Por Emilio Nazar Kasbo
Muchos piensan que la Guerra de Malvinas empezó y terminó en 1982, y se equivocan: no duró 74 días.
APODERADOS PUTATIVOS
La Guerra en sí no fue declarada, sino que directamente se produjeron situaciones bélicas entre dos Naciones: una Soberana Argentina y una Pirata Inglesa.
¿Hubo capitulación de Argentina en 1982? No, de ninguna manera. Solamente se rindió el emplazamiento militar que había en Malvinas, pero la Argentina no se rindió. Por tanto, la situación de conflicto bélico continuó al presente, a pesar de la firma del Tratado de Madrid de 1990, suscripto por el entregador Carlos Saúl Menem fruto de las negociaciones del Canciller (y futuro Ministro de Economía argentino) Domingo Felipe Cavallo.
¿Entonces la Guerra de Malvinas dura hasta hoy? Efectivamente, desde el 2 de abril de 1982 hasta el presente estamos en Guerra, vamos por los 28 años de situación de Guerra que no ha cesado jurídicamente.
¿Cómo es que Argentina está en Guerra? Se trata de un principio de Derecho Humanitario y de la autoridad con que se firman las declaraciones de Paz o de Guerra. Un putativo autorizado a la firma de un Tratado como lo fue Menem, carece de poder suficiente para realizar los actos que luego fueron continuados por los siguientes Presidentes, en la supuesta aplicación de una Declaración que es nula de nulidad absoluta.
En 1990 se habían restablecido las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña. En tal "Declaración Conjunta" (que no sería ni un Tratado ni un Acuerdo, ni una Capitulación), es inconstitucional.
DECLARACIÓN NULA
Para esclarecer dudas, ut infra se fundamenta jurídicamente lo expresado, a la luz de la ley positiva constitucional que se aplica actualmente.
Nuestra Constitución vigente así como la que regía al momento de firma por Menem y Cavallo, dispone que le corresponde al Congreso declarar la paz o la guerra, pero jamás el Congreso autorizó al Ejecutivo a la firma de semejante "Declaración conjunta" en Madrid, ya que se trata de una cuestión bélica, y este "Tratado" nunca fue analizado, aprobado ni autorizado por el Congreso previamente a su firma, ni ratificado durante la reforma constitucional de 1994.
Expresa la Ley Nº 24.184, en su artículo 1: "Apruébase el Convenio entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno del Reino Unido en Gran Bretaña e Irlanda del Norte para la Promoción y la Protección de Inversiones, suscrito en Londres (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte) el 11 de diciembre de 1990, que consta de catorce (14) artículos, cuya copia autenticada en idioma español forma parte de la presente ley".
Tal aprobación resulta improcedente, ya que no se trata de un acuerdo comercial sino de un pacto con una nación con la cual se mantenía (y además se mantiene) una situación bélica, y por tanto la autorización debe ser previa. Resulta ilógico realizar una "declaración conjunta" en la que se abordan cuestiones comerciales sin una habilitación previa al cese del conflicto bélico por el Congreso de la Nación, según lo dispone la Constitución Nacional.
Por otra parte, ha quedado inmodificado el art. 27 de la Constitución tras la reforma de 1994, y según el mismo "El Gobierno Federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta Constitución".
La Soberanía Nacional se encuentra en juego, y previo a "afianzar las relaciones de paz y comercio" con una potencia extranjera con la cual se mantiene un conflicto, se debiera poner fin al mismo. Un acuerdo de contenido comercial que además se parece a una rendición incondicional con una potencia extranjera, viola los "principios de derecho público", y por tanto la Soberanía propia, convirtiendo a nuestro país en un botín.
Tras la reforma constitucional de 1994, el art. 67 inc. 21 se convirtió en el art. 75 inc. 25, pero sin modificación del texto: ""Corresponde al Congreso... Autorizar al Poder Ejecutivo para declarar la guerra o hacer la paz". El Congreso jamás otorgó autorización alguna al Poder Ejecutivo, que debe ser previa, y por tanto cae como nulo de nulidad absoluta el acuerdo firmado por Menem y Cavallo con Gran Bretaña.
Luego, tal Tratado, Acuerdo o Declaración, carece de ejecutividad alguna, ya que tiene un vicio grave que impide su ejecución. Estamos en Guerra.
¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
Si esto es así, cabe la pregunta acerca del presente y el futuro nacional.
En primer lugar, lo expresado significa que en 1982 se rindió la plaza de Malvinas en el marco del conflicto bélico, no la Argentina (como muchos argentinos desinformados pretendieron, siguiendo la propaganda inglesa).
El conflicto bélico, la Guerra de Malvinas, no era "entre las Islas Malvinas y Gran Bretaña", sino entre Argentina (todo el territorio nacional soberano) e Inglaterra. Y esta es la clave del problema. Para que Gran Bretaña ganara la Guerra de Malvinas, debía invadir el continente y apoderarse del Gobierno en Buenos Aires por la fuerza, cosa que no realizó.
El Gobernador de las Islas Malvinas en 1982 no tenía ni competencia ni jurisdicción para conceder una rendición de la Argentina, que en su caso corresponde al Gobierno Federal.
El nombre asignado a la guerra produce una mayor confusión, porque en realidad no es "la Guerra DE Malvinas" (que podría llamarse así en tono coloquial), sino "la Guerra POR Malvinas" (es decir, por la recuperación de la Soberanía en el territorio usurpado por los piratas extranjeros).
Inglaterra fue vencida el día 2 de abril de 1982 en sus pretensiones de posesión con raíz usurpatoria, pero no ganó la Guerra, ya que la misma es continuada a la fecha. Uno de los discursos de Galtieri tras la rendición de la plaza bélica de Malvinas ratifica lo expresado: la Guerra continúa en y desde el territorio continental, ya que el insular malvinense volvió a ser usurpado.
Pero el desánimo y la incomprensión, sumado al exitismo del 2 de abril y al derrotismo de la "desmalvinización", se produjo con la mezcla de otras cuestiones a raíz de las malas medidas liberales y autoritarias de los Gobiernos de Facto. La crítica sistemática contra las Fuerzas Armadas tras la rendición de la plaza bélica de Malvinas, hizo creer falsamente que la Argentina toda había capitulado, y en el medio de las críticas a los excesos y malas medidas de los Gobiernos de Facto se sumaron las críticas por Malvinas.
La desmalvinización tuvo su punto culminante en la inicua Declaración de Madrid de 1990, y la virulencia en las críticas a las Fuerzas Armadas derivó en su virtual desaparición a partir del 25 de mayo de 2003, fecha en que asumió Néstor Kirchner la presidencia, y continúa al presente en manos de su esposa. La entrega de la Nación entera como botín se hizo de manera pacífica, ante la pasividad de toda la población hasta el presente, dejando todo arrasado, y arrastrando a la población a las más bajas pasiones en las que se revuelca en medio de la miseria espiritual, moral y material. Un fiasco irreconocible tras el paso de años de oscurantismo "democrático" que lo único que sabe ofrecer al pueblo es "pan y circo", o "plan social y vómito televisivo", que es lo mismo.
Si estamos en Guerra contra una Potencia Extranjera, cual es Gran Bretaña ¿dónde están las Fuerzas Armadas que tienen que actuar, al menos como factor disuasivo?
Y el llamado primero no es a las armas, ni a matar a nadie, ni a salir a los tiros. El llamado primero es a elevar la mirada hacia la Tradición de cada familia argentina, viendo a los abuelos y bisabuelos, que al percibirla se verá como una Patria católica y patriota, a la que se debe regresar. El llamado es a recuperar el alma, el espíritu de la Caridad Católica, la solidaridad y hospitalidad propia del gaucho, a reconstruir todo lo que ha sido arrasado, a levantarse para sostener la dignidad del trabajo y todo aquello que se deriva de las enseñanzas del Magisterio Tradicional de la Iglesia Católica y de su Doctrina Social. Y que el invasor extranjero colonialista se retire de nuestro territorio inmediatamente, cesando en su dominio económico y cultural, otorgando a la Argentina el trato de una Nación igualmente digna de trato Soberano.
Pero estas cuestiones exceden el marco del análisis sobre la situación de Malvinas y del país entero. Sólo cabe una reacción nacional inversa a la que se produjo: rescatar la Soberanía en el territorio continental argentino para luego extenderla a la Antártida, Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
APODERADOS PUTATIVOS
La Guerra en sí no fue declarada, sino que directamente se produjeron situaciones bélicas entre dos Naciones: una Soberana Argentina y una Pirata Inglesa.
¿Hubo capitulación de Argentina en 1982? No, de ninguna manera. Solamente se rindió el emplazamiento militar que había en Malvinas, pero la Argentina no se rindió. Por tanto, la situación de conflicto bélico continuó al presente, a pesar de la firma del Tratado de Madrid de 1990, suscripto por el entregador Carlos Saúl Menem fruto de las negociaciones del Canciller (y futuro Ministro de Economía argentino) Domingo Felipe Cavallo.
¿Entonces la Guerra de Malvinas dura hasta hoy? Efectivamente, desde el 2 de abril de 1982 hasta el presente estamos en Guerra, vamos por los 28 años de situación de Guerra que no ha cesado jurídicamente.
¿Cómo es que Argentina está en Guerra? Se trata de un principio de Derecho Humanitario y de la autoridad con que se firman las declaraciones de Paz o de Guerra. Un putativo autorizado a la firma de un Tratado como lo fue Menem, carece de poder suficiente para realizar los actos que luego fueron continuados por los siguientes Presidentes, en la supuesta aplicación de una Declaración que es nula de nulidad absoluta.
En 1990 se habían restablecido las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña. En tal "Declaración Conjunta" (que no sería ni un Tratado ni un Acuerdo, ni una Capitulación), es inconstitucional.
DECLARACIÓN NULA
Para esclarecer dudas, ut infra se fundamenta jurídicamente lo expresado, a la luz de la ley positiva constitucional que se aplica actualmente.
Nuestra Constitución vigente así como la que regía al momento de firma por Menem y Cavallo, dispone que le corresponde al Congreso declarar la paz o la guerra, pero jamás el Congreso autorizó al Ejecutivo a la firma de semejante "Declaración conjunta" en Madrid, ya que se trata de una cuestión bélica, y este "Tratado" nunca fue analizado, aprobado ni autorizado por el Congreso previamente a su firma, ni ratificado durante la reforma constitucional de 1994.
Expresa la Ley Nº 24.184, en su artículo 1: "Apruébase el Convenio entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno del Reino Unido en Gran Bretaña e Irlanda del Norte para la Promoción y la Protección de Inversiones, suscrito en Londres (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte) el 11 de diciembre de 1990, que consta de catorce (14) artículos, cuya copia autenticada en idioma español forma parte de la presente ley".
Tal aprobación resulta improcedente, ya que no se trata de un acuerdo comercial sino de un pacto con una nación con la cual se mantenía (y además se mantiene) una situación bélica, y por tanto la autorización debe ser previa. Resulta ilógico realizar una "declaración conjunta" en la que se abordan cuestiones comerciales sin una habilitación previa al cese del conflicto bélico por el Congreso de la Nación, según lo dispone la Constitución Nacional.
Por otra parte, ha quedado inmodificado el art. 27 de la Constitución tras la reforma de 1994, y según el mismo "El Gobierno Federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta Constitución".
La Soberanía Nacional se encuentra en juego, y previo a "afianzar las relaciones de paz y comercio" con una potencia extranjera con la cual se mantiene un conflicto, se debiera poner fin al mismo. Un acuerdo de contenido comercial que además se parece a una rendición incondicional con una potencia extranjera, viola los "principios de derecho público", y por tanto la Soberanía propia, convirtiendo a nuestro país en un botín.
Tras la reforma constitucional de 1994, el art. 67 inc. 21 se convirtió en el art. 75 inc. 25, pero sin modificación del texto: ""Corresponde al Congreso... Autorizar al Poder Ejecutivo para declarar la guerra o hacer la paz". El Congreso jamás otorgó autorización alguna al Poder Ejecutivo, que debe ser previa, y por tanto cae como nulo de nulidad absoluta el acuerdo firmado por Menem y Cavallo con Gran Bretaña.
Luego, tal Tratado, Acuerdo o Declaración, carece de ejecutividad alguna, ya que tiene un vicio grave que impide su ejecución. Estamos en Guerra.
¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
Si esto es así, cabe la pregunta acerca del presente y el futuro nacional.
En primer lugar, lo expresado significa que en 1982 se rindió la plaza de Malvinas en el marco del conflicto bélico, no la Argentina (como muchos argentinos desinformados pretendieron, siguiendo la propaganda inglesa).
El conflicto bélico, la Guerra de Malvinas, no era "entre las Islas Malvinas y Gran Bretaña", sino entre Argentina (todo el territorio nacional soberano) e Inglaterra. Y esta es la clave del problema. Para que Gran Bretaña ganara la Guerra de Malvinas, debía invadir el continente y apoderarse del Gobierno en Buenos Aires por la fuerza, cosa que no realizó.
El Gobernador de las Islas Malvinas en 1982 no tenía ni competencia ni jurisdicción para conceder una rendición de la Argentina, que en su caso corresponde al Gobierno Federal.
El nombre asignado a la guerra produce una mayor confusión, porque en realidad no es "la Guerra DE Malvinas" (que podría llamarse así en tono coloquial), sino "la Guerra POR Malvinas" (es decir, por la recuperación de la Soberanía en el territorio usurpado por los piratas extranjeros).
Inglaterra fue vencida el día 2 de abril de 1982 en sus pretensiones de posesión con raíz usurpatoria, pero no ganó la Guerra, ya que la misma es continuada a la fecha. Uno de los discursos de Galtieri tras la rendición de la plaza bélica de Malvinas ratifica lo expresado: la Guerra continúa en y desde el territorio continental, ya que el insular malvinense volvió a ser usurpado.
Pero el desánimo y la incomprensión, sumado al exitismo del 2 de abril y al derrotismo de la "desmalvinización", se produjo con la mezcla de otras cuestiones a raíz de las malas medidas liberales y autoritarias de los Gobiernos de Facto. La crítica sistemática contra las Fuerzas Armadas tras la rendición de la plaza bélica de Malvinas, hizo creer falsamente que la Argentina toda había capitulado, y en el medio de las críticas a los excesos y malas medidas de los Gobiernos de Facto se sumaron las críticas por Malvinas.
La desmalvinización tuvo su punto culminante en la inicua Declaración de Madrid de 1990, y la virulencia en las críticas a las Fuerzas Armadas derivó en su virtual desaparición a partir del 25 de mayo de 2003, fecha en que asumió Néstor Kirchner la presidencia, y continúa al presente en manos de su esposa. La entrega de la Nación entera como botín se hizo de manera pacífica, ante la pasividad de toda la población hasta el presente, dejando todo arrasado, y arrastrando a la población a las más bajas pasiones en las que se revuelca en medio de la miseria espiritual, moral y material. Un fiasco irreconocible tras el paso de años de oscurantismo "democrático" que lo único que sabe ofrecer al pueblo es "pan y circo", o "plan social y vómito televisivo", que es lo mismo.
Si estamos en Guerra contra una Potencia Extranjera, cual es Gran Bretaña ¿dónde están las Fuerzas Armadas que tienen que actuar, al menos como factor disuasivo?
Y el llamado primero no es a las armas, ni a matar a nadie, ni a salir a los tiros. El llamado primero es a elevar la mirada hacia la Tradición de cada familia argentina, viendo a los abuelos y bisabuelos, que al percibirla se verá como una Patria católica y patriota, a la que se debe regresar. El llamado es a recuperar el alma, el espíritu de la Caridad Católica, la solidaridad y hospitalidad propia del gaucho, a reconstruir todo lo que ha sido arrasado, a levantarse para sostener la dignidad del trabajo y todo aquello que se deriva de las enseñanzas del Magisterio Tradicional de la Iglesia Católica y de su Doctrina Social. Y que el invasor extranjero colonialista se retire de nuestro territorio inmediatamente, cesando en su dominio económico y cultural, otorgando a la Argentina el trato de una Nación igualmente digna de trato Soberano.
Pero estas cuestiones exceden el marco del análisis sobre la situación de Malvinas y del país entero. Sólo cabe una reacción nacional inversa a la que se produjo: rescatar la Soberanía en el territorio continental argentino para luego extenderla a la Antártida, Malvinas e Islas del Atlántico Sur.