El diario "El Mundo" de España, en una nota fechada el 24 de enero de 2010, denuncia "el camelo de la gripe 'A'", en una nota firmada por Paco Rego.
Lo peor de todo, es que toda la psicosis, que Diario Pregón de La Plata denunció oportunamente, fue aplicada a la Iglesia Católica: iglesias que no dispensaban Sacramentos a los feligreses, abusos litúrgicos imponiendo a todos los feligreses la comunión en la mano, y situaciones semejantes.
UNA GRAN MENTIRA
"No bese. No dé la mano a nadie. Huya de los que estornuden. No suba a un autobús. No viaje. Vaya con mascarillas a todas partes. Prepárese. Fue la receta de supervivencia, aderezada con terror, que nos vendieron en 2009", afirma el artículo para concluir en palabras de un ex vicepresidente de la OMS: "Nos han tomado el pelo", mientras un experto alemán denuncia: "Queremos sacar a la luz toda esta enorme operación de intoxicación", a la vez que afirma la nota que hay médicos de renombre investigados por posible corrupción.
"Al menos 150 millones de personas, cifró alegremente la Organización Mundial de la Salud (OMS), iban a morir desde junio a diciembre del año pasado, cuatro veces más que por la gripe del 18, la mayor pandemia de la Historia mundial. Pánico puro y duro. «Nos han tomado el pelo, empezando por la OMS y los laboratorios», declara Pedro Caba, ex vicepresidente de la Organización Mundial de la Salud.
«La fórmula es sencilla: crea el problema, infunde todo el temor posible y luego vende la solución. No falla», denuncia el artículo. "A día de hoy han muerto 272 personas (en España) .Excepto dos, las demás arrastraban patologías antes de contraer la gripe A. En total, muchas menos que los 3.000 ó 4.000 que cada año fallecen por la gripe estacional en España. El coste de la alarma -infundada, según advertían desde el principio varios estudios avalados por prestigiosos epidemiólogos- ha sido alto en todos los aspectos".
Además se realizaron gastos estatales en compra de vacunas, sumado al gasto sanitario que implicó la avalancha de consultas en hospitales y centros de salud, tanto públicos como privados. "El negocio del miedo funcionó a la perfección", afirma el artículo en frases que describen no sólo la realidad de España, sino la de Argentina, donde incluso se suspendieron las clases y hasta hubo un mes entero sin actividad en la Provincia de Buenos Aires y en otras localidades.
Las farmacias incrementaron sus ventas, incluyendo mascarillas, envases de desinfectante de manos, guantes de látex, kits antigripe...
"La OMS se enfrenta a una crisis de credibilidad sin precedentes. A las farmacéuticas se las acusa de promover el fiasco para enriquecerse. Prestigiosos especialistas son señalados como corruptos. Los gobiernos se resisten a explicar los motivos reales que les llevaron a gastar cientos de millones en unas vacunas y antivirales «inútiles» contra la gripe A", expresa la nota.
«Lo pagaremos muy caro», opina Caba, «y no por el dinero despilfarrado».
EL «DR. GRIPE»
La trama es explicada en el artículo, que reproducimos a continuación:
"Wolfgang Wodarg, epidemiólogo alemán de 62 años y presidente la Comisión de Salud del Consejo de Europa, ha puesto la diana en los lobbies farmacéuticos. Los acusa de orquestar una psicosis mundial perfectamente diseñada en torno a la gripe A para enriquecerse" según denuncia la nota.
«En abril, cuando llegó la primera alarma de México, me sorprendieron mucho los datos que avanzó la OMS para justificar la declaración de pandemia. No había ni 1.000 enfermos y ya se hablaba de pandemia del siglo. No había nada que la justificase», se despachaba en el diario francés L'Humanité.
«Lo único que importaba» -continúa- «y que condujo a la formidable campaña de pánico, es que la gripe A constituía una oportunidad de oro para los laboratorios cuyos dirigentes sabían que les tocaría el premio gordo en caso de que se declarase una pandemia».
«Un grupo de personas de la OMS está relacionado de manera muy estrecha con la industria farmacéutica... Sin llegar hasta la corrupción directa, que estoy seguro de que existe, los laboratorios tenían mil maneras de ejercer su influencia sobre las decisiones de la OMS. He podido comprobar, por ejemplo, que Klaus Stöhr, que era el jefe del departamento de epidemiología de la OMS en la época de la gripe aviar, y que por tanto preparó los planes destinados a hacer frente a una pandemia, se convirtió en un alto ejecutivo de la empresa Novartis [una de las mayores empresas de vacunas, contratadas también por España]. Y existen vínculos parecidos entre Glaxo, Baxter, etcétera, y miembros influyentes de la Organización Mundial de la Salud».
En esa nómina de elegidos por los laboratorios para presionar a la OMS y a Gobiernos con el fin de que apoyaran la declaración de pandemia y así aumentar sus ventas y beneficios estaría, según fuentes consultadas, el hombre que detectó el virus de la gripe aviar y el de la gripe A: Albert Osterhaus, 61 años, virólogo de fama mundial y director del prestigioso departamento de Virología del Centro Médico Erasmus de la Universidad de Rotterdam (Holanda).
El Dr. Gripe, como le bautizaron sus colegas, sería una pieza clave de la ola de histeria orquestada.
Presidía el Grupo Europeo de Trabajo sobre la Gripe A que asesoraba a la OMS cuando el organismo guardián de la salud mundial declaró el estado de pandemia en todo el planeta (11 de junio de 2009), a pesar de que entre los pronósticos y la realidad las cifras distaban un abismo.
Por ejemplo, en Nueva Zelanda, uno de los países donde se puso más el foco, de los 18.000 muertos previstos, sólo fallecieron 17.
«Y lo mismo se puede decir de Australia o Canadá. Pero nadie hizo caso de los números reales. No interesaba contar la verdad. Estaban en juego cientos de miles de millones de dólares», añade el doctor Juan Gérvas, experto en salud pública, quien ha seguido al detalle la evolución del virus H1N1.
La verdad, en el caso del asesor de la OMS, Albert Osterhaus, estaría escrita en su cuenta corriente.
«Él es el nexo de una red internacional conocida como La mafia farmacéutica», según el periódico online The Market Oracle, especializado en asuntos financieros. La sospecha de que ha utilizado su influencia y prestigio científico para favorecer los intereses de laboratorios, ha calado incluso en el Parlamento holandés.
De hecho, ha abierto una investigación y rastrea el origen del dinero ingresado por Osterhaus en 2009, pues las cuentas bancarias del virólogo habrían engordado sustancialmente a medida que el miedo a la pandemia se extendía.
PLAN DIABÓLICO
«Ésta es una crisis de salud pública planificada al detalle. La OMS se atrevió a modificar incluso la definición de pandemia para poder lanzar una alerta máxima mundial cuando sólo había 1.000 infectados en México. Es algo inaudito, desproporcionado e irresponsable. Un obsceno ejercicio de ruido al que han contribuido ministros de Sanidad, presidentes de gobiernos, farmacéuticas, medios de comunicación y, como buque insignia de todo el tinglado, la propia OMS», denuncia Pedro Caba.
«Antes la OMS la financiaban los países miembros, de acuerdo a su PIB. Cuando muchos de ellos dejaron de pagar porque no tenían dinero suficiente ni para salir ellos adelante, el organismo entró en crisis. Entonces llegaron los laboratorios cargados de dólares, en plan salvador, y poco a poco se fueron haciendo con más y más poder”.
El plan de ahora, fue diseñado teniendo en cuenta el fiasco, en cuanto a pronóstico, de la gripe aviar, en 2005.
El «ensayo planificado» de lo que vendría después. La OMS, ayudada entonces por científicos a sueldo desplegados por universidades, fundaciones, ministerios y centros de investigación de todo el mundo, intentó hacer creer a todos que la muerte estaba próxima y tenía alas.
Llegó a pronosticar hasta 150 millones de fallecimientos de gripe aviar.
La primera gran pandemia del siglo XXI, pregonaban machaconamente.
España, como otros muchos países, cayó en la trampa.
Compró 10 millones de antivirales (el famoso Tamiflú de la farmacéutica suiza Roche, a la que luego comprarían cinco millones de dosis más para hacer frente a la gripe A).
Pero sólo se usaron 6.000 dosis.
El marketing del miedo había funcionado bastante bien en todo el planeta.
Roche y Glaxo, productor del otro antiviral, el Relenza, subieron como la espuma en los mercados.
Aunque el holocausto anunciado fue una farsa. Ganaban 8.800 millones de dólares en bolsa, en 2005.
Y eso que, en todo el mundo, sólo 440 personas se infectaron y 262, entre más de 6.000 millones de habitantes, murieron.
No hubo ni un solo fallecimiento en España por gripe aviar.
Aquella ola de histeria costó a España 63 millones de euros, a los que hay que sumar 1,8 millones para acondicionar el laboratorio del Ejército donde se custodiaba y encapsulaba una parte de los antivirales, y 3,3 millones más en publicidad.
Un escándalo.
Los laboratorios aprendieron la lección.
La eficacia de los antivirales mencionados estaba (y está) en entredicho por la mayoría de expertos.
Pero ahora, con la gripe A ya en boca de todos, según el plan ideado, el siguiente paso consistía en explotar al límite el miedo inoculado a golpe de propaganda cuando la gripe de las aves.
En juego estaba un negocio mundial estratosférico: 4.000 millones de euros sólo en vacunas, la mayor parte de los cuales fue a parar a las gigantes farmacéuticas Novartis y GlaxoSmithKline.
España, según confirmó a este suplemento el secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos, contrató en principio la compra de 37 millones de dosis, dos por persona.
«Lo que recomendó la OMS», justifica Olmos.
En total, 265 millones de euros. «Hicimos un contrato con Glaxo y Novartis», añade.
Al final sólo se utilizaron algo más de dos millones.
Ahora se busca dónde colocar el resto. Una parte de los casi 11 millones de dosis sobrantes podría ser cedida y/o vendida a países en desarrollo.
LA SUBASTA.
Todos se han pillado los dedos. Francia, con 95 millones de vacunas, ha empezado a vender y subastar sus excedentes (se estiman más de 80 millones). Sus primeros clientes, Qatar y Egipto, ya han comprado 2,3 millones de dosis.
El Gobierno de Nicolás Sarkozy, al que ciudadanos, médicos y científicos piden también explicaciones, compite con Holanda, Reino Unido y Alemania por colocar las que le sobran en mercados como México, Centroamérica y Sudamérica.
Y España, como Italia o Canadá, tampoco descarta poner a subasta parte de sus vacunas y antivirales.
FOSAS COMUNES
En el Reino Unido, a medida que pasaban los días, los “expertos”, decían que morirían de Gripe A en una cifra alarmista unas 700.000 personas.
El Gobierno británico, en un informe elaborado, curiosamente, a principios de 2009 cuando en la calle todavía nadie hablaba de pandemia, resaltaba la necesidad de establecer fosas comunes «para hacer frente al creciente número de víctimas de la gripe porcina», y de construir depósitos de cadáveres, como medida temporal.
También se sugería que los cementerios y crematorios contratasen mano de obra extra para cubrir la creciente demanda.
La locura se completaba con contenedores «inflables» con el fin de proporcionar un espacio funerario adicional.
A finales de agosto de 2009, sólo había contabilizados oficialmente 44 muertes.
Ésa era la realidad.
El mal, sin embargo, ya estaba hecho.
SIN DEFENSAS
«¿Para qué todo este gasto?, se pregunta indignado el médico Pedro Caba.
«Las vacunas sobrantes hay que tirarlas. No sirven. Lo que necesitan esos países no son vacunas inútiles, sino bocadillos de jamón». «En cifras absolutas la mortalidad ha sido menor que nunca», añade el doctor Juan Gérvas.
«¿Por qué no han hecho caso a los datos? La vacuna contra la gripe estacional fue inútil en el hemisferio Sur (el nuevo virus desplazó casi por completo a todos los demás), y no existía vacuna contra la gripe A. Fue un invento. Dice más: «Sabíamos que los antivirales tienen efectos adversos graves. ¿Por qué, entonces, tanta propaganda? Ya a primeros de julio de 2009 se publicó una primera proyección de la mortalidad por gripe A. Concluía que era menor que por la gripe estacional. Todo esto tiene que saberlo la población. Tiene que saber, por ejemplo, que muchísimas mujeres han abortado innecesariamente por los tratamientos y el pánico. Porque el miedo, hábilmente administrado, es peor que la enfermedad. Ése es el problema, el miedo».
«DOCTRINA DEL SHOCK».
O, como explica la periodista canadiense de investigación Naomi Klein, «una nueva manera de hacerse inmensamente rico a costa de la alarma global».
Ésta es la idea que planea con fuerza sobre la gripe A. «Estamos en manos de las farmacéuticas», dice el doctor Antoni Trilla, jefe de Epidemiología y Medicina Preventiva del Hospital Clínico de Barcelona.
«No se puede depender exclusivamente de los laboratorios. Se ha hecho mucho daño. La gente ya no se fía. ¿Qué pasará cuando haya una pandemia de verdad? Nadie se lo creará y tal vez los muertos se cuenten por millones».
Lo peor de todo, es que toda la psicosis, que Diario Pregón de La Plata denunció oportunamente, fue aplicada a la Iglesia Católica: iglesias que no dispensaban Sacramentos a los feligreses, abusos litúrgicos imponiendo a todos los feligreses la comunión en la mano, y situaciones semejantes.
UNA GRAN MENTIRA
"No bese. No dé la mano a nadie. Huya de los que estornuden. No suba a un autobús. No viaje. Vaya con mascarillas a todas partes. Prepárese. Fue la receta de supervivencia, aderezada con terror, que nos vendieron en 2009", afirma el artículo para concluir en palabras de un ex vicepresidente de la OMS: "Nos han tomado el pelo", mientras un experto alemán denuncia: "Queremos sacar a la luz toda esta enorme operación de intoxicación", a la vez que afirma la nota que hay médicos de renombre investigados por posible corrupción.
"Al menos 150 millones de personas, cifró alegremente la Organización Mundial de la Salud (OMS), iban a morir desde junio a diciembre del año pasado, cuatro veces más que por la gripe del 18, la mayor pandemia de la Historia mundial. Pánico puro y duro. «Nos han tomado el pelo, empezando por la OMS y los laboratorios», declara Pedro Caba, ex vicepresidente de la Organización Mundial de la Salud.
«La fórmula es sencilla: crea el problema, infunde todo el temor posible y luego vende la solución. No falla», denuncia el artículo. "A día de hoy han muerto 272 personas (en España) .Excepto dos, las demás arrastraban patologías antes de contraer la gripe A. En total, muchas menos que los 3.000 ó 4.000 que cada año fallecen por la gripe estacional en España. El coste de la alarma -infundada, según advertían desde el principio varios estudios avalados por prestigiosos epidemiólogos- ha sido alto en todos los aspectos".
Además se realizaron gastos estatales en compra de vacunas, sumado al gasto sanitario que implicó la avalancha de consultas en hospitales y centros de salud, tanto públicos como privados. "El negocio del miedo funcionó a la perfección", afirma el artículo en frases que describen no sólo la realidad de España, sino la de Argentina, donde incluso se suspendieron las clases y hasta hubo un mes entero sin actividad en la Provincia de Buenos Aires y en otras localidades.
Las farmacias incrementaron sus ventas, incluyendo mascarillas, envases de desinfectante de manos, guantes de látex, kits antigripe...
"La OMS se enfrenta a una crisis de credibilidad sin precedentes. A las farmacéuticas se las acusa de promover el fiasco para enriquecerse. Prestigiosos especialistas son señalados como corruptos. Los gobiernos se resisten a explicar los motivos reales que les llevaron a gastar cientos de millones en unas vacunas y antivirales «inútiles» contra la gripe A", expresa la nota.
«Lo pagaremos muy caro», opina Caba, «y no por el dinero despilfarrado».
EL «DR. GRIPE»
La trama es explicada en el artículo, que reproducimos a continuación:
"Wolfgang Wodarg, epidemiólogo alemán de 62 años y presidente la Comisión de Salud del Consejo de Europa, ha puesto la diana en los lobbies farmacéuticos. Los acusa de orquestar una psicosis mundial perfectamente diseñada en torno a la gripe A para enriquecerse" según denuncia la nota.
«En abril, cuando llegó la primera alarma de México, me sorprendieron mucho los datos que avanzó la OMS para justificar la declaración de pandemia. No había ni 1.000 enfermos y ya se hablaba de pandemia del siglo. No había nada que la justificase», se despachaba en el diario francés L'Humanité.
«Lo único que importaba» -continúa- «y que condujo a la formidable campaña de pánico, es que la gripe A constituía una oportunidad de oro para los laboratorios cuyos dirigentes sabían que les tocaría el premio gordo en caso de que se declarase una pandemia».
«Un grupo de personas de la OMS está relacionado de manera muy estrecha con la industria farmacéutica... Sin llegar hasta la corrupción directa, que estoy seguro de que existe, los laboratorios tenían mil maneras de ejercer su influencia sobre las decisiones de la OMS. He podido comprobar, por ejemplo, que Klaus Stöhr, que era el jefe del departamento de epidemiología de la OMS en la época de la gripe aviar, y que por tanto preparó los planes destinados a hacer frente a una pandemia, se convirtió en un alto ejecutivo de la empresa Novartis [una de las mayores empresas de vacunas, contratadas también por España]. Y existen vínculos parecidos entre Glaxo, Baxter, etcétera, y miembros influyentes de la Organización Mundial de la Salud».
En esa nómina de elegidos por los laboratorios para presionar a la OMS y a Gobiernos con el fin de que apoyaran la declaración de pandemia y así aumentar sus ventas y beneficios estaría, según fuentes consultadas, el hombre que detectó el virus de la gripe aviar y el de la gripe A: Albert Osterhaus, 61 años, virólogo de fama mundial y director del prestigioso departamento de Virología del Centro Médico Erasmus de la Universidad de Rotterdam (Holanda).
El Dr. Gripe, como le bautizaron sus colegas, sería una pieza clave de la ola de histeria orquestada.
Presidía el Grupo Europeo de Trabajo sobre la Gripe A que asesoraba a la OMS cuando el organismo guardián de la salud mundial declaró el estado de pandemia en todo el planeta (11 de junio de 2009), a pesar de que entre los pronósticos y la realidad las cifras distaban un abismo.
Por ejemplo, en Nueva Zelanda, uno de los países donde se puso más el foco, de los 18.000 muertos previstos, sólo fallecieron 17.
«Y lo mismo se puede decir de Australia o Canadá. Pero nadie hizo caso de los números reales. No interesaba contar la verdad. Estaban en juego cientos de miles de millones de dólares», añade el doctor Juan Gérvas, experto en salud pública, quien ha seguido al detalle la evolución del virus H1N1.
La verdad, en el caso del asesor de la OMS, Albert Osterhaus, estaría escrita en su cuenta corriente.
«Él es el nexo de una red internacional conocida como La mafia farmacéutica», según el periódico online The Market Oracle, especializado en asuntos financieros. La sospecha de que ha utilizado su influencia y prestigio científico para favorecer los intereses de laboratorios, ha calado incluso en el Parlamento holandés.
De hecho, ha abierto una investigación y rastrea el origen del dinero ingresado por Osterhaus en 2009, pues las cuentas bancarias del virólogo habrían engordado sustancialmente a medida que el miedo a la pandemia se extendía.
PLAN DIABÓLICO
«Ésta es una crisis de salud pública planificada al detalle. La OMS se atrevió a modificar incluso la definición de pandemia para poder lanzar una alerta máxima mundial cuando sólo había 1.000 infectados en México. Es algo inaudito, desproporcionado e irresponsable. Un obsceno ejercicio de ruido al que han contribuido ministros de Sanidad, presidentes de gobiernos, farmacéuticas, medios de comunicación y, como buque insignia de todo el tinglado, la propia OMS», denuncia Pedro Caba.
«Antes la OMS la financiaban los países miembros, de acuerdo a su PIB. Cuando muchos de ellos dejaron de pagar porque no tenían dinero suficiente ni para salir ellos adelante, el organismo entró en crisis. Entonces llegaron los laboratorios cargados de dólares, en plan salvador, y poco a poco se fueron haciendo con más y más poder”.
El plan de ahora, fue diseñado teniendo en cuenta el fiasco, en cuanto a pronóstico, de la gripe aviar, en 2005.
El «ensayo planificado» de lo que vendría después. La OMS, ayudada entonces por científicos a sueldo desplegados por universidades, fundaciones, ministerios y centros de investigación de todo el mundo, intentó hacer creer a todos que la muerte estaba próxima y tenía alas.
Llegó a pronosticar hasta 150 millones de fallecimientos de gripe aviar.
La primera gran pandemia del siglo XXI, pregonaban machaconamente.
España, como otros muchos países, cayó en la trampa.
Compró 10 millones de antivirales (el famoso Tamiflú de la farmacéutica suiza Roche, a la que luego comprarían cinco millones de dosis más para hacer frente a la gripe A).
Pero sólo se usaron 6.000 dosis.
El marketing del miedo había funcionado bastante bien en todo el planeta.
Roche y Glaxo, productor del otro antiviral, el Relenza, subieron como la espuma en los mercados.
Aunque el holocausto anunciado fue una farsa. Ganaban 8.800 millones de dólares en bolsa, en 2005.
Y eso que, en todo el mundo, sólo 440 personas se infectaron y 262, entre más de 6.000 millones de habitantes, murieron.
No hubo ni un solo fallecimiento en España por gripe aviar.
Aquella ola de histeria costó a España 63 millones de euros, a los que hay que sumar 1,8 millones para acondicionar el laboratorio del Ejército donde se custodiaba y encapsulaba una parte de los antivirales, y 3,3 millones más en publicidad.
Los laboratorios aprendieron la lección.
La eficacia de los antivirales mencionados estaba (y está) en entredicho por la mayoría de expertos.
Pero ahora, con la gripe A ya en boca de todos, según el plan ideado, el siguiente paso consistía en explotar al límite el miedo inoculado a golpe de propaganda cuando la gripe de las aves.
En juego estaba un negocio mundial estratosférico: 4.000 millones de euros sólo en vacunas, la mayor parte de los cuales fue a parar a las gigantes farmacéuticas Novartis y GlaxoSmithKline.
España, según confirmó a este suplemento el secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos, contrató en principio la compra de 37 millones de dosis, dos por persona.
«Lo que recomendó la OMS», justifica Olmos.
En total, 265 millones de euros. «Hicimos un contrato con Glaxo y Novartis», añade.
Al final sólo se utilizaron algo más de dos millones.
Ahora se busca dónde colocar el resto. Una parte de los casi 11 millones de dosis sobrantes podría ser cedida y/o vendida a países en desarrollo.
Todos se han pillado los dedos. Francia, con 95 millones de vacunas, ha empezado a vender y subastar sus excedentes (se estiman más de 80 millones). Sus primeros clientes, Qatar y Egipto, ya han comprado 2,3 millones de dosis.
El Gobierno de Nicolás Sarkozy, al que ciudadanos, médicos y científicos piden también explicaciones, compite con Holanda, Reino Unido y Alemania por colocar las que le sobran en mercados como México, Centroamérica y Sudamérica.
Y España, como Italia o Canadá, tampoco descarta poner a subasta parte de sus vacunas y antivirales.
En el Reino Unido, a medida que pasaban los días, los “expertos”, decían que morirían de Gripe A en una cifra alarmista unas 700.000 personas.
El Gobierno británico, en un informe elaborado, curiosamente, a principios de 2009 cuando en la calle todavía nadie hablaba de pandemia, resaltaba la necesidad de establecer fosas comunes «para hacer frente al creciente número de víctimas de la gripe porcina», y de construir depósitos de cadáveres, como medida temporal.
También se sugería que los cementerios y crematorios contratasen mano de obra extra para cubrir la creciente demanda.
La locura se completaba con contenedores «inflables» con el fin de proporcionar un espacio funerario adicional.
A finales de agosto de 2009, sólo había contabilizados oficialmente 44 muertes.
Ésa era la realidad.
El mal, sin embargo, ya estaba hecho.
SIN DEFENSAS
«¿Para qué todo este gasto?, se pregunta indignado el médico Pedro Caba.
«Las vacunas sobrantes hay que tirarlas. No sirven. Lo que necesitan esos países no son vacunas inútiles, sino bocadillos de jamón». «En cifras absolutas la mortalidad ha sido menor que nunca», añade el doctor Juan Gérvas.
«¿Por qué no han hecho caso a los datos? La vacuna contra la gripe estacional fue inútil en el hemisferio Sur (el nuevo virus desplazó casi por completo a todos los demás), y no existía vacuna contra la gripe A. Fue un invento. Dice más: «Sabíamos que los antivirales tienen efectos adversos graves. ¿Por qué, entonces, tanta propaganda? Ya a primeros de julio de 2009 se publicó una primera proyección de la mortalidad por gripe A. Concluía que era menor que por la gripe estacional. Todo esto tiene que saberlo la población. Tiene que saber, por ejemplo, que muchísimas mujeres han abortado innecesariamente por los tratamientos y el pánico. Porque el miedo, hábilmente administrado, es peor que la enfermedad. Ése es el problema, el miedo».
O, como explica la periodista canadiense de investigación Naomi Klein, «una nueva manera de hacerse inmensamente rico a costa de la alarma global».
Ésta es la idea que planea con fuerza sobre la gripe A. «Estamos en manos de las farmacéuticas», dice el doctor Antoni Trilla, jefe de Epidemiología y Medicina Preventiva del Hospital Clínico de Barcelona.
«No se puede depender exclusivamente de los laboratorios. Se ha hecho mucho daño. La gente ya no se fía. ¿Qué pasará cuando haya una pandemia de verdad? Nadie se lo creará y tal vez los muertos se cuenten por millones».