzaron a pedir que les permitieran salir a defendernos, o salir al atrio pues por ahí se podía saltar la valla de adentro para afuera y llegar a nosotros. Pues no. En un acto de cobardía, el Obispo ordenó el cierre con llave del único acceso permitido y habilitado, que era por el costado.
Se lo increpó duramente al Obispo como corresponde, como con los mentirosos, (él se jactaba de que se tenía que confesar), pero por respeto se acató la orden.
Se vivieron momentos difíciles también dentro del templo. Cuando ya casi había terminado todo, se abrió la puerta y se liberó la salida. Ya dentro, la situación era insostenible: más de mil personas encerradas con el calor sanjuanino. Hicimos el recambio de gente después de tres horas intensísimas de Buen Combate.
Todo terminó con abrazos, llantos y la alegría a de la Santa Lucha.
Seguro que algo me queda en el tintero, pero la pasión que me agarra escribiendo éstas líneas recordando lo sucedido me insta a mandarlo.
Y Viva Cristo Rey!
Juan Pablo Wallovits


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