El 1 de marzo se cumplen 99 años del trágico fallecimiento del Ing Jorge Newbery, posiblemente, el mas renombrado propulsor de la aviación a principios del Siglo XX. Adjunto las palabras que pronunciare en el acto a celebarse en el Campo Hípico Militar en nombre del Instituto Nacional Newberiano, solicitando su publicación.
Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 y CMN 73) (1)
El valor y la osadía se unieron en Jorge
Newbery que, con el encanto de sus gestos y la sabiduría de sus actos, dejó
como herencia su legado: la conquista de los cielos y el saber que el futuro
existe por lo que cada día hay que desafiarlo y avanzar hacia el por el
progreso.
Diríamos que Jorge Newbery es parte de una generación exitosa, que vive
Argentina en su proceso de evolución más destacado a principios del Siglo XX.
Las primeras décadas de ese siglo acumulan en realizaciones, los esfuerzos,
sueños y acciones de los años anteriores, que orientan al país, hacia lo que
sería como una gran nación, conforme los ideales de sus grandes próceres fundadores. La historia
recoge de Newbery sus roles y
papeles de deportista y profesional, destacándose su aporte a la aviación, que recién nace en
el Mundo. Pocas veces se lo menciona, en su simple situación de hombre,
caballero de carta cabal y, en fin, un “porteño”, que admira su ciudad, donde
vive intensamente lo que la comunidad rioplatense brinda a sus vecinos y
amigos. Es por ello, dado lo conocida que es su gesta, parece interesante
recalar en su personalidad y el significado de un espíritu que gozaba de la
vida y, al mismo tiempo, esparcía a su alrededor, como una aureola de amistad,
las sensaciones del éxito logrado, por
el triunfo de la acción, la dedicación y el trabajo.
Querría detenerme en una página, que me
llena circunstancialmente de hondas emociones, ya que, quiso la suerte y el
destino, que mi abuelo paterno, José de
la Cuesta y Rufino, compartiera con Newbery,
sus trabajos profesionales, cimentando una fuerte amistad, al desempeñarse,
este, como Director General de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires y, aquel, como Director de los Servicios Eléctricos del Puerto de
Buenos Aires. Pero, había algo más que los unía, el hecho de que el Primer Aeródromo se
instalaría en la zona de Villa Lugano,
donde mi abuelo poseía tierras de propiedad de aquel, por herencia de su
madre Clara Rufino de de la Cuesta.
Newbery
era parte integrante preferido de la sociedad porteña y, en ella, se destacaba
por su señorío, gentileza y galanura, concurriendo asiduamente al Jockey Club y
al Club del Progreso, sin dejar de ser habitual de los lugares de bailes
“populares”, aquellos típicos “almacenes”, donde siempre era bien recibido. En
la sociedad porteña se lo consideraba un simbólico galán, el elegante
caballero, el duro con los duros y el blando que siempre extendía su mano
cuando pensaba que debía hacerlo. Se lo caracterizaba por su afición a los
deportes, lo que lo convertía en el practicante del boxeo (era zurdo),
esgrimista de nota, hábil jugador de fútbol motociclista, fuerte remero y
luchador grecorromano, corredor pedestre y, finalmente, tripulante de globos y
aviador aficionado. Da cuenta de toda estas actividades, su participación en
clubes de fútbol o en los más diferentes encuentros deportivos, en los cuales,
generalmente, lograba ser el triunfador. Todo esto, lógicamente, había creado
una real “aureola” de popularidad, que el mismo aceptaba como una contribución a la amistad, que sabía cultivar
excelentemente y profundizar con gestos propios de un triunfador.
En aquel tiempo, en el que vivía Newbery, surge con claridad que
Argentina es una gran nación, que atrae por sus capacidades llenas de promesas
de futuro. Posiblemente, Rubén Darío,
en su Canto, sintetiza el mensaje cuando dice: “Argentina tu día ha llegado”.
Es los momentos cuando el tango deja de ser “orillero” y gana los salones
porteños, se inaugura la línea subterránea y los tranvías eléctricos cruzan las
calles de la dorada ciudad. Se da el periodo de celebración del Centenario del
1810, se construyen palacios, se levantan monumentos ofrendados por las
naciones más poderosos del orbe y hasta Guillermo Edison, desde Buenos Aires, la
une radiofónicamente con Irlanda y Canadá.
Surgen los primeros “ídolos” en el arte y los deportes, y la Gran Aldea
pasa a ser vista como el “Paris de Sudamérica”. Segura y posiblemente, Jorge Newbery y la decena de amigos que
lo acompañan, sueñan y hacen, configuran el perfil de una sociedad que compite
con éxito con las más avanzadas del Mundo.
Es posible relatar con detalles cada una de
sus “aventuras” y sorprenderse por los “éxitos” logrados, (datos contenidos en
la gran cantidad de bibliografía que se ocupa del mismo, señalándose en
particular el libro escrito por el Brigadier Hugo G. de Risio (2) ) que significan, no tan solo las ventajosas
acciones propuestas, sino también, en especial, la alta calidad humana con lo
que apoyaba ellas y lograban el concurso de todos, desde los más encumbrados
hasta los más humildes, en los que su mensaje despertaba esperanzas y señalaban
escenarios triunfantes en el futuro. Jorge Newbery había logrado, no tan
solo mostrarse como el “amigo de todos”, sino serlo concretamente en toda la
magnitud que ello significa (3). Pero, como siempre sucede, después del momento
de su trágica desaparición en Mendoza, el 1 de marzo de 1914, se desata el
fervor hacia aquel que tanto había mostrado. Por ello, parece mejor, dejar en
las palabras de los que fueron sus contemporáneos, el recuerdo. Así tenemos,
una de las frases del Presidente del Jockey Club, pronunciadas en el homenaje
rendido, que dice:
…..”Ha caído para siempre el que
tenía el corazón abierto a todas las emociones puras y la mano lista para todas
las lealtades, el que no necesitaba dejar de ser bueno para ser glorioso, y a
quien la providencia nos arrebata en las vísperas de la hazaña meridiana como
si hubiera querido ella misma conducirlo de una vez a las alturas mayores de
donde no se vuelve, pero no se sufre…”
Pero, lo que realmente admirable, y,
seguramente, nos muestra la personalidad de Jorge Newbery y su vinculación, como ser humano, a una sociedad
deseosa de tener sus propias entrañas de gloria, es el tango titulado “A la
memoria de Jorge Newbery”, cuya
música es de José Razzano y
(sorprendente) la letra de Carlos Gardel,
cuyas estrofas, llenas de afecto y admiración, nos dicen así:
En un abrazo inmortal, la
guitarra y el poeta, sollozan por el atleta, de la Aviación Nacional.
Newbery, el candor genial, que fue en sublime locura, a seis mil
metro de altura, rompiendo brumas ignotas, cayó con las alas rotas, en la negra
sepultura.
Duerme gran americano, en
sepultura de granito, has entrado al infinito, volando con tu monoplano….
En este homenaje al grande hombre, campeón
de luchas aladas, destacado en sus obras y permanente triunfador en sus gestos,
si bien podemos y debemos admirarlo como tal, se debe señalar su personalidad
de varón pleno, que sabe magistralmente matizar el espíritu con el obrar
físico, para, finalmente, darnos el orgullo criollo de saberlo nuestro, como un
paladín de argentinidad, que nos sirve de ejemplo, y cuya talla, debe ser el
modelo a impulsar a la nación que el tanto amo y a una Argentina tal como él la
soñó. Vaya así, nuestro homenaje y recuerdo al Ingeniero Jorge Newbery que, con su impulso, dedicación y trabajo, trazo los
primeros pasos para concretar la aviación, que con sus alas poderosas, emulando
a los cóndores bravíos, han conquistado los cielos de la Patria.
Es interesante, para conocer la amplitud
del accionar de Newbery, el recordar
el nombre de algunos de los muchos que fueron sus amigos y, seguramente,
“compinches” en sus sueños y aventuras. Entre esta cantidad grande de
personajes, se pueden citar a aviadores como Santos Dumont, Rolando Garros, Teodoro Fels y Gimenez Zapiola y contemporáneos como Marcelo Alvear, Enrique Mosconi, Alfredo Palacios, Aaron de Anchorena,
Antonio de Marchi y tantos otros que, su sola mención, constituye una
página de nuestro pasado histórico.
Como el año pasado (2012), se cumplieron
los cien años de la creación de la Escuela de Aviación Militar, inspirada,
propiciada y apoyada fervientemente por Newbery,
para asociarlo con aquellos predecesores, es de honor, citar el nombre de
aquellos soldados del aire, así tenemos en sus dos primeras promociones a:
Año 1912: Tte Fragata Escola Melchor, Tte. 1ro. Brihuega Aníbal y Goubat Raúl, Tte. Agneta
Alfredo, Zanni Pedro, Pérez Terrera Saturno, Giménez Kramer Carlos, Casavega Leopoldo, Ferreyra Juan y De Biedma José y Subt. Origone Manuel.
Año 1913: Tte. Pueta Juan, Benavente Edgardo, Pissano
Elisendo, Padilla Enrique, Varona
Agustín y Campos Pedro y
Sgto. 1ro. Sánchez Francisco.
La Patria se construye en los cielos, donde
brillan todas las auroras y, sin dudas, las alas de nuestros aviadores, en sus
rugientes aviones, son una de las muestras del valor criollo que, como legado
de la historia, hemos heredado del Ingeniero Jorge Newbery. Vaya a este,
brillante cóndor alado de nuestro cielo y a todos aquellos que, con valor y
coraje, actuaron, lograron y vencieron el firmamento junto a él, nuestro homenaje.
Creo que, al margen de las hazañas de Jorge Newbery, debemos rescatar en su gesta el desafió que realiza
con sus actos. para avanzar hacia el futuro, acción que debemos tomar como
idea en el presente y, como ayer se conquistó
los cielos, hoy debemos avanzar, lógica y racionalmente, para dominar el nuevo
escenario que constituye el ciberespacio, donde la realidad adquiere vida
virtual, en una coexistencia maravillosa,
fruto de la inteligencia humana y la indescriptible capacidad de las
maquinas. Como en el pasado, Newbery
nos llevó a la conquista de los aires, nosotros hoy tenemos que emular su
accionar, avanzando tras la cibernética, como medio e instrumento cumbre en la
transformación de nuestra civilización. Así, Jorge Newbery y la pléyade de sus contemporáneos, sabrán, que la
misión que nos legaron tiene, en el presente, la misma fuerza que nace del afán
de los hombres por ser cada día mejor por el bien y la felicidad, bendecida por
el Altísimo, de la Humanidad.
Notas:
(1) Agradezco al Cte. My. Salvador
Martínez, Presidente del Instituto Nacional Newberiano, que, en mi carácter
de Decano Miembro de Honor del mismo y Caballero de la Legión de la Virgen de
Loreto, me designo para decir este homenaje en la ceremonia realizada el 1 de
marzo de 2013.
(2) Jorge A. Newbery
– Una visión actual de su vida – por Brigadier Hugo G de Risio: Pag 32 “De hecho la gente lo conocía como el Señor
Corazón. Pag. 37 “Recordemos que Newbery
fue el primer ídolo nativo que tuvo Argentina”.
(3) Deseo citar, en particular, entre sus amigos, al Coronel Enrique (El “Gringo”) Padilla que
obtuvo su brevet de aviador en el año 1913 y que, luego, se destacaría en el
polo, participando en las Olimpiadas (1924) en las que Argentina seria campeona
en dicho deporte, por lo que, una de las
canchas del Campo Hípico Militar en Palermo lleva su nombre, por ser el único
militar que conformaba el equipo.